Buscando Sal! (Libre.)

No podía evitar reir ante cada gesto y palabra del mayor, ladeando un tanto la cabeza. Si, en verdad, era realmente agradable y bastante cómico, una buena compañía para reir de vez en cuando.

Al mirar hacia un costado, pudo notar que aún habían bastantes espectadores que los observaban a ambos fijamente. Antes podía ignorarlo, mas ahora comenzaba a molestarle. ¿Porqué no se metían en sus propios asuntos?..Debía ser porque eran vampiros, con tanto dinero que no tenían nada mejor que hacer que estar viendolos toda la tarde. Su rostro, al verlos, se tornó muy serio, y les dedicó una perfecta mirada fulminante, demostrando lo molesto que estaba porque estuvieran allí aquellas personas. Algunos se inclinaron sobre otros para cuchichear más de sus estupideces y otros simplemente se marchaban, mientras que él regresaba a mirar a su acompañante, volviendo a sonreir con ternura como si no hubiese ocurrido nada.

-¿El primero en decirlo?... No le creo, muchas más personas deben pensarlo.
Le dijo infantil, con cierto toque de inocencia, algo peculiar en el minino.

Su sonrisa pronto se borró de su rostro nuevamente, dando paso a una mueca de preocupación. Observó entonces de reojo a la multitud que los miraba, algo nervioso.
-U..Under-san, eso es malo, le traerá problemas que lo diga en voz alta.
Masculló por lo bajo, mirándole y moviendo la cola un poco más rápidamente.
-Si alguno de los vampiros se entera lo enviarán al calabozo, y allí le pueden hacer cosas muy... muy feas.
Le advirtió, temeroso. Era más por el bienestar de su acompañante, pues a nadie le desearía algo tan horrible como ir a parar a los calabozos, en donde él ya había visto las atrocidades que ocurrían.

Inmutado se dejó abrazar por ese corto tiempo, mas luego, al ser soltado, le miró igual de preocupado que antes mas sin poder evitar sonreir ante aquello. ¿Era ese hombre, acaso, tan bueno para escapar, o simplemente era un ingenuo? Se llegó a preguntar, aunque esperaba fuese la primera opción. Sería lamentable el acabar en un lugar tan horrendo como en una sala de tortura.
-Aún así, tenga cuidado..
Insistió en voz baja, sonriendole con algo de nerviosismo, mas mentalmente, deseandole un mejor destino que acabar siendo azotado. A pesar de que no se viera como un debilucho, personas más grandes habían acabado allí, después de todo.

Ladeó la cabeza aún más, mirándolo como animalito desentendido, con muchísimas dudas surcando su mente, pues no entendía de qué serviría una... pluma.
-Pero, Under-san eso es una pluma, muy bonita pero, una pluma. ¿En qué ayuda eso?
Cuestionó inocente, acercando instintivamente un poco el rostro al "artefacto" y olfateandolo detenidamente. No tenía nada extraño, o almenos que él pudiera percivir.

Al igual que el hombre, continuaba observando la pluma con una expresión incrédula. ¿Un artefacto muy peligroso?... Eso habría que verlo, pues de seguro sería algo tan interesante como el sujeto mismo.
Le miró levantarse mas él ni se movió, a pesar de que estaba consciente de que detrás suyo varios individuos se le acercaban. No les temía, no tenía razones para hacerlo.

Notó entonces la drástica transformación del artefacto. ¡¿Cómo había pasado de ser una pluma a una guadaña tan gigantezca?... Abrió sus orbes desmesuradamente, observando el arma sin temor alguno, mas tremendamente intrigado.
-¡Woaaaaaou~! ¡Es genial, Under-san!
Exclamó volviendo a sonreir como si eso fuera algo gracioso.
Echó hacia atrás la cabeza, viendo a los no tan amenazantes espectadores alejandose de ellos. Rió por lo bajo, agraciado por el entretenido espectáculo, y ni siquiera llegando a preguntarse la razón por la que el hombre tenía una guadaña.

Rió junto con su acompañante, nada más que un poco más... normalmente, y le dedicó una cálida sonrisita infantil.
-Jajaja~... ¡Cuando sea grande tendré una asi!
Exclamó ilucionado, mirando a un punto inexsistente como si estuviera imaginándose el futuro. Se levantó entonces con algo de dificultad pues hacía apenas unos días había aprendido a caminar bípedamente. A pesar de estar de pié, aún era demasiado bajito para su edad, debía ser por la raza que el pequeño era, o al menos eso creía.
Miró sus patas por un segundo y luego a el muchacho de largas hebras grisaceas, moviendo lentamente la cola de un lado a otro.

Imprecionado vió como le ofrecía guadaña, a lo que solamente se limitó a sonreír un poco más, estirando en brazo y tomándola con seguridad y delicadeza.
-¿Se...Seguro?
Cuestionó en voz baja, aún sin quitársela de las manos. Temía que ocurriera algo malo al sostenerla él solo, mas la curiosidad lo empujaba a hacerlo.
Algunas personas detrás suyo se apartaron aún más hacia atras, pues el nekito sosteniendo una guadaña no era algo demasiado seguro para los que estuvieran al rededor...

