Di-ver-sión~ [Libre]

Desde su llegada a la isla había estado muy, muy, muy aburrido, y... No soportaba estar aburrido, pues en ese estado era como si su cerebro se pudriera, apagara o echara a perder. El punto es que no servía para nada.
Por eso mismo se dirigió al cementerio. Pero, ¿Cómo divertirse en uno de los lugares más lúgubres, silenciosos y menos concurridos de la isla?... Ah, pues eso era muy fácil, habían muchas maneras de hacerlo.

Al llegar frente a una tumba que le había llamado la atención, debido a su forma de cruz con un ave de oro en lo más alto, sacó una pala -quien sabe de donde (?)- y comenzó a quitar la tierra para desenterrar el cadáver que allí yacía. Al sacarlo lo dejó sentado al pie de la tumba, y se fue hacia otra. Hizo lo mismo cinco veces más.
Agarró los seis esqueletos y los sentó en fila, y entonces volvió a tomar la pala.
Tras aclarar la garganta, exclamó, hablando solo...
-¡¡Bienvenidos señoras gordas y señores feos, estamos aquí reunidos para comenzar el juego de batea a tu compañero!! ¡Mi asistente, Harry... -Señaló hacia su lado izquierdo, en donde no parecía haber nadie- ...señalará la puntuación!

Entonces alzó la pala como si se tratara de un bate de basebal, y bateó la cabeza de uno de los cadáveres, mandandola muuuuy~ lejos. Eso mismo hizo con los otros, mientras que reía como un psicópata y cantaba ruidosa y estruendosamente una de sus amadas canciones improvisadas...
-¡Una cabecita, dos cabezas, cuatro cabezas, cinco, seis y ya cabecitas no me que-e-dan mááááss~!

¿Cómo había acabado en aquel lugar cuando sólo debía ir a hacer unos cuantos encargos para el Burdel? Ni idea. Pero ahí estaba. No terminaba de acostumbrarse a la isla, ni a poder salir y andar por la calle. Llevaba su venda puesta, y aunque le tapaba los ojos, la tela era lo bastante fina como para dejarle ver lo que sucedía a su alrededor.

Por eso se sorprendió cuando un cráneo cayó delante de sus pies y se partió en un montón de trocitos. Andreas se acuclilló y tomó una mandíbula partida, siguiendo la estela de huesos rotos hasta llegasr a cementerio y entrar, con un par de bolsas en cada mano.

Mientras se adentraba entre las tumbas, vio un conjunto de esqueletos decapitados y a una persona cantando.

-¿Esto es tuyo? ¿Qué haces con sus cabezas?

Al ver que un niño se acercaba, sin siquiera interesarle el porqué tenía los ojos vendados o qué hacía solito por esos lares tan poco adecuados para un niño de apariencia tan pequeña como ese, simplemente se le acercó, tomó lo que tenía entre manos y luego abrazó, a Andreas, sonriendo como un maniaco... pero un maniaco feliz.
-¡Buenas! No, eso no es mío, es del señor... -Lo soltó por unos segundos y se dio la vuelta leyendo el grabado de la tumba, para luego volver a abrazar al niño como si se tratase de un peluche- ...Norberto tercero. Y.. ¿Que qué hago con sus cabezas? ¡Juego con ellos! Nos estamos divirtiendo mucho~

Lo soltó y le puso una mano en la cabeza. Más bien una manga, ya que éstas tapaban sus pálidas manos, y le alborotó el cabello enérgicamente.
-¿Juegas conmigo? Ven, porfavor, estoy aburrido, ¡¡venvenvenvenvenvenvenvenvenvenvenvenvenvenvenvenveeeeeen~!!

Andreas se quedó congelado en el lugar ante los abrazos. No estaba acostumbrado a ellos y lo incomodaban, sobre todo en público, pero eso no impedía que observase al otro con infinita curiosidad.

