Palacio Ichijou. [Narcys]

Solo pudo sonreir ante el reproche de su amado, alegre de que al menos éste pudiera hacer aquello sin desmayarse del dolor. Vió entonces cuando el joven señaló hacia la puerta, a la muchacha que llevaba en las manos una olla llena de la salsa de aquel fruto colorado.
-I...Ichijou-sama.
Solamente murmuró la señorita, pidiéndole simplemente con su mirada y aquellas palabras una explicación. Sin embargo, el noble no tenía tiempo ni ganas como para responderle en ese momento.
-Luego podré explicárselos, pero por ahora solo agradeceré por ésto.
Se limitó a musitar, quitandole delicadamente el recipiente de las manos. La muchacha, no muy conforme con aquella contestación, decidió retirarse en silencio, dejando a ambos vampiros solos nuevamente.
Fué a sentarse junto a su amado, recargando "la cura" sobre su regazo, observándola dubitativo. ¿Qué se suponía que debía hacer ahora?.. Se preguntaba, intentando no mostrarse tan desorientado frente al joven de cabello castaño.

Suspiró. ¿Qué estarían diciendo las sirvientas ahora? Era consciente de que aquello salía de todo lo que se considerase como normalidad y esperaba sinceramente que Takuma pudiese aclararles las cosas luego lo que sucedía.
Cerró los ojos, esperando que su ángel tuviese una cierta idea de qué hacer entonces, pero dándose cuenta, aunque Takuma tratase de disimularlo, de que se hallaba bastante confuso y desorientado.
-Po... podrías extender la salsa suavemente sobre mi piel... ¿qué tal si empiezas por los hombros y la cara? Es lo que más me duele...
Esbozó una nueva y adolorida sonrisa, y después espero a que Takuma le ayudase a superar aquel dolor.

Afortunadamente, el muchacho había decidido darle una idea de qué hacer. De nuevo volvió al "mundo real" y se alejó de demases pensamientos, y con un tremendo asco, hundió la mano dentro de la salsa de tomate. ¡Ajh, que asqueroso era sentir ese semi-líquido embarrarse entre sus dedos! Tan biscoso, tan frío, tan... "agh~"..
Luego sacó la mano, evitando olfatear aquella olorosa peste, y la acercó con cuidado a la espalda del muchacho, cuando una risilla se escapó inevitablemente de entre sus labios. Era, dejando de lado el dolor y todo aquello, una escena bastante graciosa, con la cara de asco del vampiro que intentaba alejarse de su propia mano bañada con esa asquerocidad amorfa.
-¿A-Así está bien? Si te arde o algo, dilo y me detendré.
Le dijo en un susurro conteniendo la respiración, comenzando a, muy delicadamente, extender la salsa sobre los hombros ajenos. Esperaba que eso ayudase en algo, porque realmente, sentía que pronto su nariz saldría corriendo al olfatear más de esa cosa.

Sólo entonces se dio cuenta de que Takuma sentía exactamente lo mismo que él al olfatear aquella salsa de tomate... un inmenso asco y repulsión. Todavía no se acostumbraba a que aquellos alimentos que antes le habían maravillado y que había consumido con deleite durante años ahora le causasen prácticamente náuseas.
Estiró la mano y, considerando que era mejor soportar algo de dolor en lugar de aquel hedor, alcanzó su camisa y se la colocó delante de la nariz, a falta de pañuelo.
-Después de esto, creo que necesitaré beber algo... y si me permites, te ofreceré mi sangre, porque sé que estás haciendo una gran esfuerzo para soportar semejante olor.
Al sentir el líquido frío contra la piel, notó un escozor inicial, pero luego un extraordinario alivio, como si aquella salsa tuviese un efecto analgésico o algo así que, aunque no hacía desaparecer el dolor, realmente lo mitigaba.
-Seguro que huelo muy mal...

