Al mejor postor

Fue abruptamente despertado con un buen baño de agua fría. Con mirada somnolienta miro a su alrededor distinguiendo a sus compañeros de aventuras, al tratante, a un montón de gente y un muladar de local. Por la posición del sol supuso la hora, era poco más de mediodía. Se sacudió un poco el agua y volvió a mirar, ahora más despierto y alerta.

A cada hombre que se paraba por el local, el tratante se volvía un merolico que soltaba todo la lengua para ofrecer la mercancía. Señalando a uno que otro de los chicos ansiando una venta. Extrañamente a él nunca lo ofreció sin embargo, porlas miradas que le dedicaba, presentía que estaba aguardando por algo mejor.

Entró al lugar un tanto reticente, cubriéndose la nariz con un pañuelo, el olor era espantoso y la gente insoportable. No podía creer que ÉL tuviera que ir personalmente a un lugar tan insulso pero, como rezaba el dicho, si querías algo bien hecho tienes que hacerlo tú mismo.

Apenas si dirigía la mirada a la mercancía allí presentada pero nada parecía salir de lo ordinario.

Simplemente al notar el porte del hombre que avanzaba lentamente por el mercado, el tratante comenzó a alzar la voz ofreciendo a sus chicos, haciendo una lista bocal de menor a mayor valor de la mercancía, buscando llamar la atención del buen caballero.

-¡Pase, pase! Pase y admire las recientes adquisiciones. ¿Quiere una dócil mascota? aquí le tengo un bonito hombre-gato; ¿un mozo, una doncella? diestros y prestos, cultos y "educados" aquí podrán hacerse de uno; ¿gustan algo más salvaje? acérquese y mire adentro, seguro encuentra lo que busca; sea uno de los afortunados y admire la más rara especie de humano que pueda haber existido, solo son unos cuantos entre millones de humanos y solo aquí podrán encontrarlo. ¡Pasen y admirenlo!-

Escucho atento toda su palabrería mareándose por lo rápido y estúpido que hablaba. Giro la cabeza para saber de los salvajes. Eran un par de hombres y una mujer que, encerrados en jaulas, denotaban su furia en los ojos, observándolos un poco más se notaba que eran fuertes físicamente o al menos no parecían tan escuálidos como los demás. Las mascotas eran un par de nekos e inus que dormían, jugaban o lloriqueaban bajito asustados y que se encontraban afuera sujetos por correas. Los mozos solo eran humanos comunes que aunque molestos parecía que se estaban resignando a su suerte.

Después de haber descubierto la clasificación que el tratante les había dado no logro en principio ver la rara especie hasta que él mismo se busco encajando en uno de esos grupos. Suspiro burlándose de si mismo ¿qué tonto pensar que él aun era un común?

"¿Rara especie de humano?" repitió en un claro tono de burla. "¿Será porque puede hacer dos cosas al mismo tiempo?" volvió a mirar de reojo el lugar. "No tienes nada que llame mi atención. Mejor iré a ver los demás locales, a ver si es mi día de suerte" dio media vuelta, dispuesto a salir de allí.

Fye suspiro de nuevo pero aliviado al escuchar que un interesado se retiraba pero el tratante no dejaría ir una buena oportunidad. Se planto frente al caballero, nervioso por el porte sin embargo lo invito a mirar de nuevo esta vez señalando donde el rubio.

-No, no mi señor. Un inmortal- susurró -No se ven de estos todos los días y menos en esta isla. Mírelo, sino le sirve de esclavo bien puede ser un gran proveedor de alimento- dijo con sorna.

Fye se limito a bajar aun más la cara y mirar a un lado. Tenía la esperanza que por su aspecto sucio y harapiento (era él mas desaliñado) ni siquiera le mirara. Pero el vendedor le tomo bruscamente del mentón obligandolo a levantar la cara. No quería mirar y mantenía la mirada a un lado pero por unos segundos cruzo su dorada mirada con la del hombre, devolviéndola a su lugar inmediatamente.

Aquello le intereso bastante, mirando con atención al joven esclavo. Esbozó una media sonrisa, meditando mientras se tomaba el mentón.

"¿Cuánto pides por él, mercante? Aunque, no sé si creer tus palabras, un humano inmortal es algo difícil de concebir... Quiero una prueba"

-Sí, sí, una prueba- presuroso busco entre sus ropas una pistola. Fye no pudo ocultar su asombro por la petición pero no hizo nada para evitarlo ya estaba cansado de pasar por eso una y otra vez, y había aprendido que entre más rápido sucediera todo menor sería el daño. Solo sería un disparo, pensó al ver al sujeto apuntándole pero...

Sin piedad alguna le tomo el brazo quebrandoselo a lo que soltó un grito que se desvaneció al sentir la bala quemar su cuerpo. Esta le atravesó limpiamente por el pecho hasta salir por su espalda, matándolo. Los esclavos miraron asustados la escena y un sepulcral silencio permaneció en el lugar hasta que fue disipado por la sonora inhalación que nacía de los labios del rubio; este volvió a levantarse respirando copiosamente mientras acomodaba su brazo y lo usaba para apoyarse en el piso.

-Lo vio mi señor, ¡ha librado las garras de la muerte! Y solo le costara 500 monedas- dijo victorioso.

No pudo ocultar una risita perversa, su mente ya empezaba a crear terribles ideas. Meditó un momento antes de hablar, clavando su mirada en el cuerpo del rubio.

"Está bien, me lo llevo" le lanzó una bolsa con las monedas dentro para no tener que tocar a aquel hombre. "Creo que será una interesante adquisición"

Apenas logro tomar el saco, guardándolo entre las ropas. Se acerco a Fye, que aun estaba recuperándose del shock, para quitarle el cinturón del cuello y atarle las manos con unas muñequeras de cuero y una pequeña pero gruesa cadena. Le hizo levantar y este trastabillo un poco antes de sostener bien sus pies al suelo. Se miro donde la mortal herida distinguiendo solo su sangre que manchaba aun más los roídos y harapientos trapos que le cubrían.

-Aquí tiene mi señor, gracias por su compra- le extendió la cadena.

Agarró la cadena entre sus largos dedos, tirando de ella hasta tener frente a frente al rubio.

"¿Cuál es tu nombre, esclavo?"

Cierto, el vendedor nunca pregunto su nombre y él nunca se lo dijo. Al parecer ambos lo creían irrelevante.
-"Fye"- dijo en un susurro sin mirarle nunca.

-"Sí, señor"- no supo porque le dijo su nombre pero no lo cuestiono. A Fye no le interesaba saberlo ya que nunca le llamaría por tal, siempre sería señor o amo. Por lo demás no habría problema, sabía bien lo que era y estaba de más decirle cuales eran sus obligaciones.

Sonrió más abierto, quitando algo de su clásica petulancia; salió del lugar con su grácil andar, como si flotara, deseando salir de ese repugnante lugar lo más rápido posible pues ahora tenía con que pasar el tiempo.

((Cambiamos de lugar o seguimos aquí? Tú responde))

Camino tras de él, siempre mirando al suelo. De pronto miro que el camino se le movía apretó los ojos y sacudió la cabeza. De nuevo estaba mareado pero creyó que era por oír tanto al vendedor. Llevaba días sin probar bocado y apenas lo recordaba. Hizo un gran esfuerzo porque su amo no lo notara.

((vamos a otro lado, abra topic ;P))