Palacio Ichijou. [Narcys]

No quiso discutirle aquello de si le debía o no alguien... tampoco hubiese tenido demasiado sentido. Aunque Takuma no quisiese admitirlo, Narcys estaba convencido de que sí le debía algo y, aunque no fuese así, intentaría ser lo mejor posible para satisfacerle y que estuviese feliz... en el fondo, ver feliz a Takuma le hacía sentirse feliz a sí mismo.
Correspondió a la sonrisa y después se sorprendió con aquel repentino azoramiento de Takuma, al verle desviar la mirada, confundido. Él también se sentía algo confuso... era evidente que Takuma no era "un vampiro, su amo, y nada más". Significaba muchísimo más para él... realmente, en aquellos momentos, lo significaba todo.
-Ah... Me... me gustaría saberlo... Pero si no quieres decírmelo, no insistiré... Tú puedes evitar decirme lo que quieras...
Agregó a esto una sonrisa, para que Takuma viese que no le molestaba.

Un tanto más distraído que antes, sumido en sus pensamientos, intentaba con todas sus neuronas encontrar esa palabra, o almenos, armarse de valor para decirla cuando la descubriera.
¿Qué era Narcys para él?... Al verlo, se sentía maravillado, honrado de tenerlo allí, solo para él. Con tan solo escuchar sus palabras su corazón se aceleraba, y ni hablar cuando podía tocar su aterciopelada piel. No era su esclavo, no era un niño pequeño al cual protejer, y lo quería más que a un íntimo amigo. ¿Qué era entonces?
Lo había pensado.. Que tal vez, debiera expresarlo con más de una palabra...
-Narcys, yo...
Volvió a mirarlo fijamente, decidido a decirle lo que sentía, a pesar de que sus mejillas ardían en un rojo carmesí. Estaba muy nervioso, y temía que sus sentimientos fueran rechazados. Sin embargo, no se iba a detener por eso.
-Y-Yo creo que... Para mí, tu eres.. eres la persona más increíble que he conocido... Nunca me has demostrado temor a pesar de ser lo que soy, y en todo momento quieres hacerme feliz... Eres inteligente y, comprensivo... A-Adoro escucharte hablar y po-poder abrazarte, tenerte junto a mi..
Al principio, la garganta se le había hecho un nudo, pero ahora las palabras escapaban de su boca con rapidez. Mantenía enfocadas sus orbes esmeralda sobre las del muchacho, tartamudeando de vez en vez.
-No creo... poder decirte todo lo que eres para mí en tan poco tiempo... Pero, te adoro, Narcys... Moriría si te fueras de mi lado, aunque se que sea muy egoísta de mi parte, ya habiéndote conocido, no podría vivir sin ti. Tu... eres mi amado..

Sus mejillas se volvieron del color de las granadas al escucharle decir todo aquello. Le miraba fijamente a los ojos, sonriendo sinceramente, sin poder creerse todo lo que le estaba diciendo. Y, sin embargo, allí estaban aquellas palabras... tan hermosas, que a Narcys le parecía que era un dios quien le estaba hablando. Todo parecía realmente increíble, más perteneciente al mundo de los sueños que al de las realidades. Su mente se resistía a creer que aquello estaba pasando, pero al final comprendió que así era, y se le escaparon dos lágrimas de alegría.
-Yo... yo... Ah, Takuma... Es tan bonito lo que me has dicho... Yo... todavía me cuesta creer que esto es real, que tú eres real... Pero parece ser que sí... ¿Cómo... cómo iba a temerte, si sólo me has mostrado amabilidad y cariño? Y el hecho de que seas vampiro... resulta hasta hermoso... No... no podría despreciarte por tu raza, de ningún modo... Yo no juzgo a la gente por su raza, sino por lo que demuestra ser... y tú me has demostrado ser maravilloso. Yo... no entiendo todavía cómo puedes... cómo puedes quererme a mí, con lo feo y vulgar que soy... pe... pero si a ti te parezco hermoso y agradable, yo estaré feliz, porque quiero que tú también lo seas... En realidad es como si hasta ahora hubiese sido el infierno y tú... tú hubieses venido a rescatarme... Por eso eres mi ángel, Takuma... mi ángel y mi amor... y mi dueño, porque quiero ser tuyo, quiero pertenecerte por completo y que jamás... jamás me dejes ir... A... a veces pienso qué hubiera pasado si tú no hubieses venido... si tú no me hubieses comprado... quizá ahora estaría de nuevo herido, asustado, humillado, helándome de frío en alguna habitación después de que mi amo abusase de mí... pero... pero tú me has sacado de todo eso... Aún así, no es sólo gratitud lo que siento... es más que eso... mucho más, Takuma... Yo... yo también siento que me haces falta...
No pudo seguir hablando, la intensidad de las emociones era excesiva. Casi sin pensarlo, pero aún muy asustado, besó suavemente a Takuma en los labios, esperando haber podido mostrarle todo lo que sentía.

