Palacio Ichijou. [Narcys]

No lo soportaba, se sentía a morir, y presentía que muy pronto perdería su autocontrol. Sabía que el chico se estaba entregando tan solo por hacerlo feliz, mas aún sentía miedo de lastimarlo o acabar con su vida, aunque la idea de morderlo lo estaba volviendo loco.
La mano que tenía posada sobre su cuello, la resvaló hasta quedar sosteniendole el hombro, con un poco de fuerza y temiendo con toda su alma lastimarlo, notando que sus manos temblaban al igual que el resto de su cuerpo.
Era un sentimiento realmente confuso, inmensamente horripilante...
-No quiero hacerte daño... Yo jamás... no, no lo haré, Narcys...
Tartamudeaba, nervioso, y estaba consciente de que sus largos colmillos se mostraban de nuevo. Sus ojos, como antes se tornaron carmesí muy brillantes, y lo observó dijamente, desesperado, rogándole con la mirada que lo dejara beber su sangre, mas pidiendole todo lo contrario.

Los ojos de Takuma brillaban muy cerca de los de Narcys, con aquel brillo carmesí que tanto lo asustaba... el muchacho veía claramente lo que su amo sentía, aunque no necesitaba mirar sus ojos para entenderlo... todo el cuerpo de Takuma se veía poseído por una necesidad irresistible, era obvio.
Narcys se sentía muy confuso. Por un lado, la idea de que su dueño le mordiese era terrible, teniendo en cuenta las experiencias pasadas, pero también era cierto que Takuma no era como los demás. ¿Y... y si no lo lastimase tanto? El chico no quería engañarse... le haría daño, no podía negarlo. Pero, ¿qué significaba ese daño frente a todo lo demás que sentía en esos momentos? La necesidad de complacer a Takuma estaba por encima de sus miedos o sus recuerdos... era casi como respirar.
-No... no pasa nada... No importa... No... no dolerá mucho...
Esto último lo dijo sólo por consolarse y consolarle, mientras intentaba frenar sus propios temblores.

No pudo más... Lo había intentado, había hecho su mayor esfuerzo, pero su instinto no le permitía contenerse mucho más tiempo. Cayó de rodillas, quedando un poco más abajo de la altura de su joven acompañante, y sus ojos se ocultaban bajo ese lacio y rubio flequillo.
Puso también la otra mano sobre su hombro, y lo sostuvo con un poco más de fuerza que antes, procurando aún no causarle daño en demasía. Su respiración se tornó más ruidosa y desesperada, y poco a poco acercaba su boca al cuello ajeno, sintiendose terrible por dentro, mas cegado por sus malditos impulsos. Normalmente, no se hubiera comportado así. Él era delicado al beber sangre de otra persona, pero estaba muy hambriento y había perdido todo su control.
-Na-Narcys..
Murmuró cerca de su oído, olfateando a lo largo de su cuello. Oh, que asqueroso se sentía en el interior. Necesitando de otras personas para sobrevivir, y quitándoles su elixir de vida. Era realmente horroroso e inevitable, yestaba consciente de que era una bestia dependiente de los demás.

Era consciente de que dentro de su amo se libraba una tremenda batalla entre lo que su cuerpo le exigía a causa de su especie y lo que su alma le ordenaba hacer. No quería que Takuma se sintiese culpable ni repugnante por hacer eso. Al fin y al cabo, era parte de su naturaleza, como para él llegar a morirse algún día.
Se estremeció cuando su dueño empezó a olfatear lentamente su cuerpo. Estaba aterrado, pero no sentía odio ni rencor hacia Takuma... Quería hacerle feliz, eso era lo único que había en su mente y, para ello, intentaba que no le importase el dolor, pero no era capaz. Le habían mordido muchas veces, hasta dejarle prácticamente muerto, y ese recuerdo pervivía en su mente. Mas intentaba convencerse de que su amo era diferente, de que no le haría daño innecesario, de que no quería lastimarlo, sino sencillamente satisfacer un deseo que se le escapaba.
-No... no me hagas mucho daño...
Dijo aquellas palabras muy bajito, mientras se le escapaba una lágrima. Estaba asustado, nervioso y, al mismo tiempo, sentía algo extraño al tener a Takuma tan cerca.