Siguió con su labor, cubriéndolo todo con aquella repulsiva pasta roja. Tenía el color de su alimento favorito, pero el peor aroma que había llegado a oler en su no muy larga vida. Sonrió a su muchacho con algo de asco, teniendo la sensación de que ni siquiera bañandose en ácido aquella peste podría salir.
-No podría morderte, y mucho menos en ese estado en el que estás, Narcys.
Musitó con calma, sin poder evitar agraciarse al ver el pequeño cuerpo del menor cubierto por esa "crema curativa".
-Pero sin duda comerás algo luego, aunque sería mejor que primero te recuperaras, o almenos esperemos a que te sientas un poco mejor. La comida puede caerte mal cuando no estás a gusto.
Le dijo sobreprotector. Tomaría todas las precausiones necesarias como para evitar que la recuperación se hiciera más lenta, aunque una de ellas fuera decirle que esperara para alimentarse.

Advirtió el gesto de asco, aún pese a la sonrisa, y aunque al principio se entristeció un poco, luego se rió al pensar que no era a causa de él que Takuma ponía esa cara, sino única y exclusivamente por la salsa de tomate que le cubría y que, tenía que reconocerlo... era absolutamente repugnante. Pero, lo sabía, tendría que aguantar unos minutos con eso encima si quería que le hiciera efecto.
-Ah... Es normal. En este estado mejor no lo intentes... no vaya a ser que te desmayes por el mal olor o algo así...
Ante su segundo comentario, se limitó a sonreír. Era cierto, comería, pero una vez todo aquello se hubiese pasado... ahora realmente no se sentía capaz.
-¿Cuándo crees que podré quitarme esto? -Preguntó, ya completamente asqueado por el olor.

Ante su primera frase, rió infantil por lo bajo. No podía negar que era capaz de, verdaderamente, desmayarse a causa de ese espantoso aroma.
-Peor sería que al morderte tragara un poco, creo que podría intoxicarme o algo y, si te soy sincero, no me gustaría morir aún.
Bromeó, mas quedándose un tanto serio. Observó entonces un reloj que afortunadamente estaba en el pasillo y se podía divisar por la abertura de la puerta. Deseaba que eso pasara, que el tiempo transcurriera de modo que su pequeño príncipe se curara con más rapidez, pues verlo sufrir lo entristecía tremendamente.
-Calculo que.. Unos cinco minutos más estarían bien, ¿No?
Su sentido común, nada más, le indicaba que ese sería tiempo suficiente, y realmente esperaba que así fuera. No era por el asco que le causaba el aroma en sí, si no, porque ya deseaba que las quemaduras sanaran y poder salir con su hermoso pequeño a pasear en la noche como habían planeado originalmente.

Él también rió por lo que acababa de decir Takuma... realmente habían sido unas palabras muy graciosas.
-No morirías... porque se supone que los vampiros somos inmortales, ¿no? Pero estoy seguro de que estarías enfermo unas cuantas semanas...
Realmente quería que aquello se acabase pronto, en buena parte por el horrendo olor que despedía la salsa de tomate fría, aunque también porque deseaba abandonar aquella incómoda postura para empezar a recorrer la isla en compañía de su ángel.
-Ya casi no me duele, ¿sabes? Creo que con echarle un poco de crema de vez en cuanto, mi piel sanará pronto...
Suspiró al escuchar lo de los cinco minutos, una vez transcurrido ese tiempo se levantó para dirigirse al baño pero, al estar cubierto de aquel resbaladizo líquido, patinó en el suelo y acabó cayendo de bruces.

Ante el comentario del menor, una sonrisa burlona se dibujó en su rostro, recordando que él solo podría morir cuando así lo quisiera. Era algo bastante afortunado, pues su linaje era de los que no podían lastimarse ni siquiera al recibir una bala en la cabeza.
-Ah, es cierto, pero tampoco estaría gustoso de pasarme en cama semanas. Enloquecería estando quieto...
Comentó con el mismo tono suave que siempre usaba. Él, con su vitalidad e hiperatividad, creía que no podría estar en cama un día sin volverse loco.
Luego lo escuchó decir lo otro. Sonrió con ternura y alegría, ya ignorando casi completamente la peste que se había adueñado del cuarto entero.
-Me alegro muchísimo, Narcys. Ya puedes levant...
Dejó de hablar, cuando notó que ya se había puesto de pié, pero en ese instante, vió como su cuerpo se estrellaba contra el suelo en menos de un segundo. Se levantó más que alarmado y, preocupado, lo tomó en brazos de nuevo, embarrandose toda esa asquerocidad en el pecho desnudo.
-¡¡Na-Narcys!! ¡¿Estás bien?! ¿Te.. Te lastimaste?
Esperaba un tanto histérico una respuesta de parte del menor. Se sentía a desmayar, habiéndose pegado parte de la salsa de tomate en su cuerpo, y ahora sintiendo ese aroma en su rostro.

