C-creo q-que necesitamos....una ducha ¿v-verdad? ( Priv./Adrik y los pasteles )

Menos mal que ya era de noche. Salir de la alcantarilla ya les había costado bastante, pero además llegar a donde vivía Salem, de noche, con Adrik herido, y pasando por zonas donde podía haber vampiros.....eso había sido toda una epopeya. Habían tardado el doble de tiempo del necesario, y al llegar al apartamento de Salem, estaban más cansados que dentro del alcantarillado, y el triple de hambrientos. Salem noto que además olían peor de lo que imaginaba. Tenía unas ganas tremendas de quitarse la ropa, y meterse en la ducha, pero también de cenar. Su estomago hacía ya mucho rato que estaba pidiendo atención. Abrió la puerta de su casa, y entro sujetando aún por un hombro a Adrik.

-E-esta un poco revuelto...¿no te importa, verdad? - esta era la primera vez que traía a alguien a casa. También sería la primera vez que ese alguien vería el desastre que podía organizar Salem con un poco de ropa, algunos libros, un montón de plantas y unos cuantos muebles viejos.

-Vivo solo – soltó como si eso fuese algún tipo de clase de excusa por como tenía su casa, mientras agachaba la cabeza avergonzado por el estado de la misma – Soy un desastre..... - musito.

Se alejo de Adrik, y fue corriendo a quitar algunas cosas del sofá para que el humano pudiese sentarse cómodamente sobre algo blando, aunque a ese algo blando se le había soltado un muelle, y se notaba cuando te intentabas sentar en el.

-M-mejor tumbate....así sientes menos el muelle

Cansado, adolorido, hambriento... Adrik estaba hecho polvo, y probablemente Salem no estuviera mejor. El camino había sido todo un suplicio, se lo había pasado mirando cada poco tiempo por encima del hombro, con la sensación de que los vigilaba, de que los acechaban desde la oscuridad. Fue todo un respiro para él cuando finalmente llegaron y pudo entrar en la casa de Salem.

-E-esta un poco revuelto...¿no te importa, verdad? -

-No te preocupes, ya te dije que no me espantaría – sonrió mirando el desorden reinante. Acostumbrado a lo que estaba incluso todo ese caos le parecía poco.

-Vivo solo – Soy un desastre..... -

-No es para tanto, en serio – le aseguró con una sonrisa sincera mientras le veía afanarse en despejar el sofá para él. Se sentía extraño recibir las atenciones de alguien cuando uno se había pasado toda la vida siendo ignorado o maltratado.

-M-mejor tumbate....así sientes menos el muelle

Haciendo caso de lo que le decía se tumbó sobre el sofá. Bien, no era lo más cómodo que había probado, pero desde luego se agradecía después de toda la caminata. Apoyó con cuidado el tobillo torcido y suspiró con alivió, frunciendo el ceño cuando un desagradable olor que provenía de si mismo le llenó las fosas nasales.

-Hug... creo no debería haberme tumbado, te voy apestar el sofá – murmuró con cierta vergüenza – ya te debo una camiseta y un sofá nuevo – bromeó con una sonrisa tímida – empieza a apuntar en la lista.

Lo cierto es que aunque estaba hablando con tono de broma, tenia pensado compensar las molestias que Salem se había tomado con él. No tenia mucha idea de que podría hacer con sus medios, pero buscaría la forma, no pensaba ser un desagradecido.

-Hug... creo no debería haberme tumbado, te voy apestar el sofá – murmuró con cierta vergüenza – ya te debo una camiseta y un sofá nuevo – bromeó con una sonrisa tímida – empieza a apuntar en la lista.

¿Estaba bromeando, verdad? Adrik no le debía nada. Es más era Salem el que se sentía en deuda con el por haberle ayudado a salir del alcantarillado. Sin el, probablemente se habría perdido, o solo dios sabe que otras cosas le podrían haber ocurrido. Además la camiseta ya estaba vieja y tenía un roto en la parte baja de la espalda, y no es que el sofá fuese la parte mas indispensable de su mobiliario. También estaba viejo.

-Adrik – le habló mientras rebuscaba bajo los libros, estaba seguro de que había una manta por allí cerca – No me debes nada - dijo con solemnidad – Tu t-también me has ayudado...mucho.

Quedaban en empate bajo su punto de vista. Salem le había ayudado con el tobillo y Adrik a cambio no le había dejado solo. Entre ambos habían salido de allí sin mayores complicaciones, y ahora por fin estaban en casa de Salem, apestados, cansados y hambrientos, pero a salvo. Bueno, todo lo a salvo que podía estarse en la isla.