Abrió sus fauces, y ya sin poder hacer nada para evitarlo, penetró esa suave piel con sus afilados y largos colmillos, tomandolo entre sus brazos y comenzando a tragar grandes cantidades de ese exquisito alimento, pero dejándole lo suficiente hasta como para no marearse.
Era extraño, o almenos eso habían dicho todos los mordidos por él. Comentaban que su mordedura no dolía, y que causaba extrañas sensaciones placenteras.
Para él, esas cosas eran tonterías que sus fuentes de alimento inventaban tan solo para no hacerlo sentir culpable, mas era una absoluta verdad, tan solo que no podía comprenderla. Lo cierto era que al morder a alguien, la víctima sentía algo inexplicablemente placentero. Algunos desvergonzados, hasta habían dicho que era algo mejor que... bueno, las relaciones sexuales.
Todo eso se le cruzaba por la mente a una velocidad increíble, mientras que continuaba sorbiendo de su adorado acompañante. Se sentía lleno de energías, y pronto dejó de morderlo, para posteriormente lamer con delicadeza la herida.
Así como así, ya había terminado. Si, eso era todo.
Lo soltó con suavidad, mas apoyó la frente sobre el hombro del joven, tentándose a llorar por lo que había hecho, y esperando alguna señal de vida de parte de él. Odiándose, queriendo que la tierra lo tragara, y temiendo que Narcys se hubiera enfadado.

Cerró los ojos muy fuerte, preparándose, sabiendo que tendría que hacer un esfuerzo para no gritar. Dejó que le tomase en brazos y sintió que los aguzados colmillos penetraban en su piel. Esperó el dolor, esperó el sufrimiento, esperó aquella sensación de estarse muriendo que le recorría siempre que un vampiro se alimentaba de él. Pero esto no llegó.
Narcys abrió los ojos, llenos de sorpresa... No sentía dolor... era más, todo su cuerpo se veía recorrido por una sensación extraordinariamente placentera, que jamás había experimentado. Se le aceleró la respiración, mientras aferraba con sus brazos el cuerpo de Takuma, que le sujetaba firmemente mientras lo mordía. La mano del muchacho se cerró sobre la chaqueta de su amo, en un intento por no zozobrar en aquel mar de sensaciones. Placer... Nunca había sentido algo así ni imaginado siquiera que aquello pudiera sentirse. Se le escaparon unos gemidos de los labios, pero no de dolor, sino del gozo que en aquellos momentos le recorría.
Todo concluyó antes de que Narcys pudiera darse cuenta. Se sintió exhausto y quizá un poco mareado, como flotando, desplomándose en brazos de Takuma, que le apoyaba la cabeza en el hombro.
-No... no ha sido como esperaba. Ha sido muy bonito. Por... por favor... no sientas pesar... No me ha dolido.

Permanecía así, en silencio, sintiéndose abrumado y decepsionado de si mismo. ¿Cómo es que, después de tanto problema lo había mordido así como así? Era inperdonable, y de algún modo quería castigarse. A pesar de todo esto, las palabras de Narcys lo hicieron abrir los ojos de par en par. ¿Era verdad lo que había oído, o simplemente la misma táctica que todos utilizaban para hacerlo sentir mejor?. No podía creerlo, tenía que ser verdad. Mas mientras lo pensaba y pensaba, sentía más verguenza, por haberlo hecho experimentar esas sensaciones tan extrañas y perturbadoras.
-¿No te he... hecho daño?
Cuestionó, aún sin creer que todo eso fuera verdad. Sus ojos regresaban a ese hermoso esmeralda, y sus colmillos, a pesar de aún verse largos, no estaban tan sobresalientes como antes.
-Porfavor... perdóname, te he... te he traicionado, Narcys... te ruego que.. no me odies...
Tartamudeaba, regresando a la desesperación. Aún tenía temor de que sintiera algún rencor hacia su persona, a pesar de no haberlo dañado tanto como pensaba que lo haría.

