Palacio Ichijou. [Narcys]

Durmió toda la noche abrazado a Takuma, sintiéndose al fin a gusto, sumamente tranquilo... y, quizá gracias a la presencia de su amado y a su cariño, no tuvo miedo ni sufrió más de aquellas horribles pesadillas.
Despertó horas después y se estiró en la cama, no sabiendo si era día o noche, pues la habitación carecía de ventanas. Se limitó a acomodarse junto a Takuma otra vez y sonreírle, sospechando que él también estaba despierto.
-¿Ya es de día?

Todo el resto de la noche había estado observándolo, pensando, y divagando sumido en sus recuerdos y pensamientos, y así pasaron las horas con una rapidez increíble.
Poco después, notó que el pequeño se movía, y separó un poco sus brazos para que pudiera estirarse y desperezarce con total libertad.
-Si, amaneció hace un rato.
Le informó sonriente, acariciándole el cabello con una mano, y alborotándoselo un poco.
-¿Cómo has dormido?
Cuestionó, en voz baja. Observó fijamente con sus orbes los del muchacho, tras una risilla burlona. Ambos tenían las hebras un tanto desordenadas, aunque el noble no quería levantarse aún para asearce y arreglarse como lo hacía todas las mañanas.

Sonrió al ver el rostro de Takuma con aquel cabello desordenado enmarcándolo. En esos momentos, no deseaba otra cosa que un suave beso en los labios o, simplemente, permanecer junto a su ángel. No tenía, de hecho, demasiadas ganas de levantarse, vestirse y que empezase un nuevo día... aunque sabía que los días ahora serían distintos, junto a Takuma.
-He dormido muy bien, Takuma... Hacía mucho tiempo que no dormía así. ¿Tú has dormido bien?
Era cierto; llevaba años sin dormir bien y, con excepción de la pesadilla, había sido una noche muy tranquila.

Seguía sonriendole con dulzura, apegándolo a su pecho. No le mentiría sobre que no había dormitado más, no tenía razones para hacerlo.
-Dormí hasta que tuviste esa pesadilla, y luego decidí quedarme despierto. Descanso durante muy pocas horas en la noche, realmente.
Le dijo rebosante de tranquilidad, cerrando luego los ojos, y apoyando la frente en el hombro del muchacho, en silencio, pero aún sonriendo alegre. Había, sinceramente, adorado aquella noche en que pudo tenerlo abrazado en todo momento, sintiendo su fascinante aroma, y escuchando su parsimoniosa y calmada respiración.

Se entristeció un poco al escuchar que Takuma no había dormido más por su causa y le besó suavemente en los labios.
-Oh... Pero no tenías que quedarte despierto... Aún así... muchas gracias...
Le abrazó, fuertemente, y pensó en lo maravilloso que era tenerle allí, a su lado, un amado ángel protector.
-Por cierto... ¿Te importaría que me trasladase a tu habitación todas las noches? Es que me encanta dormir contigo... y no sería capaz de quedarme solo...después de haber estado a tu lado... Ne... necesito sentirte junto a mí.
No sabía si era una petición exigente o egoísta, pero confiaba en que a Takuma no le importase cumplirla.

Se limitó a dejar escapar de entre sus labios una risilla traviesa, para luego besarlo también con delicadeza. Simplemente no se cansaba de besarlo o mimarlo, y le resultaba una sensación increíblemente adictiva y hermosa.
-Eso mismo estaba por pedirte, mi príncipe..
Musitó, observándolo a los ojos con una sonrisa pícara. No le había hecho aquella petición antes porque pensaba que talvez el joven creería que era molesto, pero por fortuna, Narcys le había sacado las palabras de la lengua.
-Me encantaría, así podré mimarte todas las noches.. Aah~, ¡Como adoro que estés conmigo!.
Exclamó alegre, besando una vez más aquellos aterciopelados y apetitosos labios.

Le sonrió con una cierta inocencia... aún pese a todo lo sufrido y experimentado, conservaba todavía un cierto aire inocente en la mirada y en el gesto.
-Ah... ¿Tu príncipe? Entonces tú eres mi rey y señor... mi ángel...
Se dejó besar y le correspondió con verdaderas ganas.
-Me encantará que me mimes... Soy todo tuyo para que me mimes... todo lo que quieras...
Se apretó más contra él y apoyó la cabeza en el pecho, juguetón.

