Mal sitio para meter la pata (privado)

Torció a la derecha en el primer cruce y lo primero que vio fue una enorme y gorda rata, aposentada sobre sus cuartos traseros, con el cuerpo un poco inclinado, y el morro metido en algo que era mejor no ver, oler y reconocer. Odiaba a las ratas. Les tenía miedo y asco, y aquella en especial era una gorda, sebosa señora rata, con bigotes enormes y ojillos pequeñajos y rojos. Salem hizo lo único que se le ocurrió hacer, mirar a su alrededor, localizar un objeto lo bastante grande y pesado para hacer daño, apuntar, disparar y ¡bingo! La rata emitió un chillido y salió corriendo en dirección opuesta, pasando al lado de Salem que permaneció muy quieto, y muy asqueado, con el corazón en un puño. Después se adentro en el túnel sin mirar al suelo, no quería saber que había estado comiendo aquel roedor. Pronto encontró el segundo cruce. Durante todo el camino, fue apartando a patadas, todo aquello que encontraba tirado por el suelo, y que pudiera dificultar el avance de Adrik. Y pensando en Adrik, debía de decidir que hacer cuando salieran a la superficie....no podía simplemente dejarle así, tal cual, sin nadie que le atendiese, y encima herido. En alguna parte de su subconsciente, ya había tomado de antemano la decisión de resguardarle en su casa, al menos hasta que se curase.

Los últimos metros los hizo corriendo, hasta que por fin pudo vislumbrar la desembocadura de la alcantarilla con la rejilla rota. ¡Estupendo! tanteo la rejilla hasta encontrar un punto flaco que pudiese desajustarla aún más, y después se volvió sobre sus pasos. Hizo todo el camino de vuelta corriendo, de manera que cuando llego con Adrik, estaba jadeando, pero bien. Tenía el semblante más animado.

-La....encontré.... - jadeo sentándose de golpe en el suelo - El camino esta despejado, así que será fácil sacarte de aquí.

''Doscientos treinta elefantes se balanceaban sobre la tela de una araña'' canturreaba mentalmente mientras esperaba que volviera Salem. Si llegaba a los dos mil elefantes empezaría a preocuparse muy seria mente. Ya estaba preocupado, de ahí la canción, intentaba concentrarse en ella para relajarse un poco, pero empezaba a enervarse a si mismo.

Escuchó pasos de alguien que se acercaba corriendo y sonrió feliz y aliviado al ver a Salem. Si no tuviera el tobillo se habría puesto a dar saltitos como una groppy que contempla a su idolo.

-La....encontré.... - jadeo sentándose de golpe en el suelo - El camino esta despejado, así que será fácil sacarte de aquí.

-¡Ah! ¡estupendo! - exclamó entusiasmado - cuando descanses nos vamos, ahora vienes agotado – le dijo preocupado de que se sobre esforzada. Y después de todo, no es que le estuviera esperando nadie, así que si Salem lo necesitaba podía esperar.

-No, estoy bien, en serio – trago saliva – Necesito salir Adrik.... - la alcantarilla no podía considerarse un espacio pequeño y angosto, pero ya llevaba allí el tiempo suficiente para empezar a sentir que las paredes se estaban volviendo más y más pequeñas según pasaban las horas.

-Soy...claustrofóbico – confeso con un suspiro – Ahora no estoy mal....pero, comienzo a pensar que las paredes están más cerca unas de o-otras que un rato atrás... - estaba bastante avergonzado, y le había costado contarlo, pero quería que Adrik supiese de su pequeño problema antes de que le fuese a dar algún ataque de ansiedad. Se puso en pie y le ofreció una mano a Adrik para ayudarle a ponerse en pie. Había encontrado la manera perfecta de hacer que viniese con el a casa, sin tener que preguntárselo directamente y pasar por el engorroso proceso de sonrojo + vergüenza + leve tartamudeo.

-¿N-nos vamos? Creo que en casa me quedan aún pasteles de crema, s-si te gustan c-claro – oh, ahí iba, no podía evitarlo, un señor sonrojo, ya sentía que se le estaban quemando las orejas de nuevo. Aparto la mirada hacia un lado para no tener que aguantársela a Adrik, y dejo que otra vez le cayera el flequillo sobre los ojos. Maldita vergüenza, no se iría ni a patadas. En la vida.

