¡Exclavo nuevo! *-* (Shin)

Sus muñecas ya estaban muy heridas debido al constante roce con la soga, inclusive sangraban un poco. Observó indignado aquel lugar, pues por más moderno o 'aceptable' que fuera, para él era como la vivienda más diminuta del mundo, ya que su familia era millonaria y antes vivía en una mansión repleta de lujos y esas cosas. Aquella casa era tan grande como... su baño.
Al ser encadenado en la cama solo tironeó un poco, mirándolo con desaliento.
-N-No piensas dejarme aquí, ¡¿Verdad?!
Exclamó temblando de miedo, al borde del desmayo.

Al fín con los brazos liberados separó los mismos, llevándose a los labios las muñecas para besar las heridas, pues de esa manera sentía como si se aliviara el ardor. Miró al otro hombre ya sin llorar, pero aún con algunas lágrimas en sus orbes celestes.
-Muero de hambre...
Refunfuñó entre dientes, mirando hacia otro lado. Si bien no le gustaría aceptar algo de parte del pelirrojo, no podía darse el gusto de rechazar la comida.

Definitivamente no le agradaba aquel contacto. Le daba miedo, temía con tan solo imaginarse los posibles pensamientos del contrario, le ponía la piel de gallina.
Ante la "petición" del mayor, inmediatamente ladeó la mirada, molesto.
-Ni de broma.
Musitó frunciendo el ceño. Prefería pudrirse allí que tener que besar a aquella persona.

"Esta noche te voy a poseer"... Ese comentario le puso la piel de gallina y lo empalideció completamente, temblando levemente. Y más se aterraba al oirlo ya que, a demás de no entender del todo a lo que se refería, la palabra "poseer" podía entenderse de varias maneras.
Lo único que Shin quería era salir lo menos lastimado posible, pues su orgullo se había quedado en su antiguo hogar.

Apenas se adelantó un poco, depositando un beso sumamente tímido sobre los labios ajenos, y volviendo a retroceder en cuclillas mirando hacia un costado asqueado.

Al ver que se alejaba se resfregó repetidas veces los labios con el dorso de la mano, para posteriormente arrodillarse en el suelo y recargarse contra el borde de la cama, poniéndose ambas manos en el collar que lo apresaba.
-Alexis, esto es injusto...
Murmuró depresivo, sintiendo como sus tersas mejillas ardían en aquel sonrojo que permanecía allí molestándolo con vehemencia. Al recordar al recién nombrado un par de lágrimas angustiantes recorrieron nuevamente sus mejillas.
-...Alexis..

Inmediatamente al oir los pasos cercanos a la puerta se secó las lágrimas con las manos, volviendo a fruncir el ceño con su apariencia molesta y a la vez desesperada. Observó la "comida", si es que de esa forma se podía llamar a esa cosa con puro pan.
-Ese se parece al desayuno de mis mascotas...
Pensó arqueando levemente la ceja. Pero ni modo, tenía muchísima hambre, asi que por esa vez no se quejaría.

-Itta...dakimasu..
Estiró una mano y tomó temblequeante el sandwich, llevándoselo a la boca y dando un mordisco muy pequeño y suave. Podía estar hambriento o asustado, pero siempre actuaría -al menos en esas ocasiones- con elegancia y educación, pues era parte de su comportamiento.

Simplemente lo miró de reojo mientras que degustaba aquella cosa que apenas se parecía a un alimento de verdad. Finalmente, con mordiscos pequeños y refinados, terminó su 'cena'.
Observó entonces el botiquín, arqueando levemente una ceja.
-¿Acaso sabes curar heridas?
Cuestionó incrédulo.

Hizo una mueca de dolor cuando su mano fué tomada de esa manera, mas no dijo absolutamente nada. Si, era un niño tan mimado que hasta eso le daba impreción, por lo que suspiró con desagrado.
-Ten más cuidado..
Refunfuñó entre dientes, siempre con su expresión molesta.

-¡Yo no he llo..llorado!
Exclamó mirándolo por un momento a los ojos, de nuevo con lágrimas cubriendo sus orbes celestes. No había llorado precisamente por las heridas, pues en solo diez segundos ya había encontrado decenas de razones por las cuales romper a llorar. Aún era víctima de la angustia, quisiera o no.

Volvió a llevarse las manos al pecho, tomándoselas una con la otra, sintiendo sus propios latidos apresurados.

Definitivamente odiaba a esa persona... Su sonrisa que contrariaba sus crueles palabras, aquel horroroso gesto despreocupado y amable que daba una impreción de ser alguien bueno, mas su verdadera actitud de tirano traicionero. Lo odiaba demasiado, prefería estar encerrado solo en esa fea habitación antes de tener que verlo o hablarle...

Hizo a un lado su rostro mientras que bajaba la cabeza dejando que el flequillo tapara su mirada, y negó muy lentamente con la cabeza, sin levantarse. Podían notarse varias lágrimas estrellarse contra el suelo, producto de su angustia y brotando constantemente de su orbes celestes.
-¿Qué piensas... hacerme?

Al levantarse, inmediatamente dió un paso hacia atrás, quitándose las manos del otro de encima. Mas al querer alejarse más, aquel maldito collar lo detuvo, a lo que hizo una mueca de dolor.
-¡N-No me toques, no te dejaré!.
Exclamó con desesperación, derramando lágrimas a cada momento.

Lo empujó con brusquedad, mas su fuerza no era suficiente como para zafarse de aquella cercanía y el agarre contrario.
-¡Su-Sueltame! ¡No tienes derecho a esto!
Gritó afónico y con la voz entrecortada, tremendamente sonrojado, y notando como le temblaban las rodillas. ¿Porqué rayos tenía que ocurrirle eso a él?