Se sentía afiebrado de lo nervioso que estaba, impactado, y tan solo podía sonreir de lado a lado. Realmente, era como si ese momento no fuera cierto. Él, que jamás había sido realmente amado, ni siquiera por sus propios padres, estaba escuchando ahora todas aquellas palabras que simplemente le costaba creer, y estaba siendo bombardeado por ese mar de sentimientos, en el cual navegaba sin ninguna experiencia.
Lo único que pudo hacer, luego de haber recibido y correspondido a ese hermoso beso, fué abrazarlo fuertemente, temiendo que su corazón se saliera de lugar.
Quería gritar, reir, llorar de alegría, y correr por todas partes. Se sentía extremadamente enérgico y renovado, y se frustraba tan solo con saber que no podía hacer todo aquello a la vez, aunque teniendo a su amado allí abrazado, se olvidaba de todo eso y solo la felicidad era capaz de invadirlo.
-¡Te amo! Te amo, te quiero, te adoro Narcys, y si pudiera, te lo diría cada segundo, en todo momento.
Exclamó emocionado. Solo en él podía pensar, y todo lo demás no existía. Solo estaban los dos, allí, abrazándoce entre el cálido vapor.

Sentía los latidos del corazón de Takuma, a punto de salírsele del pecho... como el suyo propio, que golpeaba en su interior. Le había costado decir todo aquello y ahora, una vez expresado en voz alta, se daba cuenta de que le había servido para borrar su propia confusión... ahora entendía lo que sentía por Takuma... la razón de que no sólo fuese agradecimiento, respeto y cariño, sino algo más...
-Yo... yo también quiero repetírtelo... Y escuchar cómo me lo repites, y decir tu nombre una y otra vez, hasta que me quede sin voz... Ta-ku-ma -repitió, paladeándolo-. ¡Es tan bonito! Pero para mí eres un ángel... eso eres, mi ángel... De niño, mi madre me leía cuentos, en Francia, y decía que los ángeles eran pálidos y rubios, como tú... y amables, gentiles y puros... como tú... ¡Ah, tú eres mi ángel!
Se abrazó más fuerte a él, sintiendo que se ahogaba en aquel mar de sentimientos y emociones.
Transcurridos unos minutos, notó que el agua comenzaba a enfriarse y se levantó.
-Creo que tendremos que marcharnos a la cama, pues está empezando a hacer frío. Cogeré las toallas, si te parece bien.

Por primera vez, se sintió completo, sin preocupaciones, sin tristezas ni remordimientos. Estaba feliz, satisfecho de estar de esa manera, pudiendolo sentir entre sus brazos.
Pero... de pronto algo horroroso se cruzó por su mente. El rubio se dió cuenta de que, inevitablemente, algún día estaría de nuevo solo, pues su amado era, en efecto, un humano. Y, a pesar de que aún faltara muchísimo tiempo para eso que él temía, ese pensamiento le había alterado un poco los nervios.
Al ver que el joven se levantaba, rápidamente lo tomó del brazo, con suavidad y cuidado de no dañarlo, tan solo llamándo su atención. Él se encontraba aún en el agua, sentado, con una mirada un poco triste.
-Narcys... -Murmuró, poniendose lentamente de pié, dejando que su rubio flequillo tapara uno de sus ojos.- He estado pensando que... La vida de los humanos es muy frágil y efímera comparada con la de los vampiros...
Le dijo, levemente sonrojado, esperando no ofenderlo ni decir nada indebido. Tan solo no quería ocultarle lo que pensaba.
-Hace un rato.. cuando te caíste en el baño, me preocupé mucho y tuve miedo de perderte, aunque por fortuna no fué asi, pero...
Ya estando de pié, deslizó su mano hasta tomar la del muchacho, intentando terminar su frase, aunque le era bastante dificultoso, pues de nuevo temía decir algo incorrecto.
-Tu.. ¿Qué dirías si te propusiera la eternidad conmigo? Siendo un mounstruo como yo, un ser que no puede morir, un chupa sangre... P-Puedes rechazarlo, claro, no te forzaré ni nada.. Pero quisiera saverlo antes que nada..

