Palacio Ichijou. [Narcys]

Le dolía, le dolía mucho más ver al joven retorciéndose de dolor, que aquel desgarrador sentimiento, mas tan solo un par de lágrimas se habían desprendido de sus orbes esmeralda, manteniéndose serio, observando al muchacho.
Escuchó sus palabras con paciencia, mientras que con una mano acariciaba delicadamente su nuca.
-Te... Te sentiras extraño por un momento, pero pronto desaparecerá..
Reiteró en voz baja, a su lado, sosteniéndole con fuerza la mano. Lentamente apegó un poco más a Narcys a su cuerpo, dejando su propio cuello a pocos centímetros de la boca del muchacho. Comprendía que tubiera sed, y no dudaría en ofrecerle su sangre, ya que sabía a la perfección cómo era esa dolorosa sensación que empujaba a los vampiros a alimentarse.
-Bebe, Narcys.. Es lo único que puede consolarte por ahora.
Le murmuró, dolido. No tenía miedo, para nada, mas estaba dispuesto a aguantar el leve dolor de la mordida. Estaría bien con eso, pues se alegraba sabiendo que al menos eso aliviaría un poco la sed del menor.

Dejó que Takuma le acercase un poco más a su cuerpo, sin poder pensar ni comprender lo que le ocurría. Sólo sentía un ansia extraña de volver a beber aquel líquido... sí, eso era... el líquido que Takuma le había dado. Era sangre. Con aquel único pensamiento logró entender lo ocurrido y supo en qué se había convertido, sin sentir tristeza ni nada semejante, tan sólo una sensación extraña, de cambio, de que algo dentro de él ya no era lo mismo.
Entonces vio el cuello de Takuma y, aparte de eso, lo olió... era un olor tan dulce el que emanaba de aquella piel, tan embriagador, que Narcys se dio cuenta, horrorizado, de que sus colmillos se volvían extrañamente grandes y de que todo dentro de él le impulsaba a morder aquella blanca piel. Pero no podía, no podía hacer eso a Takuma... Intentó lucha contra sí mismo, se tapó la boca con la mano y, sin querer, se hizo daño en la piel con los aguzados colmillos. Mas no soportaba la idea de morder a Takuma... se sentiría tan sucio después de todo lo que había hecho por él.
-No... no puedo... Te... tengo mucha hambre, pe... pero no puedo... Takuma...
Todo en su ser le animaba a hundir los colmillos en el cuello de Takuma, pero su corazón le decía que no podría hacerlo.
-Te... te haré daño... No puedo...

Sin esperar demasiado, se levantó lentamente hasta quedar sentado de nuevo sobre el colchón. Con delicadeza, rodeó a Narcys con los brazos y lo levantó también, sentándolo de igual manera mas manteniéndolo abrazado, dejándole su cuello a toda su disposición, para que lo mordiera cómodamente.
-No me harás daño, te lo prometo. Tu sed es por mi culpa, y me... me honraría que me mordieras, Narcys... Es malo que te resistas.
Le dijo, en completa calma. Sabía lo que era sufrir por la sangre, y conocía lo doloroso que resultaba aguantarse, y más para alguien que jamás en su vida había probado sangre.
Su corazón de nuevo comenzó a palpitar con fuerza. No le molestaría en absoluto ser mordido, después de todo lo que decía era cierto: Por su culpa, el joven sufriría desde ese momento por la insoportable sed.
Olfateó por un momento la sangre que había surgido de la mano del menor, pero se resistió sin muchos problemas.
-Come un poco, luego te lo explicaré todo.
Aseguró, sonriéndo aunque el joven no pudiera verlo. Habían reglas entre los vampiros, reglas que su amado príncipe debería conocer.

Le escuchó, con la respiración agitada, todavía tratando de resistir a aquellos impulsos que estaban empezando a doblegar su voluntad. No fue capaz de resistirse; sencillamente no pudo más y mordió casi con furia el cuello de Takuma, sin querer hacerle daño ni nada parecido, pero incapaz también de refrenar lo que su cuerpo le exigía.
Bebió la sangre como un viajero sediento que encuentra una fuente en el desierto, como si necesitase de aquello para seguir viviendo. No era consciente de sí mismo ni de aquel lugar, sólo de su sed y del modo en el que estaba saciándola.
Cuando al fin acabó, se apartó a un lado, avergonzado, con los ojos llorosos y los labios todavía húmedos... se sentía sucio, ¿cómo podía haberle hecho eso a Takuma? Se quedó echado en la cama, llorando en voz baja, sintiéndose incapaz de mirarle a la cara.
-Lo... lo siento mucho... De verdad que lo siento...
No le importaba alimentarse así, pero si la sangre procedía de Takuma era diferente... aunque, por mucho que no lo comprendiese, sentía un inmenso deseo por esa sangre en concreto, quizá precisamente a causa de lo que sentía por Takuma.

