Perdido. (Libre.)

Por encima del hombro, con el pretexto de mirar al esclavo, contemplaba al guardia, que les observaba a su vez con una cierta curiosidad, sin desconfianza... era obvio que se estaba creyendo por completo la escena y que no pensaba cuestionar el 'salvaje' comportamiento de Jacob ni ayudar al chico... mejor así, tendrían problemas si el guardia decidía ser humanitario.

-¿No más? Eso tendrías que haberlo pensado antes...

Diciendo estas últimas palabras, cerró de un portazo la puerta a la oficina, soltando al fin a Ikuto y extrayendo de nuevo la pistola, por si era necesario utilizarla.

-Tenemos poco tiempo... Debe estar pensando que te estoy dando la paliza de tu vida... pero cuando al fin se harte de esperar a que yo me canse, saldrá para ver que sucede...

Suspiró y le subió a su hombro con el brazo libre, esta vez aferrándole fuertemente.

-Sujétate a mi ropa... y si te dejo en el suelo... ¡corre! Ah, y mientras vamos hacia la salida... mira si nos sigue el guardia de antes... en ese caso... dímelo sin tardar... ¿Entendido?

Observó su gesto de asentimiento y su tranquilidad, admirado... no le hubiese gustado que el chico sufriese entonces una especie de verdadero ataque de pánico a causa del cual no pudiesen salir de allí sin grandes problemas.

-Te estás portando muy bien... y siendo muy valiente... Tu amo estará orgulloso de ti...

Sintió la necesidad de decir eso, no sabía muy bien el motivo. Simplemente, comenzó a caminar con tranquilidad, aunque acelerando un poco sus pasos. Ya quedaba poco para la salida, donde tan sólo tendría que estrechar la mano de aquel guardia amigo suyo... y se habrían acabado los problemas, al menos en unas horas.

Con el semblante lo más tranquilo y frío que pudo, atravesó las salas hasta el último control... por suerte el guardia era amigo suyo, un antiguo colega del servicio militar, y a poco Jacob se lo pidió, evitó aquella molesta prueba en relación a la sangre del chico, confiando plenamente en las palabras del vampiro.

Jacob se permitió una sonrisa cuando el guardia se dio la vuelta para tomar unos impresos y, suavemente, acarició el cabello del esclavo.

-¿Ves algo peligroso? ¿Todo despejado?

Quería saberlo antes de empezar con el formulario, para poder concentrarse... siempre quería leer la letra pequeña, aunque fuese un impreso para dar cuenta de sus actividades dentro de los calabozos, pues sabía que tendría que mentir y no quería meterse en líos legales... al menos no en más.

Tomó la pluma que le tendía el guardia y pasó a rellenar aquellos papeles... pero papeleo que los 'visitantes' de los calabozos debían cubrir. Pero, siendo Jacob, el amigo del jefe, con un poco de suerte nadie los miraría...

Se despidió del guardia con una sonrisa, fijando de paso la fecha de entrega para un cargamento de armas, lo que sabía agradaría a aquel sujeto. Después, con el mismo gesto frío y tranquilo, sin inmutarse, se dirigió hacia la salida, cruzándola al fin y experimentando alivio, pero todavía sujetando la pistola bajo la chaqueta por si era necesaria.

Se sentía algo más tranquilo, pero estaba empezando a necesitar urgentemente un cigarrillo, aunque agradecía que se le hubiesen acabado, pues no era momento para fumar. Se dirigió hacia su automóvil, suponiendo que ahora todo saldría bien.

Abrió la puerta del copiloto, un poco preocupado por dejar allí al chico... si les veía alguien, sospecharían, pues normalmente Jacob no llevaba a sus esclavos junto a él mientras conducía. De hecho, odiaba conducir y, cuando se veía obligado a hacerlo, prefería que fuese sin nadie al lado. Pero tampoco quería perder de vista al muchacho, prefería tenerle cerca para poder protegerlo.

Cerró la puerta con un suspiro, regaló una sonrisa al joven esclavo y comenzó a rodear el automóvil para subir él mismo.

Subió al auto y se sentó, mirando fugazmente al chico y abrochándole el cinturón.

-Sí, es muy distinto... Por dentro hasta a mí me da escalofríos, y eso que adoro todo ese mundo...

Después abrochó el suyo con gesto de tranquilidad y buscó las llaves del automóvil en su chaqueta. No las encontró. Se sintió bastante idiota... todo aquel esfuerzo y teatro, para ahora no poder marcharse a causa de las llaves.

-He perdido las llaves... Vigila que no venga nadie... Creo que se me han caído bajo el asiento...

Bastante avergonzado, empezó a buscar las llaves.

