Cuarto 27 (Priv/Krist)

Krist se dejó hacer, jadeante, con un último gemido al sentir el mordisco de Alex. Casi temblaba por los espasmos de placer.

Se dejó echar, aún de espaldas a Alex y acarició la mano que jugaba con sus pezones, respirando con fuerza todavía. Cerró los ojos, disfrutando de aquellos últimos segundos de placer.

No podía creer todo lo que acababa de ahcer para Alex, y de la vergüenza, apenas se atrevió a hablar.

*Lentamente dejaba libre el cuello del humano de sus colmillos, lamiendo la poca sangre que emanaba de la herida; si...cuando mordía con cuidado podía hacer que la herida sangrará lo menos posible, pero si era descuidado, podía matar de una simple mordida, aunque no era el caso obviamente.
Sentía la respiración y la temperatura corporal de su pequeño amante frente a el, apegado a este, lentamente salía de su interior, sintiendo cada caricia de el chico en su dorso de la mano, dando suaves besos a la clavícula de el menor, la derecha, susurrante aún provocativo, algo hadeante, e igualmente sudado como el menor.*

-¿Te gusto?....

Krist seguía con los ojos cerrados, sin abandonar sus caricias. Aún no había recuperado el ritmo normal de su respiración, despues de todo el ejercicio realizado.

- En este momento me gustas mucho...- Susurró abriento al fin sus ojos, girando su cabeza para buscar las frías orbes de Alex y dedicarle una pequeña sonrisa.

- En este momento, te amo.

*Lentamente, con cada caricia, era como un tranquilizante que le permitía recuperar su respiración normal, mirando al menor, mantneiendole sujeto, abrazado, apegado a su cuerpo, sintiendo el calor y humedad de este, igual dejándole sentir la propia, sus azulados y profundos ojos se encontraron con los ajenos, a lo que con una suave sonrisa, y con su mano libre, tomaba el mentón del joven humano, dándole un beso en los labios, dulce, profundo y duradero.
Se separaba minutos después de el, mirándole, escuchando sus palabras atentamente.*

-Hay una diferencia entre tu amor y el mío, Krist...

*Acariciaba el cabello del menor, lentamente giraba el cuerpo de este, como si lo controlase o manipulase, de forma lenta y cuidadosa, para tenerle ahora frente a si, apegandole más a su cuerpo, dando un beso en su frente.*

-Tu amor es por momentos...el mío es por siempre...y ahora lo demostraré...

*Simplemente susurro eso de último para seguidamente llevar su rostro al cuello del humano, abriendo su boca, dejaba ver sus colmillos, un tanto más crecidos, cuales enterraba con cuidado y con algo de placer al chico, lentamente bebía la sangre de este; esta vez casí le dejaba en un estado de anemia...pues consumia prácticament eel cuerpo entero del menor; se separaba de el para verle. Abrió su boca y con su propia uña se abría la lengua, haciendola sangrar, sangre propia, sangre vampírica.*

-Tu cuerpo es mío, mi sangre es tuya...bebe de mi nectar y obtén la vida en muerte...por siempre, a mi lado...

*Profundizo un beso en el menor, comenzando a pasar aquella sangre de su lengua a la boca del chico para que la bebiese, para que este pudiese terminar como un vástago, lentamente, para que no se ahogará.
Una vez dada suficiente sangre al menor para vampirizarle, separaba sus labios, su herida de su boca se regeneraba sola, en ese momento solo se concentraba en el pequeño hijo de la noche que había creado, el ahora su compañero eterno; su pequeño vástago, su amante; Krist.*

Escuchó aquellas palabras y sintió que el corazón le latían con gran fuerza al escuchar tan sinceramente que era correspondido.

Cuando Alex lo mordió, el menor no se lo esperaba pero se dejó hacer, en un principio tranquilo. Pero con la pérdida de sangre empezó a marearse, a empalidecer y no pudo evitar, por instinto, removerse tratando de zafarse de aquel abrazo, con miedo. Tembloroso, sintió que Alex se separaba de él y observó lo que hacía, confuso.

-Tu cuerpo es mío, mi sangre es tuya...bebe de mi nectar y obtén la vida en muerte...por siempre, a mi lado...

Entonces Alex lo besó, y Krist comprendió lo que iba a suceder. Bebió de aquel beso, notando que el sabor de la sangre, a medida que bebía, no se le antojaba desagradable si no que era dulce, delicioso y quería más. Lo besó aferrándose a él con fuerza, casi desesperadamente, buscando más sangre.

Sabía lo que aquello significaba, ahora sí era completamente de Alex... para toda la eternidad. Y, a pesar de que la eternidad fuese mucho tiempo, la idea no le discgustó para nada.