-¿Jugar con cabezas? ¿No es un poco peligroso? -observó las bolsas en el suelo, debatiéndose entre volver a coger e irse, o realmente quedarse un poco. Se decantó por lo segundo. Si le castigaban mejor para él-. Vale, pero no puedo quedarme mucho rato. Soy un esclavo -le muestra las muñecas donde hay cadenas-. ¿A qué jugamos?

En el fondo sólo era un crío, aunque las circunstancias le impidiesen demostrarlo.

Le conformaba completamente que el muchachito se quedara al menos un rato acompañándolo, por lo que estaba más alegre que nunca, hiperactivo, tambaleandose de un lado a otro.

Miró las muñecas del chico, sin borrar su inmenza sonrisa infantil, soltandolo y dando dos pasos hacia atrás.
-¿Esclavo? Yo también debería serlo, creo, pero escapé, creo, pero seguramente me atraparán y venderán... creo.
Todo muy risueño comentaba, como si aquello no fuera nada malo. Entonces, escuchó la última pregunta.
-¡Hay muchos juegos! Podemos jugar a las escondidas, a la mancha, bailar, seguir bateando, duelo de miradas...!

-¿Tú también eres un esclavo? -Andreas intentó mirar las muñecas del otro, pero estas estaban escondidas por la ropa y ahora se daba cuenta-. ¿Cómo escapaste?

Miró el lugar, intentando pensar en qué juego sería el mejor para jugar allí. A parte de las lápidas y los esqueletos, habían algunas casitas con más tumbas detro. Quería jugar un rato a lo que fuese, porque seguro que no lo dejarían volver a salir en algún tiempo.

-No sabía que existían tantos juegos. ¡Duelo de miradas! Aunque..., yo no quiero quitarme la venda. ¿Puedo jugar con ella?

-Hay, no recuerdo muy bien, fue luego de salir del barco, pero hasta ahora no me han atrapado, supongo que es porque no huelo a humano, los vampiros pueden oler muy bien ¿Sabes?.
Masculló, llevandose una mano a la cadera, negando un par de veces con la cabeza. En el barco lo habían drogado demasiado como para recordar cada detalle. Pero le restaba completamente importancia a aquello, pues ahora estaba allí, libre, y eso era lo que importaba.

-¡Al duelo de miradas! -Exclamó a la par del castaño- ...Pero con venda no podría ver si haces trampa o no~

-Oh, tienes suerte de no recordar nada. ¡Y de ser libre!

Andreas llevó su manos morenas a la cara, cogiendo bien la venda para impedir que se la quitase. Sölo por si acaso. Le ponía nervioso que le viesen directamente a los ojos, por mucho rato al menos. Quizás no había elegido un buen juego para empezar.

-Si no hueles a humano, ¿a qué hueles? -inclinó un poco la cabeza y olisqueó las prendas del otro, sin entender muy bien-. Y, prometo no hacer trampas. ¿Me puedo quedar con ellas puestas?

Vió como se sostenía la venda ladeando un poco la cabeza, desentendido. Y luego, lo escuchó hablar. Bueno... en realidad no entendía demasiado bien cómo se podía jugar a un duelo de miradas si no podía ver a los ojos al otro, pero lo intentaría. Él, por su parte, tenía el ojo izquierdo tapado por el blanquecino flequillo, por lo que solo miraba al menor con un ojo.

-¿A qué huelo? -Cuestionó también, viendo como era olfateado- ...Pues, tal vez a demonio, o al perfume que me puse esta mañana.
Respondió tras otra risa entre burlona en infantil, para erguirse una vez más.
-Bien, ¡confío en que no harás trampas~!

-¡No haré trampas, prometido! -sonrió levemente, mientras bajaba las manos.

El chico se enserió y se concentró en mirar fijamente al otro a los ojos, intentando alejar la risita que pugnaba por salir al verlo tan serio. Casi se podría decir que había olvidado que el otro le había dicho que era un demonio. ¿Qué más daba qué fuera o dejase de ser? Era alguien con quien en ese momento se lo estaba pasando bien, y punto.

-Ah, ¡te visto mover el ojo! No hagas trampas tú tampoco.