Cerró sus ojos, en calma al sentir aquellos colmillos penetrando su piel. No se sintió mareado ni nada parecido, no sentía nada fuera de lo normal, mas estaba feliz de que el pequeño pudiera alimentarse con su sangre.
Luego, notó como los largos colmillos se retiraban de su cuello, e inmediatamente la herida se cerró sin problemas.
-Tranquilo, no me ha dolido. No te disculpes, Narcys..
Le decía en voz baja, posando su mano sobre aquel cuello recién sanado. Tenía que confesarlo, le había agradado entregarle su sangre, y no había sido en realidad una experiencia tan desfavorable. No era la primera vez en que alguien lo mordía, pues sus padres constantemente se alimentaban de él, pero esta vez había sido diferente. Ya que el que lo había mordido, era alguien a quien realmente amaba.
Se acercó a gatas sobre el colchón hasta un poco más cerca del muchacho, y posó un suave beso en sus labios, lamiendo posteriormente los restos de sangre que quedaban en la comisura de la boca del menor.
-Espero que ya no tengas tanta sed, mi pequeño.
Le sonrió con ternura, intentando que no se sintiera tan triste. Luego de pronunciar aquello, se sentó a su lado, quedándose en silencio. Esperaba con toda su alma que no lo odiara, que no lo despreciara por lo que le había hecho...

Correspondió al beso de Takuma con suavidad, todavía entristecido por lo que le había hecho a Takuma, aunque sus palabras lograron calmarle un poco. Al parecer, no le había dolido demasiado, lo que satisfacía a Narcys... por nada del mundo hubiera deseado que su amante sufriese dolor, y se estremecía ante la sola idea de lastimarle, aunque fuese mínimamente.
-¿Se... seguro que no te ha dolido? ¿No lo dices sólo para tranquilizarme?
Se hizo un ovillo, acurrucándose con la cabeza en el regazo de Takuma, temblando suavemente... asustado por esas cosas que no podía controlar de su cuerpo... ¿sería siempre así a partir de ahora? ¿Cómo demonios había hecho Takuma antes para lograr contenerse durante tanto tiempo?
-Ya no tengo sed, es cierto... Y no... no estoy triste... ya no... sólo un poco confundido...
Calló y se abrazó fuertemente a Takuma.
-¿Qué era eso que tenías que explicarme?

Al escuchar sus palabras, se limitó a asentir con la cabeza. Se sentía tan egoísta, tan culpable de haber transformado a su amado en un mounstruo como él, pero aún así, sonreía levemente.
-Te lo aseguro, mi príncipe.. No podría mentirte jamás.
Le respondió, mientras que acariciaba su cabello con ternura. Y, tras un suspiro, decidió hablarle también sobre lo esencial que debía saber.
-Bien, veamos. No es mucho, solo algunas advertencias para que no te ocurra nada desfavorable.
Lo observaba a los ojos, perdido en esa mirada que parecía perdida, confundida. Esperaba ayudarlo en algo con sus palabras, con esa pequeña guía.
-Bueno... Mmh~.. Nunca intentes morder a alguien de repente, y menos si es a un vampiro o a un híbrido, podría tener resultados un poco... -Hizo una pausa, para dejar escapar una risilla infantil. Comenzaba a recordar todos sus errores como vampiro, que lo habían llevado a situaciones un tanto difíciles.- ...Bueno, tan solo no lo hagas. También, debes ser muy, muy, muy respetuoso con los otros vampiros, porque no importa si eres o no uno de ellos, seguirán creyendose mejores.
Le advirtió, poniéndose en ocasiones más serio, mas en veces riendo por lo bajo. En esa sociedad -o por lo menos en la que el rubio conocía- la base para no ser una presa era ser el depredador.
-Y, lo otro es sentido común... Es muy parecido a la jerarquía de los humanos, con gente de rango más alto o bajo. Pero Narcys, otra cosa...
Al decir lo último, rápidamente lo abrazó sin aviso, un tanto juguetón.
-...Yo siempre te estaré cuidando, ¿Está bien?..

