Perdido (priv.)

Daniel había salido a comprar a la tienda pero como ya era bastante tarde y sabía que no era buena idea rondar por ahí de noche, y menos esa noche en la que una majestuosa luna llena empezaba a alzarse en el oscuro cielo; decidió tomar un atajo.

Saltando una verja alta con agilidad se coló en el amplio cementerio donde nunca había estado e irremediablemente acabó perdido entre las tumbas.

Empezó a dar vueltas y vueltas pero el lugar estaba ya demasiado oscuro y no podía guiarse bien a pesar de su buena visión nocturna y cuando se fijó que ya había pasado delante de la misma estatua de ángel por quinta vez se dejó caer derrotado sentándose en la base de una pequeña escalinata de piedra.

-Me he perdido...-

Reconoció viendo el propio vaho que creaba su cálido aliento en contraste con la fría atmosfera nocturna.

Noche de luna llena. Eso para Mowgli, acostumbrado a vivir bajo su forma lobuna, no suponía ningún problema, todo al contrario. La magia de la luna llena le llenaba de energías, de un frenesí embriagador que le llamaba a correr y aullar, a divertirse como si de un día de celebración se tratara.

Esta noche en concreto, corría detrás de un búho, en una carrera que el mismo había decidido como tal. Ni siquiera la verja alta del cementerio le impidió el paso, mientras corría intentando adelantar al ave. El búho frenó ligeramente en el aire, de forma que Mowgli consiguió adelantarle, lanzando un aullido de triunfo ante su victoria.

Jadeante miró el lugar donde se encontraba, olisqueando el lugar también. El cementerio. Nunca antes se había adentrado en él, tan solo había mirado desde lejos algún que otro entierro, intrigado por esa costumbre tan extraña para él. Empezó a trotar explorando el lugar, moviendo la cola de forma juguetona.

El viento le trajo el aroma a humano, peo no un olor viejo como el que percibía por todo el lugar, si no uno fresco, intenso, prueba de que el dueño andaba aun cerca. Curioso y desinhibido por la luna, se acercó al lugar del que procedía, preguntándose que haría un humano a estas horas en el lugar.

Daniel estaba acurrucado abrazado a sí mismo para intentar proporcionarse algo de calor ya que era frioléro y muy delgado lo que le hacía aún más vulnerable al frío. Estaba con los ojos cerrados intentado recordar cual había sido el camino que había tomado para retroceder y poder salir de ese lugar que le daba la sensación de estar volviéndose como un laberinto compuesto por nichos y tumbas.

Había oído un aullido no muy lejano pero no le dio importancia hasta que escuchó la rítmica y profunda respiración del animal cercano a él. Abrió los ojos lentamente viendo al hermoso lobo frente a él y esbozó una leve sonrisa.

Sabía que los lobos eran en teoría peligrosos pero solo si estaban hambrientos o se sentían amenazados y ese parecía bastante tranquilo.

-Hola bonito... también te has perdido?-

Preguntó con tono de voz dulce, tono que solo usaba con los animales.

Inclinó la cabeza ligeramente, irguiendo las orejas curioso ante el comportamiento del humano. Hasta ahora todos los que le habían visto como lobo o se habían asustado y huido, o le habían atacado, pero ninguno había tratado de hablar con él, ni se había mostrado tan tranquilo ante su presencia.

Se acercó más, intrigado también por su extraño con aquellas orejas, como si en vez de un humano se tratara de un neko, sentándose delante de él, observándole durante un momento más antes de negar lentamente con la cabeza para responder a su pregunta, tratando de decirle que él sabia perfectamente salir de allí. Después de todo tenia su olfato para guiarle.

Dos razones le impedían tomar la forma humana para contestarle adecuadamente, el influjo de la luna llena y el frío que hacia, que sin ninguna ropa a mano le resultaría realmente desagradable a diferencia de en su forma actual, en la que no le afectaba.

Vio como se sentaba delante de él con las orejas erguidas de curiosidad y le sonrió levemente. Como había pensado era un lobo tranquilo o por lo menos lo estaba en ese momento.