Una vez más se inclinó un poco hacia adelante y posó sus manos detrás de la espalda, "mirando" al otro fijamente a pesar de que en realidad le fuera difícil verle los ojos, serio, borrando aquella anterior sonrisa. Ahora su expresión parecía casi normal, pues ya no sonreía como un psicópata, maníaco o idiota.

-¡Yo no hago trampas, muchachito! -Exclamó, aunque sin cambiar la expresión, bastante juguetón. Alzó una mano, señalando hacia la izquierda- Harry está controlando, y sabe que yo jamás hago trampa~

-¿Harry? ¿Quién es Harry? -sin darse cuenta, giró la cabeza hacia el lado que el otro señalaba; sólo para ver que la zona estaba vacía y no había nadie. Sölo los esqueletos de fondo, pero dudaba que se refiriese a ellos.

Volvió a mirarle y se percató de que había apartado la mirada y había perdido.

-¡AH! He perdido. ¡Juguemos de nuevo! -frunció el ceño, prometiéndose no volver a caer, e inclinando también la cabeza hacia delante y apretando las manos apoyadas en sus muslos.

Rió al ver que el jovencito volteaba, pícaro, sonriendo por un momento.
-Harry es... Harry. ¿No lo ves? Está aquí, junto a mí.
Señaló una vez más hacia su costado, tras otra risilla cantarina.
-Has perdido, has perdido~... -Canturreó- ¡Juguemos de nuevo, de nuevo, de nuevo~!

Tras cantar en voz bastante baja, y cerrar los ojos sonriente, una vez más los abrió y miró al castaño, poniéndose serio para seguir jugando. En verdad la estaba pasando bien, y eso lo llenaba de alegría.

Esta vez no miró hacia el lugar que el otro le indicaba, pues no sabía si lo decía en serio o sólo jugaba con él para que volviese a perder. Lo miró fijamente a los ojos, sin despegar de allí su mirada, o pararse a ver que se estaba haciendo tarde y el lugar se oscurecía. Realmente en aquel momento no le importaba en absoluto. Como si Ivain o quien fuese quería castigarlo. Eran más que bienvenidos a hacerlo, si ello suponía pasar un buen rato jugando.

-He perdido porque me habías dicho que había alguien allí, pero no hay nadie. No voy a mirar de nuevo. Yo no veo nada -le sacó la lengua y puso una mueca rara y divertida para que perdiese-. ¿Por qué no veo a Harry? Y, ¿quién es Harry?

De vez en cuando tenía que esforzarce para evitar sonreír, pues no acostumbraba mostrarse serio demasiado tiempo. Pero, de alguna manera, le imprecionaba que ese niño no pudiera ver a la supuesta persona que estaba allí mismo, junto a ellos. Break ni siquiera se imaginaba que, tal vez, cabía una pequeñísima posibilidad de que Harry en realidad fuera únicamente producto de su imaginación... No, eso era imposible, pues estaba segurísimo de que su eterno amigo siempre estaba allí y no era inventado.

-Harry... Harry es un alienígena, y no puede hablarte porque tu crees no poder verlo, pero si abres tu mente podrás ver a tooooodos~ mis amigos.
Le dijo, serio, sin quitar la mirada de donde se suponía estaban los ojos, vendados, del muchachito.
-...Y no estoy bro-mean-do~
Canturreó.

Andreas intentó no volver a mirar al lugar de antes al oír que era un alienígena. Su curiosidad de mataba, pero hizo todo lo posible por no desviar los ojos del otro, a pesar que empezaba a carcomerle el hecho de que ese tal Harry fuese de una clase que no conocía.

Mientras miraba los ojos del otro se empezó a preguntar si sería verde, bajo, alto, delgado.. Si tendría las piernas cortas y los brazos largos. Si su cabeza sería enorme... A medio camino de pensar en todo aquello y haberse imaginado todo con lujos de detalles, empezó a reírse sin poder evitarlo, notando sus ojos aguarse.

