Palacio Ichijou. [Narcys]

Se quedó inmóvil, mirándole, completamente extasiado, sintiendo luego el calor de sus labios otra vez sobre los suyos... y luego la dulzura de aquellas palabras, que, aunque no borraba ese miedo, al menos conseguía que, poco a poco, se fuese difuminando, como la niebla en un día oscuro que, poco a poco, desaparece dejando a la vista el sol.
-Te... te quiero, Takuma...
Lo susurró en voz muy baja, como si temiese que palabras tan sinceras fuesen a quebrarse si hablaba un poco más alto.
-Tú... tú... es tan difícil describir lo que me haces sentir... pero... pero quizá ni siquiera deba intentar describirlo... quizá baste con sentirlo, y con que tú sepas lo que siento... y con que tú sientas lo mismo... Porque te quiero, Takuma... No estaré triste, pues si no tú te entristecerás... y yo necesito verte feliz... Y creo que junto a ti conseguiré olvidar algún día todo... todo eso...
Correspondió a su beso, suavemente, y después se apretó más contra el pecho de Takuma.
-Quiero... quiero ser tuyo... quiero ser tuyo para siempre...

Una sonrisilla infantil se dibujó en su rostro, con una expresión no muy acorde a la situación, mas solo demostraba que estaba más que contento de escuchar aquellas palabras. Lo abrazó un tanto más fuerte, pero con delicadeza, temiendo que si apretaba un poco más, Narcys se rompería entre sus brazos.
No pronunció palabra más. No hacía falta, pues ya todo estaba dicho.
Retomando su postura silenciosa y cálida, mas un tanto nervioso, continuó desabotonando la camisa del menor, rozando sus dedos con esa suave y pálida piel que le hacía hervir la sangre, y posteriormente, rodeándolo de nuevo con sus brazos, acariciando con tiento su pecho.
-Te amo...
Volvió a susurrarle al oído, encantadoramente sonrojado, lamiendo el lóbulo de su oreja por un instante, y bajando un poco para darle pequeños besos a lo largo de su cuello.
Que bien se sentía. Estaba completo, y más que feliz de poder tenerlo allí, abrazado. Pero, obviamente un tanto nervioso de hacer algo incómodo o que no fuese correcto.

La sonrisa de su amo hizo que él mismo esbozase una... era muy tierno verle sonreír así, de aquel modo tan infantil, que no parecía concordar de ninguna manera con un noble vampiro. Pero Narcys ya se había acostumbrado a esas sonrisas de Takuma, y lo cierto era que le gustaban.
Dejó que le quitase la camisa... era más, quería que se la quitase, quería sentir las manos de Takuma directamente sobre su piel, pues sentía que todo su cuerpo ardía.
Una estremecimiento le recorrió al sentir aquel susurro contra su oreja... el aliento de Takuma le cosquilleaba el oído, lo cual era extraordinariamente agradable. Entrecerró los ojos al notar como le lamía el lóbulo y como, poco a poco, aquellos labios descendían por su cuello, mientras los latidos de su corazón alcanzaban un ritmo de vértigo.
-Ah... Yo... yo también... te amo...
La voz se le ahogaba en la garganta; no deseaba pensar ni reflexionar acerca de aquello, tan solo sentir, dejarse llevar por aquel arrebato, entregarse a Takuma...

Con una de sus manos, la que anteriormente estaba en el pecho del menor, se dispuso a acariciar su espalda. Sentía el relieve de aquellas cicatrices, y temía el hacerle doler, pues no estaba seguro de cuán sensibles eran los humanos ante aquello.
Lo mimaba, con sumo cuidado, y continuaba deleitandose con ese cuello tan precioso, mas sin sentir ganas de "cenar" al estar allí, ya que su mente se enfocaba en una cosa... en su pequeño y frágil humano.
Luego de unos momentos, sus besos descendieron por todo el pecho del joven, pero se quedó allí, lamiendo uno de sus pezones, y entreteniendose con éste. Con su otra mano libre, empezaba a desabotonar su propia camisa, para luego agilmente quitársela y lanzarla a un costado, en algún lugar de ese frío suelo.
Por fín, pudo apegarse a él rozando sus dorsos desnudos, regresando a besar sus labios con pasión, un tanto inquieto.
Sentía que en cualquier momento se prendería en llamas. Su cuerpo ardía, como una fogata, y más al tocar al muchacho. Era, simplemente, algo que lo enloquecía.

