Palacio Ichijou. [Narcys]

Así como el jovencito se acomodaba, él lo rodeaba lentamente con sus brazos, apegándosele más que gustoso, sintiendo su hermoso y tibio cuerpecito sobre el pecho. Era una sensación maravillosa, tenerlo así, junto a él.
-No solo significa que te quiero, Narcys... Significa que te adoro, que te amo, que nunca podría vivir sin tí.
Le murmuraba, al oído, respirando el delicioso aroma de su lacio cabello, notando como de nuevo esa sensación tan embelesante y difícil de explicar hacía que su corazón latiera con rapidez.
-Oh, ¿En verdad?. Me alegro de que no te parezcan mounstruosos, creo que me has quitado las razones para avergonzarme de ellos.
Le dijo juguetón, apoyando los labios delicadamente sobre el cuello del menor, besandolo. No tenía hambre, por fortuna, tan solo quería rozar con sus labios esa piel tan suave y maravillosa, con la que se deleitaba a cada ligero toque.

Su corazón también se aceleraba al sentir su abrazo y escucharle susurrar palabras tan bonitas a su oído.
-Y yo te quiero... y tampoco podría vivir sin ti... mi ángel...
Cerró los ojos e inspiró profundamente, al notar los labios de Takuma sobre su cuello. No le importaba que le mordiese o no pero, al darse cuenta de que se trataba de un beso, se sintió tranquilo y entreabrió un poco los ojos.
-¿Avergonzarte? De eso ni hablar... A mí me parecen muy bonitos y elegantes...

Simplemente se limitaba a mantener allí sus labios, respirando lentamente sobre el cuello ajeno. Le encantaba aquella calidez que se desprendía de ese pequeño cuerpo, así como su tentador aroma.
-Jaja~, vaya.. No hagas que me sonroje, principe mío..
Canturreó a su oído, entre risas infantiles y divertidas.
Recordaba que cuando era niño, en la escuela los demás humanitos, quienes no tenían idea de su identidad, le decían "raro" o "colmilludo", aunque poco le importaba. Pero bueno, eso sucedía por la idea de sus padres de que no habría problema en que se criara junto a humanos, con tal de que no los mordiera, claro.
Después de un rato, manteniendo los ojos cerrados entreabrió los labios para susurrarle con calma al menor.
-Narcys, ¿Qué te gustaría hacer hoy?
Se le ocurrió cuestionar. No le molestaría que dijera que quería quedarse en la cama, pues a él le parecía buena idea, pero también estaba dispuesto a hacer cualquier otra actividad que el muchacho recomendara. Después de todo, le encantaba gastar energías en cualquier cosa, como a un niño pequeño.

Rió con Takuma... le gustaba escucharle reír, como signo de que se sentía feliz... porque para él la felicidad de su ángel era, sin ninguna duda, un fin en sí mismo.
-Y tú no seas demasiado modesto... Son bonitos y no hay más que hablar... no se aceptan réplicas...
Agregó, riendo, suspirando luego de gusto al notar los labios ajenos sobre su cuello, y aquella risa, que sonaba tan cercana.
-¿Hacer? ¿Hoy? Oh, bueno... Pues...
Le costaba decidir. La mayor parte de su vida en la Isla la había pasado entre el mercado de esclavos y las oscuras habitaciones de las mansiones de algún noble, así que no sabía muy bien qué se podía hacer allí. Sin embargo, después de meditar un largo rato, encontró algo que sin ninguna duda tenía que haber en una isla.
-Me gustaría... me gustaría que fuésemos a la playa, siempre que no te moleste el sol...

..."Tu no seas demasiado modesto"... Ah, como adoró oír aquello. Amaba la forma de hablar del pequeño, tan audaz y entusiasta.
No dijo nada, solo negó un tanto con la cabeza, sonriendo. No se lo iba a discutir, pues si su hermoso príncipe lo decía, tenía que ser verdad.
-Si, creo que hay una playa no muy lejos de aquí. Y eso del sol, pues... A mi no me hace ningún daño, pero..
Se quedó en silencio, pensativo. No todos los vampiros eran inmunes al sol, y según el sabía, cada uno tenía su propia reaccion ante la luz de éste. Observó luego al menor, con esa graciosa expresión dubitativa que a veces solía poner.
-...Tendremos que ver si a tí no te hace daño. Esperemos que no, sería bastante desafortunado. Pero aún asi no te preocupes, no puede ocurrirte nada grave.
Comentó, mas sin sonreir luego de ésto. No le importaba dormir de día y salir a la ciudad de noche como los otros vampiros, para que su amado pudiera visitar otros lugares, pero le preocupaba, ya que el muchacho le había comentado sobre su temor a la oscuridad.
Lo tomó de la mano y se quitó de encima las sábanas, para luego levantarse con su típico entusiasmo.
-Antes que nada, vamos a lavarnos la cara y todo eso, ¿Te parece?