-¡Yo quiero verlo! Debe de ser un amigo divertido. ¿Tienes más amigos como Harry? Yo no tengo ninguno. Sólo tuve un gato hace mucho tiempo, pero no era mío -alzó su mano y con un dedo levantó la venda, destapando un ojo. Con aquello esperaba poder ver, no sólo los ojos del otro mejor, sino al alienígena también.

Al oirlo reir, su expersión cambió drásticamente a la misma de antes, risueño, sonriendo de oreja a oreja, riendo escandalosamente.
-¿Un gato? Yo quiero un gato, jamás tuve uno, solo oí hablar de ellos, debe ser bonito, dijeron que son peluditos y afelpados.
Comentó, volviendo a poner la espalda derecha y cruzándose de brazos, rebosante de alegría.

-Ah, si, están Ed, Norberto, Osvaldo, Eduardo segundo, y hasta Lily. Son muy divertidos, pero...
Se acercó un poco al menor, mirando hacia sus lados y bajando la voz, como si se tratase de un secreto.
-...Eduardo segundo es un poco malhumorado, aún no averiguo porqué.

Luego se hizo hacia atrás una vez más y volvió a sonreir, negando un par de veces con la cabeza.
-Ya te dije, no puedes verlos porque tienes la mente muuuy~ cerrada. Ja, apuesto a que hasta piensas que las hamburguesas son de vaca.. Si piensas así nunca podrás verlos.

-Pero las hamburquesas son de vaca -se tapó el ojo, mirándolo sin entender, aunque soltando una risita por lo bajo-. Sino, ¿de qué son?

Volvió a observar alrededor, buscando a los amigos que le había dicho, pero no veía nada. Absolutamente a nadie o nadie que no fuesen tumbas en aquel lugar. Pensaba que el juego ya habría acabado, asi que no le importó darle la espalda para seguir buscando con libertad guiada por su inmensa curiosidad.

-Tienes muchos amigos. Pero no veo a ninguno... ¿Aquí sólo está Harry, o están todos? -le preguntó, girando de nuevo hasta mirar a los ojos al otro-. Y sí, los gatos son blanditos y peludos. Aunque también tienen mal caracter, como tu amigo Eduardo segundo. A veces me arañaba y me llenaba el cuerpo de heridas.

Lo veía girar y buscar por todas partes, incrédulo. Si él podía mirar a todos aquellos recién nombrados, ¿Porqué el niño no podía?... Bueno, en realidad a él le bastaba con poder verlos solo, aunque claro que no estaría mal que otro, como ese niño, pudiera conversar con ellos y observarlos.
-Aquí solo está Harry, los demás se quedaron atrás y no se en donde se habrán metido. Tal vez están jugando a las escondidas.
Musitó, ahora con una sonrisa un poco más "normal".
-Y... las hamburguesas son de... -Se acercó hasta él y le murmuró al oído varios tipos de animales comunes y callejeros, desde ratas hasta elefantes. Él estaba seguro de eso, sabía saborear bien las cosas (?).

Al ir escuchando lo que el otro decía su cara fue cambiando gradualmente, de una sonrisita traviesa a una mueca de asco por completo. No creía que existiesen hamburguesas con ese tipo de ingredientes. Al menos el no las había visto o provado nunca,.. ¿o sí?

-¿Lo dices en serio? Y, ¿dónde provaste ese tipo de hamburguesas? Yo siempre que las he comprado ponía 'carne de vaca'. No 'carne de rata' o 'carne de cucaracha'. Nadie compraría eso nunca.

Se separó un poco del otro y volvió a dejar vagar su mirado, mirando al lado de éste a ver si tenía suerte y esta vez si lo veía. Él también quería un amigo, aunque nadie más lo pudiese ver y pensasen que estaba loco. Pero seguro que haría ciertos momentos más llevaderos que estar completamente sólo.

-Me gustaría conocerlos a todos. Hola Harry... -comenzó, mirando a la nada-, me llamo... ¡OH! No sé como te llamas -exclamó de repente, en dirección al otro, y olvidándose por completo de su presentación.

