Perdido. (Libre.)

Agradeció con sinceridad que el chico procurase no moverse pues así, cubierto de sangre, estaba empezando a resultar tentador pero, mientras se quedase más o menos quieto, quizá no despertarse los instintos casi animales de Jacob... o al menos eso esperaba.

-¿Halloween? -Preguntó, con curiosidad-. ¿Es algún tipo de fiesta humana?

Realmente nunca había prestado mucha atención a las festividades de los humanos, pero ahora se sentía curioso.

-Claro que no importa... De hecho, ya está algo manchado de tu sangre... tendré que quemarlo para que no sigan tu rastro hasta mi casa o el del guardia hasta la de tu amo... No es problema...

Tomó el abrigo y, con cuidado, envolvió al chico con él, de modo que quedara abrigado y oculta la sangre... no quería tener aquella tentadora imagen delante de él, si podía evitarlo.

-¿De verdad? Pero... ¿piensan que los vampiros somos monstruos o algo así? Aunque suena como si creyeran que... no existimos de verdad o algo así... Siempre me he preguntado qué piensan los humanos de fuera de los vampiros... he escuchado algo así como que no podemos estar a la luz del sol... Es muy gracioso, a decir verdad...

Se quedó en silencio, pensando que quizá todos los vampiros no fuesen monstruos pero que a él no le faltaba nada para serlo.

Dejó escapar una sonora carcajada, mirando luego sonriente a Ikuto, escuchando con gran curiosidad todo aquello.

-Creo que empiezo a entender porque el presidente de una multinacional me envió en su día un collar de ajos... Bueno, en cuanto a lo de morder... depende quién sea el vampiro, pero a veces simplemente no pasa nada o, en otras ocasiones y dependiendo del vampiro, se puede convertir a la persona en otro vampiro... En cuanto a los zombies, no tengo ni idea de cómo se convierte alguien en uno de ellos...

Hizo una pausa y sonrió otra vez.

-¿Y tú qué pensabas de nosotros antes de venir a la isla? ¿Y qué piensas ahora?

Le escuchó atentamente, asintiendo a sus palabras.

-Tienes razón... Supongo que somos como los humanos en ese sentido... muy diferentes... Por ejemplo, tengo la impresión de que tu amo y yo no tenemos nada que ver en cuanto a carácter... tan sólo por lo que me has contado...

Distraídamente, le descolocó un poco el abrigo y revolvió su cabello, mirando de reojo al guardia muerto.

-Supongo que será mejor que nos vayamos pronto.

Suspiró y echó otro vistazo al guardia... era una suerte que no mordiese cadáveres, porque si no, no podría resistirse a semejante visión. Alejando semejantes pensamientos, tomó al chico en brazos y lo cargó con toda la delicadeza que pudo sobre uno de sus hombros, como si fuese un saco o un costal.

-Sé que no es cómodo, pero... no puedo llevarte como si fueras una damisela o un pequeño príncipe, no sería creíble... Busca una postura más o menos cómoda... no vayas a caerte.

Le ayudó a acomodarse, sosteniéndole cautelosamente cuanto sintió que se iba a caer, sujetando sus piernas con su brazo, en un gesto protector que podría pasar tranquilamente por posesivo.

-No hace falta que te finjas inconsciente... pero es mejor que no vayas con una sonrisa en los labios y la imagen de que te encuentras perfectamente... Finge que te sientes destrozado... o algo sí... ¡Ah, pero sin ataques de histeria o de pánico! Sería un problema... es mejor que pases desapercibido...

Se quedó un momento pensativo.

-¿Alguna pregunta más?

Él trató también de cambiar su amable sonrisa por su habitual gesto frío y distante, sujetando con cuidado al chico para que no se fuese a caer de su hombro. Abrió la puerta de la celda y, con cuidado, se deslizó fuera.

Lentamente, se acercó al guardia que estaba haciendo su ronda y le comunicó que se marchaba, señalando el interior de la celda e indicándole que había habido un 'percance' con el prisionero, observando el gesto del hombre al ver el cadáver.

-No hace falta que hables con tu superior... -le dijo, deslizando un pequeño paquete de droga en la mano del guardia.

Con eso se aseguraba su silencio, por lo que hasta esa noche no descubrirían el cadáver y el guardia ni se molestaría en comprobar la identidad del préstamo. Con total tranquilidad, se despidió del guardia, volteando y hablando en un susurro al joven esclavo.

-Todo va bien... tranquilo...

Entendió perfectamente la respuesta del chico y siguió caminando, advirtiendo las miradas que se clavaban en él y en el joven esclavo, algunas de odio y otras de pena, pero sencillamente las ignoró.

