Resquebrajando la oscuridad...

Un día entero de vagancia, bien caía la noche… ¿podían dolerle más los pies? Continuo dando pasos perezosos, arrastraba los pies sobre las baldosas a cuyos lados se extendía un jardín de bastas dimensiones y gratas fragancias. Oh… la pureza, se remontaba quizás al hecho de que el edificio frente a sus ojos era una iglesia? Una ritualista y formalista iglesia que nunca pensó existiera en aquella isla; pero no era nada, absolutamente nada, no más que una muralla, un levantamiento de roca con dirección arquitectónica, diseñada para “aguardar al cuerpo del Dios vivo en una diminuta cajita”…

Era eso lo que recordaba de los no tan arcaicos días de su niñez, en los que ciertamente no había creído… pero si creía en un Dios, un ser poderoso que era capaz de estar en todas partes. Casi podía sentirse rodeada por Él… casi.
Bajo la mirada a sus manos, aun con leves cicatrices, aun manchadas de un acto terrible. Su camisa también lo estaba. – que has hecho?- casi pudo escuchar la voz a su espalda. Se volvió de inmediato pero no había nada… ni nadie, no podía haber nadie allí. Dio unos pasos algo rencos hasta la enorme puerta de madera maciza la cual abrió de un empujón un tanto forzado que dejo a sus ojos el polvillo del templo, sobre expuesto por la luz iridiscente de la luna. *Escarcha mágica* pensó al entrar con muchísima lentitud al recinto, esperando aspirar inmediatamente los típicos olores a cera y velas… pero no había nada. Todo estaba completamente oscuro, y la luz que atravesaba la entrada parecía no ser suficiente para la inmensa catedral. Suspiro.

Se deslizo hasta la banca del final, (ya que su entrada se había efectuado por el costado derecho de la iglesia) y se dejo caer con pesadez y cansancio. Los ojos se le cerraban… estaba demasiado agotada o eso quería pensar, quería dormir, así era que siempre lograba alejar el temor, el horror… “ calabozo! No! Una calleja oscura… delante de ella un muchacho… lucia limpio aunque sus dientes al sonreír eran amarillentos y su cabello grasoso… le repugno al instante y pretendió pasar de él, pero en medio del callejón oscuro él se interpuso sacándose lentamente la camisa de lino y navaja en mano pretendió atacarle… - a dónde vas niña?- pregunto juguetón una y otra y otra vez cuando ella buscaba esquivarlo y huir. – no quiero problemas, déjame!- había exclamado ella con propiedad, pero el sujeto estaba demasiado ponchado para escucharla verdad? Se había lanzado contra ella con tanta fuerza que le había tumbado y allí tirada le había rasgado su vestido, rasguñado sus piernas al tocarle… asco, temor, miedo… ira. Ella se había puesto como loca a moverse para quitárselo de encima y en el cruel forcejeo donde se había rasguñado la mejilla muy superficialmente había también clavado luego el puñal en el abdomen del sujeto y no bastando aquello, deslizo el filo sin querer y queriendo a la vez, de manera que produjera una abertura mayor, la que se prolongo por casi la mitad de la barriga ajena pro la que pronto salieron los intestinos cuando el sujeto se movió.”

Abrió los ojos. Estaba sudando. Se miro las manos negligentemente lavadas. Se miro el cuerpo, llevaba el atuendo del chico muerto y los cabellos recogidos en una cola en la nuca. Un sucio muchacho, eso parecía, y en la inmensidad de la sala vacía, cuan sola se sentía… se arrodillo apoyando la barbilla en el espaldar del banco del frente sobre sus manitos cerradas y miro hacia delante… - Padre… Padre yo creo en ti… Padre…- se le quebró la voz…- perdóname!!. Gimió ahogadamente y las lágrimas comenzaron a correr por sus enrojecidas mejillas.

Sentido, debía haber algún sentido en todo aquello, jamás estuvo ciega al mundo, un mundo sucio y ruin así mismo hermoso. Entonces porque tan sorprendida, por que tan negada en la simple forma de aquello, en el perfil que representaba? – no seré un mártir! No seré la débil flor! No lo soy… ni una pizca padre… lo sabes. – cerro los ojos apretadamente y las lagrimas calientes surcaron sus mejillas. – lo recuerdas? Me recuerdas? Yo te oraba, te pedía por la soledad abrumadora del internado… y en calabozo. Recuerdas mi plegaria? “que no me mancillen!” y así fue, no lo hicieron… pero entonces… que hice yo? – Se levanto de pronto y extendió sus manos al cielo…- están manchadas… ni sé que mate, ni sé si era creación tuya… - su voz se había apagado. Suspiro y se sentó, con espasmos por los sollozos… tumbada y quieta. Algo, un cambio se había producido en la atmosfera del lugar. Pero qué rayos importaba? Volvía a cerrar su corazón, su mente… “ no soy esclava de nadie! No soy juguete de nadie… soy un ser humano, soy, soy, soy yo… y estoy viva” pensó con tortuoso ímpetu.