Perdido. (Libre.)

Le ayudó a sentarse, un poco preocupado porque se hiciese daño, pero tampoco tenía que ser tan sobreprotector.

-En cierto modo sí... En apariencia, no... pareces uno de esos frágiles humanos que venden todos los días en el mercado... A ningún vampiro le gustaría ver a una de esas 'mascotas' con un arma... ¿lo comprendes? Pero al margen de eso, para mí tú eres más que una mascota... porque has demostrado valor y lealtad incondicional... eso es algo que yo valoro, como sabes...

Le sonrió, mirándole también con semblante tranquilo.

Le escuchó hablar tranquilamente, asintiendo de cuando en cuando y luego negando con la cabeza.

-Como te dije, te sacaré de aquí... Tu amo no vendrá a buscarte, porque no le dejarán entrar... en realidad, los esclavos supuestamente fugados no suelen regresar con sus dueños... se ponen a la venta en el mercado para volver a ganar dinero... Para los comerciantes es lucrativo... Pero yo te sacaré... tengo más poder que el jefe de esta prisión.

Bien, quizá se estaba marcando un farol, pero recurriría a los medios que fuesen para sacarle.

-¿De no ser humano? ¿Y cómo puede existir eso? Bueno, he visto chicos con rasgos de animales... como gatos o perros... pero eso son híbridos, ¿no?

Se acercó un poco más a él y, sentándose justo a su lado, le devolvió la sonrisa, siendo la suya amable.

-¿Salir de aquí? Créeme que no podrías... Este lugar está muy vigilado... guardias por todas partes, que no dudan en matar a quien intenta huir... ¿Qué diría tu amo si le devuelven tu cadáver... o una simple carta diciendo que has muerto? Has hecho bien en no huir...

Apagó el cuarto cigarrillo y buscó otro, pero comprobó, decepcionado, que se habían acabado... era una lástima no llevar más encima. Suspiró y se extrañó al ver como ocultaba el rostro.

-¿Qué eres, entonces? No temas... yo no voy a despreciarte por no ser... exactamente humano. Es más, quizá te aprecie más... los humanos no me gustan demasiado...

Se detuvo un momento y meditó sobre lo último que había dicho.

-¿No sabes cuánto llevas aquí? La verdad es que olvidé mirarlo en tu informe...

Contemplaba con curiosidad al chico, esperando que le mostrase aquello de él que no le hacía humano y que quizá le enojaría. No esperaba lo que sucedió, por lo cual se sorprendió mucho al ver las orejas azules y la cola, alargando la mano y haciendo ademán de acariciar las orejas.

-¿Puedo tocarlas?

No quería seguir molestando al chico... sobre todo ahora que sabía que no era del todo humano. Los nekos eran su punto débil... una de las pocas cosas que llegaban a enternecerle realmente.

-Te ves muy bien con esos rasgos gatunos... No creo que a nadie vaya a molestarle y a tu amo... ah, es natural que a tu amo le guste...

Volvió a sonreír, mirándole de nuevo sorprendido.

-¿Asustarles? ¿Por qué? A mí me pareces muy tierno con esas orejas...

Con una amable sonrisa, acarició la oreja, advirtiendo su suavidad... era muy agradable al tacto. Suavemente, tomó el mentón del esclavo y le alzó el rostro, besándole de forma superficial en los labios, sin poder resistirse.

-No quiero molestarte... pero no pude evitarlo, eres demasiado tierno... Aunque prometo no tocarte... de todos modos, no creo que lo soportases...

Suspiró y apartó la mirada a la hermosa cola azul, que le parecía igualmente bonita.

-Ah... todavía no sé tu nombre -murmuró, como volviendo a la realidad, preocupado por haberse olvidado de preguntar algo tan básico-. Yo soy Jacob Jaytez.

Se alegró de que el chico no se asustase ni nada parecido a causa del contacto, así que volvió a acariciar sus orejas, esta vez delineando su forma con los dedos y dejando que estos vagasen por la agradable superficie de aquellas bellas y felinas orejas.

-¿Joven? Me hace gracia que me llames así... Tengo 453 años... Supongo que, a tu lado, debo ser bastante viejo, ¿no crees?

Y si embargo, tenia la inmutable apariencia de veintipocos años... hasta ahí había envejecido, y ahora conservaría esa figura por toda la eternidad.

Observó con asombro el cambio experimentado en el rostro del muchacho y sonrió, haciendo que se reclinase contra él y que apoyase la cabeza en su regazo, para así tener mejor acceso a sus orejas. Siguió acariciando la que ya tocaba y, al ver la otra gacha, empezó a acariciar la otra, con los mismos gestos delicados.

-¿Te gusta que te acaricie así, Ikuto? -Murmuró.

Le sorprendía aquel cambio pero, de algún modo, también le agradaba, pues el chico se veía muy tierno así.

Estaba muy sorprendido ante el cambio, pero también agradado... ¿Cómo no le iba a gustar al amo del chico tener un esclavo así? Además de leal... tan tierno con aquella personalidad gatuna suya. Jacob siempre había creído que los híbridos tenían rasgos de un animal, y ahí acababa el parecido, pero Ikuto demostraba otra cosa... porque con aquellos movimientos, gestos y sonidos, más parecía un gato que una persona.

