Yendo al cine (priv. Gil)

Sonrio con la timidez de siempre al oír respecto a la camisa. Sabía que ésta estaba manchada y a causa de la humedad un poco pegada al cuerpo, pero aún así se sentía un poco mejor respecto a su apariencia.
Se llevó la mano libre al cabello y se llevó el flequillo hacia atrás en un intento por peinarse un poco -mejor dicho, como un reflejo- aunque éstas rizadas hebras amarronadas volvieron inmediatamente a su lugar.
Luego lo escuchó decir lo otro. Cada una de sus palabras era tomada automáticamente como un cumplido, cosa que si bien lo alagaba y, no podía negarlo, lo adoraba oír; también lo hacía sonrojar más y más, y de vez en cuando también encogerse de hombros en un gesto de modestia.

-C-Claro, seguro que iré, será li-lindo encontrarnos más veces. -Le aseguró susurrante, aunque de momento olvidaba el detalle de que no tenía casa y aún no sabía a donde iría a parar. Tal vez, si la mala suerte lo acompañaba, podrían atraparlo y enviarlo a los calabozos; pero por otro lado, aún podia seguir escapando y escapando, cosa que sería realmente extenuante y agotadora. Bueno, al menos en su estancia en la isla no tendría tiempo ni para acordarse de algo llamado "aburrimiento".

-Sé que soy algo intimidante.... - Lo escuchó decir aquello y tan solo rió por lo bajo, para luego negar con la cabeza.
-N-No, para nada, no eres intimidante. -Lo contrarió risueño. Le había caído bien y se sentía cada vez más en confianza.- ....Tu también eres muy lindo, y...

De inmediato se quedó en silencio. ¡¿Qué rayos había dicho?!... Sus mejillas se enrojecieron aún más de lo que estaban y su expresión cambió a una de total incredulidad. Maldición, eso era lo que pasaba cuando entraba en confianza: Comenzaba a soltar todos sus pensamientos sin nisiquiera meditarlo un segundo. Sí que había metido la pata. ¿Qué pensaría el rubio ahora?!.

Wil sólo soltó una risita al oírlo alabarlo. Se había sentido bien oír aquello de labios ajenos, sobre todo si eran los del lycan que tenía a su lado. Sí, había escuchado aquello miles y miles de veces, pero viniendo de una persona tímida como lo era Gil, valía como todas aquellas personas juntas de una sola vez. Y su corazón sólo pudo saltar de alegría.

Sus tampoco habían podido despegarse del gesto que había hecho, o de como el cabello inmediatamente había vuelto a su lugar. Lo encontraba divertido, pero también tierno; y le habían entrado unas terribles ganas de colocárselo él también. Menos mal que se había contenido...
Si ya era lanzado de normal, con alguien que le caía bien y le llamaba la atención podía ser una bomba de relojería. No sabía ni predecir sus movimientos, simplemente ocurrían y luego pensaba sobre ellos.

-Gracias, eso me alivia un poco; porque siempre que voy a sitios los niños se apartan y la gente igual. Bueno, menos aquellos que encuentras atractivo que una mole como yo esté con ellos por las noches. Pero eso no parece divertido. Quiero decir, doy miedo para unas cosas, pero para otras me encuentran conveniente... Son un poco raros aquí, ¿no? Y gracias por el cumplido... se sintió bien.

-De... de nada.
Musitó, apenas alzando el rostro para volver a sonreír con una timidez inmensa. No deseaba por nada del mundo que otro comentario como el anterior se escapara de sus labios sin siquiera poder meditarlo antes, pues no quería pasar verguenza o algo así.

Notaba de vez en vez las caricias en su mano, que sonrojado, correspondía. Se sentía tan extraño estar en ese contacto con una persona como el rubio... Extraño, pero para nada desagradable. La voz ajena, tan cantarina, a pesar de ser un tanto insistente para sus oídos desacostumbrados a oír a alguien más, le agradaba mucho. Quería seguir charlando con ese hombre, y vencer parte de esa timidez que no lo dejaba expresarse como desearía.

-Pero a mí no me das miedo, y n-no... no pensé en lo segundo en ningún momento. -Confesó apenas con hilo de voz. Seguía apenado de sus propias palabras, pero sentía la necesidad de aclarar que no estaba asustado ni nada de lo otro.

...La película estaba llegando a su fín y el castaño no había prestado atención a ésta en ningún momento; por lo mismo, no tenía sentido concentrarse en el final ahora. Así que simplemente volvió a mirar a su acompañante con la tímida sonrisilla y aquel sonrojo que resaltaba en su pálida piel gracias a los destellos de luz provenientes de la pantalla.

El rubio tampoco se fijaba en la película. Ya ni siquiera se acordaba de que iba, ¿Había ido a ver una de miedo, una romñantica o una de acción? Realmente ya ni se acordaba, y tampoco le interesaba hacerlo. Sólo sabía que con la excusa de la película y entretenerse había conocido al otro.

Olfateó el aire con disimulo como para cerciorarse de que alguien que le hablaba sin miedo y con una sonrisa sin segundas intenciones realmente existia. Aunque si esas segundas intenciones hubiesen estado relacionadas con una cama cómoda, tampoco le habría importado. No. Para nada. Pero no quería asustar a su nuevo ''amigo''.

-Genial, entonces si no te doy miedo ni te da vergüenza que nos vean juntos podemos quedar cuantas veces quieras. No sé cuanto estaré en la isla... pero espero que el mismo que tu estés por aquí. Y, dime, ¿qué te apetece tomar ahora cuando estemos en la cafetería? He leído que hacen unos gofres muy buenos.

Finalmente, la película terminó. El castaño no sabía si había sido un final felíz o uno trágico, aunque tampoco quería molestarse en averiguarlo.
Las pocas personas que allí habían comenzaron a levantarse de sus lugares cuando empezaron a pasar los créditos, las luces se prendieron, y gracias a ello se podía ver aún más claramente el sonrojo de Gil, quien a la vez miraba medio atónito al rubio. ¡Era tan... tan... tenía un rostro tan perfecto! A demás, ahora podía ver más claramente el tamaño corporal que el otro tenía, cosa que lo imprecionaba un poco. Pero no se asustó, es más, estaba tan fascinado con la belleza ajena que no pudo evitar esbozar una tímida sonrisita ilucionada.

Cuando el otro le habló, volvió en si. Dio un pequeño respingo aunque no soltó la mano ajena, simplemente, su sonrisa se achicó un poco.
-Su-Supongo que un café caliente... Son deliciosos. ¿Y tú? ¿Limonada?
Le respondió tras una inaudible risilla nerviosa, mirando de reojo como las últimas personas se marchaban de la sala.