Se quedó muy quieto entre los brazos de Takuma, dejando que lo sostuviese. Se le iba la cabeza poco a poco... estaba empezando incluso a ver borroso. Sentía que, si trataba de dar un solo paso, se caería al suelo. Y, al mismo tiempo, se sentía tan bien junto a Takuma, que querría continuar allí, y dejar que le mordiese, y que no se acabase nunca aquella extraordinaria sensación. ¿Cómo era posible que él estuviese pensando y deseando semejantes cosas?
-No... no me has traicionado... Es tu instinto, tu raza... y eso forma parte de ti. Y yo... yo te quiero con tu instinto, tu raza y tus colmillos, y con ese brillo en los ojos... Y aunque me hubieses hecho sentir que me moría de dolor, te seguiría queriendo igual, porque tú... tú eres el único al que yo... yo... tú... en cierto modo me has dejado elegir...
Le costaba hablar y los ojos se le cerraban poco a poco. Lo invadía un suave sopor, de modo que llegó un momento en que no pudo seguir hablando y se quedó inconsciente en brazos de Takuma.

Mantenía sus cabeza en el hombro del joven, abrazándolo y rodeandolo con ambos brazos, oyendo sus palabras. Cuando, de pronto, sintió un silencio absoluto, y luego notó que el cuerpo ajeno se dejaba caer como si nada.
Lo sostuvo alarmado, y se levantó, cargandolo de igual manera que como lo había hecho en el baño con anterioridad.
Era comprensible que se hubiera desmayado, mas a la vez se sentía peor de culpable. Se dirigió con él hacia las escaleras, sin importarle las miradas de las demás sirvientas, y subió hasta su cuarto oscuro y silencioso, dejando al joven humano recostado sobre la cama. No estaba seguro de si debía dejarlo solo en su cuarto estando en ese estado, asi que durante esa noche, o almenos hasta que despertara, lo tendría junto con él en su cama, protegiendolo en todo momento.
Se sentó a su lado, y lo observó apenado, dejando escapar por fín esas lágrimas que ya hacía tiempo quería soltar mas que a causa de su orgullo las había contenido todo ese tiempo.

Despertó tiempo después, aunque no fue capaz de determinar cuánto llevaba en aquel estado de inconsciencia. Al principio, fue incapaz de abrir los ojos... simplemente sintió que volvía a la realidad tras aquel desmayo. Se encontró tumbado en un lugar muy cómodo y blanco, que no sabía identificar, pero que olía de una forma conocida y agradable... un olor característico y que le daba seguridad.
Se movió un poco, pero se sentía todavía muy cansado y descubrió que el cuello había empezado a dolerle, aunque muy poco. Ese ligero dolor le hizo recordar todo lo que había ocurrido y, tan pronto esto vino a su mente, abrió los ojos, encontrándose a Takuma allí sentado junto a él, con las mejillas cubiertas de lágrimas.
-¿Por... por qué lloras?
Lo preguntó con inocencia, sin comprender, sin pensar, sólo sintiendo como aquella tristeza le hacía sentirse triste a él mismo.

No había logrado verlo despertar, cuando aún lloraba en silencio, mas no faltó mucho para que se diera cuenta, al momento en que esas susurrantes y tiernas palabras llegaron a sus oídos.
Lo miró mientras rápidamente se limpiaba las mejillas con las mangas de su camisa, mas con los ojos aún cristalizados en lágrimas que luchaban por escaparse y patinar por su sonroso.
-No... No importa, no pasa nada...
Tan solo le dijo, intentando aparentar un poco de compostura y orgullo, cosas que había perdido hacía ya tiempo.
-¿Te sientes bien? ...Debes descansar, puedes quedarte en mi cama si quieres. No me molesta.
Murmuró muy suave, alsando una mano para acariciarle los cabellos. Él también estaba exhausto, pero quería esperar a que el otro se durmiera para poder hacerlo también.