Se mostró un poco preocupado... la verdad es que no había pensado en ello, en que no todos los vampiros tenían la misma reacción frente a la luz del sol. Él era ahora uno de ellos y debía tener cuidado... ¿quién sabía si ahora su amada luz no le molestaría profundamente? Takuma tenía razón; debía ir con cuidado.
-Lo entiendo... ¿Y... y qué es lo más grave que podría pasarme? -Preguntó, pensando ya en horribles quemaduras-. ¿Se me caería la piel o algo así?
Suspiró y se abrazó a Takuma, un poco temeroso.
-Pero si no podemos ir de día a la playa, al final... podríamos ir de noche, ¿no? Aunque en ese caso tendrías que prometerme que no me dejarías solo... porque me asusta mucho la oscuridad y no creo que pueda... que pueda superarlo en un tiempo, ¿entiendes?
Volvió a sonreír al ver el gesto entusiasta de Takuma... siempre lograba arrancarle una sonrisa, aunque no resultaba extraño, pues era su ángel.
-Sí, por supuesto. Tengo ganas de ponerme esas ropas tan bonitas que me has regalado. Pero antes deberíamos darnos lavarnos, sí...

Ante aquel abrazo, solamente acarició su cabello con una mano. No quería mostrarse entristecido, pero lo estaría si el pequeño tuviera reacciones negativas ante sus también adorados rayos ultravioletas.
-¿Lo peor? Pues... Creo que solo sentirías algo de ardor, nada más.
Le respondió, sin poder evitar soltar una risilla burlona ante sus exageradas respuestas. Si bien no sabía detayadamente lo que sucedía, eso de que "se le caería la piel" era algo ya un poco... de películas.
-...Oh, Narcys.. Yo nunca te dejaría solo, y lo sabes perfectamente. ¿Qué clase de desalmado deja a su principito solo en la oscuridad?
Le cuestionó, un tanto infantil.
Sin duda, pensaba que sería interesante ver qué sucedía al exponer al muchacho al sol. Porsupuesto que no era por maldad, pero no podía evitar entusiasmarse ante aquellos "experimentos".
Tomándolo aún de la mano, se levantó de la cama y directamente caminó hasta el extenso baño, donde de una pequeña caja, sacó dos cepillos de dientes. Uno suyo, y otro nuevo para el muchacho.
-He olvidado mencionártelo, Narcys. Aquí hay un cepillo para ti. Lamento no haberlo recordado antes.
Le informó, estirando el brazo para entregárselo, y con su otra mano tomando la pasta dental.

Se abrazó aún más fuerte a él, gozando de aquella agradable cercanía.
-Es verdad... Tú eres un ángel... y los ángeles protegen a sus príncipes de lo malo, ¿verdad? Ah, Takuma, te quiero tanto...
Sentía terror ante la idea de quedarse solo en medio de la noche... solo con sus recuerdos y con sus miedos... pero el hecho de tener a Takuma a su lado suprimía todos aquellos miedos de una manera mágica.
Le siguió hasta el baño, sonriendo algo más tranquilo por lo que le había respondido a sus dudas y miró el cepillo, pensando en que ahora sus dientes ya no eran precisamente como antes.
-Takuma... ¿los colmillos necesitan algún cuidado especial?

Cada pregunta del jovencito, tan "inocente" desde su punto de vista, le sacaba una tierna sonrisa, que siempre era dedicada hacia él.
-¿Los colmillos?.. Pues, solo los lavas como a todos los demás dientes. Al menos yo hago eso.
Le dijo, poniendo un poco de aquella pasta en su cepillo, y posteriormente cepillandose tranquilamente. Luego se enjuagó, se lavó la cara y arregó un poco sus rubias hebras anteriormente alborotadas, poniéndose por último un poco de su exquisito perfume.
Caminó hasta el cuarto y sacó de su armario la ropa de aquel día. Un jeans negro con una camisa gris, y sus zapatillas, muy poco formal como siempre.
Dejó el ropero abierto, pues allí estaba toda la ropa del menor, acomodada a su disposición.
-Luego de que te asees puedes venir a elegir tu ropa.
Le avisó, sentándose al pié de la cama.

