Perdiendo vuelo.

Se rascó la cabeza, mirándole con curiosidad, entendiendo lo que decía, pero sintiéndose incapaz de hacer tal cosa. Dejó escapar un largo suspiro y le miró, rendido, intentando hacerle caso, pero darse cuenta de que aquello de sentir remordimientos y desear perdón era algo bastante complicado.

Intentó pensar en su pequeño Zafir y en lo que él consideraría correcto... intentó recordar a su hermano y en lo que éste le diría ahora, pero... ah, pero de él no surgía nada. Se preguntó si estaría demasiado muerto para tener esos sentimientos.

-Es difícil -murmuró-. En verdad yo... creo que yo no sé muy bien qué es lo que está bien o qué está mal, sólo... ah, sólo desearía ser mejor para las personas a las que quiero.

Se sorprendió de haber dicho eso... en realidad jamás había revelado esos sentimientos de semejante manera.

Al principio se sobresaltó un tanto, sintiendo ira ante la idea de que el pequeño pensase rebelarse otra vez y tuviese que enfurecerse de nuevo. No quería... no ahora... no cuando se estaba sintiendo extrañamente bien.

Supuso que esa extraña sensación tenía que ver con la suave luz blanca que despedía la piel del joven ángel. No buscó explicaciones ni replicó... sólo se tranquilizó un poco, dejando de torturarse, de buscar una respuesta.

-Me siento mejor...

No sabía si todo aquello era una locura o un sueño... pero por lo surrealista que resultaba, quizá ambas cosas.

*Suavemente, sorió al joven al escuchar que este se sentía mejor, apenas movió sus labios, pudiendo emanar unas palabras, pero no muy entendibles, un tono dulce e inclusive algo femenino se mostraba en el, distinto a la voz aniñada que tenía cuando aparentaba doce años.*

-Que...bu...e..

*No pudo completar la palabra, pero aún así comenzaba a adaptar su voz nuevamente, posó sus manos en su pecho, como tranquilo de saber que sus propias cuerdas comenzaban a reaccionar.
Miro nuevamente al joven, le daba alegria que este ya estuviese más tranquilo y sin presión, sonriendo suavemente mostraba dicha alegría.*

Se sorprendió al escucharle, pues casi había renunciado a que hablase, aunque aquella voz suya era bastante diferente a la anterior. Jacob llevaba tiempo sin escuchar una voz con aquel toque femenino, porque las mujeres no solían aparecer demasiado en su vida. Escuchar ese timbre de voz tan curioso casi le gustó.

-Es extraño que sonrías... delante de un monstruo como yo. Supongo que debo darte las gracias.

Suspiró pesadamente y se dedicó a recoger todos los cuchillos y armas que había desperdigadas por la habitación, devolviendo los látigos a su lugar y sentándose un rato para reposar... porque no sabía lo que había hecho aquel ángel, pero se estaba sintiendo mejor, más ligero y sin esa condenada culpabilidad recién descubierta.

*Bajó de la mesa, caminando lentamente, observando las cosas en el suelo, se inclinaba y recogía uno que otro cuchillo para intentar ayudar a limpiar, igual se dedicaba a recoger las plumas que estaban por el suelo, un pequeño escalofrió lo invadía al verlas ahí...esparcidas...miro de reojo sus alas, sacudiendolas suavemente, continuando recogiendo las plumas, juntandolas en la mesa nuevamente.
Otra vez intento hablar, con aquel mismo toque femenil dulce de voz.*

-N..o...agrad...ez....ca...ss..

*Aunque aún le costaba trabajo hablar, lo intentaba, esperando que medio le entendiera, volteando a verle, con un gesto sereno completamente.
Bajo un poco la cabeza apra verse sin prenda alguna, apenas dándose cuenta de esto, se tapo con los brazos, auto abrazándose, al tiempo que sus alas nuevamente lo cubrieron, su gesto mostraba algo de pena, no solo por el hecho de estar desnudo, sino por su retrazo para darse cuenta de eso.*

Al ver que el ángel empezaba a ayudarle a recoger aquella sala, simplemente se acercó a él y le levantó en brazos, sentándole sobre la mesa junto al montón de plumas. Volvió a su tarea de ordenar todo aquello, porque no le parecía bien que el chico tuviese que esforzarse en eso.