No le creyó. Era obvio que algo le sucedía, y Narcys se sentía morir ante la perspectiva de causar pesar a su amo. Le cogió la mano, sujetándola muy débilmente.
-¿Soy... soy el causante de tu pena? Es culpa mía... No quiero que Takuma esté triste por mi culpa...
De nuevo sentía que se le iba la cabeza. Se llevó la mano de su amo contra la mejilla, necesitado de sentir aquel suave calor contra su piel.
-¿Tu... tu cama? No quiero molestar... no quiero que estés triste... quiero hacerte feliz...
Hablaba con dificultad, como si fuese a quedarse inconsciente otra vez. Cerró los ojos durante unos segundos a punto de dormirse, pero los volvió a abrir. Necesitaba saber qué causaba aquel pesar a su amo... no podía calmarse sin ello.

De alguna manera, la preocupación de Narcys lo hacía sentir "bien". Como decirlo, sentía que al fín alguien se preocupaba realmente por él, que una persona finalmente le preguntaba por su estado, y que le dijera palabras como "Quiero hacerte feliz"...
Acarició la mejilla del chico, y poco a poco se recostó en la cama, hasta quedar a su lado, mirándolo con una leve sonrisa.
-Temía que te sintieras mal, esa es la causa de mi tristeza, nada más.
Confesó, sereno y calmado como casi siempre intentaba mostrarse frente a él.
Con un leve sonrojo apoderandose de sus mejillas, se apegó un poco más al cuerpo del muchacho, y lo rodeó delicadamente con sus brazos, en un cariñoso abrazo. Amaba ese contacto con su cuerpo, y tenerlo tan serca de sí lo deleitaba.
-No me molestas, Narcys... Sería un honor que te quedaras aquí, con migo. Mas si quieres ir a tu habitación, eres libre de hacerlo, no me enojaré.

Le gustó aquel contacto, aquel calor junto a él, aquella suavidad, aquel delicado aroma que tanta paz le traía. Y ver la figura del ser amado, y escuchar aquellas palabras. Los ojos de Narcys se llenaron de lágrimas, pero eran lágrimas de alegría al sentirse querido, al darse cuenta de que para Takuma era en cierto modo importante.
-Entonces no debes llorar de ninguna manera... Porque yo estoy feliz aquí, junto a ti... mu... muy feliz...
Suspiró con agrado al sentir el abrazo y se aferró él mismo al cuerpo de Takuma.
-Me... me quedaré. Si vuelvo a mi habitación, recordaré... porque esta oscuro, y tendré miedo de que quieran hacerme daño, y será como volver a pasado... revivir el pasado es como volver a sentir y pensar lo mismo. Tú eres el único que me hace olvidar esas... esas cosas... y me siento seguro a tu lado, no... no tengo miedo cuando tú me abrazas, es como si pudieses... alejarme de todo. Como si volviese a tener ganas de vivir...
Se abrazó a él, hundiendo el rostro en su pecho, embargado por aquellas sensaciones.

Lo tenía allí, abrazado, deleitandose con el aroma de su sedoso cabello, y encantado de tener entre sus brazos ese pequeño y frágil cuerpo.
Tenía que admitirlo. Esa persona ya no era "un humano, y ya"... Era alguien especial, y desde el primer momento en que lo vió, se había convertido en un ser muy especial para él. Quería poder estar así todos los días de su vida, y sentía como si cada minuto se volviera una eternidad.
Allí, en la oscuridad, ambos abrazados en silencio. Era el mejor momento de su vida, y su sangre hervía con tan solo tenerlo allí.
-Narcys, tu... ¿Tu también lo sientes?
Cuestionó el rubio, con sus orbes esmeralda cerradas, tan solo logrando escuchar el sonido de su respiración.
-Mi corazón... late muy rápido, no se porqué..
En tenues susurros agregó a su oración anterior, ingenuo, intentando descifrar sus propios sentimientos.

