Probando la "mercancía" [Priv/Andreas]

Al fin habían llegado. Ivain había entrado como si estuviera andando por su casa, saludando al encargado del hotel e incluso a algunos chicos que por allí andaban. No tubo que hacer demasiado para que le cedieran una habitación para él y sin pagar puesto que apra algo trabajaba "allí".

Entró en el cuarto, una habitaci´`on con las paredes rojas, una gran cama y un pequeño cuarto de baño. Habían un armario tambien, pero bien sabía Ivain que dentro no había sólo ropa. Se rió.

- Pasa.- Murmuró con su acostumbrado tono amable.

El chico había estado observando curioso, sin abrir la boca, el local y a la gente que se movía por allí, sorprendido de ver a gente tan diversa en un lugar así. Siempre se había imaginado a cierto tipo de gente (sobre todo de la más desagradable) yendo allí, pero había visto hasta a gente interesante.

También le había sorprendido la soltura con la que el otro se movía con el lugar, aunque suponía que era por costumbre más que otra cosa.

-Paso -repitió, inspeccionando la habitación y alejándose de la puerta para hacerse a un lado. Añadiendo con sorna-: Qué buen gusto tienes...

((siento la tardanza, no he estado en casa >-<))

Ivain se rió pero tiró de la cadena con fuerza para que caminase, casi tirando al chico al suelo.

- Siento desilusionarte pero la decoración no corre de mi cuenta...- Murmuró, de buen humor. Enganchó la cadena al cabecero de la cama y abrió el armario para buscar.

- No soy tan cutre.

El rubio se acomodó en la cama, sentándose sobre sus piernas, casi acomodándose en los almohadones que se hallaban tras de él. Con una sonrisa torcida lo observó, moviendo las cadenas hasta encontrar una postura cómoda ya que sus muñecas empezaban a doler un poco.

-No me desilusiones, tampoco esperaba nada de ti. Y pensaba que sí lo serías... has roto mi ilusión.


((No pasa nada, mujé :__D espero que lo pasases bien!))

Ivain estaba concentrado rebuscando en aquel armario, sacando cajas y más cajas, observando el contenido de alguna de ellas y de otras no. Por ese motivo no le respondió en el primero momento.

Al fin encontr`´o la que buscaba y con una pequeña sonrisa en los labios, se acercó a la cama, sentándose junto al chico.

- En realidad, ilusionarte o no me da igual.-Dijo abriendo la caja y sacando primero una pequeña correa para el cuello, de cuero negro, con varios arneses.- Estamos aqui para mi disfrute personal, no para el tuyo...

Le tomó la barbilla y le hizo alzarla para colocarle la correa.

- Ahora quiero que te desnudes.- Le dijo con su agradable sonrisa.

El chico bufó, moviendo ligeramente la cabeza para que le soltase la barbilla, mirándolo de reojo.

-Tampoco es que vaya muy vestido. Creo que para tu disfrute personal también puedes arrancarlo tú... con la boca o con tus manos -soltó, aunque cogió la cinturilla de los boxers, como pudo a causa de las manos encadenadas, y empezó a bajarlos, poniéndose de rodillas y luego sentándose de nuevo en la cama hasta que sacó la prenda por sus tobillos-. ¿Así?

- Así, perfecto.- Dijo observando el cuerpecillo blanco. Era del tipo de los que le gustaban, del todo. Ignoraba los comentarios fastidiados del menor, poco le importaban.

Le tomó de un tobillo y le coloco otra correa a la altura de este. Despues hizo lo mismo en el otro pie.

- El cuero negro le queda muy bien a tu piel.- Le concedió quitándole las cadenas de las manos, agarrándolo con firmeza.

Andreas cayó sobre las piernas del otro, apoyándose en sus codos para elevar la cabeza y mirarlo a través de su venda.

-También me van los látigos y el cuero -dijo con sorna, inclinándose y mordiéndole por sobre la ropa, no muy fuerte pero para dejar claro que no se amedrentaba-. Y a tu piel los mordiscos.

Ivain se mordió el labio inferior, sorprendido por la desfachatez del menor. Eso le gustó aún más y no pudo evitar reirse suavemente.

Entonces su trato se suavizó un poco y aflojó el agarre, usando la otra mano para sacar las últimas cuatro correas. Dos terminaron en las muñecas del chico, entrelazadas entre sí por los arneses, quedando a modo de esposas.

Se levantó situándolo sobre la camaboca abajo y le abrió las piernas, para colocarle las últimas, en la parte media de los muslos.