Se quedó en el suelo, algo aturdido, más por el olor de la salsa de tomate que ahora le empapaba por completo la cara que por el golpe, el cual no había sido demasiado violento, sobre todo teniendo en cuenta que ahora, al ser vampiro, ya no sufría aquella clase de dolores en la misma medida que antes.
-Es... estoy bien...
Trató de agarrarse a Takuma cuando éste le tomó en brazos, pero sus piel estaban resbaladizas y no consiguió aferrarse de ninguna manera a sus hombros, frustrado. Estuvo a punto de deslizarse y caerse otra vez, pero en el último momento rodeó el cuello de su ángel con los brazos, con tan mala suerte que, irónicamente, fue él quien acabó tragando algo de la salsa de tomate, sufriendo inmediatamente incontenibles arcadas, como si se hubiese tomado un alimento en muy mal estado o un veneno.
-Ta... Takuma... Creo que he tragado algo de salsa...

Ya estaba al borde del infarto cuando, de pronto, escuchó como su amado murmuraba aquellas palabras. Comenzaba a pensar que pronto, ambos terminarían vomitando por ese asquerosísimo ingrediente de comida humana.
Sosteniéndolo no muy firmemente entre sus brazos, intentó caminar hacia al baño para meterse en la bañera, no importaba si era con ropa o no, cuando al dar un paso, pisó un poco de salsa que había quedado en el suelo ante la caída del menor. Su pié patinó y cayó de espaldas, por suerte con el menor sobre su pecho.
-A-Auch.. Esto no est.a bi..bien..
Atinó a susurrar, respirando dificultosamente, pues el golpe había sido bastante fuerte.
De manera tortuosa, y sin soltar a su amado, de nuevo se puso de pié, adolorido. Afortunadamente, logró fijarse por dónde caminaba, y llegó hasta el baño. Sin pensarlo demasiado introdujo al joven dentro del agua, y él se sentó en el suelo, al lado de la bañera.
-Narcys.. Lo lamento tanto... No fué mi intención, nada de esto... No quería verte sufrir, pero hasta ahora solo he podido lastimarte.
Susurró, dolido, triste. Se consideraba tan torpe y descuidado, y pensaba que no podía hacer nada bien.

Se asustó cuando Takuma se resbaló de aquella manera en el suelo, muy desconcertado... al principio, ni siquiera sabía lo que había pasado. Se sintió volando unos instantes por los aires y, segundos después, cuando abrió los ojos y movió un poco la cabeza, se encontró sobre el pecho de su ángel, comprendiendo lo que había pasado. Estaba a punto de vomitar a causa de la salsa que había tragado, pero el miedo a que Takuma le pasase algo venció sobre aquellas arcadas.
-¿Es... estás bien?
Parecía ser que sí, pues al momento se levantó, aunque con una cierta dificultad. Narcys se aferró a él para no resbalarse ni caerse de nuevo, y en pocos instantes llegaron al baño.
Entrar en contacto con aquel agua caliente, que se llevaba el apestoso hedor del tomate, le parecía al muchacho un paraíso.
-No... no te preocupes... Muchas gracias por haberme ayudado... Pero tú también tienes que lavarte. Ven, hay sitio para ambos...
Abrió el grifo para echar más agua, imitando lo que había hecho antes Takuma y dejó el tapón sin poner, de modo que el agua manchada por la salsa se iba rápidamente.

