Palacio Ichijou. [Narcys]

Meneó la cabeza lentamente al escuchar sus palabras, que, aunque le llenaron de afecto y aprecio, pues le gustaba sentir que su ángel se preocupaba por él, quería en verdad ayudar a Takuma y, de alguna manera, corresponderle por lo bien que le había tratado.
-Es lo menos que puedo hacer, mi ángel... Tú me cuidas siempre... ¿cómo no voy a querer ayudarte yo a cuidar de tu cuerpo?
Se sonrojó al sentir el suave beso... la cercanía de Takuma le causaba un agradable y curioso nerviosismo, pues siempre le ansiaba más cerca. Lentamente, acabó de enjabonar la espalda de Takuma y acarició su cuello, sintiendo un repentino e inexplicable deseo de morderle, aunque conteniéndose, para devolver el beso en la mejilla.

"Tu me cuidas siempre".. Esas palabras resonaron en su mente, y solo alzó los hombros levemente. ¿El muchacho, que acababa de sufrir tanto por su culpa, aún decía aquello? Esperaba que no lo hiciera tan solo por sentir bien, realmente.
-Ah, por cierto..
Comenzó a decir, con su suave voz melodiosa y tenue.
-¿No tienes hambre? No has comido desde anoche, eso puede hacerte daño.
Le dijo con calma, recibiendo su beso con el mismo cariño que antes. No quería que tuviera hambre, pues aquello podría provocarle dolores indeseables. De todas maneras, no le molestaba en lo más mínimo ser mordido por su amado.

Se sorprendió al escuchar a Takuma... ¿cómo había podido adivinarlo? La verdad era que se moría de ganas de morderlo... hacía ya unas horas desde que no comía, y aquella sed se intensificaba al percibir el suave olor de su ángel y ver su hermosa piel blanca.
-¿Es... es normal que tenga hambre con tanta frecuencia?
Su voz era apenas un susurro, porque realmente se asustaba al sentir eso... tenía miedo de hacer un día daño a su ángel o de molestarle por obedecer de un modo ciego a sus impulsos, como si fuese un animal.
-¿Te... te importaría que yo te mordiese ahora?

Le sonrió, deleitándose con su ternura. A su parecer, la persona que tenía al lado era el ser más ostentoso y maravilloso que había conocido, con una forma de ser tan adorable que lo volvía loco. Lo abrazó poniéndole las manos en la cintura, apegando sus cuerpos, y apoyando su frente con la ajena, sonriendole pícaro. Por alguna razón, le encantaba ver las reacciones del menor cuando, en extrañas ocasiones, él se comportaba así.
-Si, debido a que eres "nuevo" en ésto, esos impulsos aparecen muy seguido. Pero cuando tengas más experiencia, ya no será con tanta frecuencia.
Le respondió, manteniéndose en esa posición, amando aquel momento en que podía tenerlo tan cerca.
-Por supuesto que puedes morderme, mi príncipe. Sabes que no me molesta~..

Sus mejillas adquirieron el color de las cerezas ante el repentino movimiento de Takuma, pero después le sonrió y se pegó más contra él, sintiendo que aquellas manos apoyadas en su cintura le quemaban dulcemente. Al principio, al juntar las frentes, bajó la mirada, porque le costaba mirar a los ojos... pero después se dio cuenta de que era su ángel y se permitió perderse en aquellos océanos de precioso verdor.
-Ya entiendo... Entonces no me preocuparé...
Le devolvió la sonrisa, aunque con una cierta timidez y, al escucharle, apoyó los labios en el cuello de Takuma y, lo más suavemente que pudo, le mordió, maravillado con aquel exquisito néctar.

Deslizó una de sus manos que posaba en la cintura del menor hasta tomarlo de la mano, y ladeando la cabeza para hacer más espacio en su cuello, se dejó morder sin resisntencia, sintiendo ese exquisito rozar de los colmillos en la piel, que luego se aventuraron traspasando en su cuello.
Cerró los ojos, dejando que sus mejillas se bañaran con un apenas perceptible carmesí, estrechando la mano del menor y sonriendo con disimulo. Era una sensación extraña, mas que podría llegar a encantarle.

Bebió durante un rato, tragando aquel líquido como el manjar exquisito que de hecho era para luego, al sentirse saciado, retirar sus colmillos. Se abrazó a Takuma, sonriendo, con un hilillo de sangre resbalando todavía por la comisura de su labio.
-De verdad que lo siento, aunque digas que no te importa... Me preocupa hacerte daño...
Salió del baño y tomó una toalla, para después meterse otra vez y retirar el tapón, esperando a que el agua se marchase lentamente, empezando a secar con suavidad el cuerpo de su ángel.
-Me gusta cuidar de ti de esta manera... porque tú me cuidas muy bien...