Tomó su cepillo e imitó a Takuma, empezando a cepillarse los dientes con mucho cuidado... de algún modo, tenía la extraña sensación de que sus nuevos colmillos eran muy sensibles y de que debía tener cuidado... De este modo, la visión de Narcys en plena tarea resultaba un tanto cómica... por sus caras de consternación y su gesto de concentración, como si estuviese limpiando un diamante o algo extraordinariamente frágil.
Seguía cepillándose cuando Takuma abandonó el cuarto de baño, tras lo cual se lavó la cara varias veces, para despejarse y descubrió que no tenía tantas ojeras como acostumbraba, pues solía dormir muy poco... además de que su piel estaba un poco más pálida de lo normal, lo que relacionó con el haberse convertido en vampiro. Se cepilló el cabello y volvió a lavarse la cara, para después mirarse una y otra vez en el espejo... esperando hallarse hermoso para su amado ángel.
De este modo, regresó a la habitación y miró sonriendo a Takuma.
-Ya estoy. Iré a mirar la ropa.
Se dirigió al ropero y estuvo buscando algo adecuado... cosa difícil, porque todo le parecía ta bonito que era imposible decidirse. Al final eligió unos pantalones bastante informales, aunque no eran jeans como los de Takuma, y una camiseta bastante fresca. Sacó también una chaqueta, por si acaso hacía frío. Se vistió rápidamente y se volvió a su ángel.
-¿Qué tal estoy?

Desde la cama, observaba sus acciones con una casi imperceptible sonrisa. Era cierto, el muchacho se veía un tanto más pálido, y aquellos colmillos le quedaban perfectamente, pero eso no quitaba el hecho de que siempre se veía como un príncipe hermosísimo para sus ojos.
Lo vió vestirse, y tan solo rió por lo bajo ante su tierna pregunta, admirándolo, apreciando su belleza.
-Te ves ostentoso, magnífico como siempre.
Le respondió con simpleza, levantándose, abrazándolo sin decir más. Era como un suave y frágil muñequito, tan tentador de abrazar, tan precioso.
Entre aquellos pensamientos, recordó algo bastante importante al sentir el tenue aroma de un desayuno, uno para humanos. Era cierto, las sirvientas aún no se habían enterado de que el muchacho no ingería precisamente esos alimentos ahora.
-..Ah~.. Tengo que decirles, es cierto.
Murmuró, en su postura pensativa, aún teniendo al joven de abrazado. Bueno, no pensaría que algo desafortunado fuera a ocurrir, pues las señoritas estaban siempre de acuerdo con las desiciones del noble.
Se dirigió luego hasta la puerta, sosteniéndolo de la mano con una leve sonrisa.

Sonrió al sentirse abrazo. Nunca se había considerado hermoso y, de hecho, su cuerpo había llegado a darle asco después de todo lo pasado pero, si a Takuma le parecía bello, a Narcys le bastaba. Quería ser hermoso para Takuma y, en ese sentido, si su ángel decía que no ea feo, significaba que estaba en lo cierto... pues el muchacho sabía que Takuma no le mentiría... ¿o quizá lo haría para complacerlo? Prefería pensar que nunca sería así.
-Ah... Tú también te ves muy hermoso... Eres muy hermoso...
Le abrazó más fuerte y después pareció preocuparse un poco, por aquello de las sirvientas y lo que pensarían acerca de lo ocurrido.
-Es cierto... ¿Qué... qué dirán de esto, Takuma? Y... ¿y tu familia? No... no sé qué dirán de que te hayas tomado tantas molestias... con un esclavo humano... para luego convertirlo a vuestra raza...
Suspiró profundamente y, tratando de no preocuparse, le siguió al exterior.

