Perdido. (Libre.)

Al sentir que el gatito trataba de colocarse otra vez en aquella postura, Jacob cambió él mismo su posición, para estar él mismo más cómo y que Ikuto también lo estuviese. Después siguió acariciando suavemente sus orejas, riendo al notar como le olfateaba el rostro y tiraba de su ropa... Aquello era como regresar a la infancia, aunque el hecho de que fuese un chico gato y no un gato de verdad hacía las cosas más interesantes.

-Qué dulce eres, gatito...

Jacob estaba sacando todo ese lado tierno que ni él pensaba que tenía, comportándose casi como un niño jugando con su mascota, riendo tontamente a cada gesto tierno del gatito. Sin embargo, en un momento dado un ruido captó su atención. Levantó la vista y vio que el guardia les observaba tras las rejas, con una sonrisa burlona, mirando el cuerpo medio desnudo de Ikuto con una cierta lujuria. El vampiro se enfadó, hizo una última caricia al gatito y se puso en pie, saliendo del cuarto.

-Vuelvo ahora.

El eco del disparo resonó en todos los calabozos. Sin saber muy bien qué hacer, tiró del cuerpo del guardia hacia el interior de la celda, y lo dejó en un rincón, cubierto con una manta. Volvió a sentarse de nuevo junto a Ikuto.

Le gustaba matar, pero prefería que fuese por encargo (le ayudaba a sentirse menos culpable) y, en concreto, matar a ese guardia era algo bastante imprudente, pues sabía que mantenía una relación con el jefe de los calabozos... era meterse, sencillamente, en la boca del lobo... Aún así, Jacob esperaba que sus contactos en el mundo del tráfico de armas y de droga dentro de aquella institución le salvasen las espaldas si llegaba a pasar algo... siempre podía decir que el guardia le había atacado... aunque nadie creería eso con el mal carácter de Jacob...

Sintió entonces el suave contacto del gatito y consiguió sonreír otra vez, con una cierta dulzura y resignación, mirándole y acariciando sus orejas.

-Ah, ya sé que no puedes entenderlo ahora... pero lo hice porque no quería que te mirase así... Eres un gatito muy bueno...

De alguna manera, le calmaba aquel suave contacto con la piel de Ikuto y el hecho de que le diese esos mimos... era el primer ser con algo humano que le mimaba así.

Sintió como apoyaba el mentón en su hombro, sabiendo que aquel suave peso le agradaba. Levantó el brazo contrario y empezó a acariciar otra vez sus sensibles orejas, tocando también su cuello y la espalda, delineando la forma de los hombros y la columna, tal como hacía con su gatito cuando era un niño.

-Creo que eres el primero que me da mimos desinteresadamente...

Volvió a acariciar sus orejas y se quedó en silencio, pensativo.

Le gustaba ver aquellas reacciones en el cuerpo del gatito, pues significaba que, por una vez, Jacob estaba haciendo sentir bien a alguien... quizá sirviese para algo además de crear dolor y estropear la vida de las personas, después de todo.

Suavemente, le tomó otra vez en brazos e hizo que apoyase del mismo modo su cabeza en su hombro , para continuar acariciando sus orejas y depositando suaves besos en su cola, que sujetaba con delicadeza.

Suspiró levemente al notar el rostro del gatito contra el suyo, sintiendo que aquella sonrisa infantil y despreocupada se dibujaba de nuevo en sus labios. Le besó suavemente la mejilla y, sin saber bien por qué, le dio una suave lamida en la mejilla, sin saber por qué adoptaba también él una actitud tan semejante a la de un gato. Pero se le había ocurrido que se entenderían mejor si ambos hablaban el mismo 'idioma'.

-Te gusta, ¿verdad? -Murmuró, tomando el ronroneo como un asentimiento.

De nuevo brotó la risa de sus labios al escuchar el maullido, con el que se interrumpieron por un momento los ronroneos, que después se reanudaron... para Jacob, eso era señal de que el gatito se sentía bien, al menos señal comprensible.

-Ah, qué tierno...

Sonrió al notar las lamidas en la mejilla y acarició la cola enredada en su muñeca, admirando la suavidad y elegancia de aquel pelaje.

Estaba disfrutando como un niño pequeño, así que al final acabó echándose boca arriba, para tener al gatito sobre su pecho, como solía hacer cuando era un niño, cuando su mascota dormía sobre él. Siguió acariciando suavemente sus orejas y su cola, escuchando el suave ronroneo.

-Mira, gatito...

Sacó otra vez las llaves y las levantó ligeramente, riendo.

Movía las llaves con gesto divertido, cambiándolas de lugar constantemente para provocar así que el gatito se divirtiese, acariciándole entre tanto la cola.

-A ver si consigues cogerlas, pequeño...

Las movió con una menor velocidad y, sonriendo, permitió que el gatito las atrapase, besándole la punta de la nariz como premio.

Le acarició otra vez suavemente las orejas y la cola, deteniéndose más en esta última parte de su cuerpo, pues era muy suave y agradable... le encantaba tenerla enredada deesa forma en su brazo.

Tomó con suavidad las llaves y las agitó para que hiciesen ruido, mostrando al gatito cómo se hacía, ya que parecía gustarle el suave sonido metálico de las llaves al entrechocar.

Su sonrisa se ensanchó al ver que frotaba su nariz contra la suya y, furtivamente, volvió a robarle un suave beso.

Se sentía extraordinariamente bien allí. Cuando sintió la lamida, no pudo menos que reír como un niño pequeño... olvidándose de que estaban en los calabozos y de que en una de las esquinas se hallaba el cadáver del que tendría que responder al día siguiente. Mas ahora se lo estaba pasando como un verdadero infante.

-Ah, gatito... Ten cuidado con las llaves...

Acabó por guardarlas, ya que tenía miedo de que al chico se le ocurriese morderlas y se tragase un pedazo metálico o algo por el estilo... ¿quién sabía si no iba a causarle un terrible daño? Esperaba que al dulce gatito no le hubiese molestado.

Al principio, cuando le vio acurrucarse en posición fetal, creyó que el gatito querría seguir jugando, pero después notó como parecía cubrir a ambos con su preciosa colita y la acarició delicadamente.

-¿Estás cómodo? -Murmuró, aunque sabía que no le entendería... pero suponía que quizá su voz gustase al gatito... por eso trató de hablar muy suave.

Le acarició otra vez las orejas y sonrió, sintiendo sobre él el suave calor del minino.

Notaba que el cansancio comenzaba a hacer mella en el gatito... Sí, desde luego no era nada extraño, después de todo lo que había pasado. Jacob se extrañaba de que hubiesen podido suceder tantas cosas en una sola noche... el esclavo fugitivo del que había abusado no parecía tener que ver con aquel lindo minino. Y el vampiro prefería que así fuese... le ayudaba a no sentirse culpable.

-Duerme, gatito...

Susurró, tirando del abrigo para cubrirlos a ambos, con una suave sonrisa, sabiendo que él no dormiría.