Le escuchó atentamente, asintiendo. En cierto modo, aquella sociedad se parecía mucho a la qu había sido la suya, la de los humanos.
-Ah... Bueno, las personas también suelen creerse mejores unas que otras, ¿sabes? Eso se ve mucho en el mundo del que vengo, seas una cosa o la otra, todo el mundo suele creerse un poco superior... Y eso es fuente de problemas, ya lo creo.
Besó suavemente a Takuma en los labios.
-Gracias por decirme todo esto, tan sinceramente... Te quiero, mi ángel... Y necesito que sepas que no me arrepiento de esto... me has dejado decidir, y yo he tomado una decisión... de la que no me arrepiento, pues se trata de cambiar una vida vacía por la eternidad a tu lado... ¿quién sería tan idiota para rechazar algo así?
Se rió al sentir el repentino abrazo y dejó que Takuma lo estrechase fuerte entre sus brazos, como a él le gustaba, sintiéndose a salvo y protegido.
-Lo sé... Y yo siempre dejaré que me cuides... siempre querré que me cuides...

Continuaba abrazándolo así, más que gustoso de poder palpar aquel cuerpecito tan pequeño y adorable, que a la vez se veía frágil, como un hermoso muñequito de porcelana.
-Oh, ¿De verdad?.. Yo pensaba que los humanos eran igualitarios y cosas así, hasta hace un tiempo, en realidad.
Comentó, haciéndose el sorprendido. Era cierto, lo había creído, pero hacía unos cuantos años, al conocer mejor a aquella compleja especie se había dado cuenta de que no estaba completamente en lo correcto, y que no eran tan solidarios como se imaginaba.
-En verdad, Narcys.. Me alegro tanto de que no te arrepientas, y no puedo evitar querer gritar de alegría con tan solo pensar que siempre podré estar contigo, a tu lado.
Musitaba, sonriéndole con calidez. Moría por besarlo, por mimarlo y por estrecharlo contra su cuerpo, y adoraba conversar con él y escuchar sus historias. Lo que sentía no podía ser expresado en una palabra, aunque siempre hiciera su mejor esfuerzo por demostrarle el amor y apego que le tenía.

Le sonrió débilmente... estaba empezando a sentirse un poco cansado. ¿Qué hora sería ya de la noche? Habían pasado tantas cosas aquel día. La cabeza parecía darle vueltas y los párpados se le cerraban, aunque él luchase por evitarlo. Pronto no pudo siquiera reprimir los bostezos.
-No me arrepentiré... con... alguien... tan maravilloso... a mi lado...
Ya no era capaz de seguir hablando; estaba muerto de sueño y cansado por la transformación, como si su cuerpo hubiese pasado un gran esfuerzo y ahora se hallase exhausto.
-¿Te... te importa que duerma un poco, Takuma?
Bostezó otra vez, sabiendo ya que ahora era imposible contenerse y se dejó caer contra el pecho de su ángel.

A decir verdad, el noble también se sentía bastante casado. Era cierto, ese día había estado lleno de acontecimientos inesperados, y comenzaba a darse cuenta de su cansancio.
-Es.. Es cierto, ambos deberíamos descansar ya.
Se limitó a murmurar, recostándose nuevamente, con su amado encima. Le encantaba su calidez, y no pesaba casi nada.
-¿Te gustaria dormir aquí, o prefieres estrenar tu habitación?
Le preguntó, susurrante. Le encantaría dormitar junto a él, y la cama era bastante espaciosa para ambos, pero obviamente no se molestaría si el pequeño prefería ir a dormir solo. Después de todo, tanto de su persona debía estar aburriéndolo, o eso pensaba el rubio.
Besó una vez más su mejilla, ya con los ojos cerrados mas sin dormirse todabía.

Le echó los brazos al cuello y se dejó caer sobre el colchón, con un suspiro de tranquilidad y paz.
-No quiero irme... Me encantaría quedarme contigo. Es maravilloso tenerte a mi lado, ¿sabes? Me haces sentir muy bien... Aunque... no deseo molestarte... Si prefieres dormir, solo, me iré
Tenía la esperanza de que no fuera así, pues necesitaba a Takuma a su lado para poder conciliar el sueño. Por nada del mundo querría separarse de él, bajo ninguna circunstancia.