Salem rescató la manta que buscaba de debajo de una pila de libros, y la colocó junto a Adrik por si este quería taparse, después se alejó sonrojado a la parte de la pieza que ocupaba la cocina.

-Estoy por allí – señalo y se fue en busca de comida y bebida, amén de los pasteles que había comprado la tarde anterior. Le gustaban los dulces, no comía muchos, pero de vez en cuando se daba el capricho de comprar algunos, o unos pasteles, y en una ocasión se le antojo celebrar su cumpleaños, el décimo octavo, con una pequeña tarta que se había comido, solo, en silencio y que al final había regado con lagrimas. Estar tan solo realmente hacía que todo su pequeño mundo se le viniese abajo. Siempre había estado solo, toda su vida le había acompañado ese horrible sentimiento, pero desde que ya no estaba viviendo en la casona la soledad se había acrecentado. Las personas como el acababan ahogándose en la soledad y a veces no reflotan nunca más.

Meneó bruscamente la cabeza intentando librarse de todos aquellos horribles pensamientos, y saco unos vasos de un pequeño aparador, dos platos, y algo de comida; macarrones, los había hecho aquella tarde para poder calentarlos durante la cena, así que todavía estaban buenos. También cogió la caja de los pasteles, y haciendo equilibrios con una bandeja volvió junto a Adrik.

-Macarrones con queso – anunció – zumo de uvas, y pasteles.

-Adrik – le habló mientras rebuscaba bajo los libros, estaba seguro de que había una manta por allí cerca – No me debes nada - dijo con solemnidad – Tu t-también me has ayudado...mucho.

Sonrió sin decir nada. Aun pensaba hacer algo por Salem, no se quedaría a gusto si no. El que le dijera que le había ayudado mucho le hizo sentirse mucho más cálido que la manta, aunque desde luego agradecía el calor que esta le proporcionó al cubrirse con ella. No se había dado cuenta de que tenia un poco de frío hasta ese momento.

-Estoy por allí –

-De acuerdo – respondió para dejar claro que le había oído.

Le vio marcharse y observó a su alrededor. Fuera de los ruidos que Salem producía haciendo o buscando lo que fuera, la casa se veía y sentía muy solitaria. Ni siquiera era capaz de escuchar ruido de algún vecino o algo. Se le encogió el corazón al pensar en el otro chico viviendo de esa forma, tan solo y sin nadie. El siempre había estado solo, no llamaría siquiera compañía a lo que sus padres habían representado en su vida. Por lo que sabia lo dolorosa que podía ser la soledad.

Adrik había tenido que luchar contra ella muchas veces, hasta conseguir sentirla como una compañera, algo natural y no una razón más en su vida para hundirse en la miseria. Quizás no fuera muy alto, ni estuviera lleno de músculos, pero consideraba que seguir adelante con todo lo que le había sucedido le convertía en una persona fuerte, y esperaba poder usar esa fuerza para ayudar al que se había convertido en su primer amigo.

-Macarrones con queso – anunció – zumo de uvas, y pasteles.

-Genial, tu si que sabes ser un buen anfitrión – le alagó sonriendo de felicidad, haciéndosele la boca agua ante la comida. Tenia una pinta deliciosa.

-Genial, tu si que sabes ser un buen anfitrión

No era para tanto, además, Adrik era el primer invitado de su vida. Nunca había llevado con anterioridad a nadie a su casa, y las pocas veces que había venido el casero, había sido sin avisar, y para comprobar que no estaba haciendo cosas raras con su casa. Salem estaba harto de el. Tenía la vaga impresión de que aquel vampiro entraba a veces en su casa a husmear, utilizando para ello la llave maestra que tenía de la cerradura principal. Debido a un acuerdo durante el arrendamiento, Salem no podía cambiar las cerraduras, por mucho que deseara hacerlo.

Dejo la bandeja sobre la mesa que había frente al sofá y estiro uno de los platos hacia Adrik. La mano le tembló un poco. Por primera vez fue verdaderamente consciente de la presencia de Adrik no solo a nivel físico, sino emocional. Era un humano, en una isla depravada y oscura, solo y probablemente estaba huido. Dudaba que alguien con el aspecto de Adrik no hubiese tenido algún amo ya.....Parpadeo repetidas veces y después se sentó en el suelo, donde más cómodo estaba, con su propio plato de comida en el regazo. Como ocurría siempre que iba a comer, fue plenamente consciente de que el hambre que sentía sólo sería apaciguado durante unas horas, después tendría que volver a comer. Tenía un apetito voraz, y sabía perfectamente bien a que se debía.....En ese momento se dió cuenta de que Adrik no sabía que era el. Bebió un poco de su zumo para tragar la comida y abrió la boca. La cerró de nuevo, inseguro sobre lo que debería decir, y de nuevo la abrió.