Le escuchó, un poco apenado ante sus primeras palabras. Ya había pensado en eso y le dolía, el hecho de que su vida fuese a terminarse y de que Takuma se quedase solo... y estaba también la circunstancia de que él envejecería y, en unas décadas, sería un anciano, frente al juvenil frescor de Takuma... no quería que el vampiro le viera marchitarse, apagarse y que asistiese a su final.
Al ser tomado de la mano, supo que Takuma iba a decirle algo muy importante y se quedó serio, escuchándolo. Al final suspiró, pensando en lo que significaba la propuesta de Takuma. Sabía en lo que se convertiría, y en que una vez hecho, ya no habría marcha atrás... ni siquiera tendría el consuelo de su madre. Y, así, jamás podría volver a su hogar en Francia... ¿qué diría su madre si le viese convertido en un vampiro? Pero tampoco era importante... quizá ella no le quisiese ya... Además, estaba Takuma... le ofrecía la eternidad junto a él, y Narcys le creía, sabía que sus palabras eran sinceras... En el fondo, era lo que él más deseaba... estar junto a Takuma, y que aquello no se terminase nunca.
-Sí... -respondió-. Sí, sí quiero, Takuma... Pero tú no eres un monstruo, ya te lo he dicho...
Suspiró y le apretó más fuerte la mano.
-¿Y... y cómo sería, Takuma? ¿Cómo... cómo me convertirías en lo que eres?

Lo único que pudo hacer al oir su respuesta, fué sonreir. Se sentía culpable, egoísta, pero no podía pensar en perder a su amado, no ahora, que sentía tanto apego hacia él.
-Yo... Debo morderte de nuevo, y luego dejar que también bebas mi sangre.. Solo así puedes pasar a ser un vampiro.
Le dijo bajando la mirada, poniendose un poco más serio. Porsupuesto que se sentía feliz de que hubiera aceptado su propuesta, pero aún tenía la necesidad de confiramarlo, pues no quería hacer nada que luego lastimara al muchacho.
-Pero, Narcys, debes estar completamente seguro de ésto. No hay manera de que regreses a ser humano, y te doy el aviso de que en los primeros días es muy difícil controlarte.. No quisiera verte sufrir por eso, y, sinceramente, no se cuán terrible es ser un vampiro "novato".
Advirtió, aún tomándole la mano. Para él, que nació como vampiro, le era imposible imaginarse la dificultad de controlar la sed de alguien que antes fué un humano.

Abrazó a Takuma y asintió de nuevo, con más seguridad en la mirada.
-Quiero hacerlo... Sé que no podré volver a ser humano... pero no hay nada que me ate al mundo humano, realmente. Mi padre y mi hermano están muertos... mi madre... mi madre me vendió para pagar deudas... No... no tengo a nadie más... Y aquí, en la Isla... no conservo un recuerdo grato de nadie... Só... sólo tú significas algo... No... no quiero volver a mi hogar... ahora ya no... No... no sé si algún día podré olvidarlo, pero los recuerdos son cicatrices en el alma... y siempre llega un momento en el que no duelan, aunque sigan existiendo...
Besó a Takuma en los labios y movió otra vez la cabeza.
-Quiero hacerlo... Pe... pero aquí no... Me... mejor en tu habitación... quizá sea más... más agradable...