Al estar de pie, era evidente su estado de excitación y es que aquel chiquillo lo merecía. Se quedó en silencio, observándole lascivamente.

Andreas se colocó sobre su estómago, apoyándose otra vez en los codos y ladeando la cabeza para observar a Ivain, regalándole una sonrisa torcida mientras abría aún más las piernas con toda la intención.

Con uno de sus pies, empezó a acariciar la tela del pantalón del otro, adentrándose en los muslos con todo el descaro del mundo reunido. Quién lo viese apenas pensaría que podía ser tan inocente para otras cosas.

Ivain enarcó una ceja ante aquel atrevimiento del menor pero le fue agradable, y su sonrisa lo demostró. Se acercó y le tomó la barbilla otra vez, alzandolo con brusquedad para hacer que se colocase de rodillas sobre el colchón.

- ¿Tan ansioso estas? - Le preguntó en los labios.

-Creía que sólo era por tu disfrute personal -respondió, sonriendo contra los labios del otro. Unió sus bocas repentinamente, separándose y volviendo a repetirlo, queriendo jugar con la paciencia de Ivain.

Apoyó las manos sobre el pecho del otro, intentando no caerse al estar al borde de la cama, mientras lo besaba y volvía a separarse con una sonrisa burlona. Se sentía algo acalorado, aunque prefería ocultarlo.

Ivain le dejaba hacer, encantado por la iniciativa del menor. Respondía a aquellos cortos y fugaces besos, mientras sentía cómo su entre pierna pulsaba sólo por aquello. Hacía mucho que no se encontraba con un crío tan interesante.

Al final, le tomó el rostro y lo acercó a sí, mordiendole con ligera fuerza el labio inferior.

- Claro que es para mi disfrute personal.- Le dijo comenzando a desabrocharse la camisa, dejando a la vista su torso musculado y moreno.- ¿Sabras complacerme?

Andreas lo ayudó a deshacerse de la camisa, paseando sus palmas abiertas por el torso, notando los musculos bajo sus yemas. Pocas veces había podido tocar cuerpos así, por eso pensaba disfrutar lo máximo que pudiese, olvidándose de lo que pudiese venir después de aquel encuentro.

Acarició con sus ojos el cuerpo bien formado, acercando después sus labios para acariciar la piel con ellos, besando y mordisqueando algunas zonas.

-No sé, ¿sabré complacerte? -le devolvió la pregunta, apoyando su barbilla contra el abdomen del otro y mirándolo.

Ivain le dejó hacer sin interrumpirle, sintiendo aquellos pequeños y carnosos labios besarle, mordisquearle. Le excitaba de sobremanera que osase a hacerle aquello así que no emitió queja ninga, de hecho emitio un pequeño sonido placentero parecido a un ronroneo.

- Por ahora lo estas haciendo bien.- Dijo quedándose quito para ver hasta donde pretendía llegar el pequeño. Ya tendría despues tiempo para juegos ya que pensaba tomarse un buen rato con aquel joven.

Llevó la mano a sus cabellos y enredó sus dedos en este.

El chico sonrió con orgullo, por auto reflejo más que por que de verdad estuviese orgulloso de lo que siempre había tenido que hacer, y siguió besando y mordiendo la piel, bajando y deteniéndose para jugar con el ombligo del otro. Atrás dejaba un caminito brillante de saliva, con pequeñas marcas de dientes.

Sus manos bajaron y se apoyaron en la cintura, siguiendo el mismo recorrido pero al revés, llegando hasta los fuertes pectorales, marcándolos con sus dientes y haciendo lo mismo con sus pezones al llegar a estos, sin dejar de mirarlo ni un segundo.

Ivain sonreía inmensamente complacido al ver el buen comportamiento del chico. Tomó sus muñecas y le soltó las manos, sabiendo que era mejor por el bien del chico que no tratase de huir o hacer algo inapropiado.

- Sigue.- Le dijo en un tono agradable, pero que no dejaba lugar a réplica, mientras volvia a llevar su mano a los cabellos del joven para acariciar los suaves mechones.

Con un bufido, Andreas movió la cabeza para quitarse aquella mano. Suficientemente incómodo era que no tuviese su preciada venda puesta y le estuviesen viendo directamente a los ojos. Era realmente incómodo. Cómo si hubiesen violado su privacidad, aunque sonase realmente estúpido.