"Mi ángel"... Ah~.. Cada vez que el rubio oía aquello su sangre hervía, y su corazón palpitaba a más no poder. No sabría describir sus sentimientos, pues a pesar de no parecerlo así, eran demaciado complejos como para explicarlos en algún momento.
De pronto, acercó sus labios al oído del menor, y con una voz sombría y seria le murmuró con apenas un hilo de voz.
-Narcys.. Aún hay algo que no se de ti..
Canturreó serio, aguantándose esas increíbles ganas de echarse a reir que tenía. Lentamente, deslizó una de sus manos por el contorno del menor, llegando hasta las costillas y dejándola así, quieta, espectante, y aún rodeando su pequeño cuerpo con el otro brazo.
-¿Acaso tú tienes... cosquillas?
Le dijo, finalmente, aún sin hacer movimiento alguno.

Se estremeció al escuchar las palabras de Takuma, en apariencia tan graves. ¿Qué era lo que podía querer saber de él, si ya conocía toda su historia, incluso los aspectos más oscuros y vergonzosos? ¿Sería algo condicionante para su relación? ¿Condicionaría su respuesta lo que Takuma pensase de él?
Notó la mano sobre sus costillas y suspiró... el roce de la piel de Takuma contra la suya propia era demasiado agradable como para ignorarle.
-¿Cosquillas? Ah, bueno... Creo que he olvidado lo que son... ¿Qué significa 'cosquillas'?
Realmente lo había olvidado por completo; era un concepto que, si bien le sonaba del pasado, no parecía materializarse en nada concreto.

Ante aquella respuesta, abrió los ojos de lado a lado y se separó del muchacho, con una expresión infantil y dubitativa. Su respuesta le había cerrado la boca, y la verdad, no sabía muy bien qué responderle exactamente.
-Es una... una sensación que tienes en algunas partes de cuerpo que... cuando alguien toca allí, te hace.. reir.
Le dijo en voz baja, temiendo que su simplificado concepto estuviese errado. Era algo difícil de explicar concretamente, en realidad.
Luego de haber intentado definirle lo que aquella palabra significaba, solo se lo quedó mirando, sin sonreir, mas con una expresión bastante graciosa, sorprendido por que el menor no conociera las 'cosquillas'.

Le miró, abriendo los ojos, sorprendido, pensando en lo curioso que sonaba aquello y en que, ciertamente, le sonaba de algo.
-Lo... lo siento por ser tan idiota... A veces tengo pequeñas amnesias... me... me olvido de cosas de mi pasado... sensaciones y conceptos... supongo que algún golpe en la cabeza...
Suspiró, sin aclarar nada más, y le sonrió algo avergonzado, para después abrazarse a él.
-Ah... me gustaría sentirlo... ¿Tú puedes hacer que lo sienta?
Sonrió con un poquito más fuerte y suspiró de nuevo.

Al oir su primera oración, negó repetidas veces con la cabeza, tras besar suavemente su mejilla.
-Nunca más te insultes frente a mí, Narcys. Haces que me duela el corazón...
Le susurró debilmente, mirándolo a los ojos. Odiaba escuchar a cualquier persona menospreciarse, y nunca dudaba en corregir a dicho individuo. Después de todo, humanos o no, todo ser podía olvidar algo o equivocarse.
Nuevamente, luego de unos segundos de silencio, volvió a sonreir y posó su mano sobre el cuerpecito ajeno, en el mismo lugar de antes, y precionó un poco con sus dedos intentando provocar las nombradas "cosquillas".
-Esto~.. ¿Sientes algo?..
Cuestionó, inexperto, haciéndolo lo mejor que podía.

Se sonrojó al escucharle, pensando que Takuma era demasiado bueno y comprensivo con él, y que realmente no estaba a su altura... pero si su ángel pensaba que sí, él se sentiría feliz, así que no se lo discutió.
Se sintió aliviado al ver su sonrisa y se estremeció al notar la mano de Takuma, inmóvil sobre su piel... hasta que empezó a moverse y Narcys sintió algo que... sí, tenía que haber sentido en el pasado, de eso estaba seguro... pero que por otra parte era nuevo. Rió y se retorció, apartando inconscientemente las manos de Takuma, mirándole juguetón y, por un lado, deseando que volviese a hacerlo...
-¿Esto... esto son 'cosquillas'? Me gusta...

