Probando la "mercancía" [Priv/Andreas]

El mayor se dejó hacer, volviendo a acariciarle la cabeza. Se le pasó por la mente la estúpida idea de que Andreas se le asemejaba a un gatito, sólo le faltaban las orejas. Se rió ante aquella ocurrencia, qué lastima que aquel niño no fuera un neko... le encantaban.

Se volvió a sentar en la cama y lo atrajo hacia sí, sentándolo entre sus piernas de espaldas a él.

-Te estas portando bien... eso merece una recompensa - Le susurró al oído mientras una de sus manos buscaba uno de los rosados pezones para pellizcarlo. Al mismo tiempo, con el dedo índice de la otra rozó a penas el hombro donde le había herido al morderle, y la herida se cerró poco a poco.

Apoyado contra el pecho de Ivain, Andreas se dejó acariciar soltando suaves jadeos. Su cabeza descansaba contra uno de los hombros del otro, mientras los iris azules lo observaban. Apenas sintió como lo curaba, aunque si ladeó la cabeza al notar como el dolor desaparecía.

-¿Qué ha-ha pasadoh? -preguntó, curioso. Abrió las piernas, dejándolas a ambos lados de las del otro, girando el cuello para empezar a arañar suavemente con sus dientes la piel del cuello, lamiéndola después.

Sus manos descansaban quietas a un lado, moviendo los dedos para empezar a sentirlos.

Ivain se rió y le besó el cuello, descendiendo al fin una de sus manos hacia la erección del menor. Se percató ya del todo del estado de este cuando al tocarla, sintió el líquido que ya manaba en un intento desesperado de reclamar la atención.

- Vaya... estas apunto ¿Eh? - Musitó y rió con suavidad, acariciando el glande con un dedo, pero sin ir a más.

Cuando el otro tocó la piel sensible, el cuerpo del menor tembló, sintiendo un leve ronroneo salir de entre sus labios. Movió las caderas, alzándolas un poco mientras lo miraba desde el hombro.

-Tócame -le pidió, movió las caderas, pero el roce no llegaba a más. Una de sus traviesas manos se movió y acudió al sexo del otro, tocándolo, rozando con su muñeca sus propios testículos, causando otro leve estremecimiento.

Ivain siguió haciendo circulitos con su dedo, a pesar de la "orden" que había recibido. Había que dejar bien claro quien mandaba allí. Empapó su dedo en aquella sustancia y sin dudar lo llevó a los labios del menor, mientras su otra mano bajaba a rodear su sexo, epretándolo pero sin moverse.

- Lámelos.- Dijo sin poder ocultarel tono lascivo de su voz.

Andreas miró los dedos del otro manchados con su propia esencia. Los olisqueó, como si nunca hubiese olido aquello, y luego empezó a lamerlos con decisión, degustando su propio sabor. Su lengua cobró vida y acariciaba los dedos, metiéndose entre ellos y rodeándolos.

Su mano abajo, no dejaba de juguetear, sintiendo la piel bajo sus yemas algo endurecida. Rodeó apenas la carne, imitando al otro con toda la intención, soltando una risita ahogada.

El mayor dejó escapar un pequeño suspiro ante aquella manita que le atendía, notando cómo su cuerpo se empezaba a encender nuevamente. Decidió no continuar acariciando a Andreas, no quería que este terminase aún. Quería poseerlo.

Bajó su mano aún más y acarició los testículos con la yema de los dedos, para despues buscar su entrada apenas acariciando el pequeño agujero, deleitandose sólo con imaginarse en su interior.

El rubio lo miró con reproche, soltando un pequeño bufido a pesar de que todo su cuerpo había temblado de anticipación al sentir aquél dedo ahí. Elevó la cabeza y mordisqueó el lóbulo del otro, apretando un poco la mano como castigándolo por no dejarle venirse. Su sexo se apretaba contra su abdomen, y su glande estaba casi color púrpura. Necesitaba aliviarse pronto.

-Vamos. Ya está oscureciendo -dijo en un tono medio burlón.