También lo rodeó con sus brazos, de alguna manera sobreprotectoramente, y besó su cabeza con delicadeza.
-No se lo difícil que ha sido tu vida hasta ahora, Narcys... Pero te prometo, que siempre haré mi mejor esfuerzo por que seas feliz..
Le susurró, besandolo cálidamente en los labios para luego separarse y, aún tomándolo de la mano, salir de la bañera. Tomó dos toallas, una atándosela a la cintura, y la otra, entregándosela al joven.
-Ven, volvamos a la cama. ¿Puedo secarte allí el cabello?
Le preguntó, volviéndole a sonreir con ternura. No quería ser demasiado serio ante Narcys, por lo que intentaba sonreir al menos un poco.
-Ahora te daré un pijama, para que no te resfríes.
Dijo con suavidad, secándose el cabello con otra toalla y dejándolo alborotado. Luego se la puso en los hombros, y caminó hasta su ropero. Tomó un pijama que le quedaba chico, y suponía era de la talla del menor, escogiendo luego también uno para él.
Los dejó sobre la cama y continuó secando el resto de su cuerpo, manteniéndose en silencio y esperando a que el muchacho se asercara.

Correspondió al beso y asintió, muy nervioso y, al mismo tiempo, intentando dejarse invadir por la calma que emanaba Takuma.
-Yo... yo también intentaré que tú seas feliz...
Se ató la toalla a la cintura como hacía Takuma y asintió con la cabeza, de forma imperceptible, para después responder con su voz.
-Sí, claro que sí...
Mientras Takuma iba a buscar el pijama, se secó todo el cuerpo con la toalla, frotándose la piel concienzudamente... no le gustaba sentirse húmedo o mojado después de salir del baño, en el momento de vestirse. Frotó un poco su cabello, para que no goteara, pero no se lo secó... si el mayor quería hacerlo, él no se lo impediría... Además, realmente le gustaba esa idea.
Sonriendo, intentando aparentar una tranquilidad que no poseía, se acercó a Takuma y se sentó junto a él, en la cama.

Al verlo junto a él, de nuevo sonrió con calma. Se vistió con su fino y cálido pijama de seda, y tomó luego la toalla, sentado en la cama. Miró a Narcys con sus orbes esmeralda, y sin decir palabra alguna, posó la toalla sobre su cabeza y comenzó a frotarla con su cabello en un, algo torpe, pero cuidadoso intento por secarlo.
Aún dudaba sobre lo que habían hablado. O más bien, tenía miedo, miedo de herirlo psicológicamente, o de que luego el menor se arrepintiera de cambiar de raza y que, al no poder volver atrás, sintiera rencor hacia él.
A pesar de estar sumergido en su mar de indecisos pensamientos, continuaba con sus suaves masajes para secarlo.
-Narcys... ¿Podrías mientras tanto contarme sobre Francia?
Le pidió de pronto, para entablar alguna conversación. A pesar de habler viajado, jamás había tenido la suerte de recorrer aquel bello lugar.
-Si quieres, claro. Tan solo es por curiosidad.

Cerró los ojos al sentir que comenzaba a secarle el pelo... le gustaba aquella sensación, acompañada de la que experimentaba al saberle preocupado por él. Suponía que Takuma no tenía mucha experiencia haciendo aquello, pero igualmente era cuidadoso, y eso maravillaba a Narcys.
-¿Ah, Francia? Bueno... Viví allí hasta cerca de cumplir los trece... y sí, supongo que recuerdo muchas cosas... Vivíamos... es decir, mi padre, mi madre, mi hermano mayor y yo... vivíamos en el sur, cerca de la costa... Es muy bonito, porque en verano hace bastante calor, y se puede visitar la playa... pero tampoco es como para asfixiarse, ¿entiendes? Además, en invierno no te mueres de frío... Mi padre tenía un empleo fijo y mi madre también. La verdad es que vivíamos bien, sin estrecheces... Yo iba a la escuela con mi hermano, jugaba por las tardes con mis amigos y me ganaba alguna regañina por hacer las típicas tonterías de los niños pequeños... Nada que se salga de lo normal, supongo. Pero luego mi padre y mi hermano murieron, de un infección... Fue muy rápido: les llevaron al hospital, y a los dos días estaban muertos. Me... me entristecí mucho por eso... supongo que es normal. Pero me quedaba mi madre, só... sólo que la familia tenía deudas y le dijeron que si... si me vendía... no le harían nada... Así que me trajeron aquí, y luego empezó... todo lo malo... No... no sé si me he extendido mucho y si quiere que continúe... no quiero aburrirle...

