Perdido. (Libre.)

Había tenido una agradable cena con uno de sus mejores contactos en el mundo del contrabando, que además estaba encargado de los calabozos de la Isla... muchos de los guardias eran clientes de algunos de los distribuidores de Jacob, y no pocos le conocían. Al vampiro nunca le había molestado el hecho de no permanecer en el anonimato... al fin y al cabo, nadie sabía quién era realmente, pues tanto podía presentarse como Thomas, presidente de una multinacional o como Takuya, escritor de renombre. A veces incluso mostraba su verdadera identidad.
Algo aburrido después de la cena, pues ya habían cerrado los acuerdos y no había nada más que hablar, pidió a su 'anfitrión' que le dejase hacer una visita a la zona de los calabozos... Le gustaba aquel ambiente lúgubre y sombrío... realmente todo lo que tuviese algo de violento y oscuro le gustaba. Se detuvo sin saber por qué frente a una celda donde había un chico de cabello azulado... un humano, un posible esclavo fugitivo, según le informaron, pues le habían encontrado perdido en las calles. Se le dibujó una desagradable sonrisa en el rostro y pidió al guardia que le abriese la puerta, entrando y cerrándola tras él.
-¿Así que perdido en las calles? No te preocupes, que no te volverás a perder... suponiendo que salgas vivo de aquí...
Su sonrisa se ensanchó un poco más.

Sintió el miedo del chico... era algo que podía respirarse en el aire, sentirse y que a él... ah, que a él le gustaba, y mucho. Hubiera sido mejor para el esclavo no retroceder de aquella manera, como si fuese un gato huyendo del perro... porque, inconscientemente, estaba convirtiéndose en una presa a ojos de Jacob. Y Jacob se consideraba un magnífico cazador.
Notó también confusión, lo que le sorprendió, exactamente igual que escuchar aquellas palabras... ¿Realmente esperaba el muchacho que le creyese? ¿Era un sencillo estúpido o un consumado mentiroso? A Jacob le daba igual, realmente, pero por supuesto no iba a tragarse esa historia de 'estaba buscando a mi amo'.
-¿Buscando a tu amo? ¿Y para qué querías encontrarle? ¿No crees que es algo bastante difícil de creer?
Dio un par de pasos, acortando la distancia, pero sin hacer gesto de agarrar al chico... todavía. Se limitó a darle un toque más macabro a su sonrisa... esa sonrisa que decían que parecía propia de un diablo.
-Deja que te diga lo que creo que ha pasado... Tengo la sensación de que ahora mismo hay un vampiro demasiado benévolo buscando a un esclavo huido... que posiblemente le engañó y se escapó... ¿De verdad esperas que piense que no te has escapado?

Esta vez no pudo evitar dejar escapar una risa desagradable, cruel, que flotó un momento en el aire... le parecía patética la actitud del joven esclavo, que parecía apretarse contra el muro como si esperase que éste se abriera de un momento a otro y le permitiese el paso, la huida. Pero para eso estaba hecho... para mantenerle encerrado.
Se aproximó aún más, acortando tanto la distancia que sus cuerpos prácticamente se rozaban... sintiendo, oliendo aquel miedo...
-Ah... El problema es que no tienes manera de demostrar todo eso, ¿verdad?
Lo dijo sarcásticamente, para después levantar la mano y rozar la piel de la mejilla del chico.
-Me pregunto cuánto pagaría ese amo tuyo para que le devolviesen a un esclavo tan lindo...

Le sonrió, cruelmente, al escuchar que no tenía pruebas... era evidente, pero con aquellas palabras había sellado realmente su sentencia, pues ahora sí que nadie podría culparle por hacer lo que le diese la gana. Le preocupaba vagamente que el chico realmente tuviese un amo que se preocupase por él, pero tampoco había nada que no pudiese arreglarse con unos cuantos sobornos o, de una forma más extrema, con un asesinato.
Le sujetó el rostro fuertemente, haciendo que le mirase, y le dedicó su sonrisa más salvaje... como la del lobo que tiene entre sus garras al cordero. No, realmente la sonrisa de Jacob no solía ser amable o inocente... y resultaba triste que los gestos habitualmente hermosos en una persona fuesen en él los más desagradables.
-Ah... no me digas que no lo entiendes... Ahora me pregunto qué debes estar pensando... y qué pensaría tu amo de esto... estoy convencido de que lo consideraría un muy buen castigo para un esclavo huido como tú.
Y, sin más, le rasgó parte de la camisa con fuerza, sin dejar de sonreír.
-No quiero cansarme... Quítate la ropa, y hazlo rápido.