Las llaves no aparecían... Jacob estaba empezando a desesperarse, cuando recordó que las había dejado en su abrigo y, con cuidado de no tocar al chico, empezó a buscar en él, dándose cuenta de que probablemente se habrían caído y estarían dentro de la prisión.

-Me he quedado sin llaves... pero hay soluciones para todo...

Murmuró esto último para calmar al chico y empezó a manejar el cableado interno del coche, haciendo que entrasen en contacto algunos cables previamente pelados, sonriendo al ver que se encendía el motor. Se sentía como un ladrón de coches, lo que hizo aparecer una suave sonrisa en su rostro.

-Nos vamos -murmuró, sentándose otra vez y haciendo que el auto se empezase a mover.

No le gustaba conducir pero, si era necesario hacerlo, no tenía mayor problema para ello. Aceleró considerablemente una vez hubieron abandonado la zona de los calabozos, aunque con cuidado... sólo faltaría tener ahora un accidente, después de tantos esfuerzos.

-¿Te sientes bien?

Lo dijo sin mirar casi al chico, pues prefería llevar los ojos fijos en la carretera y evitar así problemas.

Esbozó una suave sonrisa y redujo algo la velocidad... ya se habían alejado de los calabozos, y no parecía necesario continuar corriendo.

-Ah, pequeño, yo reitero que no tienes que tratarme de usted... no es preciso, ya no... Y en cuanto a que estés bien... antes estabas mal por mi causa... y de vez en cuando hay que hacer algo bueno, ¿no? Además, ya te dije que tu valentía y lealtad me impresionaron...

Suspiró profundamente y sonrió con más fuerza, ya relajado.

-Si tienes hambre, hay una caja con algo de chocolate debajo de tu asiento... Es para mi esclavo, pero no importa, le compraré más...

Le sonrió amablemente y asintió, advirtiendo su sorpresa y expresando con su mirada que estaba muy seguro de que era valiente.

-Existen distintas formas de valentía, ¿no te parece? En cierto modo, salir a buscar a tu amo ya es una forma de valentía... además de una temeridad y una locura, eso también.

Miró de reojo como se arremangaba aquella ropa y suspiró, escuchándole.

-No te preocupes por eso... Si quieres comerlo, no sucede nada... Tampoco creo que él vaya a aceptar el chocolate... -suspiró, concentrándose otra vez en la carretera-. Así que puedes tomarlo si quieres.

Ciertamente no era la pregunta que Jacob deseaba contestar, pero tampoco le importaba... no en ese momento, de hecho. Se sentía tranquilo y, de todos modos, ya que había empezado a hacer algo bien, mejor completarlo, por lo que decidió responder.

-Bueno... Supongo que yo no soy precisamente amable, al menos no en un inicio... Y creo que le asusté... le traté mal... en fin, lo que vosotros podéis considerar como mal... pero después... ah, después me di cuenta de que quería que él sonriese... suena idiota, ¿no? Pero quería y quiero verle feliz, y no sé por qué... Aún así, es complicado. De hecho, me odiaba... y supongo que todavía me odia un poco, aunque ahora parece algo más feliz... Le llevo el chocolate porque sé que le gusta... pero tampoco es fácil dejarle solo... En una ocasión intentó suicidarse... No sé... yo no me imaginaba que él... ah, es tan difícil entender a las personas...

Suspiró, preocupado por su algo confusa explicación, mirando de reojo al chico.

Le escuchó atentamente... realmente era la primera persona con la que hablaba de aquellos problemas y le asombraba lo mucho que le calmaba contarlo y recibir sus contestaciones.

-Sí, supongo que sí... Aunque en eso no sois diferentes a nosotros... supongo que yo también tengo sentimientos, aunque sean normalmente más negativos... Y creo también que ese odio del chico lo provoqué yo... me entristece un poco, me da la sensación de que ahora no puedo quejarme... pero tampoco le hice daño, al menos no... demasiado...

Respiró intensamente.

-De todos modos, ahora parece que ya no me odia tanto... estoy esforzándome para ser muy amable y comprensivo con él, aunque la verdad es que me cuesta... Soy algo violento por naturaleza... contenerme es difícil...

Esbozó una sonrisa suave. ¿Sería eso cierto?

-¿De verdad? Espero que sí... Pero me preocupa que el daño sea demasiado hondo... Yo... es decir, yo le dije que sus padres pensaban que estaba muerto... era cierto, claro, pero lo que yo no sabía era que su madre padecía del corazón... y el chico cree que ella ha fallecido a causa de la impresión de creer a su hijo muerto... Se siente solo y no sé si yo puedo hacer algo...

Se detuvo y respiró hondo.

-Jamás esperé preocuparme así por un esclavo... y ahora estoy confuso...