Al principio, su relato era agradable y se mantenía sonriendo, secándole el cabello. Siempre había soñado con una vida tranquila, con sus amigos, y le hubiera gustado tener un hermano mayor, que lo cuidara y lo sobreprotegiera.. Ese lugar sonaba muy hermoso, con la playa y todo aquello que el joven decía.
Pero luego, cuando su historia comenzaba a abarcar el tema de la familia, y sobre su padre y su hermano, comenzaba a sentirse triste, y más al notar que el muchacho comenzaba a tartamudear un poco.
Sin dudarlo, dejó la toalla a un lado y lo abrazó por la espalda, escondiendo la cabeza en el hombro de su pequeño amado, mientras que decía..
-N-No... no sigas contándome si te entristece, no tienes que hacerlo.
Susurró, rodeandolo con sus brazos y escondiendo la mirada. Takuma era muy sensible respecto a esos relatos, y se entristecía con muchísima facilidad. Sin embargo, si el menor por alguna razón quería seguir hablando de eso o desahogarse, el no se opondría. Simplemente no quería verlo triste, ni obligarlo a recordar esas cosas tan terribles.

Suspiró cuando Takuma le abrazó por la espalda y dejó caer su cabeza contra la del vampiro, apoyando la mejilla en aquel cabello suave y húmedo.
-No sucede nada... Junto a ti no... no duele tanto... Y después de todo, tienes derecho a saber cosas sobre mí...
Se detuvo un momento, suspirando de nuevo, dejándose caer ya completamente contra Takuma.
-Supongo que yo no sabía qué significaba ser esclavo... Es decir, cuando llegué aquí estaba asustado y angustiado, pero no había imaginado que... que fuese tan terrible. La... la primera vez me compró un vampiro bastante mayor... creo que tenía novecientos años... Al principio pensé que sería amable... creía que, si yo era obediente, él no me haría daño... Pe... pero no fue así... No le gustaba la luz y toda su casa estaba a oscuras... casi completamente, a excepción de alguna vela... Yo... yo pasé casi ocho meses encerrado en una habitación, sin ventanas, sin ningún tipo de luz, sólo la que se colaba cuando a veces se abría la puerta... pero yo nunca la veía, porque cerraba los ojos, para no verle a él... Me... me forzaba... muchas veces... y me hacía daño... siempre sangraba y gritaba... pero no le importaba... creo... creo que incluso le gustaba... Pe... pero yo no podía escapar... Él venía, me utilizaba y luego me azotaba por no obedecerle... des... después venían los sirvientes y me dejaban lavarme un poco... a veces me daban algo de comer, sobras... pero sólo de vez en cuando... Luego me... me ataban de nuevo, para cuando mi amo regresase otra vez... y se repetía todo... hasta que... hasta que un día me dejó casi muerto y se cansó de mí... Dijo que era muy débil y me volvió a vender... esta vez me compró un vampiro noble y me regaló a su hijo menor, que tenía tu edad... Él... él era muy cruel, me despreciaba y siempre tenía algo por lo que castigarme, a veces sin motivo... sólo porque le apetecía y le gustaba... Era... era un infierno... Unos meses después, me enteré de que... de que iba a tener un niño...
Se detuvo y se limpió los ojos, notando que se le habían llenado de lágrimas.

A cada palabra, a cada suspiro de Narcys, sentía que su corazón poco a poco se desquebrajaba. En realidad, no había que ser demasiado sentimental como para entristecerse con tan solo un minuto de oir aquellas atrocidades.
Se arrepentía por haberle hecho la pregunta, y se odiaba por ser lo que era. Los vampiros, ellos siempre tenían que ser desalmados y, de hecho, racistas.
Lo tenía entre sus brazos aún, intentando que su corazón latiera normalmente. Simplemente, sus palabras no se animaban a salir de entre esos labios, los cuales permanecían cellados, temiendo de nuevo seguir hiriendo a su pequeño amado. Es que... tan solo, no lo podía creer, de niño admiraba su raza, y caminaba con orgullo de saber que era un vampiro, pero solamente podía hacer aquello porque no tenía ni la menor idea de las bestialidades que los suyos hacían.
-Narcys... -Susurró, aguantándo las ganas de llorar que tenía, pues no quería hacerlo frente al muchacho- Ya te lo he dicho decenas de veces, y te lo seguiré diciendo si me es posible... Tu jamás sufrirás eso de nuevo.. Nunca, nadie más tocara esa hermosa piel que tienes, ni te hará entristecer de alguna manera.
Le aseguró, entrecortando su habla algunas veces, pues sentía que se tenía que forzar para que las palabras salieran.
A veces, el noble se preguntaba.. Si había un Dios en verdad, ¿Porqué entonces tanta gente sufría? ..Un misericordioso, que perdonaba a todos por sus pecados. Pero, ¿Porqué no había aparecido mientras al muchacho le ocurrían esas cosas? Y, si él era un ángel como el joven decía, se odiaba entonces, por no haber aparecido antes..

