Llevaba casi una hora en la sala de espera del hospital... había acudido para que el médico le echase un vistazo a una herida de mi última misión. Al fin y al cabo, era inmortal, pero no inmune al dolor, y me molestaba trabajar en aquellas condiciones.
Me aburría bastante... ¿quién no se aburre en la sala de espera de un hospital? Además, las revistas que había sobre una mesa no me interesaban, por lo que acabé quiero, sin hacer nada, hasta que unos gritos me sobresaltaron. Pacientes y médicos acababan de marcharse corriendo de la sala de espera.
Me levanté, buscando el origen de semejante pánico, y vi un carrito de la compra, con lo que parecía una persona dentro, pero no entera, sino a trozos. No me sobresalté lo más mínimo; estaba muy acostumbrado a la violencia, por mi profesión. Sin embargo, cuando "aquello" comenzó a hablar, di un respingo, pero como pedía ayuda, respiré hondo y, sin permitirme ser cobarde ni intentando vencer a la curiosidad, me acerqué al carrito.
-¿Qué le ha sucedido?