Palacio Stene

Suntuosa edificación, ostentosa por donde se le viera, con un acentuado estilo bárroco, su favorito, solía cambiar de casa constantemente, pero esta vez en especial había permanecido ya casi un siglo con ese. Solo nadi más que él y sus sirventes, pero era mucho mejor así que compañias indeseables. Aparte de los mencionado las jaulas de oro y plata adornaban el jardin y los interiores, repletas de hermosas y exoticas aves que amenizaban el lugar con su lindos cantos.

Osten en su estudio, casi siempre estyaba ahi escribiendo, leyendo, lo que fuera que le distrajera un rato.

- Día de aburrimiento igual que el resto...

"La Filosofía del Tocador" Tan solo para pasar el rato aunque lo había leído miles de veces, se distrjo viendo a la chimenea, dejando el librito sobre su muslo, observando sobre auqel sitio un bello retrato, una mujer hermosa y una niña a su regazo, se encogió de hombros, recordando a su pequeña, desde su ultimo cumpleaños en que le había enviado aretes, relicarios, zapatos y un completo ajuar...había cumplido 17 si la memoria no le fallaba. Y nunca le fallaba.

Entonces escuchó una voz peculiar llenarle los oidos, era alucionación? Cosa que quedó demostrada en un "No" cuando la ama de llaves tocó a su puerta informandole que la niña Pandora estaba en casa, Salió presuroso e incredulo, ahi estaba, su muñeca de porcelana, tan hermosa, tan bien formada...

- Toda una mujercita...

Le extendió los brazos sin dudarselo un instante, con una sonrisa disimulada.

Acariciando sus largos cabellos negros, besandole varias veces el rostro antes de separarla.

- Si, me enviaron una carta....no sé porque seguimos usando cartas...

Pensó en voz alta, mirandola de arriba a abajo, sonriente.

- Eres igual a tu mamá, me harás compañia...¿Y todas tus cosas? No me digas que son solo esas valijas...

Cuestinó sorprendido, tomandole el mentón y mirando sus ojos.

Sonrió ahogando una risa cuando le habló de la abuela, todavia lo odiaba? latima, aunque era correspondida.

- Les prepararemos a Sofía y a mi princesa tu antigua habitación, querrás redecorarla, supongo, así que mañana iremos de comprar, además que con solo esas dos valijas, de ninguna manera vas a subsistir, quiero verte a diario con un vetido diferente...

Le dijo con una sonrisa, besandole de nuevo la frente, y tomando con sorpresa el reloj.

- Es hermoso, muchas gracias...sabes lo que le gusta a papá...mañana me tocara a mi regalarte a ti ¿Si, preciosa?

- Un poco empolvada nadamás...

Le peinó el cabello delicadamente, ordenando con una seña hicieran loq ue había dicho y se llevaran las maletas de la chica a aquel lugar.

- Mientras, puedes platicarme, tiene...uhm...unos 10 años que no te veo...

Sonriendole le tomó la mano llevandola a un sofá.

Una vez sentados, le escuchó con una sonrisa, no pudiendo evitar tocarle el cabello, acariciarla, ver su vestido y notar su prefecto entalle.

- Tu madre se quejaba de eso en sus cartas, cariño...aquí podremos jugar mucho mucho...hace tanto que quiero mostrarte libros, llevarte al hospital

Se apoyó en el respaldo sin dejar de sonreirle.

- Así es...nada más llaá de lo normal..."normal"...sabes que es más fácil entrar que slair de esta isla y pues, a veces voy ala hospital, juego un poco, me alimento...ahh y esa es mi vida, me agrada mucho que vinieras, tendre conq uien conversar ^^

Acarició su cabeza con ese gesto, apoyandola bien hacia su pecho mientras que con una mano acariciaba sus negors cabellos y con la otra sus delgados y delicados hombros.

- Hacias eso? Oh muy mal, preciosa...

Dió pequeños toquecitos a su nariz, sonriendole.

- Experimentaremos todo lo que quieras y si es de tu parecer, mañana mismo, vamos a comprar unos cuantos, para jugar con ellos todo lo que quieras. O en el hospital, aunque a veces es algo molesto tener que tocar ciertas personas...

Escuchó a su pequeña, estrechando las finas sedas de su negro vestido, que hermaosa era, era preciosa, podía pasar por alto el extremo parecido con su madre, porque la adoraba como a nadie, en siglos, incluso más que como había adorado a su madre cuando le había conocido, sin embargo, es bien sabido que dos vampiros no pueden estar mucho tiempo juentos sin terminar odiandose. Tomó el relicario, mirandolo y abrazandolo en su mano contra el pecho.

- Se lo dí cuando naciste tú...

Contestó con una sonrisilla besandole la nariz, abriendolo para mirar las fotos.

- Y yo no he querido a nadie como las quiero a ustedes dos, princesa...y no sabes que alegría me da tenerte conmigo, ojala sean años, muchos años...

Ahoga una pequeña risa con lo último que dijo alejandola un poco, con suavidad para verla.

- Opino que es usted una señorita muy educada y comprensiva con su padre y que en cuanto conozca a alguien, será la primera en conocerlo...