Estando ya ambos fuera del cuarto, cerró la puerta con delicadeza, casi sin hacer ruido.
Las preguntas del menor no tenían demasiada importancia para él, pues, a demás de que confiaba en que su familia no iba a discutirle lo que había hecho, se consideraba lo suficientemente "adulto" como para poder tomar sus propias desiciones.
-Mi familia, Narcys, no tiene razones como para controlar mis movimientos, y a demás, dudo que a algún miembro le incumba mi vida personal. Después de todo, por alguna razón vine a vivir alejado de ellos, ¿No?
Le dijo sinceramente, con una leve sonrisa calma, mas hablando un tanto serio.
-En cuanto a nuestras servidoras.. Tampoco creo que les moleste. Y aunque así fuera, no me importaría, ya que lo que hemos hecho es irreversible y jamás, Narcys, te dejaría solo tan solo por tontas opiniones ajenas.
Le era sincero, sin temor a pronunciar aquello, pues era lo que creía. ¿O ahora, acaso todo mundo estaba sobre él para cuestionar lo que hacía?.
Volviendo a ponerse un poco más enérgico y alegre, intentando dejar algunos pensamientos de lado, simplemente le sonrió, comenzando a caminar hacia las escaleras, esperando a que lo siguiera.

Las palabras de Takuma le tranquilizaron mucho. De algún modo, todavía tenía miedo, no a que Takuma le dejase, sino a que las palabras y opiniones de la gente pudiesen dañarle de algún modo.
-Ah... A la gente le gusta mucho hablar, pero no que hablen de ella... Me preocupaba que a ti eso te molestase... No... no querría perjudicar a tu prestigio... ni nada así...
Se abrazó a él y suspiró.
-Tampoco desearía que empezases a llevarte mal con tu familia por mi culpa... además, me gustaría que conocerles... Seguro que tus padres son encantadores, o muy distinto eres tú como hijo...
Después le siguió hacia las escaleras, bajándolas rápidamente junto a él y acercándose a la puerta de vidrio que daba al jardín... admirando lo hermoso que se veía a la luz del día.

Estaba escuchándolo sonriente como habitualmente, hasta que el menor dijo aquella frase que sintió como una daga en el corazón. "Seguro que tus padres son encantadores, o muy distinto eres tú como hijo"..
-No... No exactamente.. Ellos son, como los demás vampiros, manipuladores y.. unos desvergonzados chupa sangre. Nunca los entendí, pues a mi siempre me decían que respetara a los humanos, aunque ellos no lo hicieran.
Se atrevió a murmurar. No sentía ningún respeto por los seres que le habían dado la vida, mas eso no quería decir que no los "apreciaba". Claro, sentía cierto afecto por ellos, pues eran sus padres, pero sinceramente, se avergonzaba de su forma de vivir.
-Pero.. Eso no importa, debemos impedir que el desayuno se termine~
Dijo de pronto, tras una risilla infantil. Realmente no le importaba en absoluto el tema de sus padres, y casi nunca pensaba en ello. Ahora tan solo se preocupaba por cómo lo tomarían las sirvientas, no por él, si no por una de ellas en especial.
Terminaron de bajar las escaleras, y ese aroma cada vez más notable, le era también, más asqueroso. Observó a la puerta de la cocina, y tomó a su amado de la mano.

Se dio cuenta de que a Takuma el tema de sus padres no le gustaba... sobre todo por aquel modo en el que hablaba de ellos. No pudo evitar pensar que quizá les juzgase con demasiada dureza, pero tampoco se atrevió a decírselo. Simplemente lo miró y le sonrió dulcemente.
-Ya entiendo... ¿Había humanos en tu casa cuando eras pequeño? Creo que puedo imaginarlo... más o menos...
Sí, se imaginaba a los dos vampiros tratando de inculcar compasión y otros valores en su hijo, pero haciendo todo lo contrario. Tampoco era muy distinto de lo que pasaba a veces entre las personas.
Sujetó fuertemente la mano de Takuma al acercarse a la cocina y distinguir aquel olor que en pasado había sido agradable... pero que ahora sólo le causaba repugnancia.
-¿A... a que huele?

Solamente sonrió ante su pregunta, sin sentirse molesto por ésta, y manteniendo la hiperatividad que a veces podía mostrar.
-Si, cuando era niño en mi casa habían sirvientas humanas, aunque a veces mis padres las utilizaban como...bueno.. almuerzo y esas cosas.
Comentó, apenado. Sus padres solo le permitían morderlos a ellos, por "respeto a los humanos", pero de todas maneras el rubio siempre presenciaba aquel espectáculo tan espantoso en el que los mayores se alimentaban.
Luego, también escuchó el otro cuestionamiento de parte de su príncipe. Sin duda, podía notar que al pequeño aquel aroma ya no le agradaba tanto como antes.
-No lo se, pero no quisiera imaginármelo.
Le respondió en voz baja. Aún se preguntaba cómo hacían los de aquella raza para soportar ingerir esas tan poco apetitosas cosas.
Tomó valor y respiró profundamente, apretando con su mano la del menor, temeroso, casi como si se imaginara que al entrar en la cocina se desmayaría con tan solo observar esa comida. Poco a poco caminó hasta la puerta, y tocó ésta tres veces con el puño, esperando a que alguna de las muchachas la abriera.

