¡¡QUIERO IRME!! [Libre~]

El joven de hebras acarameladas caminaba apresurado... en círculos, de un lado a otro, con una mano en el mentón y otra tras la espalda, y la vista clavada en el suelo. Expresión seria, semblante débil pero decidido. Oh si, un chico taaan~ fuerte que hasta podría vencer a una mosca y tener mucho mérito gracias a eso, realmente, un "arma mortal" que podía soportar a duras penas no ser levantado por el viento, tropezándose cada tres minutos.

-Barco, madera, martillo, materiales, subordinados... Barco, madera, martillo, materiales, subordinados... Plan, cálculos, diseño y planos. Barco, madera...
Se la pasaba repitiendo a cada momento, sintiendo como el viento le alborotaba los cabellos y ropa, pensando y pensando en cómo rayos construir un barco para salir de esa isla. Se creía solo, por lo que hablaba en voz alta.

Hacía meses desde que Jacob no visitaba los límites de la isla, no desde que tenía a Zafir a su lado. Antes, iba cada pocas semanas para vigilar las fronteras y preocuparse por los cargamentos ilegales de armas que llegaban. Sin embargo, aquella noche no era ése el motivo de estar allí, sino el hecho de que quería relajarse en esa zona que normalmente estaba despierta. De acuerdo, era extraño ir a ese lugar oscuro situado al lado del bravo mar para relajarse, pero Jacob era la clase de sujeto que iría a descansar a un cementerio o unos calabozos. ¿Tétrico? Quizá, pero le gustaba.

Se sentó sobre la hierba y encendió un cigarrillo, rindiéndose a la evidencia de que jamás dejaría ese vicio. Bueno, era una suerte no poder morirse a causa de ello. Fumó durante un rato, contemplando la luna, hasta que vio un pajarito que cantaba en la rama de un árbol. Sacó la pistola y disparó un par de balas, matándolo con la primera. Siguió disparando, esta vez contra el tronco del árbol, simplemente porque le tranquilizaba aquel sonido.

Sin embargo, poco después su fino olfato detectó una presencia en aquella zona. Anteriormente había pensado que estaba solo, pero por lo visto seequivocaba. Supo que se trataba de un humano y, guardando la pistola, siguió el rastro de aquel olor hasta encontrarse con un jovencito de aspecto débil e inocente. Suponía que un esclavo, seguramente huido. Dibujó una sonrisa algo sádica en sus labios, dejando asomar los colmillos, y le miró alzando las cejas... pareciendo hasta sorprendido.

-¿Qué hace una criatura como tú por aquí?

Sonidos de disparos lo hicieron guardar silencio a la vez que con rapidez se daba vuelta para buscar al respectivo causante de su sobresalto, con el ceño fruncido. No se le cruzaba por la mente que para alguien como él era más que peligroso estar allí.
Hacía ya un rato que oía el inusual sonido de un pajarillo por la noche, mas justo luego de oír los disparos escuchó que dejaba de cantar. Pensó en lo peor y una gran pena inundó su ser, pues si había algo que odiaba igual o más que estar en esa isla, era el maltrato hacia los animales sin razón aparente.

Vió poco después que una persona se le acercaba, a lo que se erizó por completo y lo miró repentinamente aterrado, quedandose sin habla. Tragó saliva, y miró hacia el árbol que no estaba muy lejos volviendo a sumirse en una mezcla de ira y tristeza.
-¡¿Cómo pudo?! -Exclamó con molestia. A esa distancia no había notado que ese hombre se trataba de un vampiro, por lo que no había dudado en gritarle tremendamente enojado, olvidando por un momento que el sujeto poseía un arma. -¡No tiene derecho!¿¡Porqué lo ha...?
Estúpidamente el joven corrió hacia donde el animalito estaba con anterioridad, ignorando al otro, y se inclinó ante el árbol para posteriormente ponerse de rodillas. Lágrimas comenzaron a escapar de sus ojos, mirando el cuerpo muerto del ave con una gran tristeza.