Meneó la cabeza al ver sus esfuerzos para liberarse; sí, era obvio que su amo había sido demasiado benévolo con él, la clase de estúpido que cree en la igualdad entre razas y que da libertad a sus esclavos. Bien, ya veía Jacob como había acabado... con el chico huido y poco respetuoso.
-Veo que tu dueño no te ha enseñado a comportarte. Es una pena...
Le soltó el rostro, sólo para sujetarlo más fuerte por el cabello y golpearle fuertemente en la mejilla, de un modo salvaje, sabiendo que posiblemente le habría roto el labio.
-Estoy siendo muy paciente... pero no lo seré más...
Tomó una gota de sangre que resbalaba por el labio roto del chico y le sonrió, saboreándola.
-Ya ves qué benévolo soy... Tienes una segunda oportunidad... Quítate la ropa-
No se apartó, pero le soltó del pelo, como dándole un cierto margen para que obedeciese... aunque sabía que sería mucho más divertido si no lo hacía.

No pudo ni quiso evitarlo. Le golpeó otra vez, pero en esta ocasión de un modo quizá más suave, porque tampoco quería estropearlo demasiado.
-Demasiado tarde recuerdas a tu señor, ¿no crees? ¿No te parece que hubiera sido mejor de haberte quedado en su casa, como un buen esclavo?
Suspiró y se quitó su largo y elegante abrigo, dejándolo caer al suelo, sabiendo que era difícil que se manchase. Dejó también las dos largas espadas... no le gustaba moverse con ellas. Ahora tan sólo llevaba encima el cuchillo, las dos pistolas y un látigo que había tenido la buena ocurrencia de coger antes de acercarse a la celda. Lo tomó, sonriendo como un niño con un juguete nuevo, y, apoyándolo bajo el mentón del chico, le obligó a mirarle.
-Como veo que tu amo no ha sabido domesticarte... me tomaré la libertad de hacerlo a mi manera...
Violentamente, descargó un brusco azote sobre el costado del esclavo, esperando que empezase a replantearse aquellas negativas.

Sonrió al verle caer al suelo. ¿Se derrumbaba ya con aquel golpe tan suave, una caricia en comparación con lo que podría llegar a hacer? Era realmente lamentable... si el chico era tan sensible y débil, no tendría diversión durante demasiado tiempo... eso era un problema.
-Suponiendo que realmente lo estuvieses buscando, claro... -dijo en tono de burla-. No sé por qué debería creer que no estabas tratando de volver a tu lugar de origen... los humanos mentís con frecuencia...
Tampoco le importaba si el chico decía la verdad o no... llegados a ese punto, eso era completamente accesorio. Realmente, ahora sólo estaba pensando en dar una lección a aquel humano que se había atrevido a hablarle así y que no le había obedecido. Eso, para Jacob, que estaba acostumbrado a que hiciesen lo que él quería, cuando quería y como quería, era algo demasiado irritante como para pasarlo por alto.
-Eres tan débil... -murmuró, con desprecio-. Apenas te he tocado y ya gritas... Veo que tu amo no ha sido lo bastante duro contigo...
Sonriendo todavía, lo sujetó por el cabello e hizo que se levantase a bruscos tirones, echándole contra la pared para que no se cayese de nuevo.
-¿Vas a quitarte la ropa o tengo que romperla a latigazos?

Se sentía realmente atónito. A esas alturas, ¿de verdad iba a continuar creyendo que podría engañarle con aquellas idioteces de que estaba buscando a su amo? Era más, aún pese a todo continuaba mostrando una cierta lealtad... eso era extraño pues, si había huido como pensaba Jacob, ¿a qué venía la lealtad? O estaba diciendo la verdad o realmente llevaba sus mentiras hasta extremos insospechados.
-Lo repito: ¿tienes alguna prueba? Es la palabra de un esclavo contra la evidencia... ¿realmente piensas que alguien va a creerte?
Sonrió al verle moverse... sí, eso provocaba que se sintiese como un cruel depredador frente a su presa... era una sensación maravillosa para Jacob, uno de los pocos modos de despertar sus más bajos instintos.
-No te irás, en primer lugar porque no te creo... Y en segundo lugar porque tengo ganas de divertirme... y nadie va a lamentar lo que te haga, ¿verdad?
Se acercó un poco más a él y le sujetó del cuello, apretando ligeramente.
-No soy yo quien decide quién se va y quién se queda aquí, pero tengo un cierto poder, sin duda... Si te hubieses portado bien desde el principio, quizá te habría regalado mi clemencia después, pero ahora has perdido tu oportunidad.
Le arrojó al suelo y, con violencia, levantó el látigo, para azotarle tres veces, esta vez con violencia, rasgándole la ropa en algunos puntos, de modo que su piel clara quedó a la vista.
-¿Tengo que terminar yo de desnudarte?