Se estremeció de placer al notar la mano de Takuma en su espalda... parecía dibujar con los dedos las siluetas de las cicatrices. Narcys se entristeció un poco, sería mucho mejor si pudiese entregarle una piel sin mácula, pero aquella sensación tan sólo duró unos segundos. Se sentía demasiado feliz y excitado como para continuar pensando en ello, aunque al ver la expresión de Takuma, le sonrió y le besó juguetonamente en los labios.
-Tranquilo... Ya no duelen... Cicatrizaron hace mucho tiempo...
Bueno, era verdad que las últimas se habían cerrado hacía apenas dos semanas y que aún tenía alguna herida abierta de los azotes en el mercado, pero no sentía dolor, o, si lo experimentaba, era algo tan minúsculo frente a la inmensidad de sus otras sensaciones que ni siquiera reparaba en ello.
Sus ojos volvieron a cerrarse cuando Takuma lamió suavemente sus pezones... era tan excitante, tan arrebatadoramente placentero, que Narcys sentía que estaba enloqueciendo, y que lo que aún quedaba de razón en su mente desaparecía lentamente, de manera que ahora su cuerpo parecía reaccionar por instinto. Estaba muy sonrojado... jamás se había sentido así, tan a gusto junto a otra persona, tan excitado porque alguien le tocase...
El beso en sus labios le hizo pensar que Takuma quizá leyese sus pensamientos. Levantó los brazos y rodeó el cuello de su amo, aferrándose a algo, sintiendo que necesitaba más.

Continuaba besandolo apasionadamente, con necesidad de sentir en todo momento su cuerpo pegado a él. Lo quería, lo adoraba, se sentía loco de ganas de estar así siempre, y agradecía a las Deidades poder tenerlo así, abrazandose a él.
Movió la mano que acariciaba la espalda del joven hasta más abajo, toqueteando uno de sus muslos tentado, y recorriéndolos hasta llegar a su entrepierna, acariciándola por sobre el pantalón.
Ya, en ese momento, quería hacerlo suyo inmediatamente o lo más pronto posible.
Lamió seductoramente una vez más sus labios, y se separó de aquel beso mirándolo con cariño, mas a la vez con un toque de lujuria.
-¿V-Voy demasiado...rápido?
Cuestionó en un susurro entrecortado, inseguro. Quería saberlo, quería saber si al joven le agradaba aquello, aunque su expresión se lo hiciera notar. Sentía la necesidad de hacerle experimentar el mayor placer posible, y no quería que aquello acabase tan velozmente.

Era tan maravilloso que Narcys pensó que estaba viviendo un sueño, pero no le importaba. La mano de Takuma en su entrepierna era excitante... era una cosa tan fantástica que, unida a aquellos besos, hacían que el muchacho se sintiese en lo que él llamaba cielo... sí, aquello tenía que ser algo muy parecido al cielo... De hecho, Narcys no dejaba de pensar que estaba descubriendo todo aquello por primera vez... era posible que lo hubiesen violado durante cuatro años, pero jamás había experimentado aquel placer con otra persona, ni imaginado que aquello pudiese sentirse... era como haberse pasado cuatro años crucificado en las puertas del Edén, y ahora franquear las puertas mientras un ángel curaba sus heridas... Sí, eso era Takuma... Muchos podían decir que los vampiros eran demonios... pero Takuma no, Takuma era un ángel...
Su mente se perdía en aquellas divagaciones... era una fantasía muy bonita... Por eso, cuando su amo le besó suavemente en los labios y le preguntó aquello, Narcys le devolvió el beso...
-No... no... quiero sentirte... quiero ser tuyo... -se detuvo un momento, con sus ojos oscuros perdidos en los de Takuma-. Mi ángel...