Una alegría incomparable invadió su cuerpo cuando lo escuchó reir. Esas risillas melodiosas, tan hermosas, tiernas y adorables que lo hacían infinitamente feliz de oír, y aún más al ver las graciosas muecas del pequeño.
-Creería que lo son. -Dijo sonriéndole con ternura- ...Me alegro de que te agraden.
Agregó, revolviendole con la otra mano los cabellos. ¡Que hermoso era verlo sonreir asi! Y Narcys, para el noble sin duda era un joven admirable. A pesar de su difícil pasado, volvía a sonreir con inocencia, como el infante que aún era.
Nuevamente acarició con sus dedos aquella suave piel, regocijándose con las bellas expresiones de su amado, esperando a que siguiera riendo.

Volvió a reírse y a retorcerse, para después medio escaparse de Takuma, echándose hacia atrás, aún de espaldas.
-De acuerdo, mi ángel... tú ganas... eres un muy buen maestro... Pero creo que ya he comprendido lo que son las cosquillas...
Se rió otra vez, esta vez no a causa de las cosquillas, sino simplemente porque deseaba reírse, porque se sentía feliz y quería expresarlo.
Se abrazó a cuello de Takuma y le besó otra vez en los labios... notando que, extrañamente, aquella sed volvía a despertarse, pero viéndose capaz de acallarla, por el momento.
-Ahms... Una duda, mi ángel... Cuando tenga sed, ¿de quién podré alimentarme?

Reía a la par del jovencito, travieso y divertido, dejando que éste se moviera cuanto quisiera. Luego, tan solo sonrió ante sus palabras y correspondió a aquel beso más que gustoso, deleitándose con esos cálidos labios que adoraba saborear.
-De mí, porsupuesto..
Se atrevió a decir, sin pudor alguno. Era, en su familia al menos, común que entre seres queridos se mordieran los unos a los otros, a pesar de que no fuera así entre los demás vampiros. Sin embargo, presentía que era posible que al muchacho le disgustase aquello, por alguna razón.
-Pero, también hay un banco de sangre por aqui serca, si no estoy contigo, y en todo caso, también están las señoritas sirvientas.
Le decía con total naturalidad, como si no se tratara de nada del otro mundo. Después de todo, estaba más que acostumbrado a aquello.

Se le quedó mirando, pensando al principio que bromeaba, pero entendiendo luego que hablaba completamente en serio.
-¿De ti? Pe... pero... ¿eso no te duele y no te molesta? Tu sangre es aún así... tan dulce...
Se detuvo e inspiró profundamente.
-Quiero que sepas que tú también puedes morderme siempre que quieras... en el fondo, es hermoso cuando me muerdes...
Se estiró de nuevo en la cama y bostezó, desperezándose.
-¿Un banco de sangre?A eso se le llama ser práctico, sin duda -se rió en voz baja-. ¿Las sirvientas? Pero son muy amables... yo... yo no sé si podría...

Observó sus ojos sonriente como siempre, completamente despreocupado.
-La verdad, apenas si lo siento, aunque debo admitir que no es.. desagradable.
Comentó, sonrojandose levemente. Si bien la mordedura del menor no tenía los mismos efectos que la suya, era ciertamente una sensación que podía llegar a gustarle.
-Me alegro de que no te moleste que te muerda, Narcys.. Es que... ya sabes, aunque no quiera, debería comer.. aveces.
A medida que hablaba, cada vez su tono se hacía menos audible. Le avergonzaba tener que admitir que inevitablemente dependía de su sangre, y que tendría que morderlo en algunas ocaciones.
Entre sus pensamientos, pudo escuchar las demás palabras del muchacho, y dejó escapar una risa infantil.
-No hay cuidado, Narcys.. A pesar de que nunca me atreví a hacerlo, ellas se han ofrecido muchas veces cuando me veían hambriento.

Suspiró y le acarició distraídamente un mechón de pelo rubio... le gustaba aquel cabello, y más jugar con él entre los dedos.
-Claro que lo entiendo... Es muy natural, Takuma. Puedes morderme las veces que quieras... aunque con un cierto espacio entre ellas... porque me cansa mucho...
Le sonrió, para que viese que decía la verdad.
-Y en cuanto a las sirvientas... Takuma, te ves tan desesperado cuando tratas de aguantar... creo que te fuerzas hasta extremos que no son saludables... deberías comer con más frecuencia... y ellas, que te aprecian, lo saben...