Sonrió cálido al igual que siempre, y estirando el brazo en un solo movimiento se tapó a ambos con las hermosas y suaves sábanas de seda.
-Adoraría dormir contigo, mi príncipe.
Tan solo pronunció, acurrucando al menor entre su pecho, quedando los dos tapados hasta el cuello, para que el frío de la noche no dañara su salud.
Mantuvo luego los ojos cerrados. Siempre había adorado la hora de dormir, y más cuando había sido un largo día que le daba la oportunidad de marcharse a sus sueños con más rapidez. Respiraba tranquilo, contento y silencioso, con el joven entre sus brazos.

Se sentía muy a gusto junto a Takuma bajo las mantas, acurrucado contra su pecho... protegido, a salvo de todo mal y con el corazón rebosante de emociones y de felicidad al saberse junto a su ángel. Buscó con su mano la de Takuma y la aferró, para poder dormirse, como si fuera el peluche junto al cual dormía de niño.
-Bu... buenas noches, mi ángel.
Lo dijo en un susurro muy bajo, casi inaudible, sintiendo todo su cuerpo relajado y tranquilo, al igual que su mente. Sí, todo estaba bien... y nada... absolutamente nada ni nadie le haría daño mientras estuviese con Takuma.

Aquellas últimas palabras abrieron las puertas hacia el camino a las tierras de Morfeo, callendo en ese momento presa del cansancio. Tomando aún su mano, se dispuso a abandonar aquel mundo para pasar al suyo propio, reino de sueños incoherentes y, en muy pocas ocasiones, pesadillas un tanto extravagantes.
De vez en vez se movía un poco, acomodándo inconscientemente las sábanas para no enfriarse, o estrechando más el cuerpo de su cálido acompañante.

Se quedó dormido con rapidez, a diferencia de lo que parecía sucederle normalmente, acomodado junto a Takuma, invadido por una extraordinaria sensación de paz.
Sin embargo, horas después, tuvo un agitado sueño, una de aquellas pesadillas que con tanta frecuencia le visitaban y torturaban, y se despertó jadeando, agitado, muy asustado. Al principio, pensó que se hallaba en el oscuro lugar de su pasado... pero la calidez de Takuma y su dulce olor le devolvieron a la realidad. Aún así, tiró suavemente del pijama del vampiro y le llamó, temiendo haberlo despertado ya con sus movimientos.
-Takuma...

Continuaba dormitando, con su pequeña habitual sonrisa en los labios. Soñaba con su familia, con su antigua residencia y, en especial, sus padres. Sin embargo, no eran sueños descomunales para el vampiro, tan solo se presentaban en forma de simples recuerdos no muy importantes.
Prontamente sintió algo que lo abstrajo de sus sueños, los cuales eran muy fáciles de desaparecer con un simple movimiento en sus cercanías. Y, al notar que alguien tiraba de su pijama, abrió lentamente sus orbes esperalda, encontrándose con los de su pequeño.
-Mmh~.. Hola.. -Susurró, sonriéndole cálidamente luego de haber notado que lo estaba llamando- ¿Qué sucede?...¿Ocurre algo que te disguste?
Le preguntó, sin demasiados rodeos. Si algo molestaba al muchachito, él no dudaría en intentar arreglarlo.

Se sonrojó un poco, avergonzado por haberle despertado de aquella forma, pero se sentía asustado y le necesitaba.
-Ta... Takuma, perdón por despertarte...
Lo dijo muy bajito, acurrucándose más fuerte contra el vampiro.
-He... he tenido una pesadilla... ¿Podrías abrazarme un poco más fuerte? Me da un poco de miedo la oscuridad, ¿sabes? Pero contigo me siento a salvo...
Se sentía un poco estúpido e infantil, pero era cierto que le aterrorizaba la oscuridad, sobre todo después de todo lo sufrido. Sin embargo, para él su ángel era una defensa frente a todas esas pesadillas que le amenazaban.

Lo oía atento, con esa expresión de calma y paz que casi siempre poseía, y aquella mirada cálida con la que siempre intentaba consolarlo.
-Ah, ya veo.. -Musitó, abrazándolo con más fuerza, como le pedía.- Tranquilo, yo te protejeré de cualquiera que quiera hacerte daño.
Le aseguró, un tanto aniñado e infantil. Quería hacerlo sentir bien a toda costa, y si era posible, ayudarlo a poco a poco olvidar aquellas malas experiencias, no importaba el tiempo que tomara hacerlo.
-¿Quieres que encienda la luz? No me molestaría para nada.
Besó la mejilla del menor con suavidad, mientras que aún lo sostenía firmemente entre sus largos brazos. Era verdad que, al dormir, apenas era consciente de la luz que lo rodeaba. Lo había comprobado, pues a veces cuando leía, se quedaba dormido con la luz encendida.