-Quédate ahí o tendré que inyectarte un tranquilizante más fuerte... No quiero que te muevas.

De ninguna manera deseaba que pudiese sentirse mal otra vez, no después de haberle ayudado a él a encontrar esa extraña paz, que no sabía si era momentánea o no, pero que le agradaba y que jamás había experimentado.

Rió en voz baja al percibir aquella vergüenza del menor y le alcanzó su chaqueta, con un suspiro.

-Puedes ponértela.

Sólo entonces se percató del problema con las alas, así que fue a buscar uno de sus cuchillos y regresó con él en la mano, un gesto algo amenazante... se dio cuenta cuando ya estaba estaba junto al ángel, así que esperó no haberle asustado demasiado.

Tomó la chaqueta e hizo dos largos rasgones, poniéndosela después al chico y sacando las alas delicadamente, con cuidado de no arranacarle más plumas, pues suponía que ya había sido bastante.

-¿Así está mejor?

*Miro al joven irse...y luego regresar, el cuchillo...como lo sujetaba, le aterró un tanto, al grado que palideció y quedó paralizado.
Solo se dio cuenta cuando vio como el hombre rasgaba la chaqueta y se la ubicaba encima, con cuidado, sacando sus alas de forma delicada. Una vez puesta la prenda, la observo, sus alas sacudieron un tanto, volviendo la vista a donde el hombre, sonriendo suavemente, una vez más, habló, o hizo el intento.*

-Gra..cia...s..

Le gustaba su voz, desde luego sería muy difícil negar eso. Se sentó a su lado y con suavidad le tomó la mano, mirándole ahora con mucha seriedad, más de la que había esperado observarle hasta ahora.

-¿Comprendes ahora por lo que no debes volver a intentar huir de tu dueño? -Resopló, todavía muy serio-. En el mundo hay muchos vampiros peores que yo.

Le miró, con una sonrisa que ya no era sádica ni cruel... una sonrisa que hasta le daba un aspecto amable.

-Estoy seguro de que tu amo se entristecerá cuando sepa lo que te ha pasado. Yo también tuve que venir a buscar a mi pequeño esclavo a los calabozos... Le entristecerá verte así. ¿Tan malo es como para que tuvieses que huir?

*Sujeto de la mano, le observaba, escuchando las palabras que decía, estremeciéndose al recordar lo que había pasado ahí.
Pero un escalofrió le entró al escuchar su pregunta, si su amo era malo...realmente no sabía que contestar, cuando era el rubio su amo era amable, dulce y protector, pero...si el peliblanco aparecía, todo se volvía dolor y sufrimiento, manipulación y sangre...bajo un tanto la cabeza, apretujando apenas con poca fuerza la mano de el hombre, algo tembloroso.*

-El...e...es...ma...lo...me...da..ña...in..ten..to...de..tener..lo..pero...no..pue..do...

*Con su mano libre tocó su pecho, como intentando inspirar su voz a ser más fluida, logrando hacerla más entendible, ya adaptando sus cuerdas mejor.*

-Tengo miedo...si se entera...el peliblanco...de esta..forma...no quiero saber...que me haría...la última..vez...Link bueno volvió...antes que el malo..me hiciera...daño...

*Recordaba como aquella vez la personalidad malvada, el peliblanco, fue sustituido por la personalidad amable, el rubio.
Seguía apretujando con poca fuerza la mano de el, medio tembloroso.*

Al principio no comprendió muy bien lo que estaba escuchando, y pensó que o bien el pequeño estaba loco o su amo tenía un esposo. Pero, conforme le oía, una nueva idea se abrió camino en su mente. ¿Era posible qu fuese una persona con doble personalidad? Algo parecido a una novela que había leído... un doctor Jekill y un mr. Hide... casi daba un poco de miedo.

-¿Tu amo tiene doble personalidad?

Dejó escapar un suspiro tranquilo mientras hacía la pregunta, acariciando la mano del chico con suavidad.