-Ah... qué dulce eres, gatito...

Siguió acariciando las orejas, también un poco entre ellas, pues al menos a los gatos 'de verdad' eso les gustaba... después se atrevió a rozar un poco la cola, acariciando también la espalda y el rostro de aquella especie de minino.

Le encantó ver al muchacho en aquel estado, sonriendo sinceramente. Guiado por el instinto, intensificó las caricias en las orejas y cola, suspirando al escucharle ronronear, pensando que aquello sólo lo hacían los gatos de verdad. De niño, había tenido un felino que también ronroneaba así y que formaba parte de los pocos recuerdos agradables de Jacob con respecto a su infancia...

-Eres un lindo minino... ¿Tienes hambre?

Sólo entonces se daba cuenta de que el esclavo llevaría horas sin comer, así que le hizo otra caricia y se levantó, saliendo de la celda. Llamó a gritos a un guardia y le exigió que trajese un plato de atún y leche. El hombre le maldijo en voz baja, pero cumplió con su cometido... Jacob tomó lo que había traído y volvió a la celda, sin dar las gracias. Depositó la comida en el suelo y acarició las orejas del chico.

-Creo que te gustará... Creo que es lo que comen los gatos.

Reía alegre y jovialmente al ver al chico comportarse así, tal cual un minino. Si ya era un esclavo agradable de por sí, cuánto más con aquel modo de ser tan semejante al de los gatos, animales favoritos de Jacob. Sí, ahora recordaba a aquel felino que había cuidado durante su infancia.

Observó complacido que al gatito parecía gustarle lo que le había traído... tampoco había sido muy imaginativo, el atún y la leche eran un alimento típico para gatos... y, de todos modos, aunque no fuese un gato, había oído que los humanos comían atún y bebían leche, cosa que él no entendía, pues sus hábitos alimenticios eran iguales...

Al advertir que mojaba su mano en la leche y entender que no iba a beberla 'como una persona', tomó el vaso y derramó su contenido en un recipiente planto, para que no hubiese peligro de que se cayese.

-Me alegro de que te guste, gatito.

Su ronroneo así se lo confirmaba. Sonrió al ver que el abrigo se le estaba cayendo y, con cuidado, se lo colocó bien... era mejor no ver su cuerpo para evitar tentaciones.

Se sintió desconcertado y vagamente excitado al verle comportarse así y sentir sus manos sobre su brazo, pues le costaba admitir en esas circunstancias que el chico no tenía plena posesión de sus facultades. Su parte humana parecía por completo dormida, de manera que ahora se mostraba tan sólo su lado gatuno. Sonrió al notar la cola enroscada en su brazo y la acarició con gesto suave.

Entendí que no debía aprovecharse de la situación ni nada parecido... bastante daño había hecho ya al chico como para volver a intentar hacerle suyo... no, no debía, por mucho que estuviese tentado. Poco a poco, consiguió acostumbrarse a ver al muchacho sólo como un felino con el que jugar... que en esos momentos sólo pensaba como felino.

Le acarició la cabeza y las orejas, bajando la mano por la espalda... se suponía que eso era el lomo y sabía que a los gatos les gustaba esa caricia. Rebuscó en sus bolsillos y encontró unas llaves, las de uno de sus coches, que empezó a agitar sobre la cabeza del chico, como captando su atención.

-¿Quieres jugar?

Se sentía como un niño jugando con su mascota.

Movía las llaves intentando dificultar la tarea al gatito, porque tenía la impresión de que, si se lo ponía demasiado fácil, acabaría por aburrirse... al fin y al cabo, el entretenimiento estaba en el proceso de atrapar las llaves, no tanto en el resultado.

-Muy bien, gatito...

Sonrió al ver la cola todavía enredada en su brazo, mirándola casi fascinada, pensando cómo podían existir cosas tan bonitas y perfectas... siempre le habían gustado los gatos, pero nunca se le había ocurrido comprar un humano medio gato, simplemente porque le daba pena tener un gatito como esclavo. Sin embargo, ahora lo estaba pasando ciertamente bien. Se sentía tranquilo y relajado... divirtiéndose sanamente, sin hacer daño a nadie... era todo un avance, desde luego.

Pasado un rato, guardó las llaves y cogió al chico en brazos como se sujetaría a un pequeño gatito, volviendo a acariciar con cuidado y suavidad sus orejas y su rostro.

Sonreía abiertamente... era extraño ver aquella sonrisa tan inocente en el rostro del vampiro, y era mejor que Jacob no pudiese verla porque, de otra manera, su hubiese avergonzado... ¿Dónde quedaba ahora su imagen de tipo duro sin sentimientos? Pero el gatito y su ternura le podía... así que rió cuando notó la suavidad de su rostro contra su mano.

-Ah... ¿yo también merezco mimos?

Le gustaba que el gatito se apoyase así en su pecho y le acarició suavemente las orejas, notando que éstas se erguían, esperando que eso le gustase... para después, sin poder resistirse, depositar otro suave beso en los labios del minino, sonriente, adorando aquella ternura que le creaba. Sabía que después de eso acabaría matando a unas veinte personas 'para compensar' y que posiblemente intentase que nadie pudiese adivinar esa faceta suya... pero ahora se estaba divirtiendo en esa especie de regresión a la infancia.

-Eres un buen gatito...