Di-ver-sión~ [Libre]

Andy asintió efusivamente con la cabeza, sonriendo más o menos abiertamente.

-Cuantos más mejor. Si me como todo esto yo solo no será tan divertido como si me lo comiese contigo. Además, quizás me empache -saca una madalena y le da un mordisco-. Está muy buena. Lleva chocolate por dentro y se deshace en la boca.

Le tendió la bolsa, para que la cogiese y tomase de dentro lo que le apeteciese. No sabia qué comía el otro, pero si hacía muchos días desde que había llegado a aquella isla, debía de estar hambriento de tanto deambular. Él al menos lo estaba, aunque no hubiese hecho gran cosa a parte de... lo que hizo con Ivain.

Pero creía que aquello no era tanto si te acostumbrabas, o eso preferia pensar: que se había acostumbrado a aquella vida ya.

Al ver que el jovencito le extendía la bolsa, él levanto la mano, para echar hacia atrás una de las mangas del abrigo y de esa manera no ensuciarlas. Luego introdujo la mano y sacó uno de aquellos bocadillos, devolviendole la bolsa al pequeñín. Se quedó mirando la madalena por un momento, con la ceja arqueada, y una expresión de sorpresa como si hubiera descubierto algo nuevo. Cosa que era cierta.

Lo vió comer y escuchó sus palabras, sonriendo nuevamente como una maniatico, llevandose el bocadillo a la boca y finalmente mordiéndolo. Al momento sus ojos brillaron con una alegría inmensa, y hasta llegó a dejar oír un gemidito de emoción, mientras saboreaba el alimento.

Andreas al verlo comer y disfrutarlo, contuvo una sonrisita. Le dio un bocado más a lo suyo, cogiendo más chocolate que madalena, y degustándolo glotonamente. Si no fuera porque aquello no era muy sano, por él comería bollería todo el día y a todas horas.

¿Cómo podían decir los médicos que aquello era malo? Seguramente nunca comían.

-¿Verdad que está bueno? La tarta también sabe muy bien -rebuscó en la bolsa de plástico, hallando una cucharita de plastico y tomando un poco de tarta para dejar que el otro la probase-. Y encima está fría. Aunque ahora que hace frío no es muy buena idea... Pero, pruébalo.

¿Cómo es que en su mundo no habían de esas cosas? ¿Y porqué jamás había oído hablar de ello?... Lo máximo que en su tierra natal había, eran caramelos... caramelos sabor vómito, que si bien para muchos de los habitantes de allí eran deliciosos, a él no le satisfacían.
Negó un par de veces la cabeza, esfumando esos pensamientos, concentrándose en que lo que importaba era el presente, en donde estaba probando por fín ese tipo de delicias.

Vió al muchachito tomar tarta con la cuchara, y ni siquiera se molestó en agarrar la misma. Solamente se inclinó hacia adelante tras haber degustado ya su madalena, y apenas entreabriendo los labios degustó con tiento el dulce y frío contenido de la cucharita, al momento en que otra sonrisilla se le dibujaba en el rostro.
-¡Kyaaan~! -Exclamó, un gritito de alegría muy poco apropiado para un hombre, y menos para un demonio como él. Aunque eso en realidad le importaba un bledo.- ¡Andy-chan, esto es genial!
Aseguró mientras volvía a erguirse, tambaleándose de felicidad.

El chiquillo de pelo rubio asintió efusivamente, animado. Él mismo tomó la cucharita y cogió algo de pastel para probarlo. Hacía meses que no comía pasteles, y le supo a gloria en cuanto pudo saborearla. Esta era de una mezcla de fresa y chocolate con una capa helada de nata, y era de una de las mejores pastelerías que había encontrado en la isla mientras deambulaba.

-Está buenísima. Si quieres más, te la puedes quedar. Yo puedo comprarme otro día más -cuando me dejen volver a salir..., añadió mentalmente, sabiendo que para eso quizás quedaban muchas semanas-. Y las madalenas si quieres también, estarás hambriento si has estado vagando por la isla, ¿no?