Al sentir que su amado retiraba sus colmillos, se hizo un poco hacia atrás, con una expresión que emanaba una tranquilidad indescriptible.
-De nuevo lo diré, y valga la redundancia, pues lo pronunciaré cuantas veces que sean necesarias como para asegurártelo: No me molesta tu mordida~..
Dijo juguetón lo último, dejándose secar frunciendo un tanto el ceño, mas aún con esa infantil sonrisa que lo caracterizaba.
-Me alegro de que te guste, mi príncipe.. Pero aún así, ten cuidado de no patinarte en la tina o algo por el estilo, no querría que te lastimaras.
Acarició su cabello con una mano, mientras que aún dejaba que la toalla recorriera su pálida piel. No pensaba que fuera torpe o algo parecido, tan solo a veces su pesimismo se "despertaba" y temía a que cualquier cosa desafortunada ocurriera.

Sonrió al escuchar las recomendaciones, sonrojándose. Lamentaba preocupar a Takuma, pues hasta el momento había causado bastantes problemas, siendo especialmente importante su necesidad de salir al sol, con las consecuentes quemaduras.
-Tendré cuidado, mi ángel... No deseo preocuparte, de veras... ya... ya bastantes preocupaciones te he causado... De verdad que siento ser tan torpe...
Se abrazó a Takuma, hundiendo la cabeza en su pecho, demasiado nervioso para decir algo... era su modo de pedir disculpas. Sentía que necesitaba que su ángel se sintiese bien y no estuviese al borde del ataque cardíaco por su causa.

Enternecido, correspondió gustoso a aquel abrazo, poniéndose a pensar. ¿Acaso ambos se sentían culpables por lo mismo, y pensaban que lo sucedido era por su propio descuido?... No, no podía ser así, pues todo aquello de las quemaduras, habia sudo por su egoísmo, Su culpa y de nadie más. O al menos, eso él pensaba.
-No eres torpe, Narcys. Ha sido todo descuido mío, no deberías echarte de esa manera la culpa.
Insistió, agraciado. Lo tomó de la mano entonces, y tras un último suave beso en la aterciopelada mejilla del menor, se levantó de la ducha, tomando otra toalla y depositandola suavemente sobre la cabeza húmeda del pequeño.
-¿Aún quieres que llame al doctor?.. Te ves muchísimo mejor que antes, y parece que las quemaduras han desaparecido.

Se sorprendió al escucharle... ¿se culpaba su ángel de lo que había pasado? Eso sí que era realmente extraño, pues Narcys tenía muy claro que aquello había sido exclusivamente culpa suya, y no le gustaba que Takuma se sintiese mal.
-No... no es verdad... Es culpa mía, por haber sido torpe y ansioso...
Suspiró de contento al sentir la toalla sobre su cabeza... adoraba aquel lado juguetón en infantil de Takuma, realmente le hacía reír.
-Sí, me gustaría que viniese... Para preguntarle si puedo volver a intentarlo y qué debo echar sobre mi piel de hacerlo...
En el fondo, todavía era incapaz de perder la esperanza.

Al parecer, su hipótesis era correcta. Él también se culpaba de aquello, y la verdad, no le extrañaba. Después de todo, ambos querian hacerse felices el uno al otro, y jamás pensarían en culparse entre ellos.
-Aah~.. Mejor, que sea culpa del sol.
Terminó por decir, riendo por lo bajo. Ya no quería contrariarlo, por lo que murmurar aquello había sido su mejor opción, antes que seguir discutiendo por tal trivialidad.
-Está bien, entonces iré a llamarlo. ¿Quieres recostarte mientras tanto?
Al salir de la bañera, terminó de secar las últimas partes húmedas que quedaban en su cuerpo, y caminó hasta su ropero, para sacar la ropa limpia que usaría.

Le sonrió al escuchar eso... Era una idea excelente culpar al sol, así no tendrían una interminable discusión en la que cada uno se culparía a sí mismo.
-Sí, eso es... Es una buena solución... Culpa del sol...
Se echó a reír mientras caminaba hacia la cama y se recostaba, asintiendo.
-De acuerdo. ¿Te importa que duerma un rato, mientras no llega?
Le miró, con una suave sonrisa y ya los ojos entrecerrados.