Miró sorprendido a Salem, aceptando su mano para levantarse mientras asimilaba lo ultimo que le había dicho. ¿Acababa de invitarle de forma sutil a su casa o solo se lo había parecido? Y además pasteles, había dicho pasteles... ¿cuanto hacia que no comía pasteles? Ni idea.

-Gracias... - murmuró abrazando a Salem, sintiéndose tremendamente emocionado. Era la primera vez que alguien se portaba así de bien con él – muchas gracias – se separó, apoyándose en el hombro de Salem para no apoyar peso en su tobillo, y se limpió un par de lagrimas que le habían saltado de la emoción. No podía creer que estuviera llorando de felicidad, así que no pudo evitar soltar una pequeña risa y menear la cabeza, divertido consigo mismo.

-Bien, salgamos de aquí – dijo con firmeza y seguridad. Si era cierto lo que Salem le había contado, iba a ser el que más apoyo necesitara de los dos. Al menos hasta que estuvieran en un espacio abierto - Salem... quiero que me escuches atentamente, concentrate en mi voz ¿de acuerdo? - susurró con suavidad. Por suerte o por desgracia había tenido que lidiar muchas veces con los ataques de fobia que les daban a sus padres por el alcohol, así que esperaba poder ayudar a Salem a aguantar hasta que estuvieran fuera – te encuentras en un prado, un prado enorme, puedes ver hasta donde se pierde el horizonte... sopla una agradable brisa y la luz del Sol arranca destellos verdes a la hierba cuando es agitada... - murmuró mientras caminaban, vigilando por el rabillo del ojo la cara de Salem para saber si le estaba ayudando o no.

Los colores se le subieron a la cara cuando sintió como le abrazaba Adrik. Y no sólo porque le daba corte, sino porque era la primera vez que alguien le daba un abrazo. Wow, se sentía bien, algo cálido, entre otras cosas por el sonrojo, pero bien. No tuvo tiempo de pensar en lo que se hacía en tales circunstancias ( si se devolvía o no, y como se devolvía ) porque Adrik se aparto mientras seguía dándole las gracias, aunque como Salem estaba en aquel momento levemente traspuesto, no acertaba a comprender porque Adrik le estaba dando las gracias. Antes de que pudiera decirle algo más, ya se encontraba haciendo de apoyo para el cuerpo del humano, mientras avanzaban por el túnel de regreso a la superficie. Empezaba a notar que apestaban un poco....como a basura o a rata muerta.


- Salem... quiero que me escuches atentamente, concentrate en mi voz ¿de acuerdo? - susurró con suavidad

– te encuentras en un prado, un prado enorme, puedes ver hasta donde se pierde el horizonte... sopla una agradable brisa y la luz del Sol arranca destellos verdes a la hierba cuando es agitada... - murmuró mientras caminaban, vigilando por el rabillo del ojo la cara de Salem para saber si le estaba ayudando o no.

Las palabras de Adrik le arrancaron un débil intento de sonrisa. Meneo la cabeza y después cerro los ojos.

-H-hay que cerrar los ojos – interrumpió en voz baja a Adrik – si los tienes abiertos, l-la realidad se superpone a lo q-que te intentas imaginar..... - termino en lo que probablemente era su frase más larga dicha en mucho tiempo. - V-vas a tener que hacerme de perro lazarillo

-¡Wof! - exclamó imitando el ladrido de un perro, en una mala broma que no pudo evitar, riendo suavemente por ella – me había olvidado de lo de los ojos, hacia mucho tiempo que no tenia que hacer esto – empezó a explicar sin darse cuenta – después de tantas veces que lo hice debería acordarme de ello, pero supongo que como con todo se olvida con el paso del tiempo.

Llegaron al cruce y Adrik tiró un poco de la manga de Salem – ya hay que torcer a la derecha, saldremos muy pronto – le informó con tono alegre, buscando tranquilizarle – dime Salem ¿como es tu casa? ¿cuantos pastelitos te quedan? - preguntó con el fin de distraerle y hacerle pensar en otra cosa.