Ante las palabras del rubio, con cara de incredulidad negó con la cabeza, tranquilo e inusualmente amable.
-No, la verdad es que no querría quedarme con lo que has comprado, es tuyo.
Comentó, en un tono increíblemente maduro comparado con el de antes, y hasta pareciendo una persona normal. Luego sonrió, aunque sin el aspecto de demente que tenía casi siempre.
-Y, en realidad no estoy taaan~ hambriento. Con la madalena y el bocadito de pastel me bastará por... ¿Tres días? O algo así.
Estiró un brazo y le dió un par de palmaditas en la cabeza al niño, ahora si, extendiendo su sonrisa y volviendo a tener la apariencia de psicópata de casi siempre.

Éste lo miró incrédulo, bajando la bolsa que sostenía alzada.

-Con tan poco... ¿tienes para tantos días? Yo al tercer día sin comer no sentiría mi estómago -comentó, aún sorprendido-. Y bueno, teóricamente esto no es mío. Lo compré con dinero de otras personas, solo tenía que hacer unos encargos... pero...

Acomodó las bolsas en una mano para poder arreglarse el cabello despeinado, sonriendo débilmente de nuevo.

-Te doy la mitad si quieres. Tendré que esconder todo esto en la habitación y se hará malo. No hay ningún problema. Ojalá pudiese conseguirte almas para tus amigos también.

Asintió ante la primera pregunta, sonriente, alegre y enérgico, abrazándose a él mismo rodeandose el torso con los brazos sin razón aparente, aunque antes habiendose acomodado el sombrero, un poco inclinado hacia el lado izquierdo, en donde el flequillo le tapaba el ojo.

-¿En verdad tienes que esconderlo? Tu amo debe ser muy cruel, para no dejarte darte esos gustillos~
Cada tanto asentía con la cabeza, como afirmando sus propias palabras, sonriendo a pesar de que no le agradara la idea de que el niñito fuera un esclavo, y peor si era un humano, que según veía eran mucho menos resistentes que los de su especie. Comenzaba a compadecerse de él.
-Pero... no quiero llevármelo, Andy-chan... Es tuyo, me sentiría culpable.

Culpabilidad... ¿Qué clase de demonio se sentía culpable? Bah, aunque en realidad eso le importaba un bledo, ni siquiera se consideraba uno de los demonios malos. Negó con la cabeza.

-Ah~.. ¿Almas? -Le dió un escalofrío, pero de alguna manera uno agradable, y le rugió el estómago. No podía saciar su hambre de almas ni con toda la comida del mundo- ...No creo que nadie quiera darme su alma...
Refunfuñó.

-Sí. Estoy en el Burdel, así que aunque no tengo un amo, nadie me ha dado el dinero realmente para comprarme nada. Por eso tengo que esconderlo, si no me castigarán -a pesar de que el asunto era serio, soltó una risita.

Tomó una de las bolsas y vació el contenido en otra, metiendo en esa unos cuantos dulces para cedersela después al otro.

-Ahí tienes. No te preocupes y... si no fuera porque aún aprecio mi alma, te la daba. Pero cuando no la quiera más, te avisaré para dartela, ¿vale? -dijo, como si estuviesen haciendo un trato, alzando su mano y exponiendo su dedo meñique.

Miró sus acciones, y sin demasiada opción tomó la bolsa, ladeando un poco la cabeza, desentendido. Se sentía sorprendido, pues aquel niño había sido la primera persona amable con él, que supiera su identidad, desde su llegada a la isla. Ya que todos, al apenas oir que era un demonio, arremetían contra él.

Dejó la bolsa a un lado, sobre una lápida, y volvió a sonreir.
-Estaré esperando... Aunque espero, de todas maneras, que encuentres alguna razón como para seguir teniéndola.
Miró entonces el meñique alzado y arqueó una ceja, sin saber porqué hacia aquello. Entonces se encorvó hacia adelante, y besó la punta del diminuto dedito, suponiendo que de esa manera se cerraba el trato.

Andy lo miró anonadado, sintiendo sus mejillas arder mientras se reía por lo bajo. Luego tuvo el atrevimiento de cogerle la mano al otro, y con su meñique coger el del otro y tirar suavemente de él un par de veces.

-Se hace así... al menos aquí. Pero me gusta tu manera de prometer las cosas -soltó la mano del otro y la suya cayó hasta quedar al lado de sus pantalones-. Yo espero, también, conseguir una razón. Aunque no me quejo. Pero al menos espero que las cosas se vuelvan interesantes.