Sonrió, algo apenado, al escuchar aquello que le dijo Takuma... era bastante obvio que a su ángel no le gustaba esa manera de proceder de sus padres, aunque, reflexionó Narcys, él le había dicho que también podía usar a las sirvientas de la casa. Sin embargo, pensó que posiblemente Takuma tratase con mucho más respeto a esas sirvientas que sus padres.
-Ah... Comida para humanos, seguro... ¡Y pensar que antes me encantaba!
Se rió al darse cuenta de cómo había cambiado su vida aquella transformación y de cómo seguiría cambiando... había pasado, realmente, de no tener vida a gozar de una feliz existencia junto a su ángel.
Vio que Takuma tocaba la puerta de la cocina y esbozó la mejor de sus sonrisas... sabía que las sirvientas se sorprenderían al conocer la noticia, y quería causarles buena impresión.

Notó como el muchacho se reía, y lo acompañó, también dejando escapar una risa no muy sonora. Indudablemente le encantaba saber que su príncipe no estaba triste con lo de la transformación, y que aquello le causaba gracia, o almenos eso esperaba el noble.
La puerta poco a poco se abrió, y de dentro de la cocina salieron todas las señoritas -cinco o seis, nada más- que reverenciaron a su amo y lo saludaron a coro, casi perfectamente sincronizadas. Pudo notar en la mirada de las sirvientas lo dubitativas que estaban, pues era imposible que no hubieran notado algunos cambios físicos en Narcys, como su color de piel.
Las miró con una leve sonrisa, aún tomando de la mano al joven.
-Buenos días, muchachas. -Dijo tranquilo, o almenos aparentando estarlo- Quería decirles, para que estén al tanto y sepan que sus tareas ya no serán las mismas, que Narcys ya no es un... humano..
Fué directo al punto en cuestión. No quería dar rodeos, y ya deseaba poder salir con su amado a jugar, como habían planeado anteriormente. Sin embargo, pudo notar en la expresión de una de las señoritas el disgusto tan mal disimulado que tenía, lo cual le provocó cierta tristeza al noble, quien continuaba en silencio.

Sonrió al ver como las señoritas saludaban a Takuma de esa forma tan agradable... no parecían disgustadas ni nada parecido, y eso era algo muy bonito, pues contribuía a que en la casa reinase un buen ambiente, sin tensiones y sin temores. Se dio cuenta de que las sirvientas ya advertían algo del cambio y, cuando Takuma al fin lo dijo, de forma directa, no pudo evitar sonrojarse, deseando marcharse pronto de allí.
Mas, en ese instante, su mirada se cruzó con la de una de las muchachas, que le observaba... ¿con odio? Ah, y también ella miraba a Takuma, como decepcionada. Narcys no se sintió capaz de aguantar esa mirada reprobadora y se sintió aliviado al salir de la cocina junto a su ángel.
-Ta... Takuma... -murmuró, cuando estuvo seguro de que las sirvientas no le oían-. ¿Por qué me miraba esa joven así? ¿Qué... qué le he hecho?

Afortunadamente, ya había llegado el momento de salir de aquel lugar tan poco agradable en el que varias lo miraban acusadoramente. Ah, ¡Cuánto deseaba marcharse de allí lo más pronto posible! Y fué entonces, cuando observó al jovencito con una leve sonrisilla nerviosa.
-Ella, en particular, es así. Es una historia algo complicada, pero podría decirse que está algo.. celosa, de ti.
Le contestó, con simpleza. Esa muchacha había ofrecido su sangre en momentos en que el vampiro se veía hambriento, y siempre quería acercárcele, quién sabe porqué.
-Pero no.. no importa, Narcys, ya se le pasará, no hay de qué preocuparse.
Aseguró, besándole con cariño la mejilla. Luego caminaron hasta la puerta de salida, y antes de abrirla, de nuevo miró fijamente a su adorado príncipe.
-¿Estás preparado para intentar caminar bajo el sol?
Cuestionó, tras una risa un tanto pícara. Pensaba que lo más probable era que al joven no le sucediera nada, pues era un vampiro inmune a esos rayos el que lo había transformado, y suponía que aquello influiría en algo.