-Por supuesto que ponen "Carne de vaca" porque si supieran de lo que son de verdad nadie querría comerlas. Pero no te preocupes, igual están llenas de proteinas, kujujujuju~

Estaba escuchando la presentación del otro hacia Harry. Sonreía, pues le agradaba ver que el muchachito intentaba hablarle y no lo juzgaba por loco, como en muchos otros casos anteriores. Pero entonces notó como dejaba a medias su frase y lo miraba.
-Mi nombre es Break, Break Xerxes, ¿Cómo te llamas tú?

-Break... Me gusta el nombre -Andreas sonrió levemente, metiendo las manos en la chaqueta que llevaba porque empezaba a tener frío-. Yo soy Andreas Buonarroti. Y él, ¿también se presenta? -preguntó, señalando con la cabeza a Harry-. Me llamo Andy, encantado Harry.

Se frotó las manos con la tela, y buscó las bolsas con los ojos, hallándolas en perfectas condiciones unos pasos atrás de él. Luego miró al otro, preguntándose si lo que decía de las hamburguesas sería verdad. Si lo era... prefería empezar a comer otras cosas y no volver a probarlas, o, simplemente, volverse vegetariano. Así sabría que todo lo que comía eran verduras, fueran del tipo que fuesen.

-Uh, pues aunque tengan proteínas, ya no quiero comer otra en mucho tiempo. ¿A ellos también les gusta la comida de aquí? -preguntó curioso, refiriéndose a los amigos de Break.

-Harry también está encantado, pero es un poco tímido, por eso aún no te ha dicho nada. Pero seguro que si entras en confianza con él, serán muy buenos amigos.
Le aseguró al menor, alegre. Él también comenzaba a sentir algo de frío, aunque no demasiado ya que sobre la camiseta tenía una chaqueta gris, la misma que le cubría las manos con las mangas.

-Lily y Eduardo segundo no comen. -Comentó, negando un par de veces con la cabeza y cerrando por un momento los ojos- ...Pero Harry, Norberto, Osvaldo y Ed sí, aunque no exactamente lo de aquí.
Explicó volviendo a sonreírle.

-Y, ¿qué comen entonces? -volvió a preguntar, más que curioso. Nunca había conocido a alguien que tuviese amigos que los demás no podían fácilmente ver, y ello depertaba en él un tremendo interés-. Lily y Eduardo, si no comen, deben de pasarlo mal...

Andreas se giró y fue a por las bolsas, sacando de ella una bolsa de madalenas y un trozo de pastel que se había comprado sólo para él, nada que ver con el encargo que le habían hecho. Se había gastado más dinero del que debía, y no tenía vueltas que devolver.

-Me gustaría ser amigo de Harry, ¿le gustará esto? ¿Tú quieres también? -le tendió dicha bolsa, abriéndola un poco para que observase lo que había dentro.

-Hay, comen almas, lo mismo que yo, no es nada raro~
Al decir aquello le dio un par de golpesitos muy suaves en la cabeza al menor, sin lastimarlo, casi cariñoso y juguetón. En realidad, él no solo tenía que comer lo que los demonios. También podia ingerir alimentos humanos, aunque claro, nada se comparaba con lo que realmente le encantaba degustar: Almas de malditos pecadores humanos, que en su mundo abundaban realmente y siempre se daba inmensos festines.
Pero, si iban de tecnisismo a tecnisismo, se llegaba al punto de que, al menos en el mundo en que estaba ahora, no necesitaba comer nada. Después de todo, los demonios no esta vivos, y aunque sufran un hambre horrible no pueden morir.

-No creo que la pasen mal. Nunca se quejan por eso, y tampoco me han pedido comida nunca.
Mientras comentaba aquello se acercó a la bolsa y miró hacia adentro, entre dubitativo y curioso, sonriente.
-Nunca he comido las cosas de aquí, seria interesante probar. ¿En verdad me invitarías? ¡Eres muy amable, Andy-chan~!