Se quedó muy quieto, sumido todavía en sus recuerdos, escuchando ahora la suave voz de Takuma, sintiendo como la voz de su ángel se quebrada y comprobando que la suya, en efecto, también se hallaba quebrada.
-No estés triste... -susurró-. Tú no eres como ellos, ¿sabes? Eres tan distinto, Takuma... Me encanta que seas diferente. Contigo me siento protegido de todo eso... y no... no pasa nada porque me hayas hecho recordar todo esto. Junto a ti no duele tanto... Y, de todos modos, tarde o temprano te lo contaría y prefiero... prefiero no tener secretos para ti, de ningún tipo.
Se detuvo y, dándose la vuelta, le abrazó, hundiendo la cabeza en el pecho de Takuma. Ya no sentía deseos de llorar, no junto a Takuma, no mientras Takuma estuviese allí.
-Después... después de saber que estaba esperando un niño, las cosas mejoraron un poco... Al principio, yo no quería al bebé, pues sabía que era fruto de lo que mi primer amo me había hecho... pe... pero cuando mi dueño se enteró, me dio una paliza y pensé que iba a perderlo... Y fue entonces cuando me di cuenta de que sí quería a mi bebé, y de que era un motivo para vivir, cuando no parecía existir otro. Y... y mi amo me dejó tenerlo, supongo que en el fondo le daba igual... Todos decían que no podría soportar el dar a luz... para mis catorce años era muy pequeño, estaba desnutrido y, además, las condiciones no eran muy buenas... pero el bebé nació... Era tan... bonito... gordito y saludable... Parecía casi un milagro, ¿sabes? Me... me hizo muy feliz tenerlo, aunque... aunque tampoco cambiaron demasiado las cosas... mi amo me violaba y me maltrataba igualmente, pero yo tenía a mi hijo, y eso me aliviaba... Después... después se cansó de mí y me vendió... pero no me separaron de mi bebé, un nuevo milagro... Aún así... el tratante descubrió lo que yo ya sabía... que mi hijo era ciego... y... y le pareció que un esclavo así no sería viable, que nadie le querría... Así que... dio licencia a los guardias pa... para hacer lo que quisiesen con él y conmigo... Fue... fue horrible... Me lo arrancaban de los brazos cuando el bebé tenía hambre y me decían que tenía que obedecerles si quería darle de comer... me... me forzaban mientras yo oía a mi hijo llorar de hambre... Era... inhumano... pe... pero yo les obedecía, porque no quería que mi niño muriese... Un día el bebé no dejó de llorar aún cuando yo lo hube alimentado, así que un guardia borracho lo golpeó contra la pared para que se callase... y murió... No... no pude lamentarme ni llorarle... se llevaron el cuerpo sin dejarme verlo... Después tuve otros tres amos... y dos embarazos más, pero me obligaron a abortar, aunque yo quería tener a los niños... Y finalmente acabé allí, en el mercado, donde me encontraste tú... y me salvaste...
Se acurrucó contra Takuma, con los ojos cerrados, temblando levemente. Era la primera vez que contaba eso a alguien y le había costado realmente hablar.

Mientras más escuchaba, más asco sentía. Asco de esas personas, asco de la sociedad que había en ese momento. Era realmente humillante, y seguía doliéndole no haber aparecido antes, para retirar al muchacho de las manos de esa escoria.
-Yo no.. no se que decir...
Confesó, en un débil susurro. No podía encontrar palabras para consolarlo, o para seguir asegurándole que eso nunca jamás ocurriría otra vez.
Él, como ya le había mencionado, se sentiría más que honrado si el muchacho le diera un hijo, pues... adoraría cuidarlo, mimarlo, y verlo crecer, junto a su amado príncipe. Había soñado con tener una familia, alguien que lo quisiera por lo que era y no por su rango en la sociedad. Ya no quería ver a personas interesadas o hipócritas, solo deseaba dar y recibir el cariño que se merecía.
Continuó sosteniéndolo, acariciándole la mejilla con una mano, abrazándolo protectoramente contra su pecho. Ya no quería verlo triste, pues le rompía el corazón escuchar sus sollozos, o verlo temblar.