Comenzó a vestirse con lentitud, poniéndose una camisa a cuadros celestes, sin abrocharla y dejando su pecho al aire, y un pantalón negro, con zapatillas. Informal, como siempre, pues adoraba la ropa cómoda que le permitía moverse y jugar con libertad.
-Claro, puedes meterte bajo las sábanas si tienes frio, no desearía que te resfríes.
Comentó, sobreprotector. Se puso un poco de perfume y caminó hacia la puerta, dándose la media vuelta y sonriendo una vez más a su amado.
-Iré a llamarlo, tu solamente duerme tranquilo.

Le escuchó, con una cierta sensación de sueño... no sabía por qué, pero después de todo lo vivido y de aquellas angustiosas quemaduras, necesitaba dormir un buen rato. Observó con los ojos entrecerrados a su ángel mientras éste se vestía, admirando, como ya era habitual, lo hermoso que se veía...
-Gracias... Me encata escuchar tu voz...
Cerró los ojos y, en poco tiempo, se quedó dormido, de manera que no pudo escuchar aquellas últimas palabras.

Luego de ver que cerraba los ojos, viró la cabeza un par de veces para divisar el pasillo a lo largo, y luego, bajó tranquilamente por las escaleras.
Después de aquel anuncio, en el que les había dicho a las sirvientas sus acciones respecto al muchacho, podía apreciarse en el lugar un ambiente más frío y solitario, pues al parecer, éstas no habían reaccionado demasiado bien.
Se dirigió al telefono más cercano -de las decenas que habían allí- y marcó rápidamente el numero del hospital, que estaba allí anotado junto al tubo.
-¿Hola?.. Si, gustaría de hablar con... algún doctor... Ah, si, esperaré.
Decía con un tono suave, para no despertar a su amado. Esperó unos segundos, para luego poder oir la voz del tratante.
-Si, esto... ¿Hacen consultas a domicilio? Es que han ocurrido algunas cosas, y... Ah, lo se, pero es urgente, no podemos sal... Pero, señor.... Ah, está bien, ¿Podría ser cuando oscurezca?... Está bien, si. Entendido, allí esteramos.
Con una extraña mirada que hacía notar su frustración, se alejó del telefono con los dedos índice y mayor posados en su cien. ¿Cómo era posible que el doctor le hubiera dicho que las consultas eran exclusivas en el hospital? Se preguntaba, ladeando la cabeza. Suspiró cansado, y nuevamente subió por las escaleras, llegando hasta su habitación y sentándose al pie de la cama, observando dormir al menor. No lo despertaría, pues faltaba un buen rato para que anocheciera y pudieran partir, y suponía que, con su cansancio, el pequeño necesitaría dormir un poco.

Durmió durante varias horas, sin sobresaltos y, por primera vez, no tuvo pesadillas ni nada semejante, sino que soñó con su nueva vida junto a Takuma y, en el sueño, su ángel aparecía aún más resplandeciente que de costumbre... Se despertó una vez, sonriendo, pero volvió a dormirse tras cambiarse de postura, aferrando la almohada.
Se despertó horas después, pero permaneció con los ojos cerrados, sintiéndose extraorinariamente bien, tranquilo, pues el dolor de las quemaduras ya había remitido... y confiaba en que Takuma encontrase una solución.
-¿Ya... ya ha anochecido?
Bostezaba todavía, mientras sacaba un brazo y acariciaba suavemente la mano de su querido ángel.

Todas esas horas habían transcurrido con una rapidez increíble, volando, pues estar sumido en sus pensamientos era un gran entretenimiento que le ayudaba a pasar el tiempo. Sintió entonces la mano de su amado rozando la propia, lo cual provocó que fuera arrancado inmediatamente de sus divagaciones.
-En efecto, mi pequeño.
Le respondió sonriente tras ver por la ventana para asegurarse de aquello, estrechando su mano con suavidad, y recostandose a su lado. Era una sensación maravillosa y asombrosa, tener a esa criatura tan adorable y tan cerca suyo.
-Hablé con el doctor.. Tendremos que ir nosotros al hospital, no hay más remedio.
Le informó, cerrando los ojos, y suspirando manteniendo su poco perceptible sonrisa. Sus hebras doradas estaban bastante alborotadas, pues mientras pensaba, solía pasarse la mano por la cabeza.
-¿Has dormido bien?