La verdad es que no sabia si valía para psicólogo, pero estaba haciendo su mayor esfuerzo para ayudarle. También procuraba ignorar el dolor y el cansancio para ir al ritmo más rápido posible, y así salir cuanto antes. Era la primera vez que se preocupaba tanto por alguien, pero, también era la primera vez que parecía recibir algún agradecimiento por ello, bueno, la primera vez que le agradecían en general, y había descubierto que era muy reconfortante.

-¡Wof! - exclamó imitando el ladrido de un perro, en una mala broma que no pudo evitar, riendo suavemente por ella – me había olvidado de lo de los ojos, hacia mucho tiempo que no tenia que hacer esto – empezó a explicar sin darse cuenta – después de tantas veces que lo hice debería acordarme de ello, pero supongo que como con todo se olvida con el paso del tiempo.

Salem si se dio cuenta de lo que acababa de decir Adrik pero se mantuvo callado; no le iba a preguntar nada. Era obvio que tenía gran curiosidad por el humano, de eso se daba cuenta, pero le parecía que a Adrik tampoco le gustaba hablar de si mismo y de su vida; exactamente igual que el. Si quería contarle algo, prefería que fuese porque le apetecía. En el fondo comenzaba a creer que había ciertas similitudes entre ellos, a pesar de que estas no saltaban a primera vista.

Sintió que Adrik tiraba de la manga de la sudadera

– ya hay que torcer a la derecha, saldremos muy pronto – le informó con tono alegre, buscando tranquilizarle – dime Salem ¿como es tu casa? ¿cuantos pastelitos te quedan? - preguntó con el fin de distraerle y hacerle pensar en otra cosa.

-eh....pues, no es gran cosa- comenzó explicando – es pequeña y siempre tengo más cosas que espacio, y además, soy bastante desordenado – confeso con un ligero rubor porque lo cierto es que la palabra ''bastante'' se quedaba corta. Para alguien a quien le encantaba catalogar papeles y libros en su trabajo, había que ver la poca predisposición a ello que tenía en su hogar – y n-no se cuantos pastelitos me quedan, pero creo que muchos.

No se acordaba de la ultima vez que había hablado tanto como lo estaba haciendo con Adrik. Siguieron caminando un rato en silencio, Salem como muleta de Adrik, hasta que de pronto se pudo notar en el ambiente una corriente de aire fría. Habían llegado a la salida. Por fin, Salem suspiro y comenzó a relajarse. Probablemente al llegar a casa lo primero que iba a hacer fuese darse una ducha, bien larga y caliente. Ese pensamiento le reconforto.

-A casa – suspiro en voz baja.

( Cierra tema cuando publiques el post y abro yo uno nuevo ¿ok? )

-eh....pues, no es gran cosa- comenzó explicando – es pequeña y siempre tengo más cosas que espacio, y además, soy bastante desordenado – confeso con un ligero rubor porque lo cierto es que la palabra ''bastante'' se quedaba corta. Para alguien a quien le encantaba catalogar papeles y libros en su trabajo, había que ver la poca predisposición a ello que tenía en su hogar – y n-no se cuantos pastelitos me quedan, pero creo que muchos.

-Ah... entonces bien, tampoco tengo la intención de comer hasta reventar, tu nevera esta segura conmigo – bromeó animado. Estaba empezando a encontrarse muy a gusto con Salem, casi podía sentirle como un amigo de toda la vida, lo que era curioso dado que nunca los tuvo – no te preocupes por el desorden te aseguro que no me espantare – sonrió con diversión.

¿Como iba a sentirse incomodo con un poco de desorden? Su casa había sido una autentica pocilga, incluso una vez los de sanidad habían amenazado con echarles de la casa si no mejoraban la higiene del lugar. Botellas vacías, latas, bolsas de basura, ropa sucia, revistas y periódicos viejos, restos de comida... ese era el panorama de lo que antaño tenia que llamar hogar.

Salió de sus recuerdos cuando empezó a notar que había más claridad y una ligera brisa, no tardó mucho en poder ver la salida de aquel lugar. Ya iba a avisarle a Salem cuando le escucho hablar.

-A casa –

-Si... a casa – susurró con una sonrisa de felicidad.

(TEMA CERRADO)