Sonrió, un poco avergonzado, y negó lentamente con la cabeza, refugiándose en los brazos de Takuma.
-Sí, sé que tu estás aquí...
Se alzó un poco y le rozó los labios con un beso, murmurando un suave agradecimiento. ¡Cuánta paciencia tenía Takuma con él y que maravillosamente dulce era!
-Enciéndela, por favor... pero sólo un momento, para que pueda verte... Después puedes volver a apagarla... prometo no molestar más...
Todavía estaba un poco asustado por la pesadilla, pero el olor y la voz de Takuma le calmaban con gran rapidez.

Correspondió a ese corto beso, sintiendose espléndido. Lo adoraba cuando hacía aquello, provocando que su sangre hirviera sintiendolo tan serca.
De inmediato estiró el brazo tanteando el interruptor de la luz sercano a la cabecera de la cama, y al encontrarlo, toda la habitación se iluminó con esa suave y tenue luz, mas que alcanzaba como para alumbrar cada rincón.
-No me molestas, mi amor.
Le murmuró, regresando a su antigua posición, protejiéndolo, sonriendole suavemente. Se había dado cuenta de que era la primera vez que lo llamaba así... "Mi amor", le había fascinado decirle aquello, pues le sonaba bastante afectuoso, aunque seguramente extraño de pronunciar las primeras veces.
-Y recuerda, si necesitas algo dimelo, ¿Si?
Agregó, depositando un nuevo beso en esos suaves labios que adoraba.

Aquella sensación de tranquilidad se magnificó cuando Takuma encendió la luz y pudo volver a verle. Sí, contemplar aquellos cabellos rubios, aquellas facciones perfectas, aquella piel pálida y aquellos maravillosos ojos verdes le hacía pensar que, en efecto, todo estaba bien. Y, lo que era más importante, su pesadilla y sus recuerdos parecían lejanos, encerrados en el abismo del que no deberían salir.
-Gracias, mi ángel... -respondió, sonrojándose al escuchar aquella palabra con la que se había referido a él-. Ya puedes apagar la luz... creo que ahora podré volver a dormirme...
Cerró los ojos y sujetó otra vez la mano de Takuma.
-Sí, te avisaré... aunque intentaré no molestarte con mis tonterías...
Bostezó levemente y se acomodó un poco mejor bajo las sábanas.

Una vez más acarició con la mano su lacio y hermoso cabello, y estiró la otra posándola sobre el interruptor, apagando la luz sonriendo, un tanto somnoliento.
-Cualquier cosa que te incomoda... No es ninguna tontería.
Le dijo al oído, en un suave murmullo. Tomó nuevamente su mano y sintió como el joven se aferraba a ésta, y apegándose a él de nuevo cerró sus ojos. Mas esta vez no se durmió, ya que sentía que con aquel corto tiempo en que había descansado era suficiente, y nuevamente abriendo sus orbes, divisó en la oscuridad la figura de su pequeño amado.
Se quedaría así, vigilando que nada lo molestara, espectante por si alguna horrorosa pesadilla volvía a hacerse presente.

Le sonrió y negó lentamente con la cabeza.
-Sí, sí son tonterías... Porque contigo... no debo tener miedo...
Se llevó la mano de Takuma al rostro y la besó suavemente, colocándola junto a su mejilla, esperando que la dejase ahí.
-Buenas noches de nuevo...
Lo dijo otra vez en un susurro muy bajo, apenas audible y, cerrando los ojos oscuros, arropado por el calor de las mantas y el propio calor corporal de Takuma, consiguió quedarse dormido.

Continuaba abrazándolo, y no dejaría de hacerlo, mientras que con leves movimientos de la mano que tenía en la mejilla del joven, lo acariciaba suavemente.
-Duerme bien~..
Pronunció nada más, en un tono dulce y apenas audible.
Solo lo observaba, fascinado con su belleza y maravillado con las tiernas expresiones que ponía de vez en vez, logrando verlas entre la oscuridad, por imposible que sonara. Podía oir de nuevo su corazón latir un tanto más acelerado de lo normal, y se deleitaba escuchando la suave y tierna respiración del menor.