La presa del día~ [En venta, libre]

La verdad era que nunca se habría imaginado fallar en una de sus jugarreta que pensaba eran perfectas. Había querido infiltrarse en un crucero para conocer el mundo gratis y cómodamente, pero en vez de eso se metio al barco que llevaba a la isla, en donde de inmediato comenzaron con los malos tratos y la encerraron en una sucia jaula apartada, apenas dandole de comer cada varios días, y teniendo que soportar los alaridos de los demás cautivos.
No tuvo la posibilidad de huír cuando desembarcaron al llegar, pues la habían drogado tanto que apenas si podía caminar tambaleante. Sin embargo, ahora ya se encontraba consciente y gozando de sus cinco sentidos, cosa desafortunada para los que estuvieran cerca.

Estaba arrodillada en una jaula pequeña y fría, con las manos en los barrotes y una notable expresión de molestia. Tenía también una argolla en el cuello con una cadena, como un collar, atada a un poste cercano. Sus exclamasiones, muecas y comportamiento, definitivamente no concordaban con aquel cuerpecito y rostro de inocente niñita buena.
-¡Are, Are, pero qué tenemos aquí! ¡Unos malditos inferiores colmilludos con cara de murciélagos deformes y mal nacidos! ¡¡Sueltenme, sueltenme malditos!! ¡Les cortaré la inservible cabeza a todos!
Gritaba furiosa, de vez en cuando intentando zarandear un poco la jaula moviendose de un lado a otro, cosa que no tenía sentido alguno pues estaba prácticamente pegada al suelo.

El vendedor estaba parado a un lado de la jaula, ignorándola completamente, y anunciando la oferta a los gritos.

Al vendedor no le interezaba si era una mujer o un hombre quien comprara a la fastidiosa muchachita. Solo quería el dinero, y que alguien se llevara de allí a esa gritona lo más pronto posible.
-Diez rubíes y cuatro lingotes de oro, querida.
Anunció, sonriendo con avaricia.
-Su elevado precio se debe a la raza tan extraña a la que pertenece... Es una diosa de la muerte, una shinigami~ Sin duda le será muy útil.

El vendedor tomó la paga ignorando por completo los comentarios de la fémina, y dandose la media vuelta para marcharse tranquilo en busca de nueva mercancía para seguir con sus sucias actividades. Suponía que no haría falta siquiera desatar a la castaña, pues seguramente la vampireza la liberaria por su cuenta.

Alice observó con la ceja arqueada a la peliazul mientras que soltaba los barrotes que posteriormente se romperían. Se puso de pie y se llevó la mano al cuello, tocando la argolla que la apricionaba.
-Estoy atada.
Comentó con calma, bajando la mirada. Obviamente, a menos que su nueva ama le quitara la cadena, no podría salir de allí.

Al ser desatada, la miró fijamente, frunciendo el ceño. Casi como inspeccionandola con la vista. En verdad le sorprendía que esa personas estuviera siendo amable, ya que todo lo que había visto a su al rededor en aquel mercado eran pésimos tratos hacia los esclavos.
-Pero claro que tengo hambre.
Le respondió, llevandose una mano al cuello, masajeando las pequeñas heridas causadas por el collar de metal.

Salió de la jaula a paso lento y se quedó esperando a la pelicielo, con una expresión bastante despectiva. Estaba agradecida por haber sido desatada, pero jamás diría un "gracias", y menos en esas condiciones.
-¿Porqué tanta amabilidad?
Cuestionó. Le gustaba ser directa.

Si bien no quedó del todo satisfecha con la respuesta, decidió ya no preguntar más sobre eso. De todas maneras, no le molestaba ser tratada bien, y le agradaba que su dueña fuera al menos un poco más amable que los demás que había visto.

La siguió con calma y cierta pereza, con las manos tras la nuca.
-Comer... -Susurró, escuchando tronar su estómago- ...No suena mal.

De vez en cuando la observaba de reojo, con la mirada baja. No por verguenza, si no que no se sentía demasiado a gusto con alguien apenas conocida. Posiblemente al pasar el tiempo, ya sacaría a la vista su verdadera problamática personalidad.
-No es nada raro... Solo hago pequeños trabajos, cuando me llegan... cosa que casi nunca ocurre. En realidad no se del todo como rayos debería ser, nadie me dió instrucciones.
Contestó con despreocupación, en voz baja.