-Eres... un maldito..
Murmuró entre sollozos.

Se quedó completamente asombrado al ver la reacción del chico. Su primer impulso fue el de sacar la pistola y dispararle a causa de esa insolencia, pero tampoco era su estilo habitual. Al menos, no antes de haber averiguado de dónde nacía esa especie de 'valor' o, realmente... deseos suicidas, porque aquel muchacho no estaba seguro en esa zona de la isla, ni por asomo. Aún teniendo el más cruel de los amos, hubiera sido mucho mejor que se quedase en la casa. Jacob no era lo peor que se podía encontrar... en esa zona vagaban algunos individuos con pasado y acciones bastante más oscuras.

Dejó que cogiese al pajarillo y sencillamente le siguió, quedándose a su lado frente al árbol. Al escuchar el insulto, rompió a reír... no era su risa amable, sino una risa mezcla de burla y crueldad. Le divertía aquel enojo y verle tan... tan bravucón y crecido frente a él, como si no fuese de ninguna manera consciente de su situación.

Cuando ya no pudo aguantarse más, se inclinó frente a él y le sujetó del cabello, levantándolo de un solo tirón, sin pensar en lo que podía dolerle. Sonrió, poniendo buen cuidado de que esta vez viese sus colmillos.

-Te he hecho una pregunta, corderito. ¿Qué hace una criatura como tú en un sitio como éste? Cualquiera diría que estás buscando al lobo.

Al ser tomado del cabello, sin querer abrió sus manos y el cadaver del pajarillo cayó al suelo, al igual que sus propias lágrimas que se le derramaban y viajaban por sus tersas, pálidas y sonrosadas mejillas. Cuanto dolor sentía, pues pájaro, humano o vampiro, para él todas las vidas valían lo mismo.

Vió los colmillos y se aterró, mas por alguna extraña razón se limitó a quedarse callado, sollozando, sin rogar ser soltado. Solamente bajó un poco la mirada entrecerrando uno de los ojos, enfocando sus orbes celestes en el cuerpo sin vida del ave, como si aún tuviera esperanzas de que reviviera. Cosa ridícula, pues tenía un tiro en el medio del cuerpecito.

-...¡¿Qu-Quién te crees para... quitarle la vi..vida a al..guien?!
Cuestionó tartamudeante, en parte por que sus sollozos lo interrumpían, por el dolor de aquel agarre, y por otro lado debido al tremendo terror que lo invadía. No quiso responder a la pregunta que el vampiro había formulado, pues él quería una explicación primero. Aunque en el fondo sabía que seguramente no sería otorgada.

Levantó los ojos al cielo, con un gesto de evidente molestia. Le molestaba que ignorasen su pregunta y que aquel chico no estuviese ya por los suelos suplicándole piedad o algo por el estilo. De todos modos, ¿qué importaba el maldito pájaro? No se había imaginado, de ninguna manera, que a alguien pudiese afectarle tanto la muerte de un animal.

Arrastró al chico hasta el árbol y le echó contra el tronco, sujetándolo por el cabello para que no se le escapase. Estaba empezando a sentirse bastante furioso, lo que era peligroso, porque no empezaría a ser de verdad violento hasta que la ira hubiese superado límites increíbles.

En ningún momento había dejado de fumar su cigarrillo, pero al ver que se le había acabado, lo apagó de un pisotón. Más motivos para estar enfadado. Encendió uno nuevo, sin soltar al chico, y se sintió más tranquilo al aspirar el humo.

-Veamos, corderito... la cuestión es que a mí me importa muy poco la vida ajena, vivo de eso, y, como no dejes ese maldito tono insolente de niño malcriado, creo que la tuya todavía va a importarme menos.

Le sonrió, con un toque burlón algo macabro.

-Por última vez, ¿qué estás haciendo aquí?