-Ya veo... me gustaría poder tener tu instinto para poder salir de aquí.-

Contestó cuando vio que el lobo le negaba con la cabeza sin extrañarse de que este le hubiera entendido.

Alzó su mano hacia el lobo pero algo baja y con la palma hacia arriba. Sabía que algunos animales si alzabas la mano sobre ellos aunque fuera para acariciarles podían interpretarlo como un signo de amenaza, como si fueras a pegarles, y por eso lo mejor era acercarla algo baja indicándo al animal que no iba a hacer nada malo y esperar a su respuesta o a que él mismo se acercara a tu mano para poder acariciarle.

-Nunca había tenido un lobo tan de cerca, solís huir de los humanos es extraño que tú no.-

Miró extrañado la mano que le tendía, sin comprender muy bien por que hacia aquello. Terminó por acercarse más y olisquearla para ver si es que tenia algo que no lograba ver, pero solo estaba la mano como ya había visto. Volvió a mirarle confuso ¿que era lo que quería el humano de él? Normalmente no se comportaban así, solo había visto que hacían algo parecido con los perros... ¿quizás era eso? Esperaba que no, porque él no era ningún perro, era un lobo, un gran lobo... algo joven.

El mismo humano le confirmó con sus palabras que no le había confundido con un animal domestico, lo cual le intrigó aun más. Decidiendo que no era peligroso terminó poniéndose a su lado, comprobando que el humano estaba bastante frío. Tendría que prestarle un poco su calor, o si no se acabaría muriendo de frío.

Sonrió cuando vio que el lobo olisqueaba su mano y se le acercaba sin miedo por lo que llevó su mano a las orejas del animal rascándole por detrás.

-Que calentito estás... ojalá tubiera yo también un pelaje tan suave y bonito... de seguro no pasaría nada de frío.-

Comentó agradeciendo el calor que el cuerpo del animal a su lado le brindaba acercándose a él incluso pasando un brazo por su lomo medio abrazándole y moviendo su mano acariciándole a su vez el lomo.

El chico cerró levemente los ojos sintiéndose realmente cansado sin percatarse de que si se quedaba dormido ahí podría morirse de frío a pesar de tener el calor del animal a su lado. Pero poco a poco se iba adormilando.

Movió la cola sin darse cuenta, agradado con las caricias. No recibía demasiadas, de hecho probablemente esta fuera la segunda vez en toda su vida. Los mimos que daban los lobos eran distintos, después de todo carecían de manos con los que darlos, y los humanos no solían detenerse a acariciar a un lobo.

-Que calentito estás... ojalá tuviera yo también un pelaje tan suave y bonito... de seguro no pasaría nada de frío.-

No, no lo haría. Su pelaje de lobo, aislante e impermeable, le permitía incluso dormir en la misma nieve si era necesario. El frío no le afectaba para nada con su forma actual, que diferencia a ser humano, tan delicados y frágiles ante el frío. Era una pena que no pudiera darle más calor, pero era un lobo, no una estufa. Aunque las caricias no le resultaban desagradables.

Vio como cerraba los ojos y se preocupó. No seria bueno que se durmiera allí, no con ese frío. Ya había visto varias veces lo que le ocurría a los animalillos que se dormían con el frío, como ese era su ultimo sueño porque no volvían a despertar y servían de alimento al primer depredador que encontrara su cadáver.

Lamió su cara con el fin de despertarle, tirando de su manga con los dientes decidido a guiarle a la salida. Era mejor sacarle de allí cuanto antes y buscar un lugar caliente donde se recuperada antes de que le sucediera algo grave. No le apetecía ver morir a aquel humano tan extraño.

Los cálidos y húmedos lametones en su mejilla le despertaron levemente abriendo sus verdes ojos mirando al animal que tiraba de las largas mangas de su abrigo.

-Que pasa.. quieres llevarme a algún sitio?.-

Preguntó aún sabiendo que no tendría una respuesta verbal por parte del animal.