Miró a Takuma, horrorizado. ¿Cómo que celosa? Antes le había preguntado si había tenido a más chicos esclavos por un motivo semejante, pero no se había imaginado que una de las sirvientas. ¿Y... si Takuma y aquella muchacha habían tenido algo? ¿Y si volvían a ello después? ¿Y si su ángel le olvidaba? Narcys le abrazó, sintiendo, por primera vez... algo que sí, eran celos...
-Dime... dime quién es ella, por favor... Quiero saber la historia... No... no podré respirar tranquilo hasta saber...
Sus palabras se ahogaron en un profundo suspiro, mientras se abrazaba a Takuma, como queriendo constatar que era su ángel, y de nadie más.
-Sí, supongo que podríamos probar el sol...
Lo dijo casi sin pensarlo, aunque no pensaba moverse de allí hasta que Takuma le aclarase aquello de la muchacha.

Se sorprendió cuando sintió aquel repentino abrazo, acompañado por esas palabras que, simplemente, lo habían dejado boquiabierto. Mas posteriormente tan solo sonrió, abrazando también a su tiernísimo muchachito.
-Oh, Narcys.. No tienes porqué ponerte asi, sabes que jamás te reemplazaría.
Le susurró al oído, más que enternecido por las acciones del joven. Era un niño, sin duda, y eso lo hacía adorarlo más, si es que eso era posible.
-Está bien, mi cielo, te lo contaré si es lo que quieres... Verás, ella fué la criada de mis padres cuando era apenas una niña huérfana, y luego al crecer, se convirtió en una de las tantas sirvientas que teníamos, y me cuidaba cuando era pequeño. Después de que los años pasaran, cuando decidí venir aquí, ella me pidió acompañarme pues dijo que quería seguir sirviéndome, asi que simplemente le dije que sí.
Todo era dicho en voz baja, aún sosteniendo al menor entre sus brazos, con calidez.
-Nunca fué mordida, aunque se ofreció para alimentarme en una de esas ocaciones en que ya se me veía demasiado hambriento. Sin embargo me negué a morderla.
Al parecer se ha ofendido porque a ti si te mordí, mi principe. Y, aunque suene algo despiadado de mi parte, sinceramente le resto importancia, ya que.. Nunca querré morderla, o ser alguien más cercano a ella.
Le explicó, para posteriormente besar sus labios con cariño.

Suspiró, algo aliviado, abrazándose todavía a Takuma como, si de un momento a otro, su ángel se fuese a esfumar en el aire. Pero, por lo que parecía asegurarle, no existía motivo alguno para los celos. Narcys le creía... siempre le creería... sólo necesitaba que Takuma le dijese la verdad, y él la aceptaría sin cuestionarla, porque confiaba en que siempre le diría la verdad y estaba convencido de que su amado jamás traicionaría esta confianza.
-Perdona por... por comportarme así, Takuma... Soy una criatura chillona, lo sé... y lo lamento. Perdona por molestarte... e incomodarte... No... no debería haberme puesto así, es cierto...
Le sonrió, correspondiendo al beso en los labios con cariño, satisfecho por la respuesta de su ángel y porque el mayor no le hubiese alejado de él a causa de su reacción.
-¿Va... vamos al jardín? Me gustaría saber pronto si puedo exponerme al sol y, de este modo, si podremos ir a la playa.

Le alegró verlo un poco más aliviado, y negó con la cabeza un par de veces, para posteriormente con una voz suave y cantarina, decirle con su sonrisa rebosante de alegría.
-No tienes porqué pedir perdón, Narcys. Confieso que si algún día me pasara algo parecido contigo, moriría de celos.
Le comentó, confiansudo y amistoso, como era casi siempre con el menor.
Abrió luego la puerta, saliendo él primero y dejando que los rayos de sol acariciaran su pálida piel, junto a esa refrescante brisa matutina que movía sus lacias hebras doradas. Después extendió el brazo hacia donde el menor se encontraba, invitándolo a salir.
-Tranquilo, no te sucederá nada. Si sientes un leve ardor en tu piel, entraremos de inmediato.
Murmuró con calma, observándolo a los ojos con sus orbes esmeralda. A cada segundo rogaba que fuera inmune al sol, pues si no era así, temía que el muchacho se entristeciera.