Ante la afirmación del mayor, finalmente tomó el arma y, suavemente, se la quitó de la mano para sostenerla él solo. Aunque solo pudo hacerlo durante unos pocos segundos, ya que debido al peso se le fué hacia atrás cayendo al suelo sobre él, aplastandolo. ¿"Pesa algo"? Se cuestionó mentalmente, pues en realidad, intentar sostenerla había sido en vano, y ahora estaba siendo aplastado por la parte de la calavera.
-Ah~..jaja.. Sigue... sigue siendo genial.
Tartamudeó desde allí abajo, sonriente, intentando quitarsela. Mas que molesta aquella le parecía una situación graciosa.

Tomó la mano del hombre y se levantó de nuevo, sacudiendo con la otra su ropa, observando como el arma pasaba rápidamente a su apariencia simple e inservible, como una simple pluma.
-Ummjuju... -Rió por lo bajo, con dulzura- Gracias, Under-san.
Tomó entonces ahora la pluma, y la acercó cerca de sus ojos para poder verla más detalladamente. A pesar de aparentar no servir para nada, era verdaderamente útil y hermosa.

Estaba por devolverle la linda plumita a su acompañante, mas miró de reojo a los pocos espectadores que quedaban observándolos. Decidido, y valiente como si pensara que era un héroe indestructible, se dió la media vuelta y apuntó con el pequeño artefacto a uno de los hombres, quién también miró al neko con intriga.
-¡Vayanse o morirán! ¡Nyajajajah~!
Exclamó con un tono infantil y juguetón, mas hablando en serio y frunciendo el ceño. Comenzó a mover el brazo de un lado a otro y con éste la pluma, como si pensara que haciendo eso podía acabar con la vida del hombre a quien miraba, que era seguramente un vampiro.

Más que un intento de hacer daño al vampiro, aquello había sido algo como una burla, un juego con el que poder reirse. No se había dado cuenta de que, si el mayor no hubiera estado allí, posiblemente aquel colmilludo le hubiese hecho muchísimo daño. Aunque por suerte, estaba siendo protegido por el muchacho de largas hebras grisaceas.
Le dió la pluma sin resistencia, sin poder darse cuenta de su molestia, y se quedó mirando lo que hacía. ¿En verdad pensaba matar a aquel vampiro?...
No mucho había pasado para poder ver al amenazante individuo tirado en el suelo con un gran tajo sangrante cerca del pecho, mas su sonrisa traviesa no se borró de su rostro, pues, a pesar de ser un simple niño, no había algo más adorable para él que el ver a alguien malvado en su momento de dejar ese mundo.

El escaso público se hizo aún más hacia atrás, horrorizado, mientras que otra parte optaba por marcharse de allí inmediatamente.
-Gra..Gracias, Under-san...
Solo se atrevió a murmurar, sonriendo un tanto melancólico. Finalmente era consciente de que, si no hubiera sido protegido, de seguro lo hubieran enviado a los calabozos o cosas peores. Por un momento se sintió como un completo inútil, mas pronto volvió a animarse. Después de todo... ¿De qué servía lamentarse por algo que no podía cambiar?.

Al ver que le ofrecía la pluma, simplemente ladeó la cabeza moviendo de aquí para allá la cola, igual que antes.
-Creo que ya la he usado lo suficiente, jejeje..

-Jajajaja, cuando sea mayor tendré una y la manejaré muy bien, pero por ahora solo usaré mis garritas.
Dijo tiernamente, tomandose la cola con una mano y jugando con ésta, pasandosela por entre los dedos distraídamente.
Le resultaba extraño que al hombre le agradara ser perseguido, pero si lo pensaba bien, siendo rápido y sabiendo protegerse debía ser en verdad entretenido jugar a "las atrapadas" por toda la isla. Sin embargo, él no podía darse ese lujo, ya que estaba casi indefenso. Aún así ningún guardia le había puesto atención estando solo, pues siempre parecía tan atareado, que aparentaba estar haciendo quehaceres para algún amo.

Ante el comentario del mayor, soltó su cola y posó esa misma mano sobre su bolsillo, tanteando que dentro de éste estuvieran las monedas.
-En realidad la comida era para después, por ahora no he tenido apetito.
Le explicó alegre, sonriendole al igual que antes.

-Ummh~ ¿Sal?..
Cuestionó por lo bajo. No entendía la razón por la cual nadie se la vendía, pues para él, el mayor era una persona normal, nada más que un poco más alegre y agradable que todos los otros en esa isla.
Juntó sus manos-patas en un ademán decidido, y lo miró sonriente.
-¡Si quiere se la compro yo!
Exclamó con ánimos. De seguro a él si se la venderían, o al menos eso pensaba.