No sin cierto esfuerzo Daniel intentó espabilarse y levantarse dejando que el lobo le guiara donde fuera, de todas formas él estaba perdido y desde aquel lugar no sabía como volver asi que tampoco le interesaba quedarse ahí.

Ya era bastante tarde y su casa estaba demasiado lejos y no tenía fuerzas suficientes como para llegar allí antes de caer rendido en cualquier lugar como acababa de hacer por lo que el joven pensó que lo mejor sería buscar un sitio donde poder guarecerse y pasar la noche descansando así unas cuantas horas y guiarse a la mañana siguiente mejor con la ayuda de la luz del sol.

Movió la cola satisfecho cuando vio como el humano se levantaba para seguirle. Ahora dependía de él encontrar el camino. Alzó el hocico, olisqueando el aire, y luego lo bajo casi pegado a la tierra, tardando solo unos segundo en encontrar el rastro que le parecía correcto, empezando a seguirlo, parando cada poco tiempo para mirar atrás y asegurarse que el humano le seguía.

Pronto llegaron ante la puerta del cementerio y Mowgli gruño frustrado al encontrarla cerrada. Camino de lado a lado, pensando como solventar el problema, hasta que invirtiendo el dicho de más vale maña que fuerza, se decidió por usar su fuerza licántropa, envistiendo un par de veces la puerta antes de que los goznes, deteriorados por el tiempo, acabaran cediendo y se viniera abajo.

Frotándose los ojos de vez en cuando evitando cerrarlos siguió al lobo con aire medio ido y vio como este le guió justo a la salida.

-Vaya.. eres fantástico.. pero espera te harás daño!.-

Exclamó cuando le vio golpear contra la puerta, él podía treparla y saltar al otro lado con facilidad pero al animal no y había obtado por la fuerza bruta, medio que de todos modos le dio buenos resultados.

Salió del lugar siguiendo al lobo y se agachó rascándole la cabeza con las manos sonriéndole.

-Muchas gracias amigo por sacarme, pero ahora será mejor que busque un sitio para guarecerme no creo que pueda llegar hoy ya a casa.-

Se levantó mirando a su alrededor para ver si veía una cueva o una cabaña abandonada o lo que fuera.

Movió la cola ante las caricias, sin poder controlar aquel movimiento delator. Su cola tenia vida propia, y reflejaba sus sentimientos quisiera o no, aunque no era que le importase demasiado, a los otros lobos les sucedía igual.

Ladeó la cabeza escuchándole, y luego trató de hacer memoria, intentando recordar si conocía algún refugio por allí cerca. Emitió un pequeño ladrido y movió con fuerza su cola, delatando su felicidad al recordar la pequeña casita que había en medio de la arboleda que estaba al lado del cementerio. Probablemente utilizada antaño por el guarda.

Nuevamente tiró de la manga del humano, para captar su atención y que le siguiera hasta el lugar, trotando delante de él, moviendo la cola orgulloso de si mismo.

El chico estaba aún buscando a su alrededor cuando notó como el animal le tiraba de la manga de nuevo y bajó la mirada. Cuando vio que echaba a andar ladrando antes indicándole que le siguiera así lo hizo con paso rápido, casi corriendo para seguir el ritmo del lobo.

-Que pasa bonito te conoces algún lugar?.-

Preguntó viendo aparecer delante de él al poco una cabaña que parecía claramente abandonada pero que no estaba demasiado deteriorada.

-Un cabaña! justo lo que necesitaba. Muchas gracias amigo te debo la vida.-

Le dijo con voz alegre agachándose para hacerle más mimos en agradecimiento. Se dirigió a la caseta abriendo la puerta con algo de dificultad y desde el marco miró de nuevo hacia el animal.

-Quieres pasar? de seguro tu también estarás cansado podrías quedarte a pasar la noche conmigo.-

No se lo pensó mucho antes de entrar. Lo cierto es que se había pasado toda la noche corriendo de un lado a otro, así que ciertamente estaba agotado, y una cabañita, aun abandonada, parecía un lugar muy cómodo para descansar.

