Quiero ser un polizón >.<

Krist estaba escondido entre un cargamento de grandes cajas que parecía no estar vigilado por nadie. Las miró y se preguntó que tendrían, decidiendo que era mejor no saberlo. No conocía mucho de aquella isla, pero no le gustaba el lugar y por eso se encontraba ahí en ese momento.

Sus ojos observaban atentos un barco que parecía que iba a partir en breves, esperando el momento para colarse sin ser visto pero los hombres que vigilaban la puerta no se iban.

Krist suspiró y se sentó a esperar.

Krist se pegó un sobre salto, no había oído llegar al desconocido. Se giró hacia él, mirandolo con miedo ante su rostro serio.

- N-nada.- Balbuceó torpemente mientras trataba de inventar algo.

Krist se levantó despacio mirando a su alrededor para escapar pero la unica salida la tapaba aquel chico. Se mordió el labio inferior asustado.

- No intento escapar, solo quiero volver a casa.

Krist frunció el ceño y miró de reojo el barco.

- ¿¡Por qué no!?- Le gritó comenzando a cansarse de aquel estúpido lugar.

- Estoy empezando a cansarme, soy una persona y tengo derecho a volver. Además, tengo hambre

Krist bufó y se sentó en el suelo con los brazos cruzados, mirando al chico. Se preguntó si sería un vampiro de los que le había hablado el chico hada.

- Y que tengo que hacer.- Murmuró en un tono algo brusco, pero por el miedo.

- Si, llegue ayer.- Dijo con un suspiro mientras se cruzaba de brazos. Desvió la mirada.- y sí, soy humano.

- Ni si quiera se por que me habeis traido aqui. Sólo quiero volver.- Dijo suavizando el tono de su voz. Quizás si fuese más agradable le dejasen marchar, aunque lo dudaba.

- ¡Pero eso no es justo! - Le gritó ya harto poniéndose en pie.

Comenzó a caminar como un gato enjaulado decidiendo que odiaba ese lugar.

- No pienso irme de sirviente de nadie.- Declaró cruzándose de brazos para mirarlo desafiante.

Krist lo miró con odio, aquel tipo le caía mal. parecía que se burlaba de él y eso no le gustaba nada.

- Si puedo decidir, para algo es mi vida.- Le respondió y echó a correr, empujándole para que le dejase pasar.

Krist comenzó a revolverse, pateando al vampiro y gritando que le soltase. Quizas si gritaba alto alguien acudiese en su ayuda, no era posible que en esa isla todos fuesen "malos"

- ¡Dejame! - Le gritó como un gato arisco.

Krist bufó exasperado.

- ¿Y por qué tengo que callarme? - Le dijo en tono totalmente irrespetuoso a pesar de estar con los pies en el aire.

- Me estas reteniendo contra mi voluntad, estoy en mi derecho.

Krist gritó y esta vez lo miró asustado, aquel tipo realmente no tenía piedad. Se lo pensó mejor antes de rechistar, pues ahora casi temblaba así que se mantuvo en silencio, encogido, como un gatito asustado.

Cerró los ojos y se dejó llevar, decidiendo esperar a que el tipo se fuera para volver a escapar.

Krist lo siguió en silencio con la mirada pegada al suelo hasta que escuchó la palabra "comida". Entonces la alzó un poco, casi sintiendo como su estómago rugía ante la idea de ponerse ante un buen plato de comida. Pero la idea de ir despues al mercado de exclavos... le aterraba.

- ¿no hay nada mas que peuda hacer para que no tenga que irme a ese mercado? - Murmuró en voz baja mirando al suelo.

- No sugiero nada.- Dijo sin despegar la vista del suelo, con un pequeño suspiro.

- no se limpiar y tampoco plachar o hacer esas cosas, no sería un buen sirviente.- Murmuró inocente.

- Por eso lo digo.