Se quedó de nuevo inmóvil, pero esta vez abrió los ojos y, poco a poco, se sintió capaz de mirar a Takuma al rostro, asustándose al ver la pena que expresaba. Realmente no había sido su intención entristecerlo, así que se abrazó a él y, levantándose, le besó suavemente en los labios.
-No... no tienes que decir nada... Só... sólo tu presencia basta para que me sienta tranquilo, para que ya no me duelan tanto estos recuerdos... Tú no debes sentirte culpable por lo que los de tu raza hayan hecho conmigo... como te dije, yo creo que todos podemos elegir entre hacer el bien y hacer el mal... Ah, Takuma, quiero quedarme siempre junto a ti...
Le besó otra vez en los labios, esta vez un poco más fuerte, y luego trató de sonreír.
-¿Todavía deseas que me convierta en vampiro y te acompañe durante toda la eternidad? Porque si así lo quieres, debo decirte que yo también lo deseo...
Después apoyó su cabeza en el pecho de Takuma, y cerró los ojos de nuevo.

Correspondió un tanto desganado a ese adorable beso, y logró sentirse algo más consolado con sus dulces palabras. Le alegraba que por lo menos su presencia pudiera ayudar en algo, pero de todas maneras, la culpa no se le quitaba con tanta facilidad.
Lo miró a los ojos al oir lo segundo, e intentó tratar de olvidar su tristeza, al menos como para responderle con una pequeña sonrisa.
-Ah.. E-Es cierto, casi lo había olvidado.
Atinó a decir, en voz baja. Continuaba rodeándolo con sus brazos, solo que ahora, lo tenía de frente, acariciando suavemente su mejilla con el dorso de la mano.
-¿Lo ha-hacemos ya? Podemos esperar un poco si quieres, no quiero que te sientas incómodo o algo.
Le susurraba al oído, con ternura. No creía que fuera a dolerle, pero de todas maneras el muchacho no debía tensarce, pues haría un poco más dificil el asunto de penetrar la piel con los colmillos.

Le abrazó un poco más fuerte. Era cierto que se sentía nervioso y que sabía que estaba tomando una decisión irreversible que marcaría para siempre una existencia, existencia que, por otra parte, ahora jamás concluiría. Pero él deseaba hacerlo y sentía que, con cada minuto que pasaba, el miedo comenzaba a adueñarse de su cuerpo... necesitaba hacerlo antes de estar demasiado asustado para ello.
-Sí, estoy seguro.
Se apartó el cabello, aún algo húmedo, del cuello, ofreciéndoselo a Takuma, tratando de disimular con una sonrisa su nerviosismo.
-Sé que no me harás daño...
Susurró esto para tranquilizar a Takuma y después cerró los ojos. Ya estaba decidido.

"Se que no me harás daño"... Esas palabras resonaron en su mente, esperando que fueran ciertas. Suponía que no lo haría, pues ya había comido y realmente no tenía hambre, por lo que solo necesitaba beber un par de tragos para poder transformarlo.
Se avalanzó sobre el joven, sosteniéndolo por los hombros con delicadeza para afirmarlo sobre el colchón, e inclinándose sobre su cuerpo, clavó sus colmillos, que de un momento a otro estaban largos y afilados, en el suave y apetecible cuello del menor.
Igual que antes, suponía que nuevamente el muchacho iba a poder sentir el placer que su extraña mordida provocaba, mas esta vez era más debil y por un tiempo no muy extendido.
Tragó un poco de la sangre, esa sangre tan deliciosa con la que no podía dejar de deleitarse, y luego de separarse y lamer el cuello ajeno para que la herida cicatrizara, mordió su propia palma de la mano, aún sosteniéndolo de un hombro con la que le quedaba libre.
Llenó su boca con su propia sangre, cuidando de no tragar ni una gota, y al retirar su mano rápidamente juntó sus labios con los del muchacho para que éste bebiera, dejando aún sangrando su mano.
Dejó que aquel líquido carmesí, gustoso para los vampiros, pasara a la boca ajena entre aquel beso, escapándosele algunas gotas por la comisura de la boca. El joven debía tragar aquello, para que todo estuviera listo.