Casi con la misma expresión atónita que el niño habia puesto antes, miró lo que hacía con su dedo, sonriendo cada vez más, de oreja a oreja.
-Parece que aún tengo muchas cosas que aprender~
Canturreó, rebosante de alegría. Le gustaba descubrir ese tipo de costumbres tan extrañas de la gente de allí, sus expresiones y demás. Su estancia en ese lugar sería una nueva gran aventura.

-Los humanos siempre tienen una razón para existir... Si no, muchisimos se suicidarían sin siquiera pensarlo, ¿No crees?
Cuestionó, entrecerrando los ojos, en tono suave y amable.

-Supongo que sí. Aunque algunas personas siguen viviendo a pesar de que nada los ate al mundo. Pero yo no quiero formas parte de esas personas... por lo mejor aún -se rió, bajando las mangas de la chaqueta para tapar sus manos, ya que empezaba a notarlas algo frías.

El chiquillo pegó las bolsas a su figura, deseando que el sol no se fuese muy rápido.

-Y siempre se aprende algo nuevo... Por algo hoy te he conocido y he aprendido cosas. ¿Qué vas a hacer en la isla?

Habiendo dejado su bolsa a un lado, posteriormente se sentó sobre una de las pequeñas lápidas, cruzándose de brazos y con una mirada más que nada pacífica, nuevamente adoptando su expresión calma y de alguien más o menos normal.
-Pero esas personas son como zombies deambulantes, ¿No te parece?... Siempre malhumorados, aburridos, sin vida. Esas no son personas, no desde mi punto de vista.
Contrarió al menor, negando levemente con la cabeza.

Luego, tras escuchar la última pregunta, una vez más sonrió con su curiosa demencia.
-¿Qué haré? Ah~ pues hay muchas actividades. Como jugar, hacer amigos, conocer, vagar, inclusive, tal vez quiera tener un amo. Quien sabe, no hay nada planeado, es aburrido planificar los viajes y que todo salga bien.

Al escucharlo empezó a reírse suavemente, deseando tener esa capacidad de ver todo lo positivo que tenía el otro. Incluso le animó lo suficiente como para estar de buen humor y positivo durante unos cuantos días, quizás una semana, si tenía suerte.

-Tienes razón, son aburridos ese tipo de personas. Espero no llegar nunca a ese estado. Parecen vegetales y los vegetales saben mal -puso una mueca rara y graciosa, torciendo ligeramente el labio-. Y, ¡si que tienes planeadas cosas! Ojalá me puedas contar algún día si las cumpliste.

Rió junto al menor, aunque un poco más sonoro que el otro, y moviéndose exageradamente. Su sombrero se inclinó un poco más, hacia adelante, pero ni se inmutó.
-¿Las tengo planeadas? ...Ah, claro, decir que no quiero tener planes es estar planeando no tener planes. Y eso es un plan, wujujuju~

-Pero has dicho muchas cosas que quieres hacer, creo que eso en parte... es... planificar, ¿no? Pero bueno, a parte de eso pueden surgir muchas más cosas... -volvió a frotarse las manos, sintiendo vaho salir de entre sus labios-. Yo si que tengo todo planificado, aunque algún día me gustaría hacer algo inesperado como tú, ¡suena divertido!

-Oh, vaya... es cierto.
Se dió a si mismo un pequeño golpe en la frente, y negó la cabeza a modo de reproche, diciéndose a si mismo en voz alta...
-¡Que tonto, no me doy cuenta de lo que digo! Así nunca me aceptarán en Hardvar.
Tras aquello soltó una risita, oyendo lo último del rubio, y sonriendole con amabilidad.

-Si, es muuuuy~ divertido. Como el juego, el de las miradas. Hablando de eso, ¿Seguimos jugando? Quiero jugar, si me aburro me.... aburro.

El muchacho se rio por lo bajo, asintiendo. Él también quería jugar un rato más, había sido divertido y a pesar del frío, de que estuviese oscureciendo o de que fuese a llegar tarde al Burdel, tenía ganas de seguir divirtiéndose.

-Juguemos. Ha sido divertido. Entonces, ¿vamos a por la tercera ronda? A ver quién gana... -abrazándose a sí mismo, Andy se inclinó y volvió a concentrarse en los ojos del otro-. No hace falta que vayas a Hardvar, entonces te volverás serio y estudioso como ellos.

