-¿Mmm? ¿preciosas? Si, supongo que lo son... - murmuró medio adormilado con las caricias y sin dejar de mover la cola, aun que algo más lento – no me fijo mucho en eso – le indicó sintiendo como se apoyaba en su cabeza.
No le daba importancia al físico. En la manada lo importante era ser de ayuda para todos, no el tener un pelaje bonito o una cola esponjosa, por lo que siempre le había parecido raro y absurdo cuando contemplaba a las personas tan preocupadas por su pelo, su ropa, si les salían manchas, espinillas, arrugas o cualquier otra cosa que estropeara su apariencia.
-Las tuyas también son bonitas, aunque no sean de verdad porque no eres neko – indicó con tranquilidad, sin ninguna intención de molestar, ni de reprochar nada. Simplemente decía lo que le pasaba por la cabeza con total sinceridad.