Sonrió, pues solo eso pudo hacer al escucharlo. Era tan dulce, tan hermoso, pero a la vez muy excitante.
Siguió acariciando su entrepierna, odiando aquella tela que no pormitía el contacto directo con su deceada piel. No dudó mucho, y le quitó el pantalón en tan solo un momento, introduciendo ágilmente su mano en la ropa interior del menor, y sin meditarlo demasiado, acomenzó a deleitarse con ese anciado miembro, masturbándolo sin más que decir.
Lo besaba, lo olfateaba y se permitía todo contacto con su cuerpo, escuchando ambos corazones latir apresurados, como en una hermosa sinfonía.
Nuevamente, dejó de mirarlo para bajar a besar su pecho, bajando hasta el ombligo, y deteniendose un poco más abajo, lamiendo y mimando su suave y sensible vientre.

Suaves gemidos empezaron a escaparse de sus labios cuando sintió las manos de Takuma en contacto con su entrepierna... casi ni se había percatado de como le había quitado los pantalones... Era mucho mejor así, piel contra piel, ambos a cada punto más juntos...
-Es... es... maravilloso... -susurró, con las respiración entrecortada, gimiendo levemente.
Se sintió enloquecer... definitivamente, ya no había marcha atrás, ya no quería pensar, ni recordar... Era sólo aquella excitación y aquel placer, unidos al sentimiento de amor hacia Takuma... el resto del mundo podría haberse caído en pedazos en aquellos instantes, que a Narcys le hubiese dado igual...
Se aferró a los hombros de Takuma, sintiendo cada uno de aquellos besos, que le ponían la piel de gallina.
-Me... me encanta...

¡Ah que bien se sentía!, cada uno de esos gemidillos eran dulce música para sus oídos, y tan solo escuchar sus diálogos entrecortados hacía que todo su cuerpo se excitara. Sentía que moriría si dejaba de besarlo, si cesaba con sus caricias. En ese momento, y desde que lo había visto, él, y solo él era su mundo. Nadie más lo rodeaba, tan solo lograba divisarlo a él.
Procedió a también quitarse esos molestos pantalones, y moviendo un poco sus piernas, pudo dejarlo en algún lugar de ese enredo de sábanas. Y allí estaban, ambos semi desnudos, mimándolo con pasión.
Al estar siendo abrazado por el cuello, con la mano que jugueteaba con el sexo ajeno quitó las últimas prendas que al joven le quedaban. Nuevamente pudo deleitarse observando su pequeño cuerpo desnudo, tan blanco, tan suave... Quería ponerle las manos encima y poder ser uno con el chico, ya estaba demasiado impaciente, y no tenía intensiones de darse el gusto de esperar mucho más tiempo.
Luego de un último y superficial beso en el vientre, no pudo contenerse y, recorriendolo con la lengua, llegó hasta su miembro y comenzó a lamerlo como a una dulce golosina. Tan solo la delicada y suave punta, pues quería prepararlo para lo que luego sucederia.

Abrió los ojos cuando Takuma acabó de desnudarlo y se quitó él mismo sus pantalones... Le recorrió con la mirada, y le pareció tan bello, con los ojos verdes tan expresivos, el cabello rubio cayéndole sobre el rostro, la piel tan blanca que parecía mármol y el cuerpo... aquel cuerpo que un dios hubiese envidiado, sin ninguna duda.
Sus gemidos se intensificaron al sentir la boca de Takuma en su miembro... ¿de verdad estaba...¿De verdad le preocupaba tanto que él sintiese placer? Narcys estaba demasiado acostumbrado a que lo tomasen violentamente, sin preocuparse por su dolor... pero ahora todo era distinto. Al muchacho le parecía estar bebiendo de una copa algo parecido a lo que se debía beber en el cielo. Pero claro, era natural, allí estaba Takuma... y con Takuma todo parecía cercano a lo divino.
-Mi... mi ángel... -jadeó-... mi dueño... mi dios... mi amor...
Gemía entrecortadamente, aferrándose ahora con más fuerza a los hombros de Takuma, con forme el placer se intensificaba.