-Tu....¿estás huido? - bajo la cabeza avergonzado mientras removía la comida del plato – es decir...¿t-tienes a-amo? - al termino de la pregunta se dió cuenta de que con toda probabilidad Adrik no querría hablar del tema - L-lo siento, no debí preguntar..... - se mordió con fuerza el labio inferior, avergonzado, recriminándose mentalmente por su indiscreta y poco afortunada pregunta.

Se incorporo en el sofá hasta quedar sentado, comprobando que efectivamente lo que Salem le había dicho era verdad. El muelle suelto era mucho más molesto sentado. Pero sin duda era mucho más cómodo aquello que intentar comer tumbado. Cogió el plato que Salem estiraba hacia él, poniendoselo sobre las piernas para comenzar a comer.

-Tu....¿estás huido? - bajo la cabeza avergonzado mientras removía la comida del plato – es decir...¿t-tienes a-amo? - al termino de la pregunta se dió cuenta de que con toda probabilidad Adrik no querría hablar del tema - L-lo siento, no debí preguntar..... -

Dejó el bocado que iba a llevarse a la boca sobre el plato, meneando la cabeza con una media sonrisa algo triste dibujada en su rostro – no importa, entiendo que tengas curiosidad – le aseguró tratando de tranquilizarle – veras... no puedo decírtelo... - murmuró haciendo un breve pausa, removiéndose incomodo en el sitio - no lo recuerdo... lo ultimo que recuerdo es antes de llegar a la isla, después... me desperté solo en el bosque... - ''cubierto de sangre'' terminó en su mente.

– no importa, entiendo que tengas curiosidad – le aseguró tratando de tranquilizarle – veras... no puedo decírtelo... - murmuró haciendo un breve pausa, removiéndose incomodo en el sitio - no lo recuerdo... lo ultimo que recuerdo es antes de llegar a la isla, después... me desperté solo en el bosque...

''Que extraño'' pensó Salem removiendo con el tenedor su comida. Verdaderamente extraño. Miro de reojo a Adrik, y después su comida. Era extraño no sentirse amenazado por la presencia del humano. De acuerdo que Adrik no tenía aspecto de ser alguien peligroso y proclive a dañar a los demás, pero era un extraño, un extraño cómodo y amable, pero aún así un extraño. Y su historia también era extraña, pero no por ello menos veraz. Salem dudaba que alguien en toda aquella isla tuviese una historia personal normal y corriente. Era imposible. La suya propia era bastante rara y estaba llena de lagunas, con párrafos enteros incomprensibles a los que les faltaban trozos enteros. En realidad, y bien mirado, Salem lo desconocía prácticamente todo de si mismo. No sabía nada de sus progenitores, si cualquiera de los dos o ambos estaban todavía vivos, cual era la historia de cu concepción y nacimiento, y de donde venía. Sus recuerdos más tempranos se remontaban a los cinco años de edad, y los más nítidos comenzaban a partir de los ocho en adelante.

-Bueno – comento en voz baja – al menos tienes recuerdos de algo.... - se lamento más para si mismo que para el humano. Después, cuando se dio cuenta de que había hablado de más, se sonrojo intensamente y decidió cambiar drásticamente de tema de conversación.

-S-si quieres te puedes bañar, luego t-te cambió la venda.... - por alguna razón sintió unas tremendas ganas de huir, y para no hacerlo y conseguir con ello que Adrik se sintiera incomodo, se levanto y fue a por más bebida a la cocina. Cogió el cartón de zumo entero, y volvió al salón con la cabeza gacha. Se preguntaba que pensaría Adrik de el si Salem le contaba todos sus secretos. Empezando por el hecho de ser un híbrido. Además, no era la primera vez que Salem se preguntaba si habría más híbridos como el y su hermano en alguna parte, porque que el supiera, no tenía constancia de ningún híbrido que tuviese una parte de vampiro. Ninguno. A veces esta cuestión le preocupaba enormemente, porque no dejaba de preguntarse que podría pasar si alguno de los vampiros que habitaban la isla descubriera su secreto. Se preguntaba si no le considerarían un insulto a su raza. Su condición era precaria. Sabía que era todo un fenómeno, pero por alguna razón hasta la fecha, nadie jamas había descubierto su secreto. Adrik sería el primero.