Se levantó de la tumba y también se encorvó hacia adelante, querando cara a cara y cerca del chiquillo, cambiando su semblante otra vez a uno serio, y algo diabólico. No porque su expresión fuera extraña, si no, porque como él siempre sonreía, se notaba muchísimo más su seriedad cuando dejaba de hacerlo.
-"El sentido del humor es el recreo de la inteligencia~"
Solo se limitó a citar, cantarín, una común frase, muy oída seguramente, y tremendamente cierta también, mientras miraba fijamente a su pequeño acompañante.

Andreas le dio la razón mentalmente. Tenía ganas de reír, pero mejor se quedaba serio, aunque entre la cara seria del otro y la cita era difícil. También intentó que los dientes no le castañeasen a causa del frío, e hiciesen que se desconcentrara.

-Me gusta lo que has dicho... Creo que los cerebritos de Hardvar no conocen esa cita -se rió al fn, sin poder evitarlo, aunque concentrado por completo en los ojos del otro-. Creo que deberían enseñárselo también en la universidad. ¿Quizás tu puedas...?

Pudo notar que a él también comenzaba a darle frío. Y ya de por si su temperatura corporal no era demasiado cálida que digamos. Pero aún así, hizo lo posible por no desviar la mirada.
-¿Enseñar? No... no quiero enseñar, quiero aprender, aprender y reir. Reir mucho, con los demás. Enseñar es fastidioso. Aunque, por mi, está bien si alguien hace caso a lo que digo.

Finalmente se distrajo y bajó la mirada, notando castanear apenas un poco los dientes ajenos. Inmediatamente se quitó el largo abrigo, quedándose con una camisa que no tapaba sus manos, pálidas y con las uñas más blancas-transparentes de lo que deberían ser.
Se lo puso sobre los hombros al pequeño, y sonrió con ternura.
-Si te resfrías tu amo podría regañarte~

Sintiendo el peso del abrigo en sus hombros, y el calor instalarse un poco en su cuerpo, los escalofríos pararon, al igual que el castañeo de sus dientes, y Andy no pudo evitar sonreír ante el gesto, tapándose un poco mejor él.

-No hacía falta que me lo prestaras, ahora tendrás frío tu -dijo, cayendo al fin en eso. Aunque debía reconocer que con ella encima se sentía muy bien-. Creo que entonces vas bien en todo lo que has dicho, apenas dejas de sonreír y reír. Me gusta.... Y, mi amo no se enfadará, porque no tengo. Estoy en el burdel... así que.... soy algo así como de todos pero de ninguno...

Pasó por alto que el otro había apartado la mirada, volviendo a mirarlo a ver si empezaban de nuevo.

Por alguna razón, Break se alegraba de hacer cosas buenas. Desde curar a un animalito herido hasta, quien sabe, hasta era capaz de salvar una vida. Simplemente se sentía bien, realizado, cosa que si los demás demonios se enteraran, haría que le fuese muy, muy mal. Aunque... no podía negar que de vez en cuando también se divertia haciendo malos actos Pero bueno, no le importaba ni le interesaba comportarse o no como demonio.

-No sería un caballero si dejara desabrigada a mi compañía.
Alegó en tono caballeroso y elegante, ladeando un poco la cabeza, aún escuchando las demás palabras del jovencito.

-¿Burdel? Ah, he oído hablar de eso. -Comentó. Al parecer, a penas reconocía esa palabra luego de que el pequeño la hubiese nombrado bastantes veces. Pero, mejor tarde que nunca.- ...Que horror, debes de pasarla mal. Todas esas personas tan... asquerosas, "haciéndolo" con desconocidos...

Andy asinitó, alagado por el tono cortés del otro y arrebujándose en el abrigo como para hacer constatar las palabras del otro. Apenas mucha gente en su vida había sido amable con él hasta el punto de cederle algo a costa de la otra persona. Él, sin embargo, procuraba ceder lo que tuviese y así, quizás, hacer feliz a otra persona aunque fuese por unos segundos. Un minuto, quizás.

-Tú también eres muy amable -dijo, recordando que el otro le había dicho lo mismo al darle los dulces-. Bueno, sí, debo reconocer que es horrible, aunque con mis otros amos era igual. A veces me cedían en orgías o cosas así. Al menos en el Burdel, en un futuro, quizás me dejen elegir con quién hacerlo. Aunque seguirá siendo poco bonito... pero, como dices, tengo que encontrarle algún punto positivo a todo eso, ¿no? Intento no deprimirme y encontrar lo bueno cada vez que estoy con alguien.