Su expresión, en todo momento era muy tranquila, a pesar de que deseaba fervientemente estar ya unido al muchacho. Sus gemidos susurrantes continuaban erizandole la piel, mientras que el rubio seguía con su labor, intentando hacer sentir el mayor placer posible a su amado acompañante.
Narcys, para él, se veía tan frágil e inofensivo, su voz era dulce, y era muy fácil perderse en esa mirada con la cual era imposible descifrar lo que pensaba. Era perfecto, hermoso, era, ahora, su todo.
Bajó una de sus manos, y al soltar el ya erecto miembro, se dispuso a recorrer a besos de nuevo todo su abdomen, ese abdomen tan perfecto y apetecible, descendiendo otra vez, y comenzando a lamer su otra cavidad, mientras que con su mano nuevamente acariciaba su sexo cuidadosa pero rápidamente.
Poco a poco iba aumentando la velocidad de su mano cuando lo masturbaba, sintiendose a su vez cada momento más deceoso de que ya llegara lo mejor.
Adoraba ver sus expresiones de placer, y su sonrojo lo derretía.
Takuma pensaba que, comparado con ese precioso humano, él era un pecador lleno de defectos, pues la preciosidad de aquel niño era incomparable.

Los besos, unidos aquel excitante contacto, estaban acabando con todo el miedo o resistencia que pudiese haber en Narcys. Sí, ahora, definitivamente, no existía nada más que el momento presente... y aquel placer, mientras gemía y se agitaba, y deseaba gritar, sintiendo todo su ser asciendo en un camino hacia el clímax... pero no quería, quería demorarse, quería seguir gozando de aquellas caricias, en esa espera, esa excitación creciente.
Sintió la boca de Takuma de nuevo allá abajo, mientras su mano continuaba acariciándolo, de aquella forma tan ardiente. Estaba excitado, deseoso de unirse a Takuma... quería a Takuma dentro de él... tenía miedo de que le doliese, como siempre sucedía, pero quizá con Takuma fuese distinto...
-M... más... -gimió-. Qu... quiero sentirte, mi ángel...

Sentía que esas caricias encendían en fuego el lugar por donde recorrían, mas jamás se distraía de su tarea, y continuaba otorgándole placer desde allí abajo. Apenas hizo unas caricias más con su lengua por esos lugares, y subió lentamente, haciendo el mismo recorrido de antes hasta llegar a su cuello y seguir besandolo allí.
Una de sus manos continuaba masturbándolo, mientras que con la otra descendió y, lenta y cuidadosa mente, introdujo uno de sus largos dedos en la estrecha y cálida cavidad del menor.
-¿Te gusta, Narcys?
Le preguntó, susurrante, mirandolo a los ojos y besandole los labios con pasión. Le era muy difícil entender esos sentimientos tan nuevos, tan poco experimentados. Pero tan solo hacía lo que su corazón y su instinto le indicaban, suponiendo que eso le agradaba al menor.
Podía aún oir su pulso galopante, sintiendo que el corazón se le salía de lugar, mientras que sabía que en sus ardientes mejillas, ese sonrojo estaba aún presente.

Todo su cuerpo se arqueaba sobre las sábanas, se movía como por voluntad propia, pues lo que Takuma le hacía provocaba en él sensaciones que ni podía ni quería controlar. Era mucho mejor dejarse llevar por ellas, aunque a veces le pareciese que no iba a salir vivo de aquel mar de sensaciones, tan intentas resultaban... Sintió el dedo de su amo, que se introducía suavemente en su interior y apenas le molestó realmente... no era doloroso, resultaba en realidad extraordinariamente excitante.
-Sí... -gimió entrecortadamente-. Mu... mucho... Ss... sigue...
Aquel gemido se convirtió en un pequeño gritito, mientras se abrazaba más fuerte a Takuma, con las mejillas rojas como cerezas y los ojos velados.

Verlo moverse así era realmente excitante, junto con su sonroso, y sus gemidos y gritillos escapándose de entre sus labios. Lo besó de nuevo, explorando con su lengua la deliciosa boca ajena, mientras que con sus manos, seguía espesializándose en aquellos lugares.
No mucho después, dejó de tocarlo y con una de sus manos se apoyó en el colchón para no pesar sobre el muchacho, mientras que con la otra se quitaba la ropa interior.
Así, quedó posteriormente también desnudo, dejando que su intimidad se mostrase sin pudor alguno.
-¿Estás listo... mi pequeño?
Cuestionó sobre su oído, dispuesto ya a adentrarse en el muchacho.

