Era un día inusual en el mercado. Llovía, y un silencio sepulcral inundaba aquel lar, sin dar lugar a los molestos lloriqueos, gritos o cualquier otra queja proveniente de los maltratados esclavos. La lluvia no era demasiado intensa y no era una tormenta eléctrica, aunque las gotas azotaban todo a su paso y resonaban en una melodía imposible de detener, calma, variando de ritmos.
De todas maneras, las actividades del mercado no cesaban. Estaban como siempre las jaulas y vitrinas exhibiéndose, nada más que los encerrados esclavos se estaban empapando todos cabizbajos y sin decir nada. Y Yune no era la excepción.
-...Yo-ho~ Yo-ho~... Siempre, siempre voooy~... En-mi-ca-sa... nunca... nunca... ¿Estaré?... -Bufó por lo bajo mientras movía la felina cola de un lado a otro, con el cabello mojado y el flequillo tapándole parte del rostro, manteniendo las afelpadas orejas bajas. Parte de la sangre de sus heridas se unía con el agua y recorría en pequeñas mini-vertientes por el suelo de la jaula, saliendo finalmente de ésta. Pero él, ignorando su dolor físico, simplemente cantaba por lo bajo.- ...No, no rima.
Yune se cruzó de brazos haciéndose un "ovillo" en un rincón de la jaula, tiritando de frío, canturreando apenas en susurros cancioncitas improvisadas para pasar el tiempo. No se lo veía triste, desesperado ni furibundo... Simplemente estaba allí, con calma, claro que sin tener idea de lo que ocurría.
El vendedor gritaba el precio del pequeño como todos los demás, esperando a que alguien se acercara.