-Deberías hablar con él cuando esté en su personalidad 'buena'... Yo tengo ataques de furia repentinos y algo extraños... ya lo has visto... -sonrió con tristeza-. Cuando eso pasaba con mi pequeño esclavo, solía encerrarlo en una habitación y dedicarme a destrozar la casa. De esa manera no le hacía daño. Podría ser una solución, ¿no?

No sabía por qué estaba diciendo eso y no quería de ninguna manera darle falsas esperanzas, pero tampoco quería verle con aquel aire tan triste.

*Sentía las caricias en su mano, volviendo los grisáseos ojos a donde estaba el joven, escuchando la pregunta, asintió.
Luego escucho la sugerencia, volviendo la vista a donde el, pensaba...si..quizás se encerrado en lo que el malo se iba lejos del bueno era una solución, quizás lo haría.
El temblor de su mano se detuvo, igual que el gesto trsite, apenas sonriendo.*

-S..si...creo que...debería...intentarlo...

Asintió lentamente, dándole la razón. Le parecía la única solución, si eso podía arreglar algo, claro.

-Pero, de todas maneras, recuerda que siempre debes obedecerle... si no quieres acabar de nuevo en un sitio como éste.

No lo dijo con tono ni intención de amenazarle, nada más lejos de su idea... pero no quería mentirle, eso hubiera sido demasiado cruel, no había ninguna duda.

-Por otra parte, podrías sugerirle visitar a un especialista. No tengo ni idea de cómo se acaba con dos personalidades, pero es preocupante.

*Observó al hombre nuevamente, fijamente, bajó un tanto la cabeza, asintió a lo que dijo, quizás si se portaba mejor...''Quizás si le hago caso...aunque sea el malo, no me haga nada...'', pensó.
Volvió en si al escuchar lo del especialista, al tiemop que sonrió suavemente.*

-Si...creo que le diré...cuando este...el bueno...gracias, señor....

*Se tapo la boca de pronto, si bien temía algo era que su amo estando como el peliblanco le golpease por llemarle señor, aunque fuese accidentalmente, miraba al hombre pensando que seguro el igual se enfadaría por llamarle así, por unos momentos respiró agitadamente.*

Notó un cierto desconcierto ante aquel gesto de temor, a lo que simplemente le retiró la mano de la boca, dejando una caricia en su mejilla y sonriendo con tranquilidad.

-Vamos... ¿qué es lo que te atemoriza tanto?

Para él era perfectamente natural que alguien le llamase 'señor'. Tenía más de 400 años y sólo había detestado, de niño, que se refiriesen a él como 'señorito'. Pero eso no le molestaba en absoluto, naturalmente que no.

Acarició su mejilla suavemente y le miró a los ojos.

-Nunca he sido esclavo y no sé lo que es... lo que significa serlo desde tu perspectiva. Sí, soy uno de esos desalmados que maltratan esclavos, así que no sé por qué te digo esto... pero en el fondo entiendo que no es fácil estar en tu piel.

Advirtió su gesto de miedo y lo comprendió, suponiendo que quizá a su propietario le molestase ser llamado 'señor' y por eso le golpease. Bueno, cada cual tenía sus motivos, pero él no pensaba pegarle por semejante cosa.

-¿Ya estás más tranquilo?

Le acarició otra vez, suavemente, y le apegó un poco a su cuerpo, abrazándole.

*Nuevamente el gesto ingenuo se mostró en su rostro al sentir como le abrazaba, la pregunta, asintió como reacción automática.
Por el mismo abrazo, posó sus manos de forma suave y delicada incluso en el pecho ajeno, igual acurrucandose, como si disfrutará aquel abrazo, pues casí no era abrazado de esa forma.*

-S..si...gracias...

*Cerró sus ojos completamente.*

No supo bien cómo reaccionar ante esa cercanía, porque el cuerpecito del ángel le tentaba y al mismo tiempo sabía que no debía hacerle daño... al menos ya había encontrado un buen número de razones para no lastimarle, algo casi milagroso en él.

-No hace falta que agradezcas.

Acarició lentamente sus cabellos, pensando en lo extraño que era estar allí, en una cámara de torturas, abrazando y confortando a un tentador esclavo al que en esos momentos, teóricamente, tendría que estar maltratando.