A ratos tenía los ojos cerrados, y a ratos los abría... cerrarlos le hacía sentir de un modo más intenso, quizá, pero necesitaba ver a Takuma, necesitaba aquel brillo de sus orbes esmeralda sobre los suyos, las dos miradas juntas, unidas, como dos almas frente a la eternidad... mientras sus cuerpos se demostraban aquel amor que sentían.
Para cuando su amo estuvo desnudo, Narcys ya no tenía prácticamente nada de miedo. Takuma era su presente... y los fantasmas del pasado posiblemente regresarían luego, de imprevisto, quizá en forma de pesadilla o en un momento de angustia, pero ahora todo era cielo, placer... y su ángel... su ángel de cabellos rubios...
-Sí... sí, mi á... ángel...
Jadeaba, le costaba hablar, pues su respiración era entrecortada. Pero esperaba que su cuerpo le demostrase a Takuma lo que sentía, pues todo él se tendía hacia el vampiro.

Ante la afirmación, no lo dudó más y, con sumo cuidado, comenzó a penetrar con su ya erecto miembro a su pequeño amado.
En ese instante su cuerpo se bañó en éxtasis, se sentía a morir, no quería que eso acabara jamás.. Estaba desesperado, desesperado por sentir con más detaye a ese cuerpo, de experimentar todo el placer que fuera posible.
En los primeros momentos lo hacía con cuidado, lento, para que ambos se acostumbraran a esa situación. Podía sentir esas paredes tan cálidas, más bien ardientes, estrechas y deliciosas mientras se deleitaba con sus apetecibles labios.
Poco a poco fué aumentando de ritmo, dejando escapar de entre sus labios algunos suabes jadeos y gemidos de placer, cerrando a veces los ojos, mas en otras ocaciones perdiéndose en su mirada.

Sus manos se crisparon momentáneamente sobre los hombros de Takuma. Al principio, sintió un cierto dolor cuando él le penetraba, pero no era nada comparado con lo que había sufrido anteriormente, y ni siquiera se lo recordaba... no era algo que pudiera comprarse. Sin embargo, gimió un poco y se le saltaron algunas lágrimas, pero se mordió los labios y, antes de que pudiera darse cuenta, aquel dolor empezó a remitir poco a poco, mientras su amo se movía lentamente dentro de él.
Los besos de Takuma y el placer que de nuevo lo traspasaba le hicieron olvidar definitivamente el dolor. Dejó que fuese su dueño quien marcase el ritmo y trató de seguirle, notando como todo su cuerpo se arqueaba, mientras los gemidos que brotaban de su boca eran a cada punto más altos, hasta que no pudo conternerlos y gritó, aferrándose a Takuma. Gritó, sintiendo que aquel momento era, con mucho, el más intenso y hermoso de su vida.

Mientras lo penetraba con cuidado, mas algo de brusquedad debido a su grado de excitación, notó que un par de lágrimas brillantes se escurrían por esas sonrosadas mejillas. Antes de que pudiera decir cualquier cosa, se dió cuenta de que luego la expresión del muchacho cambiaba a una que demostraba que sentía una poco más de placer, hasta que ese gritito se lo dijo todo.
Sintió que su cuerpo se tensaba, y que ese momento pronto llegaría. Muchos espasmos recorrieron su cuerpo y sus ojos se cerraron con fuerza.
No quería terminar aún, no sin que el chico también lo hiciera.
Descendió con una de sus manos hasta quedar nuevamente en su entrepierna, y empezó a masturbarlo de nuevo con un poco más de intensidad.