Se echó a reír al escucharle decir eso... ¿realmente esperaba que le creyese? ¿De verdad pretendía que le dejase allí y fuese a buscar a su amo para devolverle un esclavo fugitivo? Que se encargasen los guardias de los calabozos, que para eso recibían un sueldo...
-No voy a gastar mi tiempo en buscar a tu dueño... ¿Crees que soy idiota? Te he dicho que iba a castigarte y a divertirme, y voy a hacerlo... yo hago lo que me da la gana, y sería bueno que empezases a entender eso...
De improvisto, descargó otro violento golpe en el pecho del chico, haciéndole sangrar, agachándose y rasgando un pedazo de la camisa ya prácticamente destrozada, con la que le ató las muñecas. Sujetándolas con una mano, acabó de rasgar la camisa con la otra, notando que sus colmillos aumentaban de tamaño al detectar su fino olfato el olor a sangre... deliciosa sangre humana...
Estaba demasiado enojado y violento como para detenerse, así que, aferrándole todavía de esa manera, lo mordió en el cuello, fuertemente, sin importarle el daño que causaba, pues sabía que su mordedura era dolorosa con gran frecuencia. Bebió la sangre con deleite, aunque teniendo mucho cuidado de no tomar demasiado... sería una pena que se quedase inconsciente demasiado pronto.

Sonrió, aún con los colmillos hundidos en el cuello del chico, al ver aquellos movimientos. Sabía que no podría soltarse y eso lo excitaba... al fin y al cabo, aquel esclavo era muy débil en comparación con Jacob, un fuerte vampiro que se entrenaba constantemente para matar. Era como si un pequeño ratón luchase contra un zorro.
Todavía sujetándole las manos, aferró su cuerpo con la mano libre para impedir que se moviese tanto y le besó en los labios violentamente, casi mordiéndolos, bebiendo la sangre que manaba de la herida que antes le había causado y que ahora se abría de nuevo.
-Ah... eres delicioso, pequeño... Creo que escribiré a tu amo dando las gracias después de esto...
Lo dijo en tono de burla, riéndose, mirándole a los ojos ahora que había despegado sus labios de los otros para ver ese temor que tanto le gustaba... lamiendo ahora el cuello y los hombros del chico, dejando pequeñas mordidas que apenas sangraban.
Con el pie, apartó el látigo a un lado... suponía que ya no iba a necesitarlo, y tampoco quería golpearlo más... le bastaba haberle causado esas heridas cuya sangre bebía ahora con deleite.

Le divertía ver las sacudidas del joven esclavo, como si en verdad creyese que podría liberarse y escapar, aunque la expresión de su mirada le hacía pensar que ni siquiera soñaba con eso... o que, al menos, una parte de su mente había perdido la esperanza. Eso era una pena... resultaba más divertido si el esclavo pensaba que él tendría piedad, aunque de momento no había suplicado.
-¿No me digas que es la primera vez que pasas por esto? Me pregunto qué clase de vampiro era tu amo... un traidor a la raza que cree en la igualdad entre humanos y vampiros, en lo injusto de la esclavitud y esas tonterías...
Ignoraba por qué estaba diciendo eso, pero suponía que molestaría al chico, y en verdad quería molestarlo... no sólo físicamente. Sonriendo, mantuvo sus brazos sujetos con una mano, apoyando el codo en su pecho para que no se moviese y, con la mano que le quedaba libre, empezando a bajar los pantalones del esclavo.
-Te dije que sería más fácil si obedecías...

Dejó de bajarle los pantalones para hacerle una caricia suave, a modo de burla, dedicándole su más cruel sonrisa.
-¿Crees que te dejaré? Es bonito escucharte suplicar... pero no creo que sirva de mucho...
Después continuó con lo que estaba haciendo, arrancándole al fin los pantalones y dejándole solo con la ropa interior, retirando el brazo del pecho del chico y localizando un saliente de la pared. Le arrastró por el suelo, sujetándolo de las muñecas y atando estas al saliente, para no tener que molestarse en continuar aferrándole. Ahora sí que podría luchar todo lo que quisiera, que no se soltaría.
-No deberías pedirme que me alejase... deberías disculparte y pedirme que no te haga demasiado daño...