Llegaron finalmente a una sala cercana al exterior, donde Jacob tendría que firmar un par de papeles para cerrar aquel trato con el jefe de los calabozos que había motivado la cena la noche anterior. Pensó en llevar consigo a Ikuto, pero le pareció poco adecuado.

De este modo, simplemente le dejó tirado en el suelo, mirando al guardia encargado de aquella zona de forma fría.

-Vigílalo -ordenó- y más te vale no tocarlo.

Se introdujo en la habitación, solicitando a gritos los papeles y deseando que nada le pasase al chico.

Firmó todo con rapidez, dejando los papeles sobre la mesa, aunque procurando no mostrar su nerviosismo, haciendo gala de esa frialdad ficticia que con los años había aprendido a manejar. Salió a toda prisa e hizo un gesto de saluda en dirección al guardia.

Se aproximó al chico, que yacía en el suelo, admirando sus dotes para el teatro... realmente se le daba bien. Le sujetó y trató de colocarle sobre su hombro, pero entre que estaba nervioso y poco acostumbrado a tomar a las personas con delicadeza, el pequeño cuerpecillo se le escapó de entre las manos, cayendo al suelo.

Ahogó una maldición, sin saber muy bien qué hacer y como levantar ahora al chico... sin atreverse a preguntarle dulcemente si se había hecho daño, pues el guardia les estaba mirando fijamente.

Suspiró con imperceptible alivio al ver que estaba bien, aunque su suspiro se parecía más a la exasperación. Con gesto de furia, lo levantó otra vez, aparentando tirarle del pelo, pero sin hacerle ningún daño. Esta vez le acomodó correctamente sobre su hombro, murmurando una disculpa al levantarle.

Se dirigió a la salida cuando el guardia se acercó corriendo a él y le dijo que, antes de marcharse, tenía que firmar otro papel, preguntando si el chico que llevaba era vampiro. Al responder que no, el guardia le dijo que, al tratarse de un humano, tenía que cotejar su sangre con la de la sabe de datos. Jacob se quedó atónito... ¿ahora tenían base de datos? Eran ganas de más seguridad y de fastidiar, por supuesto... porque, con el olfato que tenían los vampiros, no harían falta máquinas, sino que podrían comparar la sangre en unos segundos.

Empezó a preocuparse, pues de ese modo sabrían que el chico era el prisionero de la celda 423... Sin embargo, mantuvo la compostura y asintió, viendo como el guardia se daba la vuelta para tomar una fina aguja.

-Creo que estamos en problemas... -murmuró al oído del chico.

No dejaba de preguntarse qué iban a hacer ahora... porque si el guardia llegaba a extraer sangre del esclavo, tendrían problemas, especialmente siendo esa habitación una de las interiores, aunque bastante cercana a su familia.

Necesitaba una excusa para marcharse ya mismo de aquella habitación y, obligatoriamente, una exvusa creíble y acorde con su personalidad. Lo que era peor, la necesitaba antes de que el guardia se diese la vuelta, aunque aún tardaría, pues se le habían caído al suelo todas las agujas.

-Dame una excusa para castigarte... -murmuró, al oído del joven esclavo-. Haz algo... creíble... y consigue que parezca enfurecido...

Lo dijo en un apretado susurró, deseando que Ikuto le oyese. Ahora sólo quedaba esperar que al chico se le ocurriese algo que justificase un estallido de furia y una salida de la habitación para 'castigar' al esclavo.

El guardia les miró de forma repentina, como no acabando de creerse la escena. Jacob estaba a punto de echarse a reír; sin duda la idea del chico había sido sumamente ingeniosa... ahora sí tendrían una pequeña oportunidad. Compuso un gesto de furia y dejó que los ojos le brillasen de enfado, como solía pasar.

-Es mío desde hace poco... y parece que no ha tenido suficiente... -musitó, en dirección al guardia.

Jacob casi sonrió al ver el gesto de asentimiento del guardia... sus arrebatos de cólera eran bastante célebres, y suponía que aquel hombre no quería meterse entonces.

-¿No quieres? -Gritó, cogiendo al chico con el pelo con aparente violencia, pero de nuevo sin hacerlo daño-. Ya veo que todavía no has aprendido nada...

Le dejó en el suelo y, sujetándole por el brazo, se lo llevó a rastras hacia fuera, suponiendo que eso impactaría al guardia, pues se suponía que el chico casi no podía andar... esperaba que el esclavo actuase en consecuencia y no le siguiese con facilidad.

Hizo un gesto al guardia dirigiéndose a la salida, indicando que volvería en unos minutos.