Luego la escuchó decir lo otro, a lo que apenas sonrió.
-Alice.
Fue lo único que musitó.

Ella no tenía ganas de comenzar un tema de conversación, y no hablaría a menos que la pelicielo dijera algo más. Durante todo el recorrido miraba a su al rededor, un tanto confusa, de vez en cuando murmurando cosas como "wauuu~" a medida que pasaban por distintos comercios en los que vendían cosas, por ella, desconocidas.

Al llegar al lugar adecuado escuchó las palabras de Cassandra, y con una media sonrisa, se limitó a comenzar a ordenar.
-Tres piernas de pollo, un corte de carne con patatas al horno y salsa de tomate, dos vasos de jugo de naranja y cinco hamburguesas~... Ah, y no olvides la sal.

Se sentó junto a la vampireza esperando su pedido, poniendose en la misma posición que en la otra, mirandola fijamente y escuchándola hablar.
-Me equivoqué de barco y me atraparon como esclava.
Simplemente respondió, rascandose la mejilla.
-Pobres ilusos, los empalaré cuando se mueran y tenga que ir a buscarlos. ¬¬
Refunfuñó entre dientes. Aún no podía creerse que ahora, ella, la gran shinigami, fuera esclava de esa "cosa" que tenía en frente.

-Siempre es divertido, y más cuando gritan.
No le importaba comentar aquello, ni que la otra pensara mal de ella. Solamente decía lo que pensaba, si quería, y cuando quería. De todas formas, le importaba un bledo lo que opinaran sobre su forma de ser.

Al ver que sus platillos llegaban, tomó una de las papas y la mojó con salsa de tomate, para luego llevarsela a la boca. Así hizo con las demás, y luego, con una rapidez increíble, se devoró el resto de la comida como una fiera. No era que tuviera un hambre ecepcional, simplemente... ese era su apetito normal.
Tras limpiarse los labios con una servilleta, miró a la mujer con una pequeña sonrisa.
-Podríamos ser amigas... creo.

Mientras comía y engullía aún más, de vez en cuando se distraía mirando los alimentos, aunque también a veces se quedaba viendo fijamente a la peliazul, pensativa, como si estuviera pensando en cualquier otra estupidez menos en ella.

Ladeó un poco la cabeza y al terminar de comer se bebió de seguido los dos vasos de jugo para luego volver a limpiarse con una servilleta y finalmente mirar a la muchacha.
-¿De mi? Ah, pues... nada raro, soy una niña y... ando por ahí... me gusta comer, beber, jugar... el tenis... bah~
Ella tampoco tenía idea de que decir (?).

-Bah, en tantos siglos no pasó nada interesante, no hay mucho que contar.
Susurró, poniendose las manos tras la nuca y cerrando los ojos. En realidad no recordaba gran parte de su remoto pasado, aunque eso tampoco le importaba demasiado.

Entreabrió un ojo y miró a la pelicielo, despreocupada.
-Si, estuvo delicioso, gracias. ¿Y tu no vas a comer? Deberias tener una bolsita con sangre o algo así, ¿No?

La siguió mirando despreocupada, incluso con un dejo de desinterés en sus actos. Poco le importaba herir a los otros con sus palabras o preguntas fuera de lugar, por lo que casi nunca medía sus palabras.
-Tienes que comer algún día, ¿No?... A demás, no necesariamente matas a quien muerdes, la sangre se recupera rápido.
Comentó, negando suavemente con la cabeza. Abrió el otro ojo y enderezó un poco la espalda. Luego, sacó de uno de los bolsillos de su especie de chaquetita una libreta, que abrió y miró con detenimiento, para posteriormente guardarla.
-...Bah, no importa. -Susurró tranquilamente, bajando de su asiento tras dar un saltito para caer al suelo.

-¿Querer?... En realidad me da igual, supongo que es mi deber, porque me compraste y debo ser útil porque soy una esclava y blablabla~... De todas maneras, mientras no me dejes sin nada, no tengo problema.
Al parecer la castaña no se había tomado eso como una broma, y lo respondió con total sinceridad. No era masoquista ni nada de eso pero el dolor no le afectaba mucho, y suponía que una mordida no podía hacerle demasiado daño.

La vio pagar de reojo, y luego volvió a hablarle con una pequeñísima sonrisa.
-No conozco demasiado de aquí... Decide tú si quieres ir a algún lugar.