Hizo una rápida exploración del lugar, olisqueando por todos lados y terminando por estornudar varias veces debido al polvo. Se frotó el hocico con la pata y estornudó una ultima vez, finalizando el trabajo, decidiendo que el lugar era seguro y agradable, mientras no olisquearas el polvo.

Daniel cerró la puerta tras de sí pero no la aseguró demasiado dejando así que el animal pudiera entrar y salir cuando quisiera con tan solo empujar un poco la puerta. El lugar quedaba bastante oscuro pero el joven veía bastante bien en la oscuridad y con la ayuda de la luz de la luna que se colaba por alguna rendija de la ventana buscó entre las cosas que había en la cabaña además de polvo y algún que otro mueble roto y encontró unas mantas que parecían bastante limpias.

Las sacudió un poco para quitarles el polvo y tendió la más grande sobre el suelo a modo de colchón dejando otra para cubrirse. Se tendió en el improvisado lecho y golpeó con la mano unas palmaditas a su lado indicándole al lobo que se tumbara también allí, así el animal no estaría oliendo el polvo del suelo y Danie tendría algo más de calor.

Observó curioso como el humano parecía buscar algo. Cuando sacó las mantas y las sacudió, Mowgli volvió a estornudar por el polvo que levantaron, emitiendo un pequeño gemido de disgusto ante el picor de su hocico, del cual intentó deshacerse rascándose torpemente con una pata.

Vio la manta tendida en el suelo y como el humano se tendía en ella y parecía llamarle, pareciendole buena idea tumbarse a su lado y compartir su calor con él. Estaba acostumbrado a dormir junto a los otros lobos, por lo que prefería dormir junto al humano. Dormir solo se le habría hecho extraño. Así que sin demasiada ceremonia se tendió a su lado con un gruñidito de placer, sin detenerse siquiera un momento a pensar que era bastante probable que en cuanto saliera el Sol, su cuerpo adoptara automáticamente la forma humana.

Daniel se acurrucó pegando su cuerpo al del lobo lo máximo posible y sin molestar a este y con un grazo encima del animal fue acariciándole suavemente el lomo con la mano reduciendo cada vez más el ritmo hasta que su mano finalmente se quedó quieta. El chico estaba tan exahusto que había tardado menos de cinco minutos en caer profundamente dormido sin saber que seguramente se econtraría con una buena sorpresa cuando se despertara por la mañana.

Cerró los ojos con un pequeño gemidito de gusto al sentir las caricias en su lomo, quedándose dormido casi de inmediato al encontrarse tan a gusto. El viento silbaba con fuerza fuera de la cabaña, pero dentro, con el refugio de las paredes de madera, las mantas y el calor de los dos cuerpos, se estaba lo suficientemente bien para poder descansar sin la preocupación de no ser capaces de despertar nuevamente.

Las horas pasaron y el Sol empezó a salir, desterrando poco a poco a la noche he iluminando la cabaña con su luz, que dejó ver los dos cuerpos que envueltos en una manta dormían uno junto a otro. Mowgli abandonó su forma lupina lentamente y aun inmerso en el mundo de los sueños, únicamente con la vieja manta impidiendo que se viera su completa desnudez.

Daniel seguía dormido cuando ameció acurrucado al lado de mowgli abrazado a él. Pero los rayos que se colaban por algunas grietas de las ventanas que caían directamente sobre su rostro le hicieron despertarse poco a poco.

Con la mano con la que no abrazaba al lycan, ahora convertido en hombre, se frotó los ojos perezosamente y se estiró maullando como un gatito de forma inconsciente antes de abrir por completo sus ojos. Con la mano que aún tenía sobre el castaño palpó la piel del torso extrañado ya que esperaba encontrarse con el cuerpo cálido y peludo del lobo pero allí no había pelo de animal por ninguna parte, más bien parecía el torso de un hombre...

Cuando finalmente abrió los ojos con su vista más o menos clara y miró al chico que estaba tirado a su lado se quedó unos segundos en estado de shock antes de levantarse bruscamente pero sus pies se hicieron un lío con las mantas y acabó por caerse justo encima de Mowgli.