Sonrió suavemente al escuchar eso, contento de que se hubiese hecho de noche, pues recordaba haber prometido a Takuma un paseo y, a causa del sol, no habían podido caminar tranquilamente... de hecho, apenas habían estado unos segundos al aire libre. Y, además de eso, Narcys sentía deseos de volver a respirar aire puro... permanecer en habitaciones cerradas durante demasiado tiempo casi le causaba pánico.
-¿Al hospital?
Su voz se quebró... le asustaban los médicos y los hospitales desde la puerte de su padre y su hermano mayor. Se sentó en la cama y abrazó a su ángel.
-Pe... pero tú estarás conmigo, ¿verdad? Me asustan los hospitales.
Después levantó la mano y juguetó un poco con el cabello de Takuma... aquellos bellos cabellos que parecían oro.
-He dormido muy bien, gracias...

Correspondió a su abrazo, algo preocupado, pues notaba con facilidad la incomodidad del menor. Pero, para él, era mejor aguantar un rato en ese lugar que no poder salir nunca más bajo el sol.
-Si, mi príncipe. Por supuesto que estaré contigo, pero igualmente debes ser fuerte y soportar tener que estar allí, será un momento y no ocurrirá nada malo, te lo prometo..
Aquella era otra promesa, mas una que realmente ahora intentaría cumplir. Daría todo por cuidarlo y que no se sintiera triste o asustado.
Besó su frente con delicadeza, y volvió a abrazarlo, intentando hacerlo sentir protegido. A él tampoco le agradaban aquellos sitios tan... lúgubres, pero siempre que tenía que ir, lo hacía sin demasiados problemas.

Se sintió un poco más tranquilo al notar el fuerte abrazo... con Takuma a su lado, podría soportar perfectamente la visita al hospital que, aunque fuese un trago amargo, le parecía algo aceptable si a cambio conseguía poder salir al sol de nuevo y, de esta manera, visitar un sinnúmero de sitios junto a su ángel durante el día.
-Lo soportaré si estás a mi lado... Aunque me da un poco de miedo después de la muerte de mi padre y de mi hermano... pero contigo ya no es lo mismo... me siento más feliz y tranquilo...
Levantó un poco la cabeza y le devolvió el beso en la mejilla, sonriendo.
-¿Cuándo iremos al hospita?

Se sintió algo apenado por las palabras del menor. Si, definitivamente no le agradaría aquella tortuosa visita al hospital, pero eso, tomando en cuenta que era su ángel "protector", no podía importarle demasiado, pues debían ir por más que a ninguno le gustase. Después de todo, era por el bien de su amado príncipe.
-...No me separaré de ti.
Volvió a asegurarle, olfateando sus hermosos cabellos alborotados. ¡Que adorable era ese aroma proveniente del pequeño! Volvía a sentir ganas de sentirlo, acariciarlo, besarlo y susurrarle cumplidos al oído. Pero eso no sería correcto, no en esa situación.
-¿Quieres vestirte e ir ahora? No creo que haya mucha gente en estos momentos.
Le dijo, separándose un poco y tomándolo de la mano. Señaló entonces el ropero, sonriéndole algo nervioso.
-Elije la ropa que gustes~...

Asintió lentamente, ya completamente tranquilo... no había nada que temer junto a su ángel y eso le bastaba.
-Sí, iremos ahora... Cuanto antes lleguemos, antes podremos marcharnos, ¿no?
Decía aquello para darse ánimos, pues esperaba que no tuviesen que ingresarle o hacerle pruebas... eso sí sería algo terrible.
Se acercó al ropero y tomó unos jeans bastante cómodos, con una camisa fresca y unas zapatillas igualmente cómodas, cogiendo también una chaqueta por si hacía frío. Se vistió con rapidez y sonrió a Takuma.
-Ya estoy listo.

Se levantó de la cama algo perezoso, cosa rara en él, y lo observó vestirse con tiento. Sin embargo, dejando de lado sus impulsos, solo le sonrió mientras se dirigía a la puerta.
-Estás precioso, como siempre.
Comentó con calma, apoyando su espalda en el marco. Aún no se acostumbraba a la idea de que estaban llendo al hospital, pues a demás de que odiaba esos lugares, rara vez asistía a uno.
No se oía sonido alguno en el lugar. Las sirvientas, extrañamente estaban demasiado calladas, y tan solo el bello y tenue canto de las aves lograba penetrar hasta sus oídos.

Se sonrojó ligeramente al escucharle y se acercó a Takuma, poniéndose de puntillas para poder darle un suave beso en la mejilla.
-Gracias... Tú también estás precioso...
Se aproximó de nuevo a él y, con su amable sonrisa, le tendió la mano... si tenían que ir al hospital, Narcys necesitaría que Takuma no lo soltase... quizá así pudiera, de algún modo, vencer ese terrible miedo que sentía.
-¿Vamos? -Inquirió, tratando de demostrar que poco a poco perdía el miedo.