No lo dudó, pues sentía que no había tiempo como para hacerlo, ya que las nauceas lo estaban enloqueciendo.
Ágilmente se quitó la ropa restante, y espantado por el hedor se metió de un movimiento a la bañera, sintiéndose a morir.
-Dios mío, eso pareció un viaje al infierno...
Murmuró, sumamente asqueado. La salsa comenzaba a salirse de su cuerpo, y con delicadeza, extendió un brazo para quitarle a su amado los restos que quedaban en sus hombros, en silencio, y algo triste.
-¿Te sientes mejor, mi príncipe?
Le preguntó, pasándose la otra mano por el pecho, para retirar esa asquerocidad que se le había pegado.

Conforme el agua se llevaba los restos de salsa de tomate, se iba sintiendo mejor gradualmente, hasta el punto de que acabó suspirando de verdadero alivio, sintiendo que aquel infierno, como lo llamaba Takuma, había merecido la pena, pues ya no sentía aquel dolor en la piel.
-Creo que tendrá que pasar un tiempo hasta que volvamos a intentar salir al sol,¿verdad?
Lo dijo intentando no demostrar tristeza, aunque en el fondo le dolía un poco no poder bañarse en aquella maravillosa luz... pero no importaba, era una nimiedad en comparación con el gozo de hallarse allí, junto a su ángel.
-Sí, ya estoy mucho mejor...
Tomó un par de frascos de esencias y los derramó en el agua... esperando que, de alguna manera, se llevasen aquel olor.

De nuevo, ante las palabras de su amado, bajó su mirada con tristeza, sintiéndose, a pesar de que Narcys le dijera que no era así, cada vez más culpable. Él lo había transformado en vampiro, él ahora no podría permitirle salir al sol, y por él se había quemado de tal forma. ¿Qué cosa a parte de males le estaba haciendo al muchacho?..
-No se si.. No creo que sea bueno que lo intentemos de nuevo.
Murmuró, dolido, jugando con el agua con una de sus manos.

Suspiró y le miró atentamente, abrazándole, intentando que, pese a su propia tristeza, Takuma no se sintiese culpable, porque, naturalmente, no era culpa suya.
-Entonces... entonces... ¿nunca podré volver a salir o a ver el sol?
Lo dijo en un murmullo, con la voz más quebrada de lo que él hubiera deseado. Tampoco le aterraba esa idea, pero le entristecía, aunque suponía que se trataría de una cuestión de acostumbrarse a su nueva situación.

Lo sintió abrazado, y tan solo logró corresponder, más que consolando al pequeño, queriendo consolarse a si mismo. Quería castigarse, sabía que el sufrimiento del menor era por culpa de su egoísmo, y de nadie más.
-Si lo haces, puedes quemarte de nuevo.. Y yo... yo no soportaría verte sufrir otra vez de esa manera..
Eso fué lo único que logró pronunciar, antes de apoyar la frente sobre el hombro de su amado. Se sentia un verdadero inútil, sin poder hacer nada para solucionar aquello.

Emitió un suspiro y ahogó un sollozo en el fondo de la garganta... apretando fuertemente la cabeza contra el pecho de Takuma para tratar de tranquilizarse de algún modo. Sin embargo, al escuchar aquellas palabras, no pudo evitar empezar a llorar muy bajito, al principio de forma casi inaudible, pero luego mucho más alto.
-Lo... lo siento mucho... Perdona por llorar... De verdad que yo... yo no estoy triste... -intentaba asegurarle, aunque cada vez lloraba con mayor intensidad-. Es sólo que... no volver a ver el sol... me... me asusta...

Cada sollozo de parte del menor que escuchaba era una daga en su corazón, algo que le partía el alma en miles de pedazos. ¿Qué haría ahora? No creía poder consolarlo, pues él también estaba a punto de romper a llorar. Pero debía mostrarse fuerte, como una figura protectora.
-Na-Narcys... Yo lamento que... que esto esté ocurriendo, y me duele haberte hecho esto... A pesar de que digas lo contrario, se que es mi culpa, y no saber arreglar esto es tan.. tan frustrante.
Le confesó, sintiendo que tan solo pronunciar una palabra era una odisea, pues éstas no querían salir de entre sus labios.
-Lo único que.. puedo decir para consolarte... consolarnos, es que no me separaré de tí en ningún momento, pero hasta ahora.. que yo esté contigo solo te está trayendo problemas..