Se dejó caer sobre el colchón, confiado. Todavía se sentía asustado y nervioso, pero dentro de él, algo le decía que con Takuma no le ocurriría nada malo y, cada vez que que un pensamiento oscuro se introducía en tu mente, se repetía que allí estaba Takuma.
Sintió los colmillos penetrando su cuello y experimentó un leve dolor inicial, que luego fue eclipsado por una sensación placentera que, como ya había experimentado, iba en aumento y se extendía por su cuerpo. Entreabrió los ojos, para cerrarlos de nuevo, aunque esta vez más relajado.
Sin embargo, en esta ocasión la mordedura no duró tanto, y al poco Narcys sintió que aquella sensación se acababa y los colmillos se retiraban... No se atrevió a abrir los ojos y, para cuando pudo darse cuenta, los labios de Takuma se habían unido a los suyos. Mas este beso no era como los anteriores, pues ahora un líquido cálido y dulce se deslizaba dentro de su boca. Al principio, todo dentro de Narcys se rebeló contra la idea de tragar aquel líquido, pero pronto comprendió el propósito, y tragó suavemente la sangre, advirtiendo que no le sabía mal y que, incluso, le gustaba.
Después de eso, sintió que un brusco espasmo le recorría el cuerpo y que algo dentro de él parecía cambiar... le dolía... le dolía dentro, pero no sabía exactamente donde. Era como si le doliese en realidad el alma. Se aferró más fuerte a Takuma y, sin poderlo evitar, gritó.

Luego de comprobar que el menor había tragado aquel delicioso líquido, lo soltó con suavidad, y delicadamente, se retiró de encima suyo. Estaba consciente de que, a partir de ese mismo segundo, ya no existía marcha atrás.
Tomó su mano y la apretó suavemente, observando inmutado los leves movimientos que el joven realizaba. Podía sentir el mismo dolor que el muchacho, pues ese era un efecto que recibían ambos, mas él podía controlarse e ignorar aquellos espasmos tan difíciles de soportar.
Escuchó su grito, dolido y silencioso, y tan solo lo abrazó de nuevo, recostándose a su lado y sosteniéndolo entre sus largos y fríos brazos.
-Tranquilo, mi pequeño.. Pasará en un segundo, se que duele pero... ya pasará..
Le aseguró al oído, susurrante y dulce. No pudo evitar dejar escapar un par de lágrimas que luego resvalaron por sus mejillas, y viajaron hasta caer en el colchón. Sabía cuánto dolía, pues él mismo lo estaba experimentando, mas no estaba seguro de cuánto más tortuoso le era a los humanos, ya que ellos eran algo más sencibles.

No era capaz de pensar ni de razonar... aquella sensación era demasiado intensa, y no se trataba solo de dolor, sino de algo más... algo igualmente desagradable. Era como si algo se le desgarrase por dentro, en lo más hondo de su cuerpo o de su alma. No conseguía racionalizar aquello, tan sólo podía buscar refugio en los brazos de Takuma y gritar, mientras respiraba agitadamente.
Sin embargo, cuando el mayor empezó a susurrar palabras a su oído, algo dentro de él pareció escucharlas, y en medio de los espasmos y los gritos, se sintió acompañado y menos perdido... era como si, dentro de la oscuridad, pudiese aferrarse a algo para no perder la cabeza.
Pasaron minutos antes de que aquellos dolorosos espasmos se detuviesen. El cuerpo de Narcys quedó relajado, casi como muerto, sobre las sábanas. Lentamente, su conciencia despertó de nuevo, aunque todavía le costaba distinguir con precisión las siluetas o entender qué era lo que había pasado. De hecho, no era capaz de recordar la mordedura... era como si ahora mismo una parte de su mente se hubiese desconectado.
-¿Qué... qué ha pasado?
Abrió los ojos al fin, todavía muy confuso. Lo único que sabía era que junto a él estaba Takuma y que, inexplicablemente, estaba empezando a sentir una extraña sed que nunca había experimentado.