¿Qué era un buen balneario sin un masajista? Nada. Y por eso Ivain trabajaba en aquel lugar. Bueno, más bien se paseaba por allí haciendo lo que le venía en gana. Sus manos eran mágicas, decían algunos, capaces de curar cualquier lesión con sus estupendos masajes... claro que Ivain se guardaba para sí el pequeño secreto, el hecho de sus poderes curativos heredados de su padre.
Ahora silvaba, esperando a que le ofrecieran algun cliente. Sí, "ofrecer" era la palabra por que no aceptaba ningun cliente que no le gustase. Sólo atendía a los que le parecían guapos o atractivos, posibles "víctimas", los llamaba el mentalmente.