No llego a sentarse de nuevo en el suelo, con el cartón en la mano, y los ojos sumamente abiertos, asemejándose a un niño asustado, comenzó a hablar atropelladamente.

-¡Y-yo no voy a morderte! - bueno, ese era un mal comienzo. No quería decir eso – no...es decir....q-que s-soy medio vampiro, p-pero....ah....n-no p-pienso moderte...porque...porque n-no b-bebo s-sangre y....

Se tuvo que callar porque era incapaz de hilvanar correctamente una sola frase más, de lo nervioso que estaba.

-Bueno – comento en voz baja – al menos tienes recuerdos de algo.... -

Ese comentario le intrigo, pero viendo como enrojecía Salem, y que trataba de esquivar el tema lo dejo estar y siguió comiendo. Pero guardaría cada migajita de información que el híbrido fuera soltando para luego encajar el complicado puzzle que era Salem.

-S-si quieres te puedes bañar, luego t-te cambió la venda.... -

Huida, eso es lo que le pareció a Adrik la marcha de Salem a por más bebidas, pero no dijo nada. Lo más probable es que necesitara un momento para pensar, y prefería dárselo. Así de paso calmaba también los nervios e inquietud que su breve historia le habían causado.

Cuando Salem volvió se preocupó por la cara de asustado que puso, pensando que debía de ocurrirle algo malo.

-¡Y-yo no voy a morderte! - bueno, ese era un mal comienzo. No quería decir eso – no...es decir....q-que s-soy medio vampiro, p-pero....ah....n-no p-pienso moderte...porque...porque n-no b-bebo s-sangre y....

Vaya... eso si era una sorpresa. Ya sabía que Salem no podía ser humano, o al menos no del todo humano por los poderes que había demostrado en la alcantarilla, pero... ¿medio vampiro? Eso si que no se lo había esperado. Por los vampiros que había visto desde lejos, y por lo que había escuchado de ellos, eran crueles y sádicos en general, mientras que Salem era... era... bueno, era Salem.

-Tranquilo Salem... no pasa nada, te creo – le aseguró conciliador con una sonrisa. Lo cierto es que no podía verle como una criatura de pesadilla que te chupaba la sangre hasta dejarte seco por mucho que usara toda su imaginación para ello. No, imposible, no había forma de que le tuviera miedo.

Se acababa de desprender de un enorme peso. La reacción de Adrik había precipitado dentro de el una serie de emociones y sentimientos, que habían fluido con furia a través de su cuerpo. Angustia, nervios, miedo.....por fin la liberación. Era un sentimiento extraño, casi como si hubiera estado esperando todo aquel tiempo a que apareciese alguien en su camino para contar su secreto. Bueno, alguien en general no, alguien como Adrik. Quizás por eso nunca le había gustado hablar de sí mismo, pero si era Adrik quien preguntaba, si era Adrik quien quería saber y quien se interesaba, Salem estaba dispuesto a jurarse a sí mismo que abriría su temblorosa y callada boca y de dentro saldría todo un tropel de palabras masculladas y magulladas, hasta quedarse vació y tranquilo.

-Vaya... – fue lo único que acertó a decir, quizás porque no tenía otra cosa en mente, y después ocurrió algo imprevisto y extrañó; Salem se rió. Fue un eco débil, un sonido raro y muy extraño.

Pocas veces se había reído a lo largo de su vida, y nunca había sido en presencia de otra persona, por lo que cuando dejo de hacerlo, inmediatamente se puso tan rojo como un tomate maduro, y anticipándose a la burla o al comentario de Adrik, se subió la capucha de la sudadera intentando con ello esconderse un poco.

De repente dentro del pequeño apartamento se había instalado una extraña atmósfera de familiaridad.

-Vaya... –

Lo escuchó reírse un poco desconcertado, sin saber muy bien que era lo gracioso. Pero enseguida se contagió un poco, sonriendo ante la alegría del otro. Era extraño para él escuchar la risa de alguien y saber que tenía que ver en ello, pero no porque estuviera siendo objeto de alguna burla.

Y Salem no parecía muy dado a la risa, sobre todo por la reacción que tuvo cuando se calmó. Le pareció realmente tierno como intentaba esconder su sonrojo, una forma que en realidad se parecía mucho a la de él. Era como tener una versión mucho más tímida de si mismo, una especie de hermanito pequeño.

-Sabes... es raro, nunca me había sentido así de a gusto con nadie – confesó después de disfrutar un rato del ambiente cálido que se había formado – es muy agradable... - murmuró enrojeciendo un poco por su confesión, y tratando de disimular comiendo.