Le escuchó extasiado... ¿Eso significaba que Takuma también sentía algo por él? ¿Significaba que para él ya no era tan solo un joven desvalido al que rescatar y ayudar? Le latía el corazón aceleradamente y todo su cuerpo se tendía hacia Takuma. Necesitaba sentirlo allí, a su lado, tan cerca como fuese posible.
-Sí... Claro que sí, Takuma. Y no es sólo gratitud, ya no... Ahora es algo más... Si no, yo jamás hubiera deseado que tú me mordieses... jamás querría hacerte feliz como lo deseo ahora... Porque quiero ser feliz a tu lado, y que tú también seas feliz conmigo. Quiero que esto no se acabe nunca... quiero que esté junto a mí siempre...
Le cogió la mano y se la puso sobre su propio pecho, a la altura del corazón.
-¿Ves como late? Eres el primero que lo hace latir así sin que sea por miedo... y debo decirte que para mí es algo mágico... Quiero... quiero tantas cosas, Takuma. Pero no quiero que me sueltes... eso no...
El cansancio desaparecía lentamente, sin que Narcys se diese cuenta. Recuperaba las fuerzas poco a poco, y todo su cuerpo se encendía como nunca antes.

Dejó allí la mano, apoyada en el pecho del joven. Realmente, sus latidos lo sorprendían al igual que las cosas que le oía decir. En verdad no lo creía, y era la primera vez en que oía palpitar así un corazón, sin ser por temor a él.
-No te soltaría... Yo no... no podría hacerlo jamás. Quiero quedarme contigo por siempre, y moriría si te marcharas alguna vez.
Confesó, mirándolo directamente a los ojos. Lo quería... No, no solo eso. Era algo más, algo más complejo que tan solo "querer", algo que solo una palabra podía definir, aunque aún asi apenas se acercaba a sus sentimientos.
-Yo... Narcys, yo siento que te amo..
Logró susurrar, apenas con un poco audible hilo de voz, acercando poco a poco su rostro al de él, apreciendo con la vista esas hermosas y finas facciones que el muchacho poseía, sintiendo aún los latidos de su inquieto corazón.

Era incapaz de creerle... era algo demasiado bonito como para que Narcys pudiese asimilarlo en tan poco tiempo. Aquel sufrimiento, aquel dolor... nada de eso existía junto a Takuma... Takuma... aquella palabra, aquel ser llenaba por completo su mente y sus sentidos... le colmaba. Y ahora decía lo que él no se atrevía a balbucear siquiera, por miedo a ser correspondido, lo que nadie le había dicho jamás, lo que él tampoco había sentido... y de todos modos, ¿existían palabras para expresar lo que en esos instantes experimentaba? No... no existían... Aunque se pasase horas diciendo cosas -algo que tampoco se le daba bien- no podría expresarlo correctamente.
-Y yo a ti... Te amo... y quiero repetirlo, quiero gritarlo, quiero susurrártelo al oído... Quiero ser tuyo... para siempre... quiero que jamás dejes de quererme...
Se quedó en silencio, abrazándolo, sin atreverse a pedirle un beso, perdiéndose en aquellos ojos de color esmeralda.