Había estado durmiendo profunda y plácidamente, hasta que sorpresivamente sintió un peso cayendo de golpe sobre él, trayéndole de golpe del mundo de los sueños a la realidad. Su primera reacción fue soltar un gruñido de protesta ante tan imprevisto despertar, moviéndose para escapar del peso del humano, mirándole una vez libre con los ojos entrecerrados por el sueño y el cabello revuelto.

-¿Sabes humano? no es agradable que te despierten así – gruño con cierto mal humor. Detestaba que le despertaran, y mucho más si era de forma tan brusca.

Con los movimientos bruscos del lycan Daniel acabó callendo a un lado suyo sentándose lo mejor que pudo mirando aún al castaño con ojos sorprendidos. Le había llamado humano lo que quería decir que probablemente él no lo era. Le señaló extrañado.

-pe.. pero tu también pareces un humano... quien eres? eres el lobo de ayer?.-

Preguntó aún sin acabar de creerse eso de dormir con un lobo amistodo y despertarse con lo qe parecía un chico no muy mayor que él y con mal despertar.

-Claro que soy el lobo ¿quien iba a ser si no? - respondió bostezando con fuerza de la misma manera que lo haría un perro mientras se estiraba sin importarle ni un poco su desnudez – solo que ahora estoy en mi forma humana, no me gusta eso de cambiar mientras estoy durmiendo, pero no tengo control sobre ello – explicó restregándose la cara, tratando de despejarse del todo.

-Ah... si... tendría que presentarme, eso es lo que soléis hacer ¿no? - pregunto sin esperar una respuesta antes de continuar – soy Mowgli, y soy un lobo... bueno... un licántropo, pero es casi lo mismo – declaró sonriendo orgulloso.

La expresión de confusión del chico se iba suavizando, después de todo no era el primer licántropo que conocía aunque sí el primer lobo completo que después se transformaba en un humano.

-Claro ya entiendo... perdona el haberte despertado así es que al levantarme me ha dado un susto ver a alguien que aparentemente no conocía para nada durmiendo a mi lado y al intentar apartarme tropeché y me caí encima, lo siento.-

Se disculpó, de seguro no debía de haber sido un despertador agradable.

-Mowgli? es un bonito nombre, yo me llamo Daniel.-

contestó también ya que no recordaba haberse presentado al noche anterior al animal.

El chico que hasta ahora no se había fijado se dio cuenta de que el castaño frente a él estaba completamente desnudo y tras bajar su mirada desde su cabeza hacia abajo para comprobarlo la acabó apartando con el rostro notoriamente ruborizado.

-Em...será mejor.. que te tapes, con la manta o algo... sino te enfriarás.-

Tartamudeó levemente por la verguenza.

-Daniel también es un bonito nombre – aseguró con una sonrisa. Después de un ratito despierto y ante las disculpas del humano, su humor había mejorado bastante.

Se envolvió en la manta como Daniel le habia dicho, haciendo una mueca ante el fuerte olor que tenia la prenda y lo molesta que le resultaba. Eso era una de las cosas que detestaba de su forma humana, el tener que ir vestido o al menos tapado a todos lados.

-No me gusta la ropa... - murmuró con el entrecejo fruncido y un ligero puchero – pero como lobo no vas a entender lo que te digo, y es incomodo – explicó como si necesitara aclarar el porque de sus acciones.

-Bueno es normal al no estar acostumbrado te será incómoda. Pero hay ropa deportiva o ancha con la que creo que irías bastante bien. Y los humanos necesitamos abrigarnos, yo por ejemplo soy especialmente friolero y siempre voy con bastante ropa.-

Comentó desabrochándose un botón de su enorme abrigo para que viera que aún debajo llevaba una chaqueta y se veía que debajo de esto tenía también una camiseta de cuello alto.

-Y una pregunta... puedes estar de humano pero no puedes estar de híbrido? es que hace poco conocí otro licántropo con forma humana pero además tenía orejas y cola.-

Preguntó con curiosidad.