Todo su cuerpo se agitaba y se movía con el de Takuma. Era una sensación tan maravillosa, sentirle dentro de sí, experimentando aquel placer, como si estuviesen tocando la eternidad juntos, que Narcys sentía que ya no iba a poder contenerse más, mientras el punzante gozo se hacía a cada punto más intenso.
Abrazó a su amo, jadeante, sonrojado y, cuando Takuma empezó a acariciar su miembro de nuevo, supo que ya no podía aguantar más y terminó con un nuevo grito, mientras su mente parecía quedarse en blanco y, por un instante, todo su cuerpo se veía invadido por aquel intenso placer, que lo ocupaba todo y lo recorría por entero.
Se quedó abrazado a Takuma, exhausto y con una incomparable sensación de gozo y alegría.

Exactamente al mismo tiempo que el muchacho, su cuerpo fué invadido por hermosos espasmos que, al poco tiempo, desaparecieron para dar paso a esa paz y esa tranquilidad, dejandose correr dentro de Narcys hasta ya no poder más.
Posteriormente se dejó caer a su lado, sobre el colchón y entre ese desastre de sábanas, y posesivamente lo abrazó, gozando aún de ese contacto directo con su hermosa piel, olfateando su brillante cabello.
-Te adoro.. Narcys...
Murmuró, tan solo. Quería pronunciar su nombre, tenerlo así, y mirarlo deleitándose con esas inmensamente tiernas y perfectas expresiones. Solamente con verlo era como adentrarse en un mar de sentimientos, uno del cual jamás quería salir.

Tras aquel estallido, todo su cuerpo se había relajado. Narcys se sentía exhausto, pero completamente colmado, feliz, completo... Cuando Takuma se apartó de encima de él, tuvo miedo de que se levantase pero, por fortuna, sintió que se volvía a acostar a su lado, abrazándole, de modo que sus dos cuerpos continuaban en contacto. Suspiró de forma apenas audible y se acurrucó entre sus brazos, como un niño necesitado de protección.
-Mi ángel... -murmuró, con los ojos entrecerrados-. Te quiero...
No quería que aquel instante se acabase jamás... le parecía haber rozado la eternidad con Takuma, y no quería que aquel momento terminase. Pero el tiempo era como granos de arena entre sus manos: se escurría, se escapaba, sin que él pudiese evitarlo...
-Me gustaría saber cosas de ti, Takuma -susurró, casi sin pensar-. Me gustaría que me contases cosas del sitio donde naciste, y de como eras de pequeño... Sería muy hermoso escucharlo.

Se sentía de maravilla. Adoraba poder atraparlo entre sus brazos, sentir su cabeza en el pecho, oír ambos corazones palpitar, y se enloquecía cada vez que escuchaba ese "Mi ángel"... Narcys, desde ese momento, era lo único que le importaba.
Lo escuchó atento, manteniendo los ojos cerrados, y sonrió con dulzura.
-No es que en dieciocho años hubiera podido ocurrirme demasiado, pero si es lo que quieres, te lo diré todo. Cada detalle, mi pequeño.
Murmuró con calma y apenas audible, solo para que él pudiera escucharlo. Por supuesto que estaba dispuesto a contarle, mas no le gustaba demasiado hablar sonbre él, y mucho menos sobre esa niñez en que, por su raza y linaje, era constantemente utilizado por los demás vampiros adultos. Trataría sin embargo, de no escatimar detalles a su amado.
-Pues, bueno... ¿Quieres que te lo cuente ya?
Cuestionó, igual de suave que antes. Aún podía escuchar su corazón latir, pues solo al estar con él ya se le aceleraba.

Esbozó una sonrisa suave cuando escuchó aquella respuesta... en cierto modo, todavía se estaba acostumbrando a confiar así en alguien y poder hablar con libertad, así que a veces le preocupaba decir cosas inconveniente que enfadasen a Takuma. Sin embargo, poco a poco aquella sensación iba remitiendo,
-Seguro que han sido unos años muy interesantes... Siempre he querido saber cómo vive un noble... aunque creo que tú no eres un vampiro común, por suerte...
Rió en voz baja y rozó los labios de Takuma con los suyos un instante, para luego volver a acomodarse entre sus brazos.
-Por supuesto que quiero que me lo cuentes, mi ángel... Eres tan hermoso...
Se perdía en sus pensamientos y emociones... parecía que la realidad y el mundo del alma se estaban juntando.