Esperaba temeroso una respuesta, cuando... Ah, que hermoso era oirlo decir esas palabras, esas palabras que temía no escuchar luego de su confesión, mas que por fortuna el joven Narcys le había regalado.
Seguía asercándose, con mucha sensata lentitud, inseguro de lo que pensaba hacer. Había bebido su sangre, lo había abrazado, y ahora lo tenía allí, deseoso de sentirlo, de tenerlo para siempre pegado a él.
Pero... sentía la necesidad de hacerlo, quería asegurarse de todo aquello, y quería experimentar algo que jamás había pensado en hacer, a pesar de su edad.
Cada vez más serca, los segundos duraban horas, y los minutos años. En ese momento, su corazón se aceleró de nuevo, teniéndolo tan cerca, con sus ojos clavados en los propios...
Finalmente, lo hizo. Con agilidad, mas con mucha timidez, juntó sus labios delicadamente en un suave y, por el momento, superficial beso, tentado y disfrutando del momento, atrayendolo a su pecho y todavía temiendo no ser correspondido.

Todo su cuerpo temblaba y, como si Takuma le hubiese leído el pensamiento, sintió los labios de su amo contra los suyos, en un beso al principio tímido y superficial. Le correspondió, ¿cómo no iba a hacerlo, si su cuerpo y su alma no deseaban otra cosa? Se dejó abrazar y se sintió a salvo entre sus labios, mientras todo dentro de él comenzaba a convertirse en un fuego que ardía y, sin embargo, no le quemaba.
Dejó que le besase más profundamente, que explorase su boca y él hizo lo mismo con la de Takuma, correspondiéndole tímidamente, teniendo miedo de ser un poco torpe, pero feliz, en definitiva, por lo que estaba pasando.
-Abrázame más fuerte... -le pidió, de forma entrecortada-. Quiero sentirte más cerca de mí, por favor... quiero estar a tu lado, quiero que tu piel y la mía sean una...
No era consciente ni de lo que decía, ni deseaba serlo. Su corazón hablaba por él, y con eso bastaba... para él no existía pasado ni futuro... existía un presente, en el que Takuma estaba allí y con eso, definitivamente, bastaba.

No solo sus mejillas, si no que todo su cuerpo ardía. Sus palabras eran como órdenes, órdenes que deseaba con toda su alma cumplir, y que en realidad, estaba dispuesto a hacerlo antes de que se lo pidiera.
Acariciaba la aterciopelada lengua del menor con la propia, manteniéndolo apresado suavemente en su pecho, y con una de sus manos, comenzando a desabotonar la camisa de su pequeño amado sin pensarlo demasiado, pasando luego a acariciar su pecho ya al descubierto.
No dijo nada, estaba en silencio, gozando de los deliciosos labios de su acompañante, sintiéndolo, tocandolo. No quería más que eso, tan solo deseaba amarlo, y a la vez, ser amado por él. Era todo, esos eran sus deseos. Tenerlo siempre a su lado, para susurrarle cumplidos y acariciarlo cada vez que pudiera. Con eso podría vivir feliz.

Sentía tantas cosas distintas y unidas de alguna manera que apenas se dio cuenta cuando Takuma empezó a desabrocharle la camisa. Sólo fue consciente de ellos cuando la mano del vampiro acarició su pecho de forma ardiente lo que, unido a aquel beso a cada punto más profundo y a la simple presencia de Takuma, hacía que Narcys se sintiese en su propio cielo.
Aquellas caricias parecían borrar las huellas del dolor, al menos aquellas que le habían marcado el alma. ¿Cuántas veces se había jurado Narcys que era imposible sentir placer en un contacto así con un vampiro? Y, sin embargo, ninguno le había tratado así... todo habían sido imposiciones y sexo llevado a cabo por la fuerza, de forma violenta, sin que a nadie le importase lo que Narcys quisiera o sintiese. Pero ahora, con Takuma, era distinto.
-Te... te quiero...
Le sentía tan cerca de él que su contacto casi le quemaba, y al mismo tiempo le enternececía notar sus dos corazones latiendo así, acelerados, juntos. Fue entonces cuando recordó aquello, y cuando decidió que tenía que decirle algo antes de que continuasen.
-Takuma... Ta... Takuma, yo... quiero que sepas... antes de que... antes de que pase nada... que puede ser que yo... verás, yo puedo tener niños, yo puedo darte hijos, soy fértil... y no querría... no querría que me obligases a perderlos si eso ocurre...

