Di-ver-sión~ [Libre]

Afirmó con la cabeza al escuchar lo último del pequeño, mientras que daba un paso hacia atrás volviendo a sentarse sobre la lápida, cruzandose de brazos. Se sentía extraño al escuchar ese "relato", pues Andreas no parecía triste al comentar esas cosas.
-Esos sí son demonios...
Pensó, negando levemente con la cabeza. Bueno, en realidad no creía que los dueños de ese lugar "rentaran" niños por gusto. Al fín de cuentas, en el mundo el dinero era el que decidía todo. Y trabajar en el burdel, tanto siendo uno de los engargados o como uno de los que realmente trabajaban... era una profeción más.

Se enterneció por un momento, y estiró un brazo posándola sobre la cabecita ajena, revolviendole los cabellos.
-Espero que pronto puedas salir de allí. Te ayudaría si me fuera posible, pero... -Sonrió, frunciendo un poco el ceño- ...No me encuentro en una buena posición para eso, aún no, al menos.

Andreas sonrió ampliamente, asintiendo y haciendo que su cabello bailase con el movimiento. Subió su mano y la apoyó sobre la del otro, como agradeciéndole el gesto sin palabras. No creía que hiciesen falta.

-No te preocupes por mi. No es tan malo cuando ya te acostumbras. De momento no he tenido a nadie desagradable... así que no tengo ni porqué quejarme. Perdón por molestarte con idioteces -cambió el peso de un pie al otro,notando los dedos que sujetaban las bolsas adormecerse-. Tú simplemente pásalo bien, y aprende mucho. Para eso has venido, ¿no?

Sonrió un tanto más alegre y volvió a reir por lo bajo, dándole la razón al jovencito. Para tener esa apariencia, le parecía genial lo maduro que se estaba portando, cosa rara -no digo que mala- en un menor.
Retiró la mano de los cabellos ajenos, acariciando con la punta de los dedos la ajena mientras la quitaba con delicadeza, en un lento y suave proceso. Hasta que finalmente, volvió a cruzarse de brazos, cerrando los ojos para sonreir aún más, solo que ahora sin parecer un maniaco.
-Ajá... pero aún así espero que nos encontremos de nuevo alguna vez.

Comentó, abriendo los ojos, adoptando una expresión infantil y juguetona inmediatamente. Al momento se levantó, lo tomó de las manos cuidadosamente e inclinado un poco de nuevo hacia adelante comenzó a balancearlas en un suave vaivén.
-Pero, no te estás despidiendo, ¿Verdad?... ¿No quieres quedarte un ratito más a jugar conmigo? ¿O ya tienes que irte?...

-Quiero quedarme un rato más. Me lo estoy pasando muy bien -movió sus propias manos para balancearlas al ritmo del otro, soltando una risita por lo bajo al oírlo-. Mejor que nunca.Por eso me quedaré un poco más, aunque me riñan.

Acarició con sus manos las del otro, sin parar aquél vaivén tan relajante y divertido a la vez. Le hacía creer que aún había gente en la que podía confiar sin miedo.

-Yo también espero verte de nuevo. En realidad, siempre que quieras. Puedo escaparme y venir aquí de vez en cuando, ¿te parece? Y, si me quedo, ¿a qué jugamos ahora? -preguntó, animado.

Cada vez más alegre sonreía desmesuradamente, de oreja a oreja, con demencia pero a la vez ternura y amabilidad, rebosante de alegría. Su expresión podía hasta llegar a ser graciosa, y más acompañada por los movimientos desalineados de su cuerpo.
-¡Que bieeen~! -Exclamó, festejando, sin soltar las manitos ajenas- ....Si, podemos encontrarnos cuando quieras, siempre estaré aquí, jugando con Harry y los demás.
Le aseguró el peliblanco, asintiendo ante sus propias palabras con la cabeza.

-Ah, hay muchos juegos. ¿Quieres jugar a la mancha?... En algunos países también le dicen "tocadita"... Tienes que perseguirme, tocarme, y entonces yo tendré la mancha. Es muy divertido entre muchas personas, pero así también sirve.

