Caminaba tranquilo por aquella plaza, amplia y desolada como siemtpe, la luna grande y dorada casi en un color cobre luminoso, sentia su boca arder y sus colmillos estaban fuera, por alguna razon no se acostumbraba a esa singular noche, venia esta vez solo para leugo sentarse en una banca y recostarse luego, como una muñeca , hermosa y fina, su piel, tan blanca como las nubes que jamas vcolvio a ver en el dia, y sus labios rosados y suaves, cerro sus ojos brlantes en un lijero tono salmon rojizo para descanzar un poco alli.