En venta (libre)

El adolescente se removió incómodo, intentando juntar las piernas inútilmente, pues le habían puesto una vara para que los clientes viesen todo, como si aquello fuese un plus en contrapartdida a su horrenda actitud, así que sólo vestía unos boxer negros. Sus delgados brazos se hallaban alzados, enganchados por cadenas en el techo. E incluso, le habían bajado su preciada venda (la cual le servía de barrera para no observar directamentea la gente) sólo para que se le viesen sus ojos.

Esa sería la cuarta vez que lo venderían en apenas dos meses. Su antiguo amo también se había deshecho de él en cuanto había empezado a rebelarse, aunque no había parecido tener ninguna queja sobre sus gustos especiales.

-Idiota... -le espetó a aquel que lo preparaba al público, atreviéndose a escupirle, por lo que recibió en respuesta un tortazo. Uno de los muchos que había recibido desde que empezasen a prepararlo.

Sabía que sería vendido al precio mínimo, casi como si se tratase de pan o agua que apenas cumplirían la función de llenar un rato el estómago de aquél que se los comiese. Ya llevaba tanto tiempo siendo así que hasta se estaba acostumbrando, es más, hasta deseaba que el próximo amo se deshaciese de él igual o más rápido que los demás. A veces el pensamiento de ser un rebelde, huír, vagar y ser libre le parecían de lo más encantadoras. Otras veces, afloraba el lado que más odiaba de sí mismo, y simplemente quería ser encontrado y castigado. No sabía como podían habitar tantos pensamientos contradictorios dentro de sí mismo.

Levantó la barbilla y clavó sus ojos en todo el que pasaba por delante suya para bservándolo, sólo para mirarles superiormente; como si el no fuese en ese momento un simple esclavo y se tratase de cualquiera de aquellos opulentos hombres que paseaban a sus anchas por el lugar.

Ivain caminaba alegremente, con las manos en los bolsillos. Había sido un día productivo en el balneario, para que negarlo... y eso le hacía estar de buen humor. De tan buen humor que había decidido que ya era hora de ponerse las pilas y encontrar alguna nueva adquisición para el burdel.

Su trabajo era sencillo: localizar gangas. Chicos que por su comportamiento o por algun defectito fueran baratos... aunque, cuanto más hermosos más le pagaban. y si eran virgenes aquello suponía un plus, aunque la mayoría de las veces no llegaban en ese estado. Oh, sí... Ivain era un buen comprador, siempre se aseguraba de probar la mercancía antes de entregarla. ¿Qué pasaría si fuera defectuosa? Se rió internamente por aquel chiste consigo mismo.

Se detuvo cuando la voz de un hombre le llamo la atención, anunciando la venta de un chico por un precio miserable. En un principio supuso que aquel chico no merecer`la pena si aquel era su precio pero de todas formas, se acercó a echar una ojeada. No le gustó demasiado que aquella venda le tapase los ojos, aunque sí le daba un toque sexy.

- Tú.- Le dijo directamente al chico de la jaula, ignorando al vendedor... prefería escuchar la voz del chico.- Cuantos años tienes y por qué te venden tan barato.

El chico taladró con sus ojos azules al recien llegado, girando la cabeza para no contestar. Pero enseguida le llovió otra bofetada, haciéndole apenas encogerse.

-¡Responde! -le gritó el hombre.

-Me llamo... -escupió la sangre que bajaba por su labio hacia delante, sin importarle- Andreas. Tengo 16 años. A ningún amo le gusta mi personalidad y por eso me venden enseguida. ¿Tú también vas a perder tu tiempo?

No le importaba ser irrespetuoso, sobre todo cuando no los conocía. O más bien cuando lo compraban. No pudo evitar sonreír de lado, provocando.

Ivain mostró una sonrisa incluso amable, que contrastaba perfectamente con sus intenciones que no eran tan buenas.

- No le pegue, no lo quiero más marcado.- Le pidió al hombre con voz suave, pero firme que no admitía replica.- Me lo llevo.

Se giró hacia el chico mientras lo sacaban de allí, aun encadenado. Lo observó con calma, su mirada reflejaba frialdad pero sus labios seguían sonriendo de manera amable.

Puso un saquito sobre la mano del hombre como forma de pago y tomó la cadena que le tendían, la cual le ataba las manos a Andreas.

- Tranquilo, no perderé mas que el tiempo necesario contigo.- Dijo empezando a tirar de él para que caminara.- No vas a ser para mí.- Se rió con suavidad.

- ¿Eres virgen? - Espetó derrepente.

Andreas se dejaba arrastrar, agradeciendo no tener la vara ya en las piernas, aunque las sentía medio dormidas; por eso iba vigilando cada paso que daba al salir de aquel lugar que tanto odiaba.

Se agarró de la cadena, tirando de ella, antes de hablar.

-No creo serlo. ¿Por qué no se lo preguntas a mi trasero? -le devolvió la pregunta, lo menos simpático posible-. ¿A dónde me llevas? ¿Para quién voy a ser? -preguntó ahora él, a pesar de él mismo no había sido claro con sus respuestas hace un momento.

Ivain se rió ante la respuesta, lejos de enfadarse. Le gustaban los chiquillos con personalidad.

- Ya le preguntare luego a tu trasero... por eso no te preocupes.- Dijo ignorando la primera pregunta.

- Vamos a ir a un reservado, en el burdel.- Explico con calma, alegremente.- Allí probaré que tal.. es la mercancia y, si me gustas, allí te quedarás. Y si me gustas mucho mucho, probablemente vaya a verte de vez en cuato.- Se rió otra vez.

- Si no me gustas.... en los calabozos me encargaré de que ciertos hermanos te enseñen como comportarte. No son agradables así que creo que te conviene más la primera opción.

- Oh, qué interesante -Andy sonrió de lado, tirando otra vez de la cadena porque le molestaba en el cuello-. Voy a cambiar de casa. Ahora tendré más amos. Creo que la felicidad me satura... -se fijó en el nombre de las calles por las que iban pasando, por si le podía servir de algo.

Luego se fijo de nuevo en Ivain, inspeccionándolo con ojo crítico, como queriendo formarse una idea preconcevida y rápida de él (aunque normalmente no le gustaría comportarse así) y así no sentir nada de simpatía por él. Aunque de momento, sólo se había fijado en la frialdad de sus ojos.

-A lo mejor me gusta que me enseñen a comportarme, y sólo por eso hago que me lleves allí -dijo, con un dejo de indiferencia. Nada podía ser realmente peor de lo que había pasado en ocasiones anteriores, cuando aún podría decirse que era inocente.

Ivain sonrió otra vez, estaba alegre.. muy contento.

- Entonces nos llevaremos bien.- Le repondió con una risa tirando un poco de la cadena para que apresurase el paso.

- Te gusta que te enseñen, me gusta enseñar... - Comentó a pesar de que bien sabía que el chico no lo había dicho enserio.- Haremos una buena combinación.

Y despues de eso, siguió caminando. No veía el momento de llegar al burdel.

((Cortamos aqui, a la noche abro el tema en el burdel y te envio el mp~~))