Era cierto lo que su amado decía. Las sirvientas lo sabían, y el noble estaba consciente de ello, pero no lo hacía porque temía que eso fuera "algo más".. Algo en lo que no quisiera entrar en detayes, pero bueno, era por aquello que no se atrevía a morder a alguien ajeno a él.
-Estaré consciente de eso, mi príncipe. No me gustaría que te sintieras mal.
Susurro, poniéndose las manos detrás de la cabeza, estirándose.

Le miró, un poco preocupado por el rostro de Takuma... realmente parecía haber algo que le preocupase... ¿tendría que ver con lo de las sirvientas? Sonrió inocentemente y apoyó la cabeza en una mano.
-¿Sucede algo?
Después escuchó aquello que le decía y suspiró.
-Lo sé, pero no quiero que estés conteniéndote siempre... Muérdeme cuando tú desees, no te preocupes... yo te diré si me siento mal, ¿de acuerdo? Pero no quiero verte sufrir por hambre.

Ladeó la cabeza un par de veces, y tan solo se acercó a besarle dulcemente la mejilla, sonriéndole con ternura.
-No, solo estaba un poco pensativo, pero no es nada importante.
Le aseguró sincero, pues era cierto, el asunto de las sirvientas poco atraía su atención.
Luego, miró el techo por un momento, con una expresión calma y serena.
-Pero.. No es como si sufriera, es algo desesperante nada más. Se siente como... -Guardó silencio por un momento, buscando un simple ejemplo con el cual explicarlo.- ...Como si fuera un niño, uno que adora mucho los dulces pero decidió no comerlos más. Sin embargo, siempre se los están resfregando frente a la cara, y a cada momento se tienta más por.. "obtener" uno. ¿Me explico?
Había hecho mensión de lo más ocurrente que se le vino a la mente. Al menos en su caso era así, siempre tentado de alimentarse con ese dulce elixir carmesí. Y, mientras que su hambre aumentaba, más débil se hacía su consciencia como para evitar rendirse ante aquel molesto deseo.

Le miró, un poco entristecido por aquello... le ponía triste que Takuma se sintiese así. No quería que experimentase esa desesperación o esa ansia que se volvía poco a poco incontenible, porque evidentemente no le hacía feliz, y para Narcys era absolutamente esencial que Takuma se sintiese feliz.
-Pe... pero lo que no entiendo es por qué te esfuerzas tanto para contenerte. Si al fin y al cabo está en tu naturaleza beber sangre, ¿por qué luchas así contra ese deseo? ¿No sería mejor si te dejases llevar... un poco más?
Esperaba no haberlo ofendido ni nada semejante, pero le preocupaba realmente que Takuma se hallase infeliz.

Atento oía sus palabras, sin nunca mostrarse ni sentirse afligido. Le agradaba oír las preguntas y opiniones del pequeño, pues eso significaba que no tenía nada que ocultarle.
-Es simple, mi príncipe.. -Susurro, cerrando los ojos despreocupado- No muerdo a nadie muy seguido porque no me agrada dañar a las personas con estos grotescos colmillos. -Tan solo pronunció, con simplesa, para posteriormente seguir hablando. -A demás de que mi alimentación no se basa en sangre cualquiera.
Abrió un ojo, y giró sobre su cuerpo para quedar recostado en uno de sus costados, observando a su amado con la misma grata sonrisilla de siempre.
-...Últimamente he visitado bastante seguido el banco de sangre, y en ocaciones pasadas no tuve más remedio que morder a otra persona completamente ajena a mí. Sin embargo, uno de mis caprichos que me gustaría mantener a menudo, es de solamente morder a la persona por la cual siento afecto. Podría decirse que es... como una tradición en mi familia.

Asintió lentamente. Comprendía lo que decía, especialmente aquello de morder a una persona a la que sintiese afecto... sí, él también tenía la sensación de que sería mucho más placentero morder a Takuma que a un desconocido... de alguna manera, sentía un inmenso deseo por la sangre de Takuma en concreto... un deseo casi equiparable al que sentía por el mismo Takuma.
-Ah... Entonces debo sentirme honrado porque desees morderme, ¿verdad? Significa... ¿que me quieres?
Se acercó un poco más a Takuma y se dio la vuelta, quedando su espalda contra el pecho de su ángel, colocando el brazo de Takuma en torno a él, buscando protección.
-Yo no creo que esos colmillos sean grotescos... a mí me parecen muy bonitos...