Clavó sus dientes en la rosada carne, tirando de esta con saña y succionándola luego. Sus dientes estaban dejando un camino rojizo por todo el pecho, y su lengua las acariciaba sin nada de delicadeza. Simplemente repasando las marcas dejadas para hacer que picasen.

Estaba mirando al otro con el desafio pintado en sus pupilas azules, dándole a entender que no seguiría al cien por cien sus indicaciones.

Ivain perdió su sonrisa y le tomó por la barbilla con firmeza, haciendo que le mirase directamente. Apretó sus dedos contra el hueso para hacerle daño.

- No te tomes tantas confianzas.- Siseó con el ceño fruncido.- Eso ha dolido, ¿Sabes?

Había que reconocer que el niño tenía unos ojos bien bonitos e interiormente le hacía gracia que derrepente se hubiera puesto tan arisco. Le gustaba, pero no iba a reconocerlo.... necesitaba dejarle claro quien mandaba alli.

((siento no haber respondido en la cb, estaba afk! XD))

Andreas sonrió con petulancia, inclinándose, a pesar de la mano del otro, para morderle con más fuerza, soltando una risita. Le dolía un poco la barbilla, pero apenas era algo considerable.

-No me digas, ¿te duele? -preguntó, mordiéndole de nuevo como para constatar aquello. Paso su lengua por la zona, notando el leve sabor metálico de la sangre. Ladeó la cabeza, mordiéndole también la mano que sujetaba su barbilla.

((No pasa nada lol... parece que no coincidimos))

Ivain se enfureció ante aquello y siseó ante el escozor. No se cortó a la hora de pegarle una bofetada al menor. Despues lo tomó por el cabello y le alzó la cabeza para hacer que le mirase.

- El dolor no es algo que me fastidie.- Le dijo mirándolo con frialdad.- Lo que me jode es que si te digo que no lo hagas, lo hagas. - Dicho esto volvió a tomarle por la barbilla y le mordio con gran fuerza los labios, para devolvérsela.

- Si te digo que no te tomes esas confianzas, es lo que haras, ¿Me escuchas? - Siseó apretando más sus cabellos.

-Haré lo que quiera. Siempre ha sido así, y siempre lo será -se pasó la lengua por el labio, degustando su propia sangre. Tenía una amplia sonrisa en su rostro, encantado de verlo tan irritado, nada que ver con la expresión de hacía un momento.

Jadeó a causa del dolor en su cabeza, pero aún así se atrevió a inclinarse hacia uno de los costados del otro y pasar la lengua por ahí, como anestesiando la zona para luego morder de luego la zona.

-Ups, lo volvi a hacer -dijo, con una sonrisita burlona.

El dolor le gustaba (en su medida), incluso que intentasen domesticarlo cuando era imposible, no por nada su sexo pulsaba casi totalmente erguido por algo.

Ivain se mordió el labio inferior y no se controló, aplastó la cabeza del joven contra el colchón, bajo su mano.

- Así que eso te gusta, ¿EH? - Dijo volviendo a tomar las cadenas. Se sentó sobre la espalda del menor para immpedirle el movimiento pñor si quería escapar y las coloco pasándolas por las argollas de las muñecas y del cuello, tirando para que tuviera que colocar las manos unidas al cuello. Despues enganchó el otro estremo de estas en el cabecero de la cama y se levantó, para observarlo con una sonrisa en los labios.

- Intenta morderme ahora.- Se rió devorándolo con los ojos.

Aunque la posición no era nada cómoda, Andreas le devolvió la sonrisa. No sabía si jugar más con su suerte, o portarse bien por un rato.

-Acércate, y te morderé -lo retó, intentando mover los brazos inútilmente. Hizo un gesto con la boca, como de morderle, sacando la lengua y lamiéndose de nuevo el labio, haciendo como que se limpiaba sangre inexistente.

Ivain lo observó maldiciéndolo, aquel crío era sumamente sexy, demasiado. Ante aquel gesto su miembro pulsó, presionado contra la tela de sus vaqueros.

Volvió a la cama y se subió sobre él, colocando las rodillas en sus costados para no aplastarle y posando las manos en el colchón pero a la suficiente distancia como para que este no pudiera alcanzarle con esa boquita tan sugerente.

- Prefiero morderte yo.- Le dijo al oído y mordió con fuerza su cuello, justo en el hueco del hombro, empleando fuerza para hacerle sangrar. Le daba pena manchar aquella bonita piel pero el crío se lo merecía. Al fin y al cabo si se portaba bien, más tarde con tocarlo bastaria para que sus heridas curasen.