Si bien casi se desmaya del miedo cuando fué llevado al árbol, extrañamente solo se lo quedó mirando desafiante. Al parecer el muchacho había perdido ya lo último que le quedaba de cordura, pues tratar así a un vampiro era un acto suicida, más para alguien tan débil e insignificante como él.

Sus manos permanecían colgando a sus costados temblequeantes, sus ojos húmedos por lágrimas que habían dejado de salir tan frecuentemente, y su cabello... Bueno, su cabello proporcionandole un horroroso dolor debido al agarre del vampiro. Se estaba desesperando, pero no decía palabra alguna como para quejarse.

-...Paseo.
Susurró suavemente, como respuesta a la pregunta. En realidad no había escapado de su amo. Estaba planeando hacerlo pero no lo había hecho aún... Esa era una de sus salidas casuales, ya que luego volvería, pues no tenía ni la más mínima intención de quedarse sin hogar de nuevo, a pesar de que llamara "hogar" a vivir junto a Said.

Se sentía bastante desconcertado ante aquella actitud. Era casi patético que aquel chico pretendiese demostrar un 'valor' que ni tenía ni le serviría de nada. Jacob podía oler su miedo, era un perfecto cazador y por mucho que el muchacho le mirase con desafía sabía que estaba asustado.

Una risa, de nuevo bastante cruel, brotó de sus labios al escuchar la excusa. Le parecía completamente increíble, y a la par hasta ingeniosa. Sin duda, el chico era cuanto menos poco común.

-¿De verdad estabas paseando? ¿A estas horas y peligrosamente cerca del límite final de la isla?

Estaba empezando a pensar que el joven humano era estúpido o estaba demasiado asustado para responder.

-De todas maneras, ahora estás aquí... y de mí depende que regreses o no... Vivo, quiero decir -le miró con las cejas alzadas y una expresión extraña en el rostro-. Me pregunto si alguien te espera en la isla.

-¡Pues... Pues llévame a mi casa, y verás que no miento! O en..En todo caso déjame ir ya y.. te llevaré donde mi amo...
Exclamó haciendo el mayor esfuerzo posible por no tartamudear y evitando el molesto nudo en la garganta que intentaba formarse. A lo sumo planeaba escaparse -intentar, mejor dicho- de la isla en dos días o cuando tuviera un plan formulado, pero insistía en que ese día iba a regresar a la casa de su amo. Después de todo, no deseaba ir a parar a los calabozos, aquel lugar tan horrendo del que le habían hablado.

Alzó como pudo la mirada, llegando a observar de reojo las manos que lo sostenían. Dolía demasiado, pero estaba conteniendo las lágrimas. ¿Porqué rayos tenían los vampiros que ser tan abusivos? ¿Porqué solo se valoraban a ellos?...Constantemente se hacía esas preguntas, aunque nadie le había dicho la respuesta. Que molestas criaturas...

Suspiró con gesto de molestia. No pensaba seguir al chico hasta su casa, sería sacrificar su bonita noche en esa zona tan aislada y hermosa. No. Aquel humano había sido una interrupción de su tranquilidad, pero ahora que estaba allí tampoco era cuestión de comprobar su historia. Además, a Jacob le daba realmente igual.

-Vamos, vamos... No te asustes de esa manera, corderito... No voy a matarte aquí mismo... ¿o sí?

Dejó escapar una risa suave, que los que lo conocían bien sabían que no era peligrosa, pero que podía resultar bastante tétrica. Con gesto juguetón, le acarició la mejilla y un poco el cuello, arañándolo suavemente y llevándose una gota de sangre a los labios.

-Sabe bien... y sin embargo no tienes marcas que indiquen que un vampiro te haya mordido... Todo un desperdicio...

Sonrió, sujetándole todavía fuertemente, sabiendo que al menos por ahora no le mordería, pues ya tenía a Zafir en su hogar y había prometido a su pequeño que sería un poco más civilizado con los humanos. Claro que eso no lo sabía aquel crío insolente.