Se abrazó muy fuerte a Takuma y, al escuchar su suave voz, poco a poco se fue calmando, de modo que los sollozos remitieron y sencillamente quedaron las lágrimas que le resbalaban por el rostro.
-No... no tienes la culpa, de verdad que no... Quise hacerlo... y... y no me arrepiento... Po... podré vivir con ello... si... si tú estás mi lado...
Suspiró y gimoteó un poco, pero consiguió volver a hablar con una cierta normalidad.
-No es verdad que me hayas traído problemas... tú eres mi único motivo de alegría, y me has traído felicidad... Eso... eso es algo que debo agradecerte...
Temblando todavía, alzó el rostro y le besó suavemente en los labios.

Lo abrazó de igual manera, tocando con las llemas de los dedos los pequeños relieves de aquellas cicatrices, oyendo sus palabras, y lamentándose por dentro. Lo último que quería era mostrarse entristecido, mas no podía contenerse.
No dijo nada, en absoluto, tan solo se limitó a corresponder a aquel beso en silencio, acariciandole posteriormente el cabello con delicadeza. ¿Qué sería su vida sin su pequeño príncipe?...Se preguntaba en veces, sintiéndose incapaz de dejarlo ir alguna vez, pues de nuevo aquel vacío de antes se apoderaría de su cuerpo.
-¿Ya... Ya te sientes mejor?
Le preguntó en voz baja acariciandole la mejilla con el dorso de la mano, intentando no decir nada ante las anteriores palabras ajenas. Se abstenía de sus pensamientos sobre que era culpable, pues recordando aquello, tan solo conseguía sufrir más.
Luego se separó del abrazo, y lo levantó hasta sentarlo sobre sus piernas, deseoso de tenerlo más cerca, y de hacer todo lo posible por alegrarse a ambos.

Se dejó llevar por completo en aquel beso, sintiendo que necesitaba dejar de pensar por un momento, tranquilizarse y abandonarse en brazos de Takuma, sabiendo que nada malo podía ocurrirle.
-Me siento mucho mejor... Al menos ya no me duele...
Su piel continuaba enrojecida y, en algunos puntos, aparecían pequeñas quemaduras, sin apenas importancia.
-¿Podrías llamar al médico igualmente? Quizá él conozca algún medio para que pueda salir al sol...
En el fondo, todavía no perdía la esperanza... Y esa esperanza, de algún modo, se hacía más grande al sentir el abrazo de Takuma.

Aún sosteniendolo con firmeza entre sus brazos, besó su mejilla, sin sonreir aún, mas un poco menos serio que antes.
-Por supuesto, iré a llamarlo en cuanto salgamos de aquí.
Se limitó a decirle, con calma. Una vez el agua sucia se fué por la regadera, puso el tapón para que la bañera se llenara con agua limpia, y asi pudiera continuar lo que quedaba de su aseo.

Asintió tranquilamente a sus palabras, sonriente. Si Takuma se brindaba a llamar al médico, eso significaba, obviamente, que también tenía alguna esperanza de que pudiese volver a salir al sol... lo que, de un modo claro, le tranquilizaba, ya que confiaba ciegamente en su ángel.
-¿Quieres que te ayude a bañarte?
Lo preguntó casi sin esperar respuesta, tomando un gel corporal y extendiéndolo por los hombros de Takuma, dándole así a entender que no estaba resentido ni mucho menos.

Iba a negarse, mas al separar los labios para hablar, vió que ya estaba ayudándolo. Sonrió con ternura, un tanto decaído, mas aún así emanando esa leve felicidad que, inevitablemente, tenía en casi todo momento.
-Narcys, no quiero que te esfuerces mucho..
Le susurró, ladeando un poco la cabeza y depositando otro suave beso en la mejilla del menor. Temía que, por cualquier cosa, algo malo ocurriera. Seguramente era porque su "instinto" sobreprotector había despertado, y también porque no quería ver sufrir a su pequeño de nuevo.