Sus caricias no cesaron ni al oirlo decir esas cosas. De algún modo, se sintió dichoso, felíz, mas no estaba seguro de un detaye, algo bastante importante que sentía la necesidad de preguntarle, pues no quería hacer nada a la fuerza, o que al otro le disgustara.
Se separó por un momento del beso, y con un tono de voz suave y dulce, procedió a preguntarle.
-Y... tú.. ¿Estás dispuesto a..?
Obvió la palabra que correspondía al fin de su oración, sonrosándose más de lo que estaba.
Se lo quedó mirando en silencio, esperando alguna respuesta, fuera positiva, o negativa. Mientras que se deleitaba con el maravilloso sonido de su respiración acelerada y continuaba con la mano en su pecho, solamente lo observaba, con una pequeña sonrisilla.

La pregunta le enterneció y le hizo sentirse aún más dichoso, pues nada le había preguntado semejante cosa. Besó suavemente a Takuma en los labios, sólo rozándolos, y luego le sonrió.
-Cre... creo que sí, pe... pero me da un poco de...
Tenía que ser sincero, tenía que decírselo ahora, no podía empezar a mentirle.
-Yo... Me da un poco de miedo... Siempre... siempre que yo... es decir... Takuma, yo no soy virgen... Fueron muchos los que... los que me obligaron a hacerlo... desde que tenía doce años, desde que me vendieron como esclavo... Y aprendí a no llorar, a no quejarme, a aguantar... Pe... pero me hacían daño igual... decían que no... que no obedecía... y que tenían que castigarme -los ojos se le llenaron de lágrimas-. Y por eso... me asusta un poco, aunque tú no seas así, aunque tú me hagas sentir cosas que jamás había imaginado que pudiesen sentirse y aunque yo, aunque yo te ame... Es como si... como si tuviese una herida en mi alma, y sana poco a poco... Por eso quiero... quiero hacerlo, pero quiero que me prometas que contigo... que contigo será distinto y que... y que si al final te... te doy hijos... no... no me obligues a abortar ni les mates cuando nazcan, porque... porque no lo soportaría otra vez...
Se echó a llorar muy bajito, besando otra vez los labios de Takuma, habiendo sido completamente sincero con él, y deseándolo como jamás había deseado a nadie.

Cada vez se sentía más furioso al oir al joven. Lo habían corrompido tantas veces, y por la fuerza. Era algo que realmente lo asqueaba, tan solo pensar en ese tipo de vampiros despiadados. Pero él, él no sería asi, jamás.
Cada roce con sus labios le erizaba la piel, y su corazón se aceleraba a más no poder. Ya quería sentir el tacto de su cuerpo, ya quería tenerlo a su merced para mimarlo cada vez que pudiera.
-Narcys... Yo jamás, ni aunque me obligaran, podía hacer algo así. Si tuvieramos hi...hijos, para mi sería una... una bendición.
Se atrevió a murmurar, acercando su mano libre al rostro del pequeño, y limpiando delicadamente esas brillantes lágrimas que recorrían sus mejillas.
-Ahora... te pido que te olvides de lo que te ha pasado... Se que no es fácil pero, simplemente no deseo que recuerdes esas cosas tan espantosas. No quiero verte triste, Narcys, y debes saber que yo... yo nunca dejaré que te vuelva a ocurrir algo malo..
No podía evitar tartamudear, a pesar de sus esfuerzos por mantenerse calmado. Besó una vez más sus labios, acariciando su cabello con delicadeza y esperando una reacción más de su parte. Quería asegurarse de que él estaba dispuesto a ser suyo, ya que una vez eso pasara, nunca más podría dejarlo ir.