El chico asintió, pensando que nunca había jugado a ese juego pero que de seguro iba a ser igual de divertido que el de las miradas. También se rió por lo bajo al observar cómo las expresiones que pasaban por la cara de Break cambiaban con tanta rápidez- Eso le asombraba y le gustaba.

-Eso será genial. También quiero conocerlos más a ellos... Y, quizás, podríamos jugar con Harry y los demás ahora, ¿no? O, ¿están muy cansados? Así seremos más gente, y cuantos más mejor, ¿verdad? ¿Queréis jugar con nosotros? -preguntó, observando la nada y esperando algún signo como respuesta, aunque fuese un mordisco.

Vió lo que el chiquillo hacía y no pudo evitar soltar una risita burlona, negando con la cabeza, lentamente.
-Solo está Harry ahora aquí. ¿Recuerdas que te comenté que los demás andaban por algún otro lugar?
Le recordó, en tono amigable y pasivo. En ese momento, miró hacia un costado, y tras unos segundos de silencio comenzó a murmurar cosas que no eran dirigidas precisamente hacia el rubio.

-¿Ah?...No, en este juego no hay puntos... Pero vamos, juega, Harry.
Susurró apenas audible, con la cabeza ladeada. Pero entonces, algo "picó" al peliblanco en la frente empujándolo hacia atrás, algo como un dedo, uno muy fuerte. Dió un respingo y retrocedió, tropezándose con la tumba y callendo para atrás, viendo rodar su sombrero por el suelo.

-Emh... creo que no quiere.
Dijo al muchachito, sin darse cuenta de que el flequillo que cubría su ojo izquierdo se había despeinado, dejando a la vista la notable cicatríz recorriendo desde la ceja al pómulo.

Andreas se agachó, acuclillándose para recoger el sombrero, algo apenado porque Harry no jugase. Pero al menos Break sí lo haría. Expolsó la arenilla que se había puesto por la tela del sombrero y elevó los ojos para mirar al otro, encontrándose de pleno con la cicatriz.

Le tendió el sombrero sin saber si debía preguntar o sería de muy mala educación, aunque la curiosidad se lo comía vivo por dentro.

-Aquí tienes... Qué pena que no quiera jugar. Pero seguro que tú y yo solos nos lo pasaremos bien -se inclinó algo más y le colocó el flequillo bien con los dedos, sin comentar nada. Si el otro quería explicar o decir algo, que lo hiciese a su debido tiempo y cuando éste quisiese, sin presiones por parte de su curiosidad. Después le colocó el sombrero y apoyó los codos en sus propias rodillas, observándolo sonriente-. Ese sombrero te queda bien. ¿Jugamos?

El chiquillo se puso de pie, y dejó de nuevo sus bolsas en el suelo, agarrándo el abrigo para qe no se le cayese.

Se dejó acomodar el flequillo, de pronto con una expresión incrédula, y un tanto cómica. Todos los que habían visto aquella cicatríz -que no eran demasiadas personas- preguntaron al instante, pero el muchacho no lo hacía. En realidad el siempre inventaba una excusa, y entre tantas mentiras sobre el origen de aquella marca, realmente ya había olvidado cual de todas era cierta.

Se levantó con lentitud, sintiendo como el menor le colocaba el sombrero, sacudiendose la ropa ya estando de pie, y volvió a sonreir juguetón mientras se sobaba la frente con los dedos índice y medio.
-Aish, este Harry, es demasiado brusco a veces.
Refunfuño, tras una risa burlona, agraciado por su propia torpeza.

-¡Si! Juguemos, ahora sí... ¿Quién te gustaría que comience?

Andreas le siguió con las risas, haciéndose un poco el loco con lo que acababa de pasar. Tocó el hombro del otro y salió corriendo en cuanto lo hizo, girándose para sacarle la lengua, juguetonamente.

-La llevas tú -se giró y empezó a correr entre las tumbas sin importarle, cosa que, quizás en otras circumstancias, le hubiese puesto la piel de gallina.

Al ser tocado de repente de un segundo a otro comenzó a correr. No, más bien, a saltar. Brincando alegremente entre las tumbas, persiguiéndo al niño lo más rápido posible.
-¡Wujuju~! ¡Buena técnica, Andy-chan!
Exclamó, cada vez más cerca de él. Por alguna razón aún esperaba espectante la pregunta sobre su cicatríz, que contestaría si el muchachito lo cuestionaba. Pero no quería mencionarlo por si mismo, porque temía parecer una de esas personas que se hace la víctima por cualquier tontería.

El rubio seguía corriendo y riendo, girando la cabeza en ocasiones para ver por donde iba el otro. Se paró en una lápida, y se movió de un lado a otro, con una sonrisa juguetona, provocando al otro para que lo pillase. Pero finalmente se movió hacia un lado y siguió corriendo, apenas sintiendo ya el frío gracias a la chaqueta, el abrigo y la carrera.

Apenas se acordaba ya de la cicatriz o de preguntarle sobre ella.

-A que no me pillas... -se movió hacia un lado, casi cayendo a causa de una lápida medio rota pero recomponiéndose.

Siguió corriendo, ganando al menos un poco de tiempo cuando el muchachito dejó de correr, y persiguiéndolo aún más rápido que antes.
-¡A que si, a que si!
Aseguró en tono alegre y voz alta, a veces tropezandose con las lápidas y una que otra piedrita o raíz en el suelo, pero pronto retomando el paso.
Se estaba divirtiendo mucho, y si fuera por él, seguiría así toda la noche.

Su sombrero, a causa del viento se voló, aunque el peliblanco le restó importancia al asunto. Luego regresaría, lo buscaría, y asunto resuelto. Pero ahora estaba concentrado en atrapar al menor.

La risa de Andreas no dejaba de escucharse por el cementerio junto con la del otro, y una de las tantas veces que se giró vio como el sombrero se volaba. Le hubiese gustado ir a por él, pero no quería perder.

-No, no lo vas a conseguir... -le sacó la lengua y volvió a balancearse de un lado a otro en una lápida, esperándolo con una sonrisita burlona-. No me pillas, no me pillas -canturreó.

Las risas resonaban por todo el cementerio. Cosa extraña, pues ese no era precisamente el lugar más alegre de toda la isla. Pero, no importaba si era en un parque o en el cementerio, con ese muchachito se estaba divirtiendo en demasía. Y ésto era algo que gozaba, pues no siempre tenía oportunidad de encontrarse con alguien con quien se llevara bien.

Siguió corriendo, aunque su cabello no se movía demasiado, por lo que el flequillo siempre le tapaba el ojo herido.
-¡No me provoqueees~!
Canturreó también, saltando sobre una lápida y desde ésta bricando de nuevo, callendo cerca del pequeño pero sin poder tocarlo.

Andreas se movió y apartó de golpe, evitando que lo cogiera y retrocedió, corriendo de espaldas sin dejar de mirarlo.

-Pero es que eres muy lento -lo provocó de nuevo, sacando la lengua y riendo-. Lento, lento, lento -volvió a canturrear. Se dio la vuelta, sin dejar de correr y pasando por el lado del otro adrede.

Se estaba divirtiendo con aquél juego. Era incluso más divertido que el de las miradas.

Al ver que le pasaba por al lado, y riendo ante las burlas del otro, simplemente estiró un brazo y se tiró hacia atrás, cogiendo al otro de la ropa y callendo de espaldas al suelo, aunque sin soltarlo.
-¡Un sacrificio noble para atrapar a la víctima, señores!
Exclamó entre risas, tirado en el suelo con la mano libre en el estómago.

El otro se dejó arrastrar. Su cabeza quedó apoyada en el pecho del otro, sintiendo los espamos y el movimiento de éste a causa de la risa, él tampoco pudo evitar reírse al ver como había acabado todo.

Estaba sudando y su frente estaba perlaba, a la par que respiraba con dificultad y trataba de tomar aire antes de hablar, pero la risa de lo impedía.

-Eso ha... ha sido trampa -dijo cuando pudo, aún riendo en el suelo.

Al tenerlo de esa manera, semi recostado en su pecho, le puso una mano en la cabeza para revolverle los cabellos, y se llevó la otra tras la nuca, para usarla como almohada mientras miraba al cielo, riendo cada vez más por lo bajo y retomando poco a poco la respiración normal.

-¿Qué dices? Nunca hemos puesto las reglas del juego~
Lo contrarió, sonriente, tras una risilla burlona.

Riendo entre costosas respiraciones tuvo que darle la razón. No habían dicho nada sobre reglas, pero había pensado que eso no sería parte de un juego normal, pero tampoco conocía muchos juegos en realidad.

Su mirada también se fijó en el cielo, donde empezaban a aparecer estrellas, apenas tapadas por unas casi transparentes nubes.

-En eso tienes razón... Entonces, ¿ahora la llevo yo? -se giró sobre el pecho del otro para observarlo. Sus mejillas estaban arreboladas por el esfuerzo.

Su pecho se expandía y contraría ante cada exhaltada respiración, mas su sonrisa estaba intacta, de oreja a oreja, alegre y curiosa. Parecía un niño, aquella expresión tan felíz y, en parte y momentáneamente, inocente.

Tras un suspiro, decidió responder a la pregunta.
-Ajá. Pero en este segundo yo, y ahora tu, y ahora yo, y... ya sabes como sigue~
Se refería a que, como estaban uno sobre el otro tocándose, sería difícil definir quién la tenía. Pero en realidad no le importaba demasiado, solamente quería seguir riendo.

Andreas lo entendió a la perfección y le siguió con sus risas, acariciándosse el estómago porque ya le dolía de tanto reírse. Agradecía que se hubiese levantado algo de aire, porque así estaba consiguiendo recuperarse más antes y quitarse un poco el calor que sentía.

-No lo había visto así -hizo un puchero y se incorporó, quedando sentado en el suelo. Terminando de recuperar el aliento-. Levanta, ¡qué si no te pillaré! -él mismo se había levantado, y estaba diciendo aquello mirándolo desde arriba.

Se puso de pie poco tiempo después a que el muchachito se levantara, y tras una última risilla, se dió la media vuelta y echó a correr con una rapidez increíble, en zig zag entre las lápidas.
-¡Ahora tu, no me pillas, no me pillas!!
Exclamó cantarín, con su sonrisa infantil de oreja a oreja.

Andreas lucía una permanente sonrisa. Había arrancado a correr cuando el otro, aunque estaba resultando algo patoso a la hora de esquivar lapidas, pero aún así no se rindió y siguió tras el otro, sintiendo el aire cortar en su cara roja y sus mejillas ardientes. Casi sentía el aire traspasar las vendas y hacer que sus ojos se aguasen.

-Sí te pillo -afirmó, gritando, ajustándose el abrigo que se le caía por momento y sacando fuerzas para correr con más rapidez.

A veces creía poder alcanzarlo, pero el otro esquivaba los obstaculos mejor que él.

Seguía luciendo su maravillosa velocidad y agilidad sonriente, a veces inclusive llendo más rápido a propósito, como para que el pequeño notara su buen estado físico. No sabía porqué alardeaba sobre eso, pero le divertía, y eso bastaba para hacer cualquier cosa.
Pero sus burlas y risas no duraron tanto, pues al distraerse, chocó contra uno de los extremos de una lápida en forma de cruz, justo dándole en el estómago, y tras una mueca de notable dolor, se quedó allí, con la lápida prácticamente incrustada en el abdomen.

Pero pronto, sin ninguna razón aparente, comenzó a reir estruendosamente. Se hizo un paso hacia atrás, tambaleante, casi asfixiandose de la risa, con las manos en el estómago.
-¡¡JAAAAAJAJA!!! ¡¡WAAAJA!! ¡No la ví, no la ví! Kujujujujuuu~
Al parecer se estaba burlando de si